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martes, 29 de julio de 2014

TEATRO CANÍBAL. PROPOSICIONES. 10.

78. ¿En qué momento el teatro caníbal intenta tomar la palabra nuevamente? En una época en la que hay una desvalorización monstruosa de la vida y la palabra. De las vida, que se muestra por las masas de desposeídos que son echados a la subalternidad –sin poder representarse ni ser representados, políticamente y cognoscitivamente-, como los niños migrantes ilegales en Estados Unidos o el pueblo palestino. Y de la palabra, porque la verdad ha escapado del mundo de la política y por su banalización profunda en las redes sociales. Como dice Agamben: “…de un gobierno de la palabra vacía sobre la vida desnuda…” (Agamben 111)

79. “Por un lado se halla ahora el viviente, cada vez más reducido a una realidad puramente biológica y a una vida desnuda; y por otra, el hablante separado artificiosamente, a través de una multiplicidad de dispositivos técnico-mediáticos, en una experiencia de la palabra cada vez más vana, a la que no puede hacer frente y en la que algo como una experiencia política se vuelve cada vez más precario.” (Agamben 109)

80. Vida y palabra que han sido atrapadas en una doble sacralidad de la religión y del derecho, fijadas e inmovilizadas, opresivas sobre sus practicantes, instrumentos de poder, transportadores de regímenes de la sensibilidad fetichistas y alienantes: “Lo que era “dicho mal” se convierte de este modo en maldición en sentido técnico; la fidelidad a la palabra, en cuidado obsesivo y escrupuloso de fórmulas y de los ritos apropiados, es decir la religio y el ius.” (Agamben 108)

Por eso el teatro caníbal se propone a sí mismo como teatro profano: se queda a las puertas (pro-fano) de la religión y del derecho, al margen del poder, en un existencia que no puede ser sino precaria y que tiene que conquistarse a cada paso, contra el teatro y el cine comerciales, contra las visualidades fáciles de los nuevos medios y de la espectacularidad de las marcas.

81. La palabra en el teatro caníbal es aquella que exige la existencia de un éthos, de un modo de vida alternativo al capitalismo, como lo señalaba Bolívar Echeverría. Un éthos que, además. Introduce en la lógica del homo sapiens la mirada del hombre justo. (Agamben)

82. La palabra en este teatro siempre se encuentra en riesgo, porque los significantes vagan solos sin encontrar las significaciones. Hay una lógica excedentaria, del exceso, de la demasía, del aún más, en esa búsqueda incesante de la palabra teatral para dar lograr que significantes y significados coincidan, cosa que jamás sucede plenamente. Sus encuentros son marginales, precarios, temporales, efímeros. En cada función los significantes buscan locamente a los significados que se escapan por todo lado. Los significados, a su vez, no logran adecuarse a los significantes, como si pertenecieran a moldes distintos o fueran palabras que provienen de un idioma desconocido.


Agamben, Giorgio. El sacramento del lenguaje. Arqueología del juramento. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2010.





lunes, 14 de julio de 2014

TEATRO CANÍBAL.PROPOSICONES 9. MÁS TODAVÍA.


“He dado todo y quieren más todavía.”

Esta locución adverbial introduce en el teatro caníbal una inquietud de sí mismo, la imposibilidad de tener un cierre, una clausura, un punto de llegada en el que se podría instalar, un método que se pudiera mostrar y que pretendiera estar terminado, listo solamente para ser aplicado.

“Más todavía” instaura una lógica del excedente que, incluso, va más allá del “sin embargo”; quiero decir que una vez que se han encontrado las vías para transitar, que se han hecho las elecciones quizás más acertadas, que se ha ido acumulando experiencia, que fuimos confrontados con públicos y críticos, se exige “más todavía”.

En aquello que estaba completo, frente a un estilo relativamente formado, con un trabajo actoral definido, con unas corporalidades que finalmente fluyen en la obra, nos sentamos y nos decimos: “más todavía”.

Esta demasía no significa necesariamente una proliferación barroca de elementos, de técnicas, de escenarios, una experimentación sin límite. Por el contrario, podría ser que encontremos que algo tiene que ser quitado, un gesto debe ser evitado, o que nos acercamos peligrosamente a una estética a la que no queremos llegar.

“Más todavía” en el sentido: hay que pulir, cercenar, cortar, evitar, alejarse, bajar el tono de la voz, evitar la sobreactuación, acallar las estridencias, recortar las teorías, aplacar las divagaciones, frenar los delirios.

Después de que creíamos haber hecho todo lo necesario, hay más trabajo, más reflexión que, probablemente, solo alcance a verse en la próxima obra, en el siguiente momento, en el nuevo texto que comienza a deslizarse por el papel.

La escritura de la siguiente que obra que viene, por ejemplo, después de Elizabeth o la esclavitud, comienza en su territorio, busca la forma de escapar de este, introduciendo precisamente este “más todavía”; si Elizabeth tuvo tales características, trato de unas temáticas, alcanzó unos desarrollos lingüísticos, la siguiente obra, Andrea Malquin, inicia su existencia en este “más todavía”.

