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miércoles, 12 de octubre de 2016

NIHILISMO CANÍBAL.


El pensamiento caníbal implica el nihilismo, como uno de los aspectos de los cuales no puede prescindir y que le es inherente. Por eso, nihilismo caníbal termina por ser redundante. La palabra nihilismo resuena en nuestros oídos de muchas maneras, trae consigo muchas cargas semánticas y debates de muchos siglos.

Sin entrar en estos, es preciso delimitar con claridad a qué se refiere este nihilismo que emerge del pensamiento caníbal, especialmente en aquellos aspectos que le diferencian de la tradición y, sobre todo, de las posiciones nietzschianas.

En primer lugar, hay que alejarse de los debates metafísicos en torno al nihilismo. No se trata del ser, que en su máxima abstracción sería igual a la nada; menos aún, un camino para superar el conjunto de la filosofía occidental.

El nihilismo caníbal es histórico: los valores y las formas de vida correspondientes de las que la humanidad se ha dotado han sido incapaces de resolver sus problemas cruciales; por ahora, ningún principio, sistema, afirmación, ideología, religión, ciencia o lo que fuere, ha demostrado que esté en capacidad de encontrar una vía de salida que detenga a la humanidad de su auto-destrucción. Por el contrario, cada idea que surge, cada teoría y práctica que se propone y se aplica, o bien conduce al efecto opuesto de lo que se propone o termina por ser marginal a los problemas planetarios. Y, como vemos a cada paso, no tardan en convertirse en ideologías que alimentan máquinas de matar, que reintroducen el fascismo.

En segundo lugar, si bien comparte con el nihilismo la negación de los valores judeo-cristianos, no convierte al nihilismo en un momento que es superado por otra cosa; por ejemplo, la voluntad de poder, la vida, la afirmación de otros valores distintos de los negados. Tampoco eleva el nihilismo a un estatuto que lo convierta a él mismo en una entidad metafísica, en un “valor negativo” igualmente fundamentalista.

Con todo lo importante que puedan ser esas posiciones, el nihilismo caníbal está lejos de ser un momento necesario para evolucionar, crecer, mejorar o acceder a la verdad. No es un lugar de paso amargo y terrible, que luego nos arroja a una playa paradisíaca o, simplemente, al crudo ejercicio del poder sobre los demás.

El nihilismo caníbal es un lugar en donde se permanece, en donde es preciso quedarse, que carece de una puerta de salida que afirma otros valores y que los coloca como la verdad a creerse, a seguirse con algún tipo de fe. Y si uno se aleja provisionalmente de él, se tiene que volver.

Por esto, se considera que tiene la estructura del doble vínculo: adopción de unos valores por cuales se lucha en la sociedad y negación de estos para evitar que se conviertan en fundamentalismo, para mostrar su caducidad. Adoptar unos valores que tarde o temprano tienen que ser desechados, a los nos aproximamos con un “esencialismo estratégico”, pero que al final día, lo cuestionamos desde esa perspectiva nihilista.

Y esta actitud se torna indispensable porque vivimos en un mundo en donde cualquier idea, creencia, práctica, se transforma rápidamente en un principio o valor absoluto, que siempre va más lejos que lo que propone. Esto sucede incluso en aquellos casos en donde esos valores que se predican sean justos: democracia, ecología, paz, animalismo. Basta mencionar los crímenes monstruosos que se han dado a nombre de la democracia o de cualquier dios.

No se trata de negar la validez de esas batallas, sino de tener frente a ellas una actitud nihilista, porque solo eso impedirá que se conviertan en feroces ideologías que terminen con todos los demás. Más aún, si alguno de esos grupos accediera al poder, lo más probable es que terminaran en feroces dictaduras.

Este nihilismo caníbal muestra las limitaciones esenciales, estructurales, de cualquier valor, en una doble dimensión: las que provienen de fuera, en la medida en que ningún está en la capacidad de representar al conjunto de la humanidad, en la gigantesca diversidad de sus manifestaciones, reivindicaciones, desafíos. La defensa del valor, insisto por más justo que pretenda ser, deja fuera otros valores igualmente justos.

Las limitaciones que se le son inherentes y que terminan por manifestarse desde su mismo inicio; como señala Fredric Jameson, no solo existe aquello que se opone, que se confronta, que contradice un fenómeno, como parte del momento negativo de la dialéctica, sino que existe esa otra negatividad al interior de cualquier realidad o valor, que proviene de dentro, que le es constitutiva y que le llevará a su destrucción.

Nihilismo caníbal que, además, se extiende al orden planetario, que cuestiona las formas de vida no solo de Occidente sino de Oriente, del norte y del sur, de los movimientos emancipatorios sea cuales fueran estos. Insisto en que no trata de renunciar a las luchas emancipatorias contra toda forma de poder, sino de sacar a la luz lo intrínsecamente negativo que contienen y que una vez llegado al poder, han tomado la conducción del proceso, convirtiéndose en lo opuesto.


