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domingo, 21 de abril de 2013

EL REVERSO DEL FETICHISMO. ECONOMÍA POLÍTICA DE LOS OBJETOS.




Colocar sobre nuevas bases las relaciones entre los sujetos y los objetos, entre las personas y las cosas, presupone la ruptura de los dualismos subyacentes: cuerpo y mente, espíritu y materia. Por otra parte, las corrientes críticas se alimentaron, en gran medida, de la teoría marxista del fetichismo de la mercancía. 
Esto es, fetichismo en la medida en que las relaciones entre personas se mostraban como mediados por las cosas; así se naturalizaba el capital y se sustentaba la dominación capitalista, lo que no ha dejado de suceder. 
La implicación que este tiene para la superación del dualismos mencionados es que se choca contra la lógica del capital y de su sociedad; no podemos simplemente plantearnos una “democracia de las cosas” o una relación de igual entre personas y cosas, para que esas puedan hablar por sí mismas, sin cuestionar la lógica del capital. Al interior de estos mecanismos de fetichismo de la mercancía se tiene que trabajar para una aproximación más justa a las cosas, a los objetos y a la misma tarea de diseñar. (Marx, 1975) 
Lukács, en Historia y consciencia de clase, ha mostrado a fondo los modos de funcionamiento de este fetichismo, a través de los procesos de reificación o de cosificación. No es este el lugar para reflexionar sobre este, que no deja de ser importante para entender los estudios de la materialidad, que están vinculados a los regímenes de producción de valor: 
“Las condiciones de transnacionalismo baja las que la mayoría de la gente vive ahora en el mundo, han creado nuevos y a menudo significados  culturales contradictorios y los valores económicos y los significados de los objetos –esto es, en la cultura material- como aquellos objetos que viajan e modo acelerado a través de mercados locales, nacionales e internacionales y otros regímenes de producción valor.” (Myers, 2001, pág. 3) 
De lo que efectivamente se trata aquí es de preguntarnos por el reverso del fetichismo: ¿qué queda cuando logramos romper, aunque sea de modo provisional, con la lógica de la ganancia y desaparece el fetichismo? Ciertamente que se puede mostrar que el capital es una relación social de explotación, lo que es un paso importante para la ruptura la hegemonía capitalista. 
Sin embargo, hay otras preguntas que tenemos que introducir para aproximarnos a esta cuestión de las relaciones entre sujetos y objetos, personas y cosas: ¿al desaparecer el fetichismo de la mercancía, esto es: la relación entre personas que aparece como relación entre cosas, se produce un contacto directo de persona a persona, de manera transparente? ¿Qué sucede con las cosas? ¿Son estas excluidas de las relaciones entre personas? ¿Nos vemos conducidos hacia una profundización de la dualidad entre personas y cosas, que llevará a un enfoque instrumental de los objetos por parte de los sujetos que, de este modo, privilegiarían los encuentros directos? 
Los razonamientos que se desprenden encuentran rápidamente las consecuencias, seguramente justas, de la lucha contra el consumismo, el “materialismo” de nuestras sociedades en su sentido peyorativo, la pérdida de valores, el triunfo de la sociedad del espectáculo, la extensión sin límites de la moda. 
Y nuevamente las preguntas que surgen: ¿cuál es el reverso del consumismo? ¿Una sociedad que no está guiada por el consumo? ¿Qué sería una sociedad sin la espectacularidad capitalismo? ¿Una sociedad sin espectáculo? 
Nuestra respuesta va en dirección contraria: el reverso del fetichismo no es la separación radical entre personas y cosas, que finalmente lograría el ideal de la transparencia. Al liberar a los sujetos del dominio capitalismo, las cosas también lo harían. De tal manera, y esta es la tesis fuerte, las personas con las cosas estarían en plena capacidad de relacionarse con las otras personas con cosas. 
El reverso del fetichismo es la liberación de las cosas, de tal manera que dejen de expresar las relaciones capitalistas de dominación de unas personas sobre otras, y se vuelvan enteramente capaces de expresar las relaciones entre los sujetos, en medio de una nueva sociedad del espectáculo.
La superación del “materialismo” no es una suerte de espiritualismo, algo parecido al new age, sino el materialismo pleno de todos los seres humanos con iguales derechos, con igual capacidad de acceso a los objetos, sin los que no pueden ser plenamente sujetos. 
El reverso de la moda no es la abolición de la moda, sino su plena liberación del secuestro a la que está sometida. Así que la tesis de Lipovetsky de la moda plena no tiene solo un lado de exaltación del capital sino adquiere un matiz utópico: el reverso de la moda es la moda plena.

