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jueves, 29 de marzo de 2012

ESTÉTICA DEL DISEÑO 2


Con la finalidad de dotarnos de un instrumento metodológico de análisis en el que se vean con claridad los elementos estéticos, utilizaremos un enfoque semiótico que se desprende de los trabajos de Hjelmslev y Caputo, entre otros.
Desde la perspectiva semiótica distinguiremos los siguientes planos: el plano de la expresión y el plano del contenido. Cada uno de ellos será cruzado con otros dos elementos: forma y substancia. De tal manera que tendremos:

 
    Forma de la expresión
    Substancia de la expresión
    Forma del contenido
    Substancia del contenido

 
Hagamos un breve recorrido que nos permita aproximarnos a este modelo semiótico: digamos que cualquier producto del diseño está hecho de una materialidad: vidrio, madera, tinta… y entonces nos encontramos ante la substancia del contenido; esto es, los componentes materiales del diseño.
Lo que hace el diseño –como una de sus tareas centrales- es conferirles a estos elementos materiales una determinada forma; por ejemplo, tomar el plástico y darle la forma de una botella que contendrá agua. A esto proceso le llamamos la forma de expresión.
Ahora bien una vez cumplida la realización de una materia que ha tomado una forma, adquiere un significado; de hecho, un conjunto de significados. Supongamos que se trata de una botella de agua de marca Vivant: surgen sentidos asociados con el deporte, con un personaje público, con el significado de la marca. A este le denominamos substancia del contenido.
Desde luego que el hecho de beber agua embotellada y de marca se corresponde con un estilo de vida, con un modo de relacionarse con la naturaleza. Quiero decir que los momentos que hemos señalado anteriormente, se integran con una cultura determinada en una fase de su existencia; por ejemplo, la sociedad globalizada que nos conduce a privilegiar el agua embotellada y el consumo de las marca. Estamos ya en la forma del contenido.
Semiótica de la botella de agua marca Vivant.



Expresión
Contenido
Forma
Botella con este diseño específico
Globalización de las pautas de consumo
Substancia
Plástico, agua
Vivant: marca de agua embotellada

domingo, 25 de marzo de 2012

EL ARTE COMO CONTINUIDAD DE LA POLÍTICA POR OTROS MEDIOS

Una ruptura esencial al capitalismo y a su sociedad es la que se da entre la razón pura y la razón práctica: de una parte, la necesidad de producir enunciados verdaderos, comprobables respecto de la realidad para apropiarse de esta y transformarla; de otra parte, el carácter ético de los enunciados cuya correspondencia con lo que efectivamente sucede se reduce a un deber ser.
La representación sirve tanto para dar cuenta del primer como del segundo plano: representación rigurosa de las cosas en la mente a través de la ciencia; sistema político "ideal" basado en la delegación de la voluntad general, en la elección de unos representantes.
Es este doble plano lo que entra en crisis en la posmodernidad: la tecnología supedita a la ciencia llevando a su término a la razón instrumental; la democracia burguesa –tal como la vemos ahora- no da más, porque ha incumplido con las promesas contenidas en su imaginario.
El privilegio de la performatividad proviene de esta crisis y se relaciona inicialmente con el discurso científico. (Lyotard, La Condición posmoderna). Por su parte, cada vez más los discurso políticos se distancian de las realidades sociales que pretenden representar; cada vez más la política es el reino del espectáculo y no de la veracidad de sus aseveraciones.
Es esta misma performatividad la que penetra en el arte posmoderno. Las figuraciones dejan de ser el vehículo de búsqueda del encuentro con lo real. Las vanguardias por su parte se devoran a sí mismas al sucederse unas a otras, por la imposibilidad de una idealidad que reemplace a la figuración, cuando esta no tiene reemplazo posible.
De este modo el arte posmoderno privilegia con fuerza la performatividad. Incluso en su actual vertiente canónica, este es uno de los aspectos que le conforma. La performatividad es la esencia del canon posmoderno.
Sin embargo, el momento de mayor éxito de la posmodernidad es igualmente el de su agotamiento, de su crisis: ausencia de criterios para el juicio estético allí en donde todo vale, estética de la banalidad confundida con la experiencia sin límite de la subjetividad, penetración sin resistencia en los mecanismos del mercado.
La performatividad nacida para resolver los problemas irresolubles de la representación –especialmente bajo la forma de figuración-, cree haber resuelto los problemas del arte en la conjunción entre la enunciación artística y la obra de arte, cuando el enunciado tiende a la asignificación y en la realidad concreta no siempre se ha producido una obra de arte.
La unión del concepto con la obra, a través de la mediación de la subjetividad del artista elevado nuevamente a demiurgo, en una continuidad sin ruptura, lleva a la desarticulación del concepto y a la banalidad de la obra de arte.
El arte como continuación de la política por otros medios deja irresuelta la escisión inherente a los seres humanos, entre lenguaje y acción, que han dejado de corresponderse.(Agamben, El Scaramento del lenguaje)
El arte posmoderno performativo finalmente no alcanza ni a decir ni a hacer. Oscila permanentemente entre el exceso de decir que no logra traspasarse al hacer; y un hacer que ha perdido el rastro de lo que se quería decir a través suyo. Ocasionalmente se rompe con el secuestro performativo que es lo único que permite que finalmente haya arte; esto es, que una cierta sensibilidad se ponga en obra con unos determinados significados abiertos a la interpretación.
Como pasa en muchos otros ámbitos, nadie se atreve a decir que el rey va desnudo. O, lo que es peor, se critica a la posmodernidad desde la imposible nostalgia de la modernidad.