Esta locución significa una fractura del tiempo, una quiebra de su realización, un muro contra el que se estrella y se parte en pedazos, en fragmentos de temporalidades que viajan a diferentes velocidades. Sacan a la luz el carácter heterogéneo del tiempo, el desarrollo desigual de los momentos históricos; nos dice que la contemporaneidad es relativa: ¿cuáles son nuestros contemporáneos? Y no puede responderse diciendo que aquellos que viven en nuestro mismo tiempo, en la misma época.


domingo, 13 de julio de 2014

TEATRO CANÍBAL. PROPOSICIONES. 8. SIN EMBARGO, MÁS TODAVÍA.

Estas dos locuciones adverbiales expresan el gesto metodológico del teatro caníbal. Este dice constantemente: sin embargo; y cuando se atraviesa esta locución, queda la otra: más todavía. Únicamente así puede decirse que la estética del teatro caníbal está abierta.

¿Qué sucede cuando introducimos en nuestro discurso un “sin embargo”?, ¿qué rupturas, qué escisiones, qué desplazamientos provoca?, ¿de qué manera altera el curso del razonamiento, quiebra la argumentación para llevarla en otra dirección?, ¿cómo paraliza aquello que estaba sucediendo para dar paso a otras historias, a otros sucesos inesperados?

“Hemos trabajado todos estos años bajo la dramaturgia de Barba, sin embargo…”
“El teatro que hicimos se trasladó del intimismo absurdo a la esfera política, sin embargo…”
“Isidro Luna es un heterónimo, sin embargo…”

Si dejáramos estas oraciones sin su continuación: “sin embargo”, estaríamos diciendo algo completamente distinto; afirmaríamos que nos limitamos a ser discípulos de Barba, que simplemente se dio el paso de una temática a otra, que Isidro Luna no es más que un heterónimo.

Sin embargo, hay más.

Ese “sin embargo” lejos de involucrarse al final del movimiento, cuando la frase termina, tendría que colocarse en cada uno de sus momentos desde el inicio. Nos formamos en la dramaturgia y desde los primeros pasos ya hubo un “sin embargo”. Nunca fue simple y llanamente una estrategia barbiana, sino que estuvo penetrada por el reconocimiento de unos límites, de un sesgo, de un cierta incongruencia, de una coincidencia que jamás fue plena, porque hubo otros elementos, otros aspectos, otros recorridos.

Y el intimismo absurdo del teatro de Isidro Luna si bien lo caracterizaba de modo explícito, sin embargo, hubo algo más, quizás hasta algo diferente; por ejemplo, una preocupación radical por la forma, por la experimentación, por hacer estallar el lenguaje, de alguna manera.

Isidro Luna es un heterónimo, sin embargo al mismo que su devenir real, hubo otros junto a él, que quedaron menos visibilizados, escondidos, subalternizados, que reclaman un espacio demasiado ocupado por este. Nunca hubo nada más que Isidro Luna, porque el mismo trabajo de la heteronimia exige una suerte de multiplicidad, de proliferación, de partición. Cada heterónimo contiene dentro de sí, abreviadamente, un nuevo heterónimo, que pide su propia existencia.

“Sin embargo” denuncia la insuficiencia de lo real y del discurso que lo acompaña. Dice, de modo radical, que aquello que hemos señalado requiere de complementación, de suplementación y que sin importar aquello que hayamos logrado en entendimiento o transformación de la realidad, hay que ir más allá, hay que denunciar el carácter provisional y perecible de lo existente.

Los hallazgos que hicimos, las obras que pusimos en escena, las trayectorias que recorrimos, nos permitieron conformarnos en lo que somos; sin embargo, fuimos más que eso o quizás menos, sin la posibilidad de una coincidencia completa entre la ilusión y la realidad.

Toña La Negra canta “Y sin embargo te quiero”: “No, no debía de quererte y, sin embargo, te quiero.” Todo dentro de nosotros apuntó en una dirección, la razón nos advirtió de los riesgos, sabíamos que era un terreno poco explorado que tendría consecuencias inesperadas, probablemente destructivas y, sin embargo, tomamos ese camino hasta el final.


Por eso se debería decir: “Sin embargo, Isidro Luna.” Antes de la frase podemos colocar la serie de razonamientos, experiencias, confusiones, persistencias de otro ego que se quebró y, entonces, añadir: “… y, sin embargo, Isidro Luna fue…”

viernes, 11 de julio de 2014

TEATRO CANÍBAL. PROPOSICIONES. 7. DEL CONCEPTO-PERSONAJE AL PERSONAJE-CONCEPTO.

73. Los personajes conceptuales han estado presentes a lo largo de la historia de la filosofía. En el teatro, especialmente en la formación del canon, muchas obras terminan por definirse por los conceptos que encarnan: venganza, celos, avaricia, destino, entre tantos otros. Los personajes de esas obras estaban completamente penetrados por esas grandes nociones; Hamlet y Otelo son buenos ejemplos de esta situación.