Bibliografía.
Marx, K. (1975). El Capital (Vol. Tomo I/Vol.I). México: Siglo XXI.
Myers, F. (. (2001). The empire of things. Regimen of value and material culture. Oxford: School of American Research Press.

miércoles, 24 de octubre de 2012

HACIA UNA NUEVA DIALÉCTICA 14. CONCIENCIA DE CLASE Y PARTIDO OBRERO.

En una época en donde el tema de la conciencia de clase casi ha desaparecido se torna indispensable volver a esta reflexión, especialmente porque está conectada directamente con la cuestión del partido político, que represente los intereses de la clase.
Después de la caída del Muro de Berlín, la izquierda entró en una crisis profunda y esto es especialmente cierto para el mundo andino. Una gran parte de los grupos se disolvió y entraron en diversos proyectos democráticos, claramente burgueses. Otra parte resiste aislada sin muchas perspectivas. Ocasionalmente surgen reagrupamientos ubicados hacia la izquierda de los gobiernos de turno, aunque su programa está lejos de ser anti-capitalista.
Además el discurso que se presente como si fuera de izquierda y que incluso habla de revolución ha sido ocupada por grupos populistas en unos casos y en otros socialdemócratas, desarrollistas, neo-keynesianos. El espacio para construir una alternativa anticapitalista es realmente estrecho, a pesar de la enorme crisis del capitalismo tardío.
Por el momento, regreso al tema de la conciencia de clase desde la perspectiva de la nueva dialéctica. De inicio tiene que introducirse la perspectiva de los sujetos sociales, que se definen por su capacidad de tomar el destino en sus propias manos:
“Razón con R mayúscula no hace cosa alguna; su lucha no lucha; no produce ni acciones, ni argumentos, ni explicaciones o justificaciones; la razón es ejercida por un sujeto material: es este última quién razona, actúa…”( Christopher Arthur, The new dialectic and Marx´s Capital, p.225)
Sin embargo, esos sujetos materiales son tanto individuos como grupos sociales; de igual manera sus racionalidades son diferentes. La racionalidad del sujeto puede medirse en términos de eficacia respecto del sistema en que está inserto. El problema surge cuando reconocemos que el sistema como tal es irracional y se confronta como tal con los individuos:
“Considérese el comportamiento contradictorio de algunas personas que carecen de propiedad, específicamente sin medios de producción, en una sociedad basada en la propiedad privada… el sistema que oprime a los trabajadores por medio de excluirlos  sistemáticamente de la riqueza creada por el trabajo no puede existir sin la continua explotación de los trabajadores. En este sentido es una desventaja participar en tal sistema. Sin embargo tienen que hacerlo día a día para sobrevivir. Si hay algo peor que ser explotado es no ser explotado!”(229-230)
Esta perspectiva dual se abre y se separa hasta convertirse en un obstáculo gigantesco a la hora de las luchas y de los procesos de emancipación, porque el individuo se enfrenta directamente al sistema de explotación y, por otro lado, únicamente la  clase como un todo tiene la capacidad de liberarse:
“El comportamiento de tales trabajadores es capaz de evaluaciones alternativas. En términos de racionalidad del sistema son bien pragmáticos, prefieren la mitad del ingreso antes que no tener pan… Desde otro punto de vista cada trabajador es un esclavo asalariado, un miembro de una clase de tales esclavos asalariados, que solo pueden ser emancipados como clase por medio de la total reestructuración de la esclavitud asalariada.”(230)
