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miércoles, 20 de junio de 2012

ESTÉTICA DEL DISEÑO 9. TECNOLOGIA, ARTE Y DISEÑO.


Diversas corrientes estéticas contemporáneas plantean que el arte se encontraría en un estado de disolución, en donde sus límites se habrían vuelto borrosos. Quizás el caso más representativo es el de Michaud con su concepto del arte en estado gaseoso.
En la realidad sociológica del campo del arte observamos el fenómeno inverso: si bien es cierto que casi todo puede ser arte, sin embargo en los salones, bienales, ferias, exposiciones, galerías, se expone aquello que se considera arte, que ha entrado en sus circuitos, que es aceptado como tal y que es producido por unos “expertos” llamados artistas. Hay una cierta circularidad porque arte es lo que hacen los artistas y son artistas aquellos que producen arte.
Si relacionamos este discurso con la esfera del diseño, no será difícil establecer que con dos áreas plenamente diferenciadas: arte y diseño. Los procesos de formación, los circuitos de circulación, los modos de su producción, la relación con las mercancías, hacen que el diseño sea también un mundo delimitado, separado de aquel del arte y de los artistas, aunque ocasionalmente algunos puedan cruzar la frontera.
Esta es, desde luego, una dualidad insostenible. Habría, por el contrario, que mostrar sus profundas interrelaciones, sus mutuos campos de pertenencia, sus lógicas comunes y especialmente que ambos caben dentro de la tecnología.
Una tecnología que está directamente relacionada con la producción de la belleza: ambos hacen lo bello, lo estético; arte y diseño son los medios por los cuales se organizan los regímenes de la sensibilidad, quizás separados apenas levemente por los temas de la “funcionalidad” y de la “utilidad.”
Son por lo tanto modos de organización de la sensibilidad desde la perspectiva de un poder, de una ideología, de una lógica económica. Por esto sería muy significativa la organización de espacios de confluencia, tanto sociológicos como culturales; por ejemplo, exposiciones en las que encontremos objetos del diseño y obras de arte.
Solo entonces percibiríamos que su distancia no es tan grande y que su diferencia no es tan significativa.

miércoles, 6 de junio de 2012

Estética del diseño 9. Tecnología del encantamiento.

Parecería que en el diseño concurren, entre otros, dos aspectos indispensables a estas alturas de la historia: los tecnológicos y los artísticos. La propia práctica e incluso la enseñanza del diseño nos lleva a considerarlos como momentos separados, que solo al final del proceso se juntarían para producir el objeto del diseño.
Paradójicamente, también sabemos que en el momento efectivo del diseño se cuela por todas partes los aspectos artísticos del diseño; especialmente en un momento en donde el triunfo de la estética y de la estetización del mundo viene de la mano de los procesos de consumo, especialmente ligados a las nuevas tecnologías, a los entornos hipermodernos.
(Estetización del mundo que no deja de encubrir una realidad que cada vez es más fea. Como ejemplo, podemos referirnos a las condiciones esclavistas de producción de las grandes marcas, con gente trabajando más de 12 horas diarias, sin derechos básicos.)
Para revertir la situación de la ruptura entre arte y tecnología, hay que comenzar por “…considerar al arte como un componente de la tecnología.” (162) Porque aquello que tomamos como hermoso ha sido producido como tal, de manera plenamente intencional: “hermosamente hecho o hecho hermoso… pero sus características como objetos fabricados, como productos de técnicas.” (163)
No se puede separar el momento tecnológico del artístico, porque la valoración del diseño proviene en una enorme medida de su contenido estético; y por otra parte, la tecnología es realmente eficaz, socialmente eficaz, a través de los niveles artísticos, muchas veces por encima de su función, que subyace como un residuo que no se puede eliminar.
Esto también significa que tenemos que mirar al arte como una tecnología, contenida dentro de otras, poco explicitada, pero igualmente eficaz, cuya finalidad es producir objetos hermosos. Hay una tecnología estética: cómo producir objetos bellos. En último término de eso se trata del diseño.
Una vez hechos bellos de acuerdo a una cierta tecnología penetran en el tejido social para encantarlo, se convierten en el imaginario vuelto real que nos rodea y simultáneamente, en el instrumento de percepción del mundo.
A través de los objetos del diseño en su forma bella encantamos el mundo y percibimos el mundo como encantado, que se naturaliza inmediatamente:

Como un sistema técnico, el arte está orientado hacia la producción de consecuencias sociales que se derivan de la producción de esos objetos. El poder de los objetos de arte se desprende de los procesos tecnológicos que ellos objetivamente encarnan: la tecnología del encantamiento está fundada en el encantamiento de la tecnología. El encantamiento de la tecnología es el poder que los procesos técnicos tienen de lanzar sobre nosotros un hechizo de tal manera que vemos el mundo en su forma encantada.” (163)

Citas tomadas de: Gell Alfred, The art of anthropology, Berg, London, 2006.