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martes, 1 de enero de 2013

HACIA UNA NUEVA DIALÉCTICA. 17. DIALÉCTICA DE LOS CAMPOS SOCIALES.



La noción proviene de la física y ha sido trasladada a diferentes ámbitos; en este caso tomo las elaboraciones realizadas por Fligstein y McAdam (Fligstein and McAdam, 2012), que constituyen una buena síntesis de los debates actuales y de las posibilidades de aproximación y síntesis con otras corrientes, especialmente con las teorías del actor-red.
Antes de entrar directamente en estos dos autores, algunas consideraciones sobre la teoría de los campos. Se entiende por campo un espacio en donde cada elemento tiene un valor. Sobre esta definición generalísima es indispensable avanzar hacia algunos aspectos de la teoría de campos cuánticos.
En esta última se rompe con el determinismo de la física clásica; por eso, el campo cuántico es fundamentalmente indeterminístico. Esto es importante para nosotros porque nos puede permitir una aproximación mucho más flexible y dinámica a los campos, a sus dinámicas y transformaciones, incluso a su ruptura y a la emergencia de otros.
Se trata, por lo tanto, de mostrar que estos campos –desde la física hasta las ciencias sociales- si bien tienen reglas y leyes, consisten en mundos con un grado alto de incertidumbre, que penetran hasta en las decisiones estratégicas de los actores-red.
Por otra parte, la teoría cuántica de campos muestra que estos no se reducen a los elementos que lo conforman y a los valores que toman en las diferentes regiones del espacio que lo conforma; sino que el mismo campo tienen propiedades que tienen que describirse adecuadamente y que, desde luego, se expresan en la posición que toman los elementos en dicho campo.
Las características del campo no solo permiten la adopción de valores sino que determinan el surgimiento de los elementos, la construcción de estos que de otro modo no existirían. Esto evitaría cierto esencialismo de los campos aplicados a las ciencias sociales, en donde los actores-red parecieran pre-existir al campo o al menos se independientes en su existencia, aunque una vez que entran ellos, queden definidos por estos.
Los elementos del campo dependen para su existencia del campo; incluso en aquellos casos de objetos que provienen de otros campos, al ingresar a uno nuevo sus características ontológicas, su modo de ser, se transforma por el sometimiento a las nuevas condiciones.
Con estas consideraciones breves pero claves, podemos entrar en los campos de acción estratégica. La primera afirmación que sirve de punto de partida es que las estructuras de las que está formada una sociedad está partida en campos que ocupan un nivel meso, frente a los macro niveles, como el estado o la sociedad civil; y frente a los espacios micro sociales.
La primera cuestión para aproximarnos a la comprensión de cualquier fenómeno social consistiría en establecer a qué campo pertenece en este meso nivel. Una vez que hemos hecho esto, se puede pasar a las acciones estratégicas; esto es, a preguntarnos por las acciones orientadas hacia fines que los actores-red realizan dentro del campo específico al que pertenecen y en el que actúan relacionándose con los otros actores-red. Como señalan los autores mencionados antes:
“Primero, la teoría descansa sobre una perspectiva que ve el campo de acción estratégica, que puede ser definido como el nivel meso del orden social, como los bloques estructurales básicos de construcción de una vida organizacional y política moderna en la economía, la sociedad civil y el estado.” (Fligstein and McAdam, 2012, pág. 3)
Cambio y continuidad siguen siendo las claves del análisis: cómo los campos garantizan su estabilidad, de qué manera se producen transformaciones que lo alteran de una manera parcial o radical, qué medios utilizan para contrarrestar las tendencias a la ruptura, qué dinámicas de conflicto llevan a su ruptura y reemplazo.
“La preocupación por la estabilidad y el cambio en las dinámicas a nivel de campo es la tarea central de teóricos como Bourdieu…” (Fligstein and McAdam, 2012, pág. 3)
Desde luego, estos campos diversos, múltiples, variados, no se encuentran aislados en compartimentos estancos sin relación con otros; por el contrario solo actúan en relación con otros, desarrollando toda clase de vínculos; soporte, confrontación, apoyo, oposición, creación de marcos de acción y de sentido comunes, entre tantos otros.
Más aún, generalmente forman unidades mayores que terminan por adquirir grados de organización más elevados, jerarquizados o no:
“…vemos cualquier campo cada como incluido en un ambiente más amplio que consiste de innumerables campos próximos o distales, así como estados, que están ellos mismos organizados como sistemas intrincados de campos de acción estratégica.” (Fligstein and McAdam, 2012, pág. 3)
De esta manera, los campos son tanto productores de realidades como producidos por las acciones de los actores-red. Los comportamientos de estos actores, si bien siempre están enmarcados en una determinada lógica del poder –toda acción está guida por intereses-, al pertenecer a un campo se amplían e incorporan un conjunto de elementos que tienen que ver con nuevos tipos de acciones y de sentidos de estas que se definen a partir del marco de referencia.
Los campos crean el espacio para que unas acciones sean posibles y otras no, para que unos sujetos y subjetividades se constituyan y, lo que es igualmente importante, para que estas acciones tengan unos sentidos y los sujetos adquieran unas identidades y diferencias.
Las acciones de los actores-red quedan enmarcadas en los intereses, el poder y además el conjunto de los diversos aspectos de la vida, tanto lo que hace referencia a su reproducción material como simbólica. La existencia entera queda implicada:
“Finalmente, en el núcleo de la teoría está un descripción de cómo los actores sociales incluidos buscan producir y mantener un campo dado. Mientras la mayoría de las teorías resalta la importancia central de los intereses y el poder, nosotros insistimos que la acción estratégica en los campos gira hacia una complicada mezcla de consideraciones materiales y existenciales.” (Fligstein and McAdam, 2012, pág. 3)
Así se establecen marcos de referencia de la acción que incluyen sus propias reglas de operación y que proveen de sentido a todo lo que hacemos. Los emprendedores institucionales transportan estos marcos a otros ámbitos sociales:
“Todo lo que hemos descubierto es que en tiempos de cambios dramáticos, nuevas formas de organizar “marcos culturales” o “lógicas de acción” llegan a existir. Estas son muy utilizadas por actores sociales entrenados, algunas veces llamados “emprendedores institucionales” quienes innovan, propagan y organizan campos de acción estratégica.” (Fligstein and McAdam, 2012, pág. 4) Por esto, el campo termina “…enfocado en el rol de “enmarcar procesos” en la acción colectiva.” (Fligstein and McAdam, 2012, pág. 5)
Hasta ahora cada una de la ciencias sociales se han ocupado de alguno de los aspectos, bien sea lo economía, la política, la cultura o cualquier otro. Hace falta un enfoque integral, una teoría que sea capaz de incorporar los diversos aspectos desde una sola perspectiva y que permita superar las dualidades en las que hemos estado prisioneros.
Especialmente aquella que hace referencia al colectivo y a los individuos, a los campos de un lado y a los actores-red por otro. Cada teoría privilegia una de las entradas y tiende a dejar de lado la otra, o a considerarla una subsidiaria. El enfoque de Fligstein y McAdam trata, precisamente, de aunar estas dos tendencias en unos conceptos que los sintetizan,  produciendo un nuevo ámbito del conocimiento, sin limitarse a colocarse de modo adyacente:

“El problema es que estos elementos –acción colectiva, espacio social, cultura, organización, el estado y la movilización- que están presentes en esta literatura, no han sido integrados en una teoría sistemática en cualquier de los subcampos. Realmente, los autores tienden a enfocarse no solo en los fenómenos empíricos sino a menudo enfatizan solamente en pocos de estos elementos.” (Fligstein and McAdam, 2012, pág. 5)
El nuevo enfoque conceptual que se propone nos permitiría tener un mejor instrumento para la comprensión de las sociedades actuales, en la inmensa diversidad y riqueza, así como en los profundos conflictos que la atraviesan. No se limitaría a ser testigo de lo que sucede sino que podría transformarse en instrumento de acción; y, desde mi punto de vista, en ponerse al servicio de intereses emancipatorios. En síntesis, acciones estratégicas en marcos referenciales –campos- orientados hacia tareas liberadoras.
“La teoría de la acción de nivel meso implica que la acción tiene lugar entre y con los grupos organizados. Al entender de manera más clara el rol de los actores sociales en producir, reproducir y transformar sus campos de acción locales, pensamos que ganamos un gran nivel de manejo de temas fundacionales de la vida social.” (Fligstein and McAdam, 2012, pág. 7)
Los procesos dialécticos hacen aquí su aparición, porque entramos de lleno a las condiciones de producción y reproducción de la vida social, que no se limitan a los temas económicos o del poder sino que incorporan los demás componente, como la cultura, la ideología o la vida misma y se lo hace tanto desde los aspectos estructurales como desde la perspectiva de los individuos entendidos como actores-red.
“Todavía es más difícil la cuestión de la emergencia de arenas sociales o campos. Hay dos problemas interrelacionados aquí. El primero es especificar las condiciones bajo las cuales sucede. La segunda es teorizar la agencia que está incluida en estos procesos. Cómo nuevos campos son creados, por quién y para qué propósitos?” (Fligstein and McAdam, 2012, pág. 7)
Finalmente los autores lo sintetizan de la siguiente manera, enfatizando en las deudas con las dos corrientes, la de los campos y la teoría del actor-red:
“Seguro que están a la mano teoría que pueden verse como alternativas legítimas a la nuestra. Estas incluyen las nuevas teorías institucionales en los estudios organizacionales, la teoría de la estructuración de Anthony Giddens, y más cercana a nuestra perspectiva, la descripción de Bourdieu del habitus, campo y capital social y vida política. Hemos rescatado elementos de cada una de estas perspectivas y admiramos la ambición inherente en ellas. Al mismo tiempo, sin embargo, vemos esas alternativas, de una forma u otra, inadecuadas, de tal manera que queda por explicar la estructura subyacente de, y las fuentes de cambio y estabilidad, de la vida institucional de las sociedades modernas.” (Fligstein and McAdam, 2012, pág. 8)