Chistopher Arthur se ve obligado a retornar una y otra vez al concepto de totalidad: el sistema capitalista como la totalidad explotadora de la cual hay que emanciparse y la clase como totalidad que reúne el conjunto de intereses, perspectivas, experiencias concretas que le dificultan acceder a dicha mirada total:
“Pero la elección entre la esclavitud asalariada y la revolución requiere razonar a nivel de la totalidad de la estructura institucional y su potencial re-totalización; el objeto con el que la razón trabaja no es un nexo particular del sistema sino la totalidad del mismo.”(230)
Es indispensable juntar en un solo movimiento aquello que proviene de las experiencias individuales y particulares de la clase –su lado más pragmático- con lo que se origina en la clase total desde donde se generaría una teoría revolucionaria:
“…la cuestión real de la constitución de un sujeto histórico capaz de intervenir práctica y teóricamente en la sociedad…”(231)
La acción de la clase consistiría precisamente en partir de esos intereses individuales para desembocar en la revolución mundial adquiriendo una conciencia de clase del conjunto de capas que la conforman:
“Para Marx el problema de la génesis se resuelve por medio de la acción de la clase. La clase es suficientemente particular para tener la necesidad de una unidad de intereses y solidaridad en la acción, mientras es suficientemente poderosa para asumir una misión universal y realizar a través de la práctica revolucionaria.”(232)
Hasta aquí, con seguridad, el discurso es harto conocido, así como el conflicto de interpretaciones y de prácticas que provocó, cuya solución jamás pudo encontrarse. Es este momento en donde Arthur introduce algunos elementos que son relativamente novedosos respecto de los tradicionales enfoques de la conciencia de clase.
Cómo, entonces, toma forma la conciencia de clase? Lo que avanza Arthur se remite a la conciencia de la situación que ocupan los proletarios en el proceso productivo o, en general, en los diferentes niveles de la estructura productiva. Sin embargo, esto sería “insuficiente”:
“Pero  solo la clase puede relacionarse con la totalidad de la realidad de una manera prácticamente revolucionaria... Para una conciencia de clase efectiva tome forma, no es suficiente que un grupo de gente se encuentre en una situación social similar.”(233)
Porque de esa “situación similar” se obtendría una conciencia reivindicativa que batalla por arrancar concesiones y frenar al capitalismo, pero no desembocaría directamente en una conciencia y práctica capaces de cambiar el sistema completamente. “Cambiar el sistema” exigiría de una conciencia mucho más elevada y desarrollada que, por cierto, no se ve con claridad en qué podría consistir:
“Una clara distinción tiene que delinearse entre la actividad diseñada para proteger y avanzar en la posición del trabajo en el sistema y la acción revolucionaria para cambiar el sistema.”(235)
Se requieren dos tipos de conciencia de clase –íntimamente relacionados-: una cercana de la inmediatez de la experiencia obrera desde donde se desprende una primera aproximación a la conciencia de la explotación específica a la que un individuo o capa proletaria están sometidos.
La otra conciencia, la de la totalidad del sistema de explotación y su emancipación universal, es por el momento un postulado: “tiene que conformar” porque, de lo contrario, los procesos de liberación no serán posibles, a menos que se quiera reeditar los trágicos acontecimientos de la revolución en un solo país frente a la revolución mundial:
 “Marx cree que los intereses de clase del proletariado conducen a la constitución de la clase misma sobre la base de auto-trascender la práctica… Todo esto clarifica que la conciencia de clase en el sentido pleno) del proletariado tiene que ser identificado de una manera más bien remota. La inmediatez de la existencia de la clase, esto es la fuerza de trabajo como mercancía, debe distinguirse de una forma de conciencia que sitúa a la clase en la totalidad de la estructura de las relaciones sociales subyacentes al intercambio de mercancías. Solo la última forma de conciencia provee a la clase la posibilidad de una negación dialéctica del capitalismo.”(235)
Entonces cómo transitar desde la conciencia empírica de la clase hasta la conciencia de la totalidad de la clase, hasta llegar a la conciencia imputada como diría Lukács? Quizás siguiendo sin referirse directamente a Gramsci y al autonomismo italiano, se produce la extensión de la noción de contradicción hasta el concepto de oposición:
 “Primero, que solo la clase definida por su antagonismo estructural puede esperar que sea prácticamente efectiva en relación con la suma de relaciones inter-humanas.”(236)
Antagonismo estructural que se hace manifiesta en la lucha de clases:
“Segundo, también es cierto que solo a través de la acción revolucionaria puede el proletariado constituirse él mismo como una clase para sí misma.”(237)
De esta manera, nos desplazamos desde los conflictos generados directamente por la explotación capitalista hasta el conjunto de opresiones que este sistema genera, comenzando por las formas diversas que adopta en la opresión concreta a la clase obrera:
 “Este universal –el interés de clase como distinto de los intereses particulares del trabajador- deben ser actualizados teorética y prácticamente para una efectiva acción contra el capital. Pero qué clase de universal es este? No puede ser conceptualizado abstractamente, esto es tomándolo como una diferencia trascendente, sino concretamente como incluyendo la diferencia, y respondiendo a la experiencia específica de los diversos sectores de la clase, calificados y no calificados, hombres y mujeres…”(238)
El panorama completo de los antagonismos se hace visible y comprenden desde aquellos que surgen de la explotación capitalista hasta los temas de la etnicidad y el género, incluyendo tanto el proletariado como el ejército industrial de reserva, así como los sectores oprimidos por el capital a través del Estado:
“Al lado de las usuales tensiones de la etnicidad, sexo, calificación, etc., hay un problema estructural de enorme tensión… como resultado de del problema de la división de la clase trabajadora entre aquellos que están directa e inmediatamente en conflicto con el capital y aquellos quienes solo lo están indirectamente, así a través de la mediación del estado.”(238)
Lo central en este tipo de consideraciones nos tiene que llevar a reflexionar sobre el tipo de partido político revolucionario que se desprende de estos debates y que los dejamos a nivel de preguntas:
-          ¿partido proletario o partido popular?
-          ¿partido obrero o partidos obreros?
-          ¿partido anticapitalista o partido que se constituya en el conjunto de antagonismos que este sistema genera?
-          ¿qué tipo de programa deberían tener este tipo de partidos?
-          ¿cuál tiene que ser su forma o formas organizativas?
-          ¿cuál debería ser la relación entre partido nacional y partido internacional?
Como se puede ver a través de estas preguntas, el tema de los dos tipos de la conciencia de clase exige que se responda a la pregunta: ¿quién o quiénes están en capacidad de representar esa conciencia empírica y esa conciencia de clase total en el plano político? Más aún, si ningún partido o movimiento están en capacidad de representarse los intereses de la totalidad, ¿cómo se llega a dicha conciencia global que logre echar abajo el sistema capitalista mundial? 

