Este largo siglo XXI tiene marcado
en la frente la tecnología, su exaltación, su triunfo, su promesa y su maldición.
Difícilmente cualquier propuesta de comprender el mundo en el que vivimos podrá
escapar a un profundo diálogo con la tecno-ciencia.
Hemos ido tan lejos que los
límites entre lo natural y lo artificial se vuelven cada vez más borrosos. ¿Qué
puede ser más natural que la
tecnología que usamos todos los días como el celular o la computadora? ¿Qué
puede ser más artificial que un maíz transgénico?
La naturaleza es naturaleza producida y lo artificial se incorpora a lo humano
para convertirnos en ciborgs. Lo posmoderno se transforma en poshumano.
Por esto, cabe entrar en las
reflexiones que se desprenden de la tecnología; es pertinente analizar la
utilidad de los conceptos de ese campo ciborg para nuestra comprensión dialéctica
del mundo y no solo como metáforas sino como verdaderos instrumentos
analíticos. Un ejemplo esclarecedor de esta relación lo encontramos en la comprensión
de la dialéctica como realidad aumentada.
Entendemos por realidad aumentada
la complementación de la realidad que vemos con otros elementos –reales o no-
que no están presentes o que no se muestran de manera explícita aunque
correspondan a esos fenómenos.
Un celular que toma una foto de
una calle y la realidad aumentada le provee del resto de la información que se
requiere: distancias, transporte, servicios, la dirección que buscamos. La
imagen delineada de un auto o el logo de Toyota que mostrados a la cámara de un
determinado programa nos permite conducir virtualmente el auto, verlo por
dentro, desarmarlo.
En el momento en que se afirma
que la dialéctica es la realidad aumentada se quiere decir que nos proporcionar
los elementos que nos llevan más allá de las apariencias, de lo que efectivamente
vemos, en donde emergen los otros
componentes de la realidad.
Esos otros aspectos de lo real
están ocultos porque lo que vemos no puede proporcionarnos toda la información
y nosotros no estamos en capacidad de percibirla de modo completo. Además, la
dialéctica corrige las distorsiones introducidas por la ideología dominante,
dejando que salgan a la luz los procesos de explotación, de dominación, de
sometimiento al que nos tiene sometido el capital y su sociedad.
La dialéctica como realidad
aumentada también actuaría como espacio virtual en el que rastreamos ese otro
mundo posible que anhelamos, esa sociedad alternativa, esos procesos de emancipación
por los que luchamos. Nos permitiría construir virtualmente a partir de la
realidad actual, esa otra sociedad sin explotación.
Igualmente la utilizaríamos como
instrumento educativo, por ejemplo, en el ámbito ecológico para explicitar los
efectos de la explotación minera o para proponer un entorno en donde cuidados
de la naturaleza.
En síntesis, la realidad
aumentada le serviría a la dialéctica para insistir en lo insuficiente de
nuestro concepto de realidad, que tiene que ser sustancialmente ampliado para
incorporar todo lo que ella oculta.