Componentes
Descripción
1.Campos de acción estratégica
Meso nivel social en donde se dan acciones estratégicas de los actores-red, que adquieren sentidos compartidos determinados y que siguen reglas de gobierno.
2.Titulares, desafiantes, unidad de gobernanza
Titulares son los que gobiernan el campo y aprovechan de las reglas, que se imponen los demás. Desafiantes: actores que ocupan posiciones subordinadas en el campo aunque reconozcan su legitimidad. Unidades de gobernanza: campos en donde se articulan titulares y desafiantes.
5.Destrezas sociales
Estratégicas, emocionales, cognitivas, comunicacionales y que expresan la función existencial de lo social y que aseguran la cooperación intersubjetiva.
4.Campo amplio del entorno
Los campos entran en relación con otros campos y están incluido en campos más amplios que forman unidades organizativas más amplias.
5. Choques exógenos, movilización, el inicio de la competencia
Los campos están sometidos a influencias externas que pueden ser destructivas y que provienen de la movilización de los actores, a través de acciones de competencia. Se produce una dinámica de amenazas y oportunidades.
6. Episodios de competencia
Los períodos de cuestionamiento de un campo nunca son permanentes. El campo se rehace en el momento en el que vuelven las certezas y la legitimidad de las acciones.
7.Ajustes
Los episodios de competencia muchas veces conducen a ajustes del propio campo, que reacciona para incorporar y neutralizar la competencia o el conflicto.
Fuente: Elaboración propia a partir de (Fligstein and McAdam, 2012, págs. 9-22)

domingo, 30 de diciembre de 2012

HACIA UNA NUEVA DIALÉCTICA. 16. PARADIGMAS PARCIALES.