martes, 23 de octubre de 2012

HACIA UNA NUEVA DIALÉCTICA 13.1: DIALÉCTICA SISTEMÁTICA.


Para Christopher Arthur, The new dialectic and Marx´s Capital, la reconstrucción de la dialéctica atraviesa por revalorizar la herencia de Hegel y de Marx, que lleva a la elaboración de una dialéctica sistemática que “articule las relaciones de un orden social dado, el capitalismo, como opuesta a una dialéctica histórica que estudia el ascenso y caída de los sistemas sociales.” (3)
Este privilegio de la parte sistemática “no se debe a la aplicación de un método universal abstracto, sino al mismo movimiento material que requiere expresarse en tales categorías lógicas.” (3)
Este concepto de dialéctica sistemática proviene de Hegel y se refiere a la “articulación de categorías designadas para conceptualizar una totalidad concreta existente.”(4)
El debate que se plantea es de fondo, porque atañe a las relaciones que se establecen entre lógica e historia, cuestión por demás difícil y problemática desde todo punto de vista, más aún si tomamos en cuenta que la tendencia fue ver al marxismo como un historicismo radical.
Aunque falta un largo trecho por caminar la idea no siempre clara que surge de estos debates es que la emergencia de la dialéctica sistemática es, ella misma, histórica, real, ontológica y no solo un artificio conceptual, un  mero procedimiento epistémico y epistemológico. (Volveré sobre este tema más adelante. Por el momento, mostraré las ideas centrales de la dialéctica sistemática.)
Por esto, “para Tony Smith es cuestión de discernir las tendencias estructurales de la forma bajo consideración. Una vez que estas son identificadas es posible inferir el carácter de nueva forma social comprendida en la nueva categoría.”(5)
Hay que volver los ojos a Hegel para saber de qué manera se está entendiendo este proceso, en donde se rebasa aquello que es metafísico en Hegel y se subraya su sistematicidad, que es lo que realmente importa; esto es, el conjunto de categorías, su ordenamiento estructural y la serie de relaciones incluidas.
De aquí que uno de los aspectos sobre los que esta dialéctica sistemática volverá insistentemente es   la “homología entre la estructura de la Lógica de Hegel y la del Capital de Marx, o al menos, una homología de algún modo especular…”(7) Pasaremos, entonces, desde “las estructuras lógicas” a “las formas del valor.”(8)
La conclusión a la que se llega es evidente: “Marx puede haber tomado la lógica de Hegel como una simple ayuda expositiva pero, para mí, la estructura lógica tiene una importancia ontológica.”(9)
Este movimiento se da primero en la realidad y por eso se traslada al plano conceptual; el carácter general, abstracto, sistemático –legaliforme como diría Lukács- está en la realidad y de allí la necesidad de usar una lógica apropiada para entenderla:
“Aquí, en este libro, muestro que hay realmente una afinidad entre la Idea de Hegel y la estructura de las mercancías, el dinero y el capital; y esto solo por las muy peculiares características de una economía monetaria.”(10)


martes, 4 de septiembre de 2012

HACIA UNA NUEVA DIALÉCTICA: 9.2. : ZIZEK: SUPERACIÓN Y REPETICIÓN.