Esta es una posición histórica y no de principios. Hasta ahora ningún valor llevado a la práctica ha logrado resolver los problemas de la humanidad; por el contrario, se han demostrado como máquinas de matar. 

miércoles, 5 de octubre de 2016

NEO-NIHILISMO DE PETER SJÖSTEDT-H.


Nota de lectura.

Sjöstedt-H propone en este libro un nuevo nihilismo, que si bien parte del ya conocido, especialmente Schopenhauer y Nietzsche, lo actualiza y lo proyecta hacia adelante. El punto de partida es la afirmación de que la ideología sigue estando en todas partes, actuando como siempre al servicio del poder.

Como buen y radical nihilista sostiene la inexistencia de valores universales, objetivos, permanentes, en un mundo en que todo se ha vuelto perspectiva. Incluso la moral de los ateos, solo es una ideología secularizada de los valores subyacentes a la sociedad judeo-cristiana. Ir más allá de esto, significa afirmar que la “moralidad es una ilusión”, a la que nos aferramos para sostener la superioridad sobre los demás, la hegemonía de Occidente sobre el resto del mundo.

No hay moral; o si se prefiere, la apelación a la moral siempre parte de algún tipo de poder que se quiere imponer sobre los demás. Una moral que se salta la lógica de los razonamientos, pasando desde el es al debe, desde los hechos a la deber, de las descripciones a las prescripciones.

Es un hecho que hay moral, que haya valores, como justicia, dignidad, vida, etc. Pero no es un hecho de que estos valores sean universales y que pesen sobre nosotros como un imperativo que tenemos que aceptar y cumplir. Es un hecho que existen los valores, pero no es un hecho que sean objetivos, universales, atemporales.

Objetivismo, utilitarismo, convencionalismo, relativismo, son echados abajo, nuevamente como falacias lógicas, a las que subyace esa maquinaria cristiana, que se sustenta en la existencia de dios como fuente de toda moral. Sostener cualquiera de estas versiones para resolver las paradojas de la moralidad, no hace otra cosa que regresar inconscientemente a ese dios que negamos, a un principio universal, que es el único que podría garantizar la universalidad de los valores.

Ser ateo implica una negación radical, nihilista, de la moral; afirmarla una y otra vez, contra toda pretensión, que es una ilusión, un error lógico que surge de trasladarse del es al debe.

Frente a esta falsedad intrínseca de la moral, Sjöstedt-H afirma que el fundamento de las acciones proviene de la voluntad de poder; que es el poder aquello que está detrás de todos los fenómenos, desde los naturales, pasando por la vida hasta llegar a la consciencia.

Entonces, tenemos que mantenernos en ese nihilismo que anula la moral y volver a la afirmación de la vida, como poder; solo la búsqueda del poder nos permite escapar a la hipocresía de la moral.

Pero, Sjöstedt-H está lejos del relativismo, porque esta voluntad de poder, descriptiva y no prescriptiva, efectivamente atea, se apoya en la búsqueda de la verdad; contra Nietzsche sostiene que la verdad sí existe y es desde ella que tenemos que valorar y actuar, siempre teniendo en cuenta la inexistencia de valores universales, objetivos. La voluntad de poder se convierte en una voluntad de verdad.

Hasta aquí Sjöstedt-H. Si bien estoy de acuerdo con sus planteamientos básicos de la necesidad de un neo-nihilismo que muestre la insuficiencia del conjunto de valores de la humanidad entera, que están al servicio del poder que ejercen unos grupos sobre otros grupos, la respuesta es insuficiente.
¿Es la voluntad de verdad capaz de guiar a la voluntad de poder? Pareciera que no; apoyarse en la racionalidad, lo que es sin lugar a dudas necesario, no resuelve el problema de una moral como ilusión al servicio del poder de turno.

El nihilismo es plenamente actual como negación del conjunto de valores sostenidos por Oriente y Occidente, que nos están llevando a la guerra civil mundial y a la destrucción de la humanidad. Pero, la búsqueda del poder por parte de todos, por más que esté guiada por la verdad, no conduce a la resolución de los grandes desafíos de la humanidad.

Provisionalmente, creo que es necesario sostener este neo-nihilismo, pero transformado en un nihilismo caníbal; esto es, en negarse a resolver las paradojas de la moral, del poder, que en este momento de la humanidad son irresolubles; y oscilar constantemente entre el debate de las condiciones de las valoraciones de los hechos sociales y políticos, junto con los elementos prescriptivos correspondientes al deber ser.

Mantenerse en la duda, no quedarse en los hechos sino buscar en ellos el debate prescriptivo; no transformar en absolutos los elementos prescriptivos, sino someterlos a la crítica permanentes y a la confrontación con los hechos.