Un paradigma se caracteriza, ante todo, por su inconmensurabilidad; lo que implica que en la relación entre varios de estos, el acceso desde un paradigma a otro es imposible, porque no comparten términos con significados comunes que pudieran ser comparables entre sí.
De tal manera que aquellos aspectos que conforman un paradigma: categorías, generalizaciones simbólicas, ejemplos compartidos, le pertenecen a cada uno de ellos de forma exclusiva.
Parecería que hablar de paradigmas parciales es una contradicción que no se sostiene. Digamos en primer lugar que conservamos la idea de inconmensurabilidad y que efectivamente no podemos pensar alguno de ellos desde las categorías de otro.
Sin embargo, esta inconmensurabilidad paradigmática la concebimos –en esta redefinición que estoy haciendo de esta epistemología- como parcial. Los paradigmas son parciales porque su inconmensurabilidad es parcial.
Cuando hablamos de inconmensurabilidad parcial queremos referirnos a un conjunto de aspectos que le dan forma a este nuevo concepto:
Existencia de segmentos del paradigma que son inconmensurables y que, por lo tanto, no pueden ser trasladados a otro ni expresados desde una mirada externa.
Aspectos de un paradigma que son efectivamente compartidos por otros, a pesar de sus elementos incompatibles. Por ejemplo, en el caso de la física o la psicología, nos estamos refiriendo a paradigmas científicos aunque estos términos mismo tenga diversas acepciones y no comparamos teoría que no son científicas.
Capacidad de narrar un paradigma utilizando los medios de otro paradigma, como en al caso de los procedimientos de traducción, que siempre son parciales. A pesar de esto, por más difícil que sea un concepto en una determinada lengua y que no tenga una palabra equivalente en el idioma que le queremos transferir, es posible escribir un libro entero para explicar y aproximarse al sentido que esa palabra tiene en la lengua original. Tenemos, como ejemplo, el enorme trabajo de la hermenéutica de los textos clásicos.
Poner en contacto paradigmas significa reconocer que hay en ellos núcleos intransferibles que, a lo mucho, pueden ser narrados desde sus propios términos; y, al mismo tiempo, detectar los otros componentes que comparten o que son traducibles.
Se salva la noción de paradigma que sigue siendo útil en muchos campos y se permite su apertura para tener visiones más integrales de la realidad, sin tener que mantenerse aislado en uno de ellos.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

HACIA UNA NUEVA DIALÉCTICA 15. LA DIALÉCTICA DEL DINERO.