Si seguimos a Deleuze y Guattari, ¿Qué es la filosofía?, todavía podremos ir más lejos y decir que no solo los personajes se definen por su nivel conceptual, sino que los propios autores son encarnaciones de la idea que mueve la obra. No es Shakespeare quien finalmente define el carácter de sus obras, sino que las grandes ideas son las que hablan a través de él.

La tipicidad, tal como la definía Lukács en su Estética, se convierte, de este modo, en el núcleo del canon. Aparece una pregunta que se vuele constante: ¿hasta qué punto el personaje que se ha construido en la obra algo ese rango de tipicidad?, ¿en qué medida muestra al migrante, al marginal, al sabio, al desesperado? El valor de la obra y de su representación se vincula a esta tipicidad.

El personaje-que-se-vuelve-concepto evita la vía clásica de “elevarse” a nivel de gran categoría: avaricia, venganza, deseo, muerte, esperanza, luz, que pueblan el teatro. Tampoco evoluciona en la dirección del máximo de singularidad, tanto que desbordaría dicha tipicidad, tan característico que se tornaría irrepetible desde esa actuación, ese actor, esos momentos de una presentación en un lugar y días específicos.

Uno de las vías para escapar al dilema del extremo de tipicidad o del máximo de singularidad de la representación –ambos recursos tradicionales de la sociedad del espectáculo-, es descender hacia los fenómenos gramaticales mucho más básicos, antes del nombre, antes del verbo.

Encuentro con esos otros elementos que son profundamente conceptuales aunque no de la misma manera que los que manejamos a diario. Podemos que comparar las dos series:

Espíritu                                                                              Algún
Venganza                                                                          Uno
Efímero                                                                             Cualquiera
Esperanza                                                                         Uno
Solidario                                                                           Varios
Avaricia                                                                            Alguien…

Ciertamente, dada la metafísica que anima nuestro tiempo, estamos acostumbrados a pensar solo la primera columna y damos en torno a esas ideas interminables debates. Por otra parte, muy ocasionalmente hay una reflexión sobre la segunda columna; por ejemplo, los textos de Agamben sobre cualquiera.

Coloquemos algunas frases:

“Este personaje también representa la venganza.”
“Este carácter enuncia ciertamente el deseo reprimido.”
“Quizás aquí vivimos el drama de la vejez.”
“Tampoco sucedió que Edipo pudo detenerse a tiempo.”

Dejamos de lado: venganza, deseo, represión, drama, vejez, suceso y nos quedamos con esos otros elementos igualmente conceptuales aunque de manera oculta: también, ciertamente, quizás, tampoco.

¿Cómo hablaría, cómo podría representarse un personaje que fuera Quizás, Algún, No, Uno, Cualquiera, También, Tampoco? ¿Qué fuerza de disolución del mundo introduciría este ejercicio? ¿Qué máquina abstracta se pone en movimiento? ¿Y qué otros mundos se abrirían a nuestra mirada? ¿Qué formas de vida aparecerían detrás del imperialismo de los grandes conceptos?

Más aún, podríamos introducir en esta máquina abstracta del teatro caníbal el teatro clásico para ver cuáles son los resultados que arroja: “Quizás Hamlet es la historia del venganza”, “También Macbeth trata del poder sin límites”, “Edipo Rey tampoco es una historia acerca de un incesto.” ¿Se podría contar otra historia del teatro, una que vaya en contra del que ha sido narrada por los vencedores? Hasta desembocar en: “Cualquiera es el infierno del otro”, “Por si acaso la Cantante Calva sea una obra sobre el absurdo”.

En “Edipo Rey tampoco es una historia de un incesto”, este adverbio transforma radicalmente nuestra lectura de Edipo, la desplaza agresivamente. Primero porque separa a Edipo Rey de su lectura clásica –incluido Freud-, porque niega que la obra pertenezca al campo en el cual se la ha colocado desde siempre, como parte de la constitución judeo-cristiana de Occidente. Segundo, porque nos está diciendo que esta obra, Edipo Rey, juntos con otras que no se nombran, cuya enunciación se deja en suspenso, están integradas a otra interpretación, han sido incluidas en otro conjunto que escapa al “complejo de Edipo”.

Así que el camino que lleva del concepto-personaje al personaje-concepto quiebra las grandes ideaciones de Occidente y le propone al personaje –al actor, a la obra, al dramaturgo-, hacer esta tarea deconstructiva introduciendo una “metafísica de lo cotidiano”, una que reflexiona sobre: todavía, tampoco, alguna, una, ninguno, quizás…

Se podría decir algo similar de la danza y del cuerpo, sobre los cuales volcamos con furia los conceptos a los que nos aferramos tanto. El cuerpo se convierte en la encarnación de nuestras ideas; el cuerpo se encuentra prisionero del alma, que lo atrapa en su deseo de permanencia, de eternidad.