Un doble vínculo que se establezca en descripción y prescripción, entre verdad y hecho.



viernes, 16 de septiembre de 2016

GRÁFESIS: PRODUCCIÓN VISUAL DEL CONOCIMIENTO

La gráfesis hace referencia a las formas de producción visual del conocimiento, a la manera cómo una información determinada se representa visualmente. Sin embargo, esta acepción de gráfesis lleva inmediatamente a una problemática que está allí subyacente. En términos de Drucker:

 “Muchos intentos se han hecho para crear un explícito, estable, universal y unido por reglas, lenguaje de lo gráfico. Tal lenguaje actualmente tiene dos aspectos: un conjunto altamente formal de elementos visuales con sus reglas de uso y la descripción verbal de este sistema y de las maneras en que funciona”. (Drucker 18)

Lo que quiere decir que la representación visual del conocimiento  requiere de unas reglas de formación de lo visual, incluso de una semiótica que permita su descripción adecuada, cuestión que no se ha logrado plenamente hasta ahora. Describir lo visual parece ser elusivo desde su misma constitución.

Más allá de alcanzar o no esa serie de paradigmas visuales generales y universales, se trata de determinar para un conjunto de casos en un ámbito dado, el sistema visual correspondiente; esto es, su forma general con el conjunto de sus reglas.

Por esto, Drucker establece una secuencia en la gráfesis que comienza con la mise en page o composición de una página en el diseño gráfico o en la ilustración, que se continua con una mise en scene que se refiere al conjunto de la representación visual de unos datos, que es efectivamente una mise en systéme; esto es, la conformación de un sistema visual para la representación de datos.

“Sobre esta base podemos movernos hacia adelante y hacia atrás entre la noción de mise en page como diseño de la composición, características del formato, elementos gráficos en media electrónicos e impresos, y la noción de mise en scene o mise en systéme –un medio para la acción”. (Drucker 139)

En el momento en que está conformado la forma visual general, que Drucker llama mise en systéme, entra la información que queda sometida a este modo específico de visualidad y en medio de la cual adquiere su pleno significado.

En síntesis, tenemos que la gráfesis tiene dos planos de significación que funcionan integrados: la forma visual general y la representación visual de la información a través de dicha forma. Desde luego, se tienen que hacer algunas consideraciones de fondo a fin de mostrar la dinámica efectiva de estos planos.

La primera afirmación y la más fuerte, tiene que ver con el hecho de que la visualidad elegida ya es por ella misma constituidora de un significado propio, que lleva, en muchos casos, a la emergencia de un mundo, como es el caso de la forma cómic o, en el otro extremo, la serie de representaciones visuales utilizados en el marketing político.

Este mundo propio de la forma visual sirve como lugar en donde adquieren significados determinados, la información que adquiere dicha forma; se podría decir, en términos de Wittgenstein (Wittgenstein), que lo visual establece el uso de la información y por lo tanto, su significado. El uso visual establece el significado de la información.

En los casos en donde está implicado lo visual, diríamos que el significado no solo depende del juego del lenguaje en donde ocurre o se da un enunciado, sino que hay, además, un juego del lenguaje visual, que sobredetermina a este primer significado puramente lingüístico. La cuestión clave para dilucidar un significado representado visualmente, radica en dilucidar a qué juego visual pertenece; o, si se prefiere, cuál es la forma visual a la que está integrado, cuáles son sus reglas de formación y cuál son las variaciones de significación que vienen dadas por los mundos construidos por lo visual.
Drucker va más allá y muestra al plano visual como una interface, que nos permite comunicarnos con el usuario: “… el diseño de interfaces ha seguido varios modelos dominantes o maneras de organizar la comunicación con un usuario”. (Drucker 142)

Una interface que ya es informativa aun antes de contener la información que le viene de fuera: “La teoría completa va más allá de la estructuras de la información y de las tareas en las que la realización de esta solo son la armadura –no la esencia- del espacio de provocación en la que los eventos performativos tienen lugar. Y más aún, conocemos que la estructura de la interface es información. La búsqueda y los modos de preguntar son lo que yo veo”. (Drucker 143)

Así se forma una unidad de significación que viene dada por el colapso de la información externa en la información visual, que finalmente apuntan en una sola dirección, como si fueran la suma de vectores: “Para la comunidad HCI, la noción de continuo de la experiencia, con un involucramiento estructurado con la interface, nunca se rompe por la implicación con el contenido representacional”. (Drucker 145)

Bibliografía.
Drucker, Johanna. Graphesis: Visual form of knowledge production. Cambridge, MA: Harvard University Press, 2014.
Wittgenstein, Ludwig. Philosophical investigations. Oxford: Basil Blackwell, 1983.