En la corriente de la nueva dialéctica hay un predominio de la reflexión que relaciona directamente Hegel y con Marx; de manera más estricta entre la Ciencia de la Lógica y El Capital, de tal manera que habría una correspondencia entre los esquemas lógicos hegelianos y aquellos que se utilizan para dilucidar la dialéctica del capital y el dinero.
La dialéctica de la forma valor y el dinero, tal como la reconstruye Mario Robles Báez, se la puede tomar como un caso ejemplar, porque contiene los elementos constitutivos de este enfoque: la separación radical entre el modo lógico y el modo histórico con predominio del primero, la relevancia colocada en la Ciencia de la Lógica, la interpretación de El Capital que sigue fielmente el modelo hegeliano, la insistencia en el papel del dinero como el centro de la interpretación del capitalismo.
Robles Báez, (Robles Báez Mario, La dialéctica de la forma del valor o la génesis lógica del dinero, en: Robles Báez Mario (comp.), Dialéctica y capital: elementos para una reconstrucción de la economía política, Unam, México, 2005), toma la Ciencia de la Lógica, en su Primera Parte, Tercer Capítulo, para rehacer el camino que habría seguido Marx con la finalidad de entender el paso de la mercancía al dinero.
Todo se inicia con la separación entre valor de uso y valor de cambio, que es lo tenemos como dado:  
“El punto de partida es una mercancía junto con sus dos determinaciones contradictorias, valor y valor de uso, como algo dado inmediatamente o presupuesto.”(179)
Esta posición de los elementos contradictorios que le es interna a la mercancía, implica que esta no puede referirse a sí misma para alcanzar a valorarse, para determinar la magnitud de su valor y por lo tanto, su comparabilidad. Por este tiene que confrontarse con otra mercancía, que le sirve de equivalente concreto:
“La incompatibilidad de la una mercancía consigo misma, es decir, su auto repulsión, se manifiesta en que no puede expresar su propio valor en sí misma. Debido a esto, el primer momento constituye la relación unitaria del valor entre dos mercancías (es decir, la forma simple del valor o forma I), en que el valor de una mercancía no se expresa relativamente en su propia otra determinación, sino en la de una otra mercancía, es decir, en el valor de uso de la una otra mercancía, que toma la forma del valor equivalente.”(179)
Sin embargo, con esto solo llegamos a la proliferación de estos momentos concretos, con la creación innumerables equivalentes por todas partes, en la máxima dispersión de las mercancías múltiples:
“Después, por medio de la repulsión del uno en muchos unos, el momento de la unidad es negado por su otro, por el momento de la multiplicidad (es decir, la forma general o forma II, en la que el valor de una mercancía se expresa en los valores de uso de las muchas otras unas mercancías que componen el mundo mercantil.”(179)
Esa dialéctica de lo uno y lo múltiple encuentra finalmente su punto de realización –la negación de la negación- en una mercancía que junta la multiplicidad de mercancías que siempre siguen existiendo, con la formación de una unidad de estos múltiples, en una mercancía que se convierte así en equivalente general, en dinero:
“Después con la negación de este segundo momento, se culmina, por medio de la atracción, con la posición del momento de unidad-en-la-multiplicidad (es decir, la forma general o forma II), en la que las muchas otras mercancías expresan su valor en una única mercancía, la mercancía dinero, que representa el valor para-sí”(179)
Por esto Robles Báez puede concluir que:
“Como se puede observar a partir de lo señalado hasta aquí, la relación entre la dialéctica de Hegel y de Marx es muy estrecha. Desde esta perspectiva podemos decir que la presentación del movimiento de los momentos lógicos de la génesis de la forma dinero de Marx tiene cierto paralelismo con la discusión que plantea Hegel acerca de la categoría del Ser en su Lógica, especialmente sobre el ser-para-si y sobre la medida.”(178)
Para que este razonamiento se sostenga como una reconstrucción creíble de El Capital, es indispensable la separación entre el modo lógico y el modo histórico; esto le habría llevado a Marx a acudir a Hegel para utilizar la dialéctica de los conceptos, porque serían plenamente equivalentes a los de la dialéctica del dinero.
“Es crucial señalar que la presentación de la génesis del dinero de Marx no es histórica, sino lógica. En este sentido, las formas de valor constituyen los momentos de la génesis lógica, no histórica, de la forma no dineraria del valor.”(177)
Cuando trata de resolver cómo entender esta disyunción entre lógica e historia; se acude a la dialéctica, pero no hace sino trasladar el problema porque esta dialéctica sería, a su vez, lógica y no histórica, en donde estaríamos en el plano que escapa de lo subjetivo para entrar en la objetividad del concepto: “un discurso dialéctico del concepto.”(177)

Algunas observaciones se pueden realizar, que deberán ser discutidas detenidamente en futuros trabajos. Parecería, en primer lugar, que introducir estos elementos de la dialéctica de la unidad y la multiplicidad añaden muy poco a lo que conocemos de la dialéctica de la génesis del dinero; terminan por ser razonamientos redundantes que lo único que probarían es la coincidencia con Hegel.
Por otra parte, si se miran otros segmentos de la Ciencia de la Lógica asoman como más ricos para una interpretación de El capital, como la dialéctica contenida en el Fundamento, en donde Hegel dilucida minuciosamente los temas de la forma como fundamento y las determinaciones de reflexión.
Quiero postular en este momento, como una hipótesis central, que sostiene que no solo hay continuidad entre Hegel y Marx, sino una profunda ruptura en el seno mismo de la dialéctica.
Dicha separación respecto de Hegel se encuentra, a mi entender, en replantear y rediscutir la relación entre el modo lógico y el modo histórico. No se trataría de colocarse en el otro extremo, como es el caso de Lukács, para insistir en la historia como la única ciencia y en la historicidad de todos los fenómenos como aspecto esencial en la comprensión del marxismo.
La idea clave estaría es superar la dicotomía entre lógica e historia, para decir que son lo mismo: lógica/historia, como dos aspectos inseparables de lo existente. Lo que deviene y se vuelve real, lo hace siempre siguiendo un comportamiento histórico que, a su vez, está sometido a una lógica, que solo existe –a su vez- en la emergencia de esos fenómenos históricos.
Aquí me limito a señalar la dirección de las investigaciones sobre la dialéctica y no entro en detalles, que merecerán largos, profundos, detenidos razonamientos, desde diversas perspectivas.