Lacan repite a Hegel, pero lo hace con una mínima diferencia: “Este nos lleva de regreso a la relación entre repetición y la diferencia mínima: la diferencia mínima es la que emerge en la pura repetición.” (Vol. 1, 494)
Nos interesa tanto el modo cómo Lacan repite a Hegel y el modo en que allí se produce esa pequeña diferencia. Y esta se enuncia ante todo por la imposibilidad de Hegel de pensar la diferencia como tal, fuera del marco identitario de lo actual.
La diferencia está lejos de implicar el surgimiento de lo nuevo. Bien cabe la posibilidad de que el cambio introducido tenga como finalidad la de que todo igual, como pasa en la política: “Ciertas cosas deben cambiar para que todo quede igual.” Por el contrario solo cuando se presenta esa mínima diferencia, casi imperceptible, diremos que las cosas efectivamente cambian.
Lo que separa Hegel de Marx. Según Zizek, se ubica en la distinción entre superación y repetición: “…lo que el pensamiento post-hegeliano nos trajo es la noción de una repetición mecánica no acumulativa.” (Vol. 1, 497) Una máquina que es no es otra cosa que el espíritu penetrando en la vida, lo artificial en lo natural.
La máquina del inconsciente que penetra en la conciencia, la sinrazón que penetra en la razón, la falta de conocimiento en el conocimiento: “…Freud descubre razón en el corazón de la sinrazón.” (Vol. 1, 498) Desde luego, también en Hegel al inicio la conciencia no se da cuenta de que es conciencia, atraviesa por un período de inconciencia de cual tiene que recuperarse.
Sin embargo, “el inconsciente hegeliano es formal; es la forma de enunciación invisible en el contenido enunciado… El inconsciente hegeliano es el inconsciente de la auto-conciencia, su propia y necesaria no-transparencia, la necesaria orientación de su forma… en el contenido que confronta. El inconsciente es la forma universal de un contenido particular…” (Vol. 1, 498)
El inconsciente hegeliano es el momento de olvido de sí misma de la conciencia, que existe de modo provisional hasta que la marcha histórica y sistemática de la propia conciencia le lleve a encontrarse plenamente consigo misma y ese inconsciente desaparezca. Así, la conciencia desgraciada del cristianismo es una conciencia escindida en dos, que no se da cuenta que al fin de cuentas es una sola.
Mientras tanto que desde la perspectiva del inconsciente freudiano tenemos una “negación que falla”, que no está destinado a ser superado, un inconsciente que jamás podrá ser reducido a conciencia sin más y que, sin embargo, es lo que dicha conciencia, lo que hace posible que haya conciencia.
La imposibilidad de esta resolución de la repetición en superación tiene profundas consecuencias epistemológicas. Por ejemplo, en el campo dela política que “no puede ser totalizado, ´no hay relaciones de clase´, no hay meta-lenguaje en el cual se pueda describir ´objetivamente´ la totalidad del campo social, cada una de esas descripciones es parcial.” (Vol. 1, 502-503)
 Si regresamos la mirada a Lukács, diríamos que la conciencia de clase siempre es virtual, siempre es una conciencia imputada: aquella que la clase obrera y las clases subalternas deberían tener en un momento dado. Ningún partido político, ningún líder, ningún sector social, está en capacidad de representarse la totalidad del campo político, o, lo que es igual, de actualizar completamente esa conciencia virtual.
Habrá una permanente disputa por saber qué partido se aproxima más a la conciencia imputada tanto desde el punto de vista programático como de su acción. Se produce, entonces, la negación radical del partido único. Un conjunto de organizaciones políticas compite por la conciencia imputada, por el modo en que el capitalismo y la emancipación deben ser representadas en un momento dado de la historia. 

jueves, 23 de agosto de 2012

HACIA UNA NUEVA DIALÉCTICA: 6: JAMESON, LUKÁCS


FREDRIC JAMESON, NUEVAS VALENCIAS DE LA DIALÉCTICA: 1. LUKÁCS, HISTORIA Y CONCIENCIA DE CLASE COMO PROYECTO INACABADO.

En la propuesta de una nueva dialéctica que realiza Fredric Jameson, se puede distinguir cuatro grandes componentes: tres nombres de la dialéctica, reflexiones sobre la historia de la dialéctica, relación entre política y dialéctica y las valencias de las historia.
Tres nombres de la dialéctica propone una clasificación de las formas que ha adoptado la dialéctica y la ubicación de su dialéctica; luego pasa a realizar un largo debate con diversos pensadores en torno a temas de la dialéctica para delimitar en ellos sus aportes, sus antinomias, la actualidad de sus contribuciones; en el parte de la política se trata ante todo de revisar lo que sucede en el presente globalizado en relación con el marxismo y la utopía; finalmente, considera que hay que ir más allá de la temporalidad y reintroducir la historia como parte fundamental en la construcción de la dialéctica.
En esta parte, revisaré la primera parte, tomaré el debate en torno a Lukács de la segunda y concluiré en su análisis de la historia:
1.      Lukács, Historia y conciencia de clase como proyecto inacabado
2.      Tres nombres de la dialéctica.
3.      Valencias de la historia