Se trata de liberar al cuerpo de esta prisión, aunque cabe el peligro constante de someterlo a otro fundamentalismo, por ejemplo volverlo vegano. Y no se trata de las elecciones personales que cada quien haga, sino de la carga metafísica que colocamos sobre el cuerpo.

Un cuerpo que desciende hasta estas otras temporalidades visibilizadas en la base oculta de la lengua: “un cuerpo que tampoco quiere ser cuerpo”, “un cuerpo que aún respira”, “quizás te entregue mi cuerpo”, “algún un cuerpo”, “ningún cuerpo”, antes del nombre, antes del verbo.






jueves, 3 de julio de 2014

TEATRO CANÍBAL. PROPOSICIONES. 6.



60. El teatro caníbal se aleja del teatro de la crueldad aunque presupone su existencia, como aquello sin lo cual no hubiera podido darse. Se desplaza de la clausura de la representación y se cuestiona desde otra perspectiva el tema del texto, de los significados, después del teatro de la crueldad. ¿Cómo es posible decir, cómo es posible la representación política y teatral, después de que sucedió el teatro de la crueldad?

61. No es un teatro subalterno, porque la subalternidad implica que uno no puede ni representarse ni ser representado; sino que es un teatro imaginario: se imagina cómo el subalterno se representaría a sí mismo en caso de que pudiera hacerse. Si el subalterno no puede hablar, el teatro caníbal imagina cómo hablaría y qué diría, en caso de que el subalterno pudiera hacerlo.

62. El teatro caníbal no es, entonces, la clausura de la representación. Por el contrario, supone como dada la clausura de la representación, pero no se resigna a aceptarla –como es el gesto posmoderno- Sabe que vive en esa falla, en esa ruptura, en esa escisión, insuperable. Existe en lo imposible y no deja de imaginarse su posibilidad.

63. Paso de la crueldad a la tragedia. Eliminación de la metafísica de la huella, porque el subalterno, por su propia condición, no deja huella. Peor aún un regreso nostálgico a la modernidad y su modo burgués de representación –política y cognoscitiva- Tampoco se ubica en la disolución postdramática del teatro en el performance. (Derrida, El teatro de la crueldad y la clausura de la representación).

64. Cada época tiene su tragedia. En el momento griego y más allá de Nietzsche, lo que subyace a la contraposición entre la vida y la razón, entre lo dionisíaco y lo apolíneo, es la democracia levantada sobre un suelo esclavista. De ese fondo oscuro de la esclavitud, que tiene que ser pensada como eterna, inamovible, incambiable, se deriva la noción megárica del tiempo circular. La democracia, en el olvido del esclavo, se parte en dos, se inventa su dualidad para darle la espalda a la otra: Dionisio y Apolo. (Nietzsche, El nacimiento de la tragedia).

65. La tragedia moderna se rompe entre las promesas de igualdad y la salvaje realidad de la explotación capitalista, entre la posibilidad de que todos podamos elegir y ser elegidos –representarnos y ser representado- y el hecho –del cual no hay escapatoria- de que los representantes siempre le dan la espalda a los representados. El teatro moderno nace y muere en esta tragedia, en esa voluntad fallida de representación, de mímesis, de encuentro con la humanidad y lo humano.

66. La tragedia posmoderna disuelve el sujeto moderno emancipador, teleológico, en historias locales y privadas. Sin embargo, en una nueva esfera invisible para la mayoría de nosotros, otra poderosa subjetividad, con pretensiones de realizarse plenamente, se forma: el inversor, el financista, los hombres más ricos del mundo. No es posible ser sujetos plenamente, porque este derecho nos ha sido expropiado por el mundo de capital financiero.

67. El teatro caníbal no escapa a su propia tragedia; se instala de lleno en ella. La tragedia de un subalterno irrepresentable y voluntad de representación del teatro que se vuelca sobre el subalterno en la imaginación. El teatro caníbal imagina lo inimaginable, piensa lo impensable, inventa lo que el otro podría decir si pudiera hablar. Ciertamente la tragedia está primero en el subalterno: un dolor que no puede decirse. Y desde aquí penetra en todas las esferas sociales, incluido el teatro.

68. Hay que asumir plenamente este carácter trágico, utilizarlo como guía, como forma de vida. Así esta tragedia da nombre al teatro que habita en la falla y que intenta saltarla imaginariamente. A esto le llamamos teatro caníbal, porque no se refiere a una corriente, a una escuela, a un estilo, a una experiencia.

69. Forma trágica del teatro caníbal que da lugar a un nuevo régimen estético y desde aquí, a una nueva dramaturgia, instalada en la tensión irresoluble entre la voluntad de representación y la imposibilidad de la representación. La dramaturgia caníbal conduce a la imaginación a la pregunta constante: cómo se imaginaría el subalterno si pudiera imaginarse como subalterno.