¿QUÉ SON LAS ESTÉTICAS CANÍBALES? 1


En la conformación de nuestra identidad andina se insiste mucho en los temas de la relación con el mundo quichua, del cual somos parte y que con seguridad constituye uno de los elementos claves de lo que somos. Está de otra parte, como lo visible y dominanante, la pertenencia a Occidente, aunque estemos ubicados en el Extremo Occidente.
Sin embargo, nuestra pertenencia a la Amazonía está oculta profundamente; ni siquiera hace parte de los discursos retóricos de la nación. Hace mucho que las oligarquías de este país declararon que el oriente era un mito. Efectivamente: el oriente es un mito que nos conforma a pesar nuestro. Y no solo porque una parte del territorio esté en la Amazonía y por los pueblos que habitan allí: shuars, ashuar, huaoranis, entre otros.
Los profundos contactos e intercambios entre la cultura de los pueblos amazónicos y quichuas vienen desde lejos y continúan hasta ahora.
Las estéticas caníbales se inician en este primer reconocimiento: somos pueblos amazónicos. Quizás uno de los pocos elementos que penetraron la "conciencia nacional" –sea lo que esto sea- fue precisamente el tema del canibalismo: los temas de la antropofagia cruzan el imaginario literario, como es el caso del Antropófago de Pablo Palacio y de manera especial los Tsántsicos, como movimiento literario de vanguardia con claras intenciones políticas y no solo literarias. Además, las tsantsas hace parte de los lugares comunes de la cultura comercializada: sus réplicas se encuentran con toda facilidad en cualquier lugar "folclórico", aunque no sepamos qué exactamente representa para nosotros.
Las estéticas caníbales retoman este camino de los Tsántsicos, como apelación a ese suelo amazónico y no tanto en sus propuestas artísticas que ciertamente pertenecen a otro momento de nuestra historia. Se propone mirar el arte, el diseño, las artesanías, los videojuegos, desde esta perspectiva tsánstica; esto es, la necesidad de volvernos otros, de capturar el espíritu del otro –que es un enemigo- para poder ser nosotros mismos.
La identidad atraviesa por la alteridad como uno de sus indispensables elementos constitutivos.
Desde luego tomamos en cuenta también a Oswald de Andrade y el Manifiesto Antropófago, nuevamente no tanto en sus planteamientos específicos sino en la estrategia de regresar hacia el mundo amazónico para pensar desde él.
Las estéticas caníbales reafirman nuestra voluntad de someter al arte y al diseño occidentales y convertirlos en tsantsas: aprender de ellos, reducir sus cabezas y colocarlas en la cintura. Volvernos otros para poder ser nosotros mismos.

jueves, 22 de marzo de 2012

Estética del diseño 1


Cuando nos enfrentamos a la estética del diseño caben al menos dos posibilidades: la primera, hacer un recuento de las diferentes corrientes de la estética y aplicarlas al campo específico del diseño; la segunda, enfatizar en la estética del diseño, en donde la estética hace parte constitutiva del diseño, como uno de sus núcleo internos y no como una suerte de exterioridad que habría que introducir desde fuera.
Por lo tanto, interioridad de la estética en el diseño. Aunque más adelante se justificará plenamente, hablaremos de la forma diseño, que une los dos campos en mención: la estética y el diseño. 
Comenzamos esta tarea aproximándonos a la estética, para establecer sus componentes básicos que provean de un entendimiento común a una categoría que ha sido bastante difícil de definir, sobre todo por las innumerables tendencias y autores.
La estética tiene que ver con la sensibilidad: sus categorías, los modos de experiencia, la diversidad cultural e individual, los efectos que causa en nosotros, entre otros elementos.
Sin embargo, la sensibilidad lejos de estar distribuida por igual en toda la sociedad, depende directamente de las manera cómo el poder organiza dicha sensibilidad, especialmente vinculada con  lo que se refiere la producción y consumo de mercancías, en donde están incluidos los productos culturales.
(Se puede decir que las industrias culturales estaban relacionadas con la producción de la cultura en sentido estricto: arte, artesanías, cine, artes plásticas, música, entre tantas otras. Ahora con las nuevas tecnologías de la información y comunicación, las industrias culturales han ido avanzando hasta copar gran parte de la producción general; por ejemplo, celulares, computadoras, tablets, videojuegos.)
Vamos a llamar régimen estético al modo como el poder produce y regula la sensibilidad (y sensibilidades) en una sociedad dada en un momento determinado de su existencia. El régimen estético es, por lo tanto, el régimen de la sensibilidad.
La experiencia estética de la sensibilidad es intencional; esto quiere decir que dicha experiencia tiene un contenido. ¿Acerca de qué contenidos hace su experiencia la sensibilidad? La experiencia de la sensibilidad es experiencia de la forma.
Más aún que la estética, el debate sobre el significado de la forma ha sido históricamente y actualmente diverso, contradictorio. Bastaría mencionar la confusión en los debates entre la forma y las formas.
Como punto de partida, tomo una aproximación a la noción de forma que sea de lo más amplia y comprensiva para que recubra este campo amplísimo: forma es aquello que introduce una distinción en donde antes no había como tal.
Imaginemos un espacio vacío:


Y ahora introduzcamos una forma, esto es una distinción:

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Con esta forma  podemos decir: arriba de la línea, debajo de línea, a la derecha, a la izquierda…
A lo largo de estas notas se trabajará en la perspectiva de la estética del diseño: la forma diseño.