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domingo, 18 de noviembre de 2012

FORMA 6. LA FORMA MODA: LECTURAS DE LIPOVETSKY 2. LA MODA PLENA.



Comencemos con una cita de Lipovetsky, El imperio de lo efímero: “Explosión de la moda: ya no tiene epicentro, ha dejado de ser privilegio de una elite social, todas las clases son arrastradas por la ebriedad del cambio y las fiebres del momento; tanto la infraestructura como la superestructura se han sometido, si bien en diverso grado, al reino de la moda. Es la época de la moda plena y de la expansión de su proceso a ámbitos cada vez más amplios de la vida colectiva. No es tanto un sector específico y periférico como una forma general que actúa en todo lo social.”(175)
Un poco más adelante llamará a este fenómeno: la forma moda. Esta se convierte en la forma general que atraviesa todos los mundos, reales y virtuales, efectivos e imaginarios. La realización de la moda a su máximo nivel no deja lugar alguno que se le escape, lo invade todo, lo penetra todo.
Más aún, la vida social adquiere las características de la moda; se vuelve como ella, efímera, seductora, diferenciadora marginal, tal como veremos más adelante. Si se hiciera la pregunta: ¿cómo es el mundo ahora?, bastaría con responder: Mire usted la moda. Allí están contenidas las tendencias generales del mundo actual.
Vivimos en el reinado de la moda. Su expansión a los más diversos ámbitos sería la moda plena. Es un gesto imperialista que impone su lógica a lo largo y ancho del planeta. Inclusivo las subjetividades se ven penetradas por su dinámica imparable: la manera cómo construimos nuestra individualidad también está sometida a la forma moda. Allí tenemos, por ejemplo, los libros de autoayuda con toda su ideología que sirven de base para la construcción de un discurso y unas imágenes acerca de nosotros mismos.
Como diría Guy Debord es el triunfo de la sociedad del espectáculo, porque la forma moda es, ante todo, comunicación publicitaria, en donde priman el “entusiasmo” y la “seducción.”(176) El privilegio del espectáculo es la predominio de la moda espectacular, porque los dos momentos se han fusionado y terminan por mostrarse como indisolubles.
Así como hablamos de la forma moda, habría que mencionar constantemente: forma- espectáculo-moda y esta como la matriz general de lo social. Y de lo político, tal como lo vemos en cualquier elección actual, en donde los candidatos se ponen de moda, a través de crear una imagen que se vende y que se confronta con otras imágenes. Triunfa el que logra apropiarse de los espacios públicos, que están dominados por la lógica de publicidad.
La desaparición de las ideologías, la clausura de los “grandes referentes proféticos”, daría paso a una sociedad que ha dejado de lado la “perspectiva subversivo-radical” y que toma la democracia para llevarla a un nuevo nivel. Vale leer este razonamiento directamente en Lipovetsky:
“La moda plena no supone la desaparición de los contenidos sociales y políticos a favor de una pura gratuidad esnob, formalista, sin carga histórica. Supone una nueva aproximación a los ideales, una reconstrucción de los valores democráticos y, de paso, una aceleración de las transformaciones históricas y una mayor apertura colectiva al desafío del futuro, aunque sea desde las delicias del presente.”(176)
No se trata tanto de cuestionar esta ambigüedad que puebla el libro de Lipovetsky, porque a continuación de lo que he citado, sigue una larga demostración de los efectos perversos de la moda sometida al consumo salvaje, en donde el diseño tendrá un papel clave. Por el contrario, conviene llevar más lejos la tensión manifiesta entre los efectos nocivos de ese consumo desenfrenado de la forma moda y la apertura democrática que contendría, hasta ubicar el lugar en el que efectivamente se podrían encontrar.
¿En qué sitio, en que tiempo, a través de qué procesos, la forma moda desemboca en la forma democracia y se identifica plenamente con ella? Por ahora, solo aparece como un postulado –que considero válido- pero sin suficiente demostración.

FORMA 5. LA FORMA MODA: LECTURAS DE LIPOVETSKY 1.