70. Permanentemente estamos tentados de imaginar al subalterno desde nosotros, desde lo que somos, queremos, pensamos, muchas veces con una intención “liberadora”. De esto modo el gesto opresor se reproduce en un nivel más profundo. Se trata de imaginar al subalterno por sí mismo.

71. Tragedia que no se agota en el contenido del texto, sino que penetra en todas las esferas: cuerpos, montajes, escenografías, música. Más aún, el texto teatral antes de su significación se vuelve trágico, en su nivel significante, en su fase expresiva.

72. El teatro caníbal tiene detrás de sí otras dos tragedias que pesan sobre él: la tragedia moderna, en el cierre definitivo del capitalismo tardío y de la sociedad burguesa, que han dejado de ser un proyecto inacabado y se han transformado en proyecto inacabable. Y la tragedia del socialismo y de las promesas de emancipación, que terminaron en el socialismo real. El teatro caníbal intenta ser una estrategia de supervivencia en la época del capitalismo puro.


domingo, 22 de junio de 2014

TEATRO CANÍBAL. PROPOSICIONES. 5.

SEGUNDA PARTE.

51. El Quinto Método es el método del teatro caníbal. Su nombre deriva del Teatro del Quinto Río, aunque se basa en muchas experiencias diversas, especialmente desde América Latina.

52. El Quinto Método no pretende ser un método más o un nuevo método teatral, que se propusiera reemplazar a los anteriores. Su fundamento radica en su estructura excedentaria: un plus, un extra, un elemento que no estaba, una extensión del dispositivo escénico.

53. Un excedente ciborg: no comparable pero compatible con los otros métodos, porque si bien funciona con ellos, a través de ellos, es una disposición que conduce a otro dispositivo. En este sentido es un excedente parcial, hecho de conexiones parciales que fácilmente pueden desprenderse del espacio al que pertenezcan, del hecho teatral en el que estén actuando, y se trasladan a otra esfera.

54. Un excedente metódico –y metodológico- que penetra en la dramaturgia con la que estamos trabajando y la transfigura. La transfiguración del método lleva a una transformación no solo en el orden de la figura –imagen y representación- sino que altera lo figural. (Lyotard)

55. El Quinto Método como estrategia figural altera el régimen estético y por lo tanto, su régimen de enunciación. Se abre a un nuevo espacio figural que conduce a una estética distinta, trasladando a otro campo las sensaciones, las sensibilidades y la imaginación.

56. Desplazamiento de este triple plano estético: deslices, fugas, contagios virales, phylum, territorios existenciales, en donde todas funcionan como estrategias de desplazamiento. Y con esto: transducciones, traslaciones, transposiciones, transacciones, trasplantes, tránsitos. Introducción de otros elementos que fracturan la linealidad del método usado. (Braidotti, Guattari)

57. El Quinto Método introduce la tragedia en el lenguaje; no tanto en su plano semántico sino el significante. Un lenguaje que intenta decir y no logra hacerlo; una enunciación truncada; una expresión frustrada. Una gramática trágica.

58. ¿En qué consiste el excedente dramático del Quinto Método? Su núcleo radica en la economía política del teatro, que versa sobre el Estado-teatro y el excedente teatral. Se trata de devolver al teatro a su lugar de origen, sacándole del secuestro en el que se encuentra. El Estado-teatro es en donde la política se ha vuelto simulacro, mientras su verdadero contenido –que es en donde se toman las decisiones económicas permanece oculto- El Quinto Método afirma la simple y directa teatralidad del teatro. Dice al espectador: usted está aquí ante una ficción. Y ante el Estado-teatro: usted está aquí ante una ficción que se hace pasar por lo real. Porque el poder que mueve al mundo está fuera del mundo del espectáculo, en esa permanente estrategia de ocultamiento del poder efectivo.

59. El Quinto Método nace en la época del capitalismo tardío y, sin embargo, no es posmoderno ni posdramático. Emerge, igualmente, en el momento de la invasión sin límites de lo digital, de lo virtual, en el triunfo de las máquinas abstractas. ¿Qué otra cosa puede ser el teatro sino una máquina abstracta?


viernes, 13 de junio de 2014

TEATRO CANIBAL. PROPOSICIONES. 4

42. En el momento en que el teatro se subalterniza, el Estado se apropia de su forma distorsionada. El escenario se vuelve el lugar de la política. Como en el Estado teatro balinés, no se trata solamente de la espectacularidad del poder, sino de su eficacia.
“Los ceremoniales estatales del Bali clásico eran teatro metafísico, teatro designado para expresar una visión sobre la naturaleza última de la realidad y, al mismo tiempo, para modelar las condiciones de vida existentes de tal manera que resultasen consonantes con dicha realidad; es decir, teatro para presentar una ontología, y, al presentarla, hacer que ocurra, convertirla en real.” (Geertz, Clifford, Negara. El Estado-teatro en el Bali del siglo XIX, Paidós, Barcelona, 2000, p.183)

La teatralidad del Estado, especialmente en América Latina, rebasa las estrategias de comunicación y se convierte en instrumento directo del poder. En el escenario el mundo se representa, se trasmite una ideología. Y más aún, en el escenario suceden cosas que se tornan inmediatamente reales, que luego se extienden a la sociedad sin transición, sin mediación. El espectáculo teatral del estado adquiere una dimensión performatica, porque cree aquello que enuncia. Se gobierna desde el escenario, desde esta teatralidad.

