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miércoles, 26 de noviembre de 2014

LA FIESTA DE LA INSIGNIFICANCIA DE MILAN KUNDERA

Se ha vuelto raro encontrarse con una novela de este tipo en los tiempos actuales, en donde se privilegia precisamente la banalidad, las historias sin grandes pretensiones, las perspectivas limitadas. La obra de Milan Kundera, La Fiesta de la insignificancia, evita contar nada especial; por el contrario, parecería que entra de lleno en el molde la literatura postmoderna.

Historias insignificantes de personajes insignificantes. Hasta el único hecho terrible que se narra, forma parte de la pretendida comedia de marionetas que uno de ellos quiere representar. Y cuando hacen su aparición algunos personajes históricos, terminan reducidos a una caricatura de sí mismos, como es el caso de Stalin.

Pero la obra, lentamente, bajo el peso de la repetición incesante de la insignificancia, va adquiriendo otra dimensión, otra estatura. Se vislumbra, nunca explícitamente, el final de la postmodernidad, la imposibilidad de que siga existiendo porque ha llegado a convertirse en un espectáculo de marionetas que ningún actor real podría asumirlo.

Aquí está nuestra época resumida, sintetizada en esos personajes que ni ellos mismo pueden tomarse en serio que, a fuerza de haber perdido el sentido del mundo, de la sociedad, roza el absurdo.

Mientras la lectura rueda, una sonrisa inevitable asoma, solamente para volverse mueca ligeramente amarga. Es una tragicomedia en la todos estamos atrapados, cada uno en su juego, cado uno pretendiendo escapar de su propia trampa sin poder lograrlo. Los esfuerzos desesperados de los personajes únicamente logran hundirlos más en la estrechez de sus vidas.

La existencia de ellos está poblada de anécdotas. A eso se ha reducido la terrible historia del estalinismo, el psicoanálisis, la enfermedad, la muerte, la seducción.

El lenguaje utilizado no puede ser más sencillo, sin grandes proezas ni alardes; sin embargo, logra con estos elementos reconstruir un mundo banal, como se ha dicho, pero con igual fuerza, se deja adivinar los límites de nuestra época, la urgente de necesidad de replantearse las cuestiones acerca del sentido de la vida, del destino de las sociedades, del futuro como tal, que es lo que ha desparecido.

Es una obra que hay que leer.