Para dar cuenta del papel de la moda en las sociedades contemporáneas vamos a leer a Lipovetsky. (Lipovetsky Gilles, El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas, Ed. Anagrama, 2000.)
Antes de entrar en una serie de consideraciones técnicas y de debates propuestos por Lipovetsky es necesario realizar una precisión que considero importante, especialmente porque se trata de encontrar respuestas a sus críticas sobre la moda.
Si bien uno puede estar de acuerdo con las críticas severas y profundas a la moda en el mundo actual y con el evidente secuestro de la moda por parte del capitalismo, hay que sacar a la luz un residuo irreductible a esos cuestionamientos: ¿es concebible una sociedad sin moda? ¿El destino utópico sería su desaparición completa?
La respuesta es, desde luego, negativa: la moda es parte constitutiva de la cultura de cada pueblo, de cada sociedad, de cada individuo, porque permite que estos se vuelquen sobre la realidad, expresando lo que son, lo que quieren ser o lo que están imposibilitados de alcanzar.
Tiene que ver con la aparición del régimen de la sensibilidad: no tanto con este o con este otro régimen, sino con el hecho de la existencia de regímenes de la sensibilidad, de su distribución en la sociedad, de los procesos de diferenciación que introduce. Otra cosa es que ese régimen se convierta en capitalista y que la desigualdad se transforme en opresión.
La moda tiene la capacidad de representar muchas cosas: la conformación del gusto, la elección de una estética, las formas de la relacionamiento con la corporalidad, la segmentación de las clases sociales, las variaciones culturales, los procesos híbridos, ciborgs, etc.
Sin embargo, su capacidad expresiva y representativa se origina mucho antes que su secuestro capitalista: en el momento en que venimos a la existencia como seres humanos, en el inicio mismo de lo que somos, como exteriorización de la diferencia, de la multiplicidad, de la variedad, de la irrepetibilidad subjetiva, se inaugura la moda.
Por esto, no puede ser eliminada o cortada de raíz. Los procesos de uniformización de las personas, de los gustos, de los consumos, siempre han tenido que ver con los regímenes dictatoriales. Y debería haber una cierta continuidad entre democracia y moda. Un proceso revolucionario, a su vez, sería la realización completa de la moda plena.
Diferiré de Lipovetsky precisamente en su concepto de moda plena, para señalar que la moda es, en el mundo moderno, un proyecto inacabado. Una lectura desde esta perspectiva nos conducirá a preguntas claves respecto del texto de este autor, dirigidas a mostrar que en lo efímero caben dos tendencias.
Una predominante y que responde a los intereses cada vez más salvajes de valoración del capital; y otra, oculta, supeditada, dominada, que se desliza y que se muestra con mucho más dificultad y que expresa ese otro mundo posible. Habría que decir: otra moda es posible.
La moda está lejos de ser un fenómeno lineal que va en una sola dirección; sus vectores apuntan hacia horizontes distintos, opuestos, que viven en constante confrontación. Introduzcamos en Lipovetsky esta doble lectura de sus textos, leamos entre líneas, abramos los espacios cerrados, ampliemos la mirada.
Ninguna ingenuidad en este posición, porque si la moda ha moda ha sido secuestrada por el capitalismo, la lucha por su liberación no puede separarse de la lógica de la emancipación general de la sociedad capitalista.

OBJETOS 5. OBJETOS DEL DISEÑO/ARTE OBJETO.



Las tendencias que provienen del diseño y del arte conducen a una aproximación de los dos campos y, en muchas ocasiones, a la superposición que los hace indistinguibles. Un objeto del diseño que lleva hasta sus últimas consecuencias los aspectos estéticos terminará por encontrarse con el arte; y el arte posmoderno que disuelve sus límites invade el espacio del diseño.
En la vida diaria la mirada sociológica resuelve de manera harto pragmática la relación entre estos ámbitos: arte es lo que hacen los artistas y son artistas los que producen arte; diseño es lo que producen los diseñadores. Desde aquí, se extiende a los demás aspectos: lo que se encuentra en los lugares determinados previamente como artísticos, encontraremos arte. Y en los mundos referidos al consumo, hallaremos objetos que han sido diseñados.
Si bien para los usos prácticos este enfoque puede ser válido, sin embargo no nos permite comprender qué es un objeto y cómo entra en cada uno de los campos no solo sociológicamente sino desde su “esencia”.
¿Qué es un objeto, qué hace un objeto sea un objeto? ¿En qué consiste la objetualidad del objeto? Si miramos a cada uno de ellos, en su gigantesca diversidad, diremos que para existir como tales al menos deben cumplir las siguientes condiciones: tener una forma que cae dentro de una cierta indexación y que este proceso está acompañado de reglas. Los objetos siempre hacen parte de conjuntos de objetos, con los que se relacionan; y su emergencia como tales está, de algún modo, regulado.
Como tales, por lo tanto, entran de lleno en el mundo del diseño que, en último término, construye la forma y la función- de un objeto siguiendo unas reglas que son, evidentemente, tanto de producción como de su uso. (Reglas que pueden romperse únicamente para dar surgimiento a nuevas reglas.)
El arte objetual lejos de crear un mundo alternativo, en donde habitaron otro tipo de objetos, toma estos mismos y los introduce en el ámbito del arte. Desde luego que este puede ser un gesto cultural, como el de Duchamp. Incluso en este caso, más allá de la ruptura estética que produjo, nos abre un horizonte para reflexionar sobre el objeto como tal.
Entonces, ¿qué es el arte objetual si no tiene su propia esfera, si es indistinguible como objeto de cualquier otro objeto? Y no hay como apelar a los elementos estéticos, porque los objetos del diseño son igual o más bellos que los objetos estrictamente artísticos.
Al parecer nos encontramos ante un callejón sin salida, que nos lanza directamente a los enfoques convencionalistas del arte y del diseño: ni esfera propia del arte objeto ni diferencias estéticas.
Una propuesta para salir de este impasse radica en ir en otra dirección: el arte objeto es el que pone en obra la forma en cuanto forma, la regla en cuanto regla, la indexación en cuanto indexación; esto es, que su finalidad es mostrar no tanto una forma específica sino el carácter formal de un objeto; que su tarea no trata de mostrar su funcionamiento, sino su ser útil en cuanto tal; que no es tan relevante si fue construida con esta regla o con otra, sino la visibilización del hecho de que todo objeto está sometido a reglas.