La doble crisis de la representación se resuelve en este movimiento del poder: la imagen de la sociedad que es puesta en escena desde la lógica del poder y el ejercicio de la representación en el sentido político, en donde el gobierno se adjudica a sí mismo la capacidad de hacer y, por lo tanto, el derecho de hacer. En esta forma de representación teatral colapsa la distinción entre hecho y ley.

Aquí encontramos el teatro como simulacro.

43. Por eso la Forma Teatro Caníbal dice con toda firmeza: esto es teatro, esto no está sucediendo efectivamente, aquí estamos en un momento imaginario. La responsabilidad de lo que suceda en la realidad le corresponde a los espectadores. El teatro se reafirma primero teatro, no como ejercicio del poder. El metateatro actúa para impedir el colapso entre ficción y realidad.

44. La ficción del hecho teatral cuestiona la consistencia de lo real, transparenta un mundo que merece perecer, que ya debería ser reemplazado hace mucho tiempo. Saca a la luz el carácter tardío de lo real. Pero no pretende ser más real que lo real, sino se presenta en toda su irrealidad, quizás como metáfora del carácter deleznable de lo dado. El teatro muestra, en imágenes, las fisuras del orden establecido. Su realismo es un realismo especulativo.

45. El teatro del absurdo llegó hasta la disolución extrema de la representación: no hay argumento, ni trama ni secuencia; quizás queda un cierto ritmo. Provoca un embate radical contra el personaje y el autor. ¿Qué teatro viene después del absurdo, una vez que hemos transitado a través suyo, con las huellas que ha dejado en nosotros?

46. “Una de las razones por la que la Cantante calva fue llamada así, es que ninguna cantante calva o peluda hace su aparición. Este detalle debería ser suficiente. Toda una parte de la pieza es poner de un extremo a otro de frases extraídas de mi manual de inglés; los Smith y los Martin del mismo manual son los Smith y Martin de mi pieza, ellos son los mismos, pronuncian las mismas frases, hacen las mismas acciones o las mismas inacciones.” (Ionesco, Eugene, Notes et contre-notes, Gallimard, Paris, 1966, p.250)
Doble fractura del personaje y del texto que jamás volverán a ser iguales. No hay punto de retorno a un teatro que contenga un sujeto moderno y texto argumental, liso, que se limite con su pretensión de mostrar la realidad como es. El teatro comercial se ubica de lleno en dicha tentativa.

Deberíamos aún más lejos y decir que todos los personajes son la Cantanta Calva que, aunque hagan su aparición, esta es incompleta, como si los cuerpos no lograran formarse plenamente, como si estuvieran penetrados siempre por un cierto carácter vaporoso. El teatro en su estado gaseoso. (Michaud)

Igualmente todo esto no es sino una variante de un manual de inglés. Más allá de nuestras expectativas, ¿qué otra cosa son los acto5res y los personajes sino parientes menores de los Smith y los Martin?

47. “Yo me imagino haber escrito cualquier cosa como la tragedia del lenguaje…” (252) “Hablar para no decir”, hablar porque no hay de personal que decir, la ausencia de vida interior, la mecánica de lo cuotidiano, el hombre sumergido en su medio social, en donde no se distingue más.” (253)

El teatro escribe la tragedia del lenguaje: tener que decir cuando no hay qué decir. Quiebra del plano de las significaciones. Ruptura radical entre significantes y significados. Abolición de los referentes. Oímos las palabras y hace mucho que han dejado de resonar en nuestra cabeza. Palabras decapitadas.

Tragedia de la a-significación, llevada a modelo banalizado, a chiste fácil, a mueca populista, a truco de feria. Hablar para no decir se transforma fácilmente, en cierto tipo de teatro, en hablar sin parar aunque nada se diga.  Fase delirante del teatro.

En el momento de escritura del texto teatral, en el instante en el que el actor alza su voz para repetir una secuencia, se produce una invasión del sinsentido. El texto se niega a fluir como un discurso organizado, de alguna manera se parte, se quiebra, se escinde, se escande y estalla. Luego, tímidamente, recupera un ritmo mínimo.

48. “Progresión de una pasión sin objeto. Montado de la manera más fácil, más dramática, más sorprendente, en cuanto no está retenida por el fardo de algún contenido aparente que nos oculte el contenido auténtico: el sentido particular de una intriga dramática que oculte su significación esencial.” (255)

La trama se deshace. Dejamos de contar. Se frustra la narración. ¿Argumento? ¿Qué cosa es eso? El teatro como un paralogismo, que razona por fuera de las reglas de la razón.

