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miércoles, 1 de mayo de 2024

ATÉISMO. UNA BREVE GUIA.

 

LA DIFICULTAD DE SER ATEO.

Pareciera que es fácil ser ateo. Bastaría con gritar con fuerza nuevamente “Dios ha muerto” y marcharse a otra cosa. Sin embargo, Dios y la religión han demostrado tener una resistencia feroz a su desaparición. Por el contrario, reaparecen en este momento en su peor versión, aquella vinculada al ascenso de la ultraderecha; mientras las tentativas radicales, incluso revolucionarias, yacen en el olvido o en la marginalidad, como la teología de la liberación. 

¿En dónde radica la dificultad? ¿Qué impide la constitución de un ateísmo en toda su dimensión? No se trata solo de la instrumentalización política de la religión y de la larga connivencia de esta con el poder de turno. Es un fenómeno ubicado en las profundidades de las formas simbólicas.

Hasta tenemos un obstáculo lingüístico: no hay una palabra para nombrar a la esfera que no se defina negativamente, a-teo, sin dios; o secular como opuesto a sagrado. La palabra profano es un poco mejor, a pesar de que también enuncia a aquellos que se quedan fuera del templo.

Si se echa de la existencia individual y social a Dios y a la religión vuelven a entrar por cualquier resquicio. Son como el polvo y el agua. Por esto, alcanzar el ateísmo es un largo proceso guiado por una constante vigilancia ontológica, epistemológica y ética profanas. El gesto teológico está allí al acecho como una hiena rondando a la presa. Avisa su presencia y ataca en el momentos menos pensado. Un buena muestra es el giro teológico de la filosofía contemporánea.

Digamos que logramos negar a Dios, ¿cuál es el siguiente paso? ¿Realmente lo estamos negando? Como en el caso de Nietzsche, el sujeto de su negación es la divinidad cristiana y el cristianismo. ¿Será posible pasar de la negación de un dios a la de todos los dioses conocidos o venideros?

Convengamos en que el panteón entero de la humanidad ha quedado reducido a un hecho sociológico y cultural. Quizás este es el momento más peligroso. Podríamos sentirnos triunfadores y dispuestos a enfrentar una vida sin dioses. Inmediatamente sentimos que allí delante de nosotros se ha formado un gran vacío. Dada la fuerza colmadora e invasiva del fenómeno divino su ausencia crea la exigencia -ilusoria- de una necesidad que tiene que satisfacerse.

Fácilmente caemos en la tentación de dotarnos de otros dioses: la tecnología, el cosmos, una idea vaga de un espíritu supremo que flota sobre el mundo; u otras cosas mucho más cotidianas como el dinero o el poder. La gente adopta con facilidad una relación religiosa con aquellas cosas en las que cree: la defensa de la naturaleza y de los animales, el derecho a comer lo que a uno más le convenga. Estas son causas justas; el problema radica cuando las juntamos a un gesto religioso que sacraliza y dogmatiza estos ámbitos. Como se puede percibir, aún no somos ateos.

Una dificultad tal vez mucho más profunda proviene del hecho de estar sumergidos en la cultura judeocristiana. Sus valores, ideas, formas de vivir y de pensar, la estructura de las sociedades, los modos de hacer política tienen todos este trasfondo, que se manifiesta con facilidad en los conceptos y en el lenguaje que usamos.

Pongamos dos ejemplos. La vida social e individual está llena de desafíos éticos y morales. Allí muy a menudo juzgamos los hechos con categorías como culpa y perdón, que son profundamente cristianos y que suponen un proceso interminable, porque si se comete un error, si se ha daño, si se lastima, tengo la opción de ser perdonado; y así, estoy listo para cometer nuevamente un pecado. Un gesto ateo es reemplazar esta lógica del pecado con el sentido de la responsabilidad a la cual la libertad nos desafía, como diría Sartre.

En el ámbito político, aunque el término escatología sea tan poco utilizado y conocido, funciona de manera habitual. El líder político, especialmente en el caso de los populismos de izquierda o de derecha, sienten y manifiestan que la nación, la patria, está a punto de perderse y de fracasar definitivamente. Es preciso salvar al pueblo y se requiere de un mesías que asuma la tarea. Ante esto, ser ateo significa practicar una política enteramente profana.

 

UNA BREVE GUIA.

1.      Nietzsche, Marx, Sartre.

 

Nietzsche, La gaya ciencia.

Marx y Engels, Religión.

Sartre, El ser y la nada

              El diablo y el buen dios.

 

2.      Bibliografía complementaria.

 

Martin Michael, The Cambridge Companion to Atheism.

Meganck Erik, Religious Atheism.

Del Noce Augusto, The problema of Atheism.

Baggini, Julina, Atheism. A very short introduction.

Bullivant Stephen, The Cambridge History of Atheism.

 

3.      Ateísmo contemporáneo.

 

Mukhopaday Anway, Atheism and the Goddess.

Hitchens Christopher, Dios no es bueno.

Dennet Daniel, Romper el hechizo.

Onfray Michael, Tratado de ateología.

Dawkins Richard, El espejismo de Dios.

Zizek Slavoj, Christian Atheism.

Rojas Carlos, El giro teológico de la filosofía contemporánea. (Inédito).


Link para descarga de bibliografía: 

https://mega.nz/folder/x500QDgI#yVwJWmHW-LwakYQM9nXY4Q


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