LUKÁCS, HISTORIA Y CONCIENCIA DE CLASE COMO PROYECTO INACABADO.
Retomando el título de Habermas sobre la modernidad, Jameson lo aplica a Lukács. Ahora es preciso establecer a qué se está refiriendo, cuáles son las tareas teóricas y prácticas no concluidas en esta obra clave para el pensamiento occidental, cómo debería continuarse. Y esta no es una tarea nada sencilla.
Jameson señala que las categorías de reificación y totalidad constituyen el gran aporte de Lukács y que sirven, además, como guía de interpretación de lo que significaría la conciencia de clase.
En primer lugar tenemos la cuestión de la reificación, como el impedimento de clase que le impide a la burguesía comprender adecuadamente la realidad, porque está sometida a sus intereses y del capital en general en la urgencia de su reproducción ampliada. Por lo tanto, solo es capaz de mirar parcial y distorsionadamente la realidad, convirtiéndola de contingente en necesaria, naturalizándola, presentando la interrelación entre personas como relación entre cosas mediadas por el dinero; esto es, reificando las relaciones sociales.
En segundo lugar, se coloca la noción de totalidad que corresponde la posibilidad de la comprensión de la realidad tal cual es, a la explicación del modo de funcionamiento del capital y de los caminos de la emancipación. Desde esta perspectiva se puede superar la reificación introducida por el capitalismo y desentrañar las formas de explotación y los procedimientos ideológicos.
En tercer lugar, la conciencia de clase es la conciencia imputada o atribuida a un momento dado de la historia, de su comprensión y de las tareas de liberación que se desprendan. El proletariado como una clase social específica tiene la capacidad –virtual- de acceder esa conciencia imputada desde su propia experiencia.
Lejos de excluir a otras clases o movimientos sociales de esta experiencia, abre camino a su posibilidad. Esto es, a una conciencia “de clase” de los movimientos feministas o afroamericanos. Cada uno desde su propia situación puede tomar esa conciencia atribuida desde su propia forma de vida.
Aquí lo fundamental, para decirlos en términos políticos actuales, es que haya una perspectiva anticapitalista desde cualquier actor social que quiera romper con los procesos de reificación y alienación y aproximarse a una comprensión adecuada de lo que implica la dominación capitalista y, como he dicho, de la emancipación de los oprimidos.
Hasta aquí Jameson. Sin embargo, hay que dar un paso más porque me parece que no queda claro en qué sentido Historia y conciencia de clase es un proyecto inacabado. Habría que decir que no solo la modernidad está inconclusa sino que el socialismo también es un proyecto inacabado, que se quedó truncado por los procesos fallidos de los llamados socialismos reales.
¿Qué es lo que está inacabado en Historia y conciencia de clase? Si seguimos la interpretación de Jameson tendríamos que reformular la teoría del partido político, porque finalmente  la conciencia de clase se expresa en un partido revolucionario. El giro radical nos lleva al otro extremo del partido único, de los partidos comunistas y estalinistas.
Esa conciencia de clase está abierta a que sea efectivice en diversos momentos dependiendo de la clase o sector social que se apropie de ella. De allí, que serán necesarias varias corrientes políticas que en su conjunto se pueden postular como aquellas que más cerca están de la conciencia de clase atribuida en un momento histórico dado.
Lo que está inacaba es la teoría política del partido revolucionario y por lo tanto de la forma que adquieran las revoluciones. Y esto al menos en las siguientes direcciones:

-                 La exigencia de una multiplicidad de narraciones acerca de la conciencia de clase.
-           La conformación de varias organizaciones políticas que colocan su experiencia de la conciencia de clase     atribuida. En términos de los movimientos sociales actuales: ¿de qué modo cada uno de ellos se vuelve anticapitalista a partir de su propio lugar de enunciación?
-              La disputa abierta y no dogmática sobre las interpretaciones que llevan a establecer cuál es la conciencia de clase atribuible en el momento histórico concreto.

Quizás, entonces, el segundo tomo de Historia y conciencia de clase debería denominarse: historias de la conciencia de clase.
Bibliografía.
Jameson, F. (2009). Valences of the dialectic. London : Verso.
Lukács, G. (1985). Historia y conciencia de clase. México: Orbis.