49. “La Cantante calva: personajes que no son caracteres. Fantoches. Seres sin rostro. Más bien: cuadros vacíos en los actores pueden prestar su propio rostro, sus personas, alma, carne y huesos.” (255)

Una estrategia fatal haría visible el camino que lleva desde los personajes como fantoches a los seres humanos como seres sin rostro, a esa gigantesca máquina de anonimato de las grandes masas urbanas deambulando como desconocidos hasta para ellos mismos. El actor ya no puede prestar su propio rostro o su alma, porque carece de estos. Este es un simulacro teatral.

50. “En las repeticiones, se constata que la pieza tiene movimiento; en la ausencia de acciones, acción; un ritmo, un desarrollo, sin intriga; una progresión abstracta. Una parodia del teatro es más teatro aún que el teatro directo…” (258)

Y si el presente no ha dejado de triunfar sobre el futuro, y si la historia la siguen contando los vencedores, los prometeos, la acción se paraliza. Ionesco opta por la parodia. ¿Cuál debería ser nuestra alternativa a la clausura del porvenir? ¿Podríamos decir que el teatro caníbal se abre al porvenir de la ilusión?



martes, 10 de junio de 2014

TEATRO CANÍBAL. PROPOSICIONES. 3.


27. El teatro es una máquina abstracta. Como tal, fabrica formas desde una perspectiva de heterogénesis. Producción de lo diverso articulado en flujos que oscilan en un mismo espacio de fase. En el lenguaje de Guattari: phylum que crea territorios existenciales

Es una máquina hecha de disposiciones que conducen a un dispositivo. Toda obra contiene estas disposiciones que aparecen en el montaje final como un dispositivo particular, con sus reglas internas, inmanentes.

Disposiciones/dispositivo que incluye una máquina discursiva, en donde el texto teatral es un fragmento, una parte. Una serie de enunciados que preceden a la obra y que continúan luego de esta.

El universo discursivo se transforma en phylum de enunciados, que desterritorializa los territorios existenciales pre-existentes y postula unos nuevos. Nuevos territorios existenciales que funcionan como marcos de referencia a las textualidades teatrales. En el teatro los planos no discursivos se continúan con los planos discursivos formando un entrelazado, un plano de consistencia que es la obra tal como la vemos, como fenómeno.

28. El teatro es una máquina abstracta. ¿En qué sentido hablamos aquí de “abstracto”? ¿Qué tipo de abstracción está implicada en el hecho teatral?

Estamos hablando de abstracciones reales; esto es, procesos de separación que se dan efectivamente, que suceden en el mundo, de las cuales dependen aquellas más conocidas como procesos cognoscitivos.

Abstracciones que son, además, tardías, porque corresponden al capitalismo tardío, al capitalismo puro, en una época en donde este se presenta en su crudeza, con la brutalidad de sus leyes llevadas al extremo.

La Forma mercancía, la Forma dinero, se separan violentamente del valor de uso. La Forma como tal se convierte en mercancía. La estética se vuelve mercancía inmediatamente, aquello que se compra y que se vende. El uso queda supeditado, casi desaparecido. La obsolescencia del modelo, confrontada con aquella del contenido.

La máquina abstracta del teatro pone en obra esta abstracción, lleva a la escena esta separación de la forma, se convierte él mismo en forma, en experimento, en recorrido mudo, silencioso, en vaciamiento de los significados, en persistente distanciamiento del espectador. El teatro se aproxima al perfomance, en el sentido postmoderno, que casi se vuelven indistinguibles.

El plano de los enunciados, los discursos, se cortan respecto de los no-discursos. El teatro se ve relevado de decir, de hablar, de proponer, de discursear. Las significaciones ya no son necesarias, las preguntas por el contenido son dejadas de lado. Expresión y contenido siguen sus propios puntos de fuga. La substancia del contenido queda alienada, porque se reduce a forma de la expresión. La forma del contenido deja de ser el lugar de encuentro de la obra como tal.

Una vez separados los planos, la máquina abstracta del teatro delira y alucina en su búsqueda insaciable de resolver la esquizofrenia introducida en su mundo. Al no poder decir, al estar cortados los enunciados, la expresión teatral prolifera, se parte, se escinde, se divide, se fragmenta sin límite, hasta disolverse en performance, en acción pura como el capitalismo puro.

Los contenidos, a su vez, se tornan irrelevantes, banales y poco importa el grado de su articulación con las formas de la expresión. Aquí no solo muere el texto teatral, sino la discursividad entera que articula el hecho teatral.


29. La Forma Teatro Caníbal también es una máquina abstracta. Después de lo postmoderno y de lo postdramático no puede regresar sin más a convertirse en una simple máquina concreta. Sin embargo, ¿de qué otro tipo de abstracciones estamos hablando? ¿Qué nuevo orden figural debería introducirse para que esto sea posible? ¿Cuáles serían estas abstracciones elevadas a un segundo grado, unas abstracciones de las abstracciones?

La máquina abstracta del teatro caníbal es una máquina colocada en el plano imaginario, poblada de fantasmas articulada sobre lo imaginario. Y lo imaginario como pantalla, como interface.

30. El cuerpo es una perspectiva lanzada sobre el mundo, que individualiza el alma colectiva. Esta perspectiva no hace referencia a una suerte de relativismo, sino que es una característica ontológica. Ciertamente se trata de una ontología desustancializada, en donde todo es perspectiva, definida por la posición que ocupa en un lugar. “… la concepción amerindia supondría una unidad espiritual y una diversidad corporal. Aquí, la cultura o el sujeto sería la forma de lo universal, mientras la naturaleza o el objeto sería la forma de lo particular.” (16) Un cuerpo es un particular. (Viveiros de Castro, Eduardo, Cosmological perspectivism in Amazonia and elsewhere, Hau, Cambridge, 1998).

31. Hay que llevar al cuerpo más allá del debate entre cuerpo orgánico y cuerpo sin órganos. No se trata de cómo nos hacemos un cuerpo sin órganos, sino cómo un cuerpo sin órganos nos hace a nosotros lo que somos.

32. El cuerpo es un esquema que diagrama el conjunto de transfiguraciones que podemos sufrir. Esquemas corporales en un “mundo altamente transformacional”. (48)

33. “La personalidad de los animales (y de los humanos) es de hecho una cuestión de contexto… definido en términos amerindios.” (54) Todos partimos de un fondo común “indiferenciado”; son los cuerpos los que nos permiten distinguirnos de los otros.

34. “Y perspectivas son acerca de intercambios, que relacionan sujetos o personas.”(77) Así que cuando decimos que un cuerpo es una perspectiva, en realidad estamos interrogando por el tipo de intercambio que realiza con otro cuerpo, por la posición que ocupa en la relación entre un cuerpo y otro.
                amo ------------------------- esclavo
                hombre -------------------- mujer
Amo, esclavo, hombre, mujer, son esquemas corporales –que definen sujetos-, en donde cada uno intercambio algo desde el lugar en donde está colocado. Solo se es amo cuando se ocupa esta posición respecto del esclavo. Todo concepto es relaciona.
¿Qué clase de intercambios se producen entre tu cuerpo y los demás cuerpos? ¿Los cuerpos de los otros qué lugar ocupan respecto del tuyo, en qué posición te colocan?

35. Un cuerpo es un intercambio entre cuerpos. Y en el capitalismo, un intercambio siempre desigual, opresivo, asimétrico.

36. Un cuerpo no se define por lo que es capaz de hacer; sino por la relación en la que se encuentra involucrado y por lugar que ocupa. Esta es una perspectiva.

Este intercambio es, en primer lugar, un intercambio de imágenes, aquellas que las hemos puesto en las pantallas, en las interfaces, en los avatares. El intercambio comienza siendo imaginario para volverse real.

37. ¿Es el cuerpo una interface? ¿Se comporta como tal?

38. El cuerpo es un ciborg: esquema corporal conformado por elementos compatibles pero incomparables, que entran en conexiones parciales. También las relaciones entre cuerpos están hechas de conexiones parciales de tipo ciborg.

39. El cuerpo es el origen de lo imaginario. Sensación –sensibilidad –imaginación –fantasmas- sujeto.

40. El doble vínculo del cuerpo: en un extremo, el cuerpo como marca del individuo; en el otro, el cuerpo como lugar que ocupa en la relación.

41. El momento subalterno del teatro: según Spivak, el subalterno es aquel que no puede representarse ni ser representado. Ante nuestra imposibilidad de acceder a este completamente otro, solo cabe imaginarnos cómo es y educarnos estéticamente, para que nuestra sensibilidad se abra a ese otro.

Se podría decir que el teatro ha ocupado históricamente el lugar de la representación. Pero, en la fase tardía del capitalismo, la representación entra en crisis. El teatro expresa el empuje devastador de lo tardío que deja sin espacio al teatro. Así el teatro cada vez menos cabe en la representación y bordea el abismo de la imposibilidad de enunciar algo acerca de sí mismo. La crisis del teatro radica en este proceso de subalternización.

Por otra parte, las interfaces virtuales, la televisión, el cine, la sociedad del espectáculo, también aceleran esa dinámica de subalternización del teatro, que se convierte en teatro minoritario.

Escapar de la subalternidad podría lograrse a través de imaginar el teatro, más allá de las formas específicas de manifestarse, reafirmar la voluntad de escribir y hacer teatro, aunque para esto se tengan que inventar nuevos modos de representación de sí mismo y de representación del teatro como tal.

Pero, ¿en qué consistiría una representación no moderna y no posmoderna, una que escape a la disyunción cartesiana-anticartesiana? O lo que es lo mismo: ¿cuál sujeto portaría esa nueva representación?

Estamos hablando de una representación caníbal. ¿Y esto qué significa? Por el momento es una exigencia que se desprende de la voluntad de imaginar el futuro, más allá de este presente perpetuo.