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martes, 4 de abril de 2017

Leer a Lacan. Seminario 6. El deseo y su interpretación. 4.

El deseo establece la relación entre “…entre dos seres que están sometidos a las condiciones del lenguaje” (Lacan, 2014, pág. 39), fuera del cual la comunicación entre ellos sería imposible. Sin embargo, nos encontramos con que hay dos sujetos al interior nuestro: “Creo que todas las dificultades que aquí se han planteado dependen de la no distinción entre los dos sujetos…” (Lacan, 2014, pág. 42)

¿Cómo entender esta afirmación tan explícita en Lacan? La distinción entre esos dos sujetos que están en el interior de cada uno de nosotros, tiene que ver con dos aspectos, el uno harto conocido y el otro que siempre está allí, pero que nos cuesta reconocerlo.

Por una parte, está el sujeto del conocimiento, aquel se enfrenta al mundo y lo aprehende, que coloca frente a sí a los objetos; este sujeto es aquel que estaba en capacidad de decir “Pienso, luego existo”. Sin embargo, no agota la totalidad de la subjetividad, la integralidad de lo que cada uno es. Hay algo más, siempre hay alguien más dentro de nosotros.

Y ese algo más, ese otro sujeto, es aquel que habla, que se define en cuanto lo hace, en cuanto se comunica con otro y mira cómo su deseo es en realidad el deseo del otro, que se expresa precisamente a través del lenguaje.

Es en este segundo sujeto en donde está el deseo; o mejor, en donde se encuentra el fantasma, que es el lugar del deseo: “Quiero decir que ese yo podría con gran facilidad ser seguido en el discurso mismo por un paréntesis: yo (que hablo), o yo (digo que)”. (Lacan, 2014, pág. 43)

Ese sujeto dual aparece cuando en el juego del lenguaje se produce una duplicación, que permite que ese otro sujeto haga su aparición, detrás de lo que cada uno dice, detrás de lo que dice el primer sujeto, debajo de los significados, están los significantes, que son el territorio de ese otro sujeto.
En el ejemplo de Lacan, cada uno de nosotros enuncia: “Yo digo que” hace mucho frío, por ejemplo; y a continuación, por la razón que sea, regreso sobre lo dicho, insisto, reitero. En esta reiteración del “Te repito que…” asoma ese otro sujeto.

“Este se torna muy evidente, como otros lo han señalado antes que yo, gracias al hecho de que un discurso formula Yo digo que, y que agrega y yo lo repito, no dice en ese yo lo repito algo inútil, pues lo que hace es precisamente distinguir los dos yo [Je] en cuestión: el que dijo que, y el que adhiere a lo que este ha dicho. Si necesitan otros ejemplos para percibirlo les sugeriré la diferencia que hay entre el yo de Yo lo amo (a usted) o de Yo te amo (a ti), y del Aquí estoy yo”. (Lacan, 2014, pág. 43)

Cuando se introduce el deseo y se pronuncia esta frase inconmensurable, brutal, “Yo te amo”, siempre, aunque no sea explícito, se tiene que sostenerlo, apoyarlo, con un “Aquí estoy yo”; en realidad, detrás del “Yo te amo” yace una demanda, una exigencia: “Mírame, aquí estoy yo”.

Así que, ¿en dónde está el deseo?, ¿cuál es el lugar que ocupa? Ya sabemos que el deseo está en el fantasma. Cuando alguien dice “Yo te deseo”, está haciendo algo que tiene consecuencias enormes: “La implicación del sujeto en el deseo siempre hace surgir esa estructura que, con derecho es prevalente. Decirle a alguien Yo te deseo es muy precisamente, decirle Yo te implico en mi fantasma fundamental”. (Lacan, 2014, pág. 50)

Yo te deseo” quiere decir que, ya que mi deseo es el deseo del otro, el deseo sobre el que se levanta el orden imaginario es el tuyo, estoy hecho, estructurado, con tu deseo; y todo lo que diga, en la medida en que el inconsciente está estructurado como lenguaje, lo hago con las palabras de los otros.
Con esas palabras de aquel que deseo me digo a mí mismo y les hablo a los demás, sabiendo que detrás de lo que diga está el deseo del otro: “Todo discurso es el discurso del Otro, incluso cuando quien lo sostiene es el sujeto”. (Lacan, 2014, pág. 43)

En la preciosa imagen que usa Lacan, Yo te deseo significa Tú eres bella, lo que quiere decir que relleno mi imaginación con estas “imágenes” que se derivan del deseo del otro

“…si ese Yo te deseo tiene algún sentido, es un sentido mucho más difícil de formular. Yo te deseo, articulado en el interior de uno mismo, si me permiten, en referencia a un objeto, tiene casi el sentido de Tu eres bella, en torno al cual se fijan, se condensan, todas imágenes enigmáticas cuyo raudal se denomina, para mí, mi deseo”.

Por eso cabe la pregunta: “A la pregunta ¿Acaso sabe lo que hace?, Freud responde No… Ese segundo piso solo vale a partir de la pregunta del Otro, a saber, Che vuoi? ¿Qué quieres?” (Lacan, 2014, pág. 44) y “el sujeto que habla no sabe lo que hace cuando habla, es decir, en función de ese inconsciente…” (Lacan, 2014, pág. 51)

Cuando el sujeto habla, ¿sabe lo que hace? ¿Tenemos una idea clara de las implicaciones que tiene hablarle al otro y demandar su deseo? ¿Sabemos las consecuencias de decir Yo te deseo? ¿Sabemos que estamos jugándonos a nosotros mismos completamente? ¿Nos enteramos de estamos colocando al otro como nuestro fantasma fundamental, en el centro de lo que cada uno es?

Cada uno cree que ha dicho su deseo y espera una respuesta a su demanda, la que fuere. Pero, desconoce, porque está en su inconsciente, que su exigencia no está dirigida realmente a tener una respuesta, la que fuere; sino que esa demanda carece de respuesta, porque el Otro no tiene la respuesta. ¿Qué podría decir el Otro si supiera que detrás de ese Yo te deseo, le estoy colocando en ese lugar crucial, que me define completamente, que es mi fantasma fundamental, aquel que organiza todo mi orden imaginario, con el cual -con el otro sujeto- me represento el mundo?:

“Es un significante del Otro, por supuesto, ya que la pregunta se plantea en el nivel del Otro que carece de una parte, a saber, justamente, del elemento problemático en la pregunta concerniente al mensaje”. (Lacan, 2014, pág. 45)

Se tiene que insistir en que no hay respuesta a una frase como “Yo te deseo” porque la otra persona podría decir, por ejemplo, “Yo también te deseo”, pero para ambos estaría oculto que se están colocando el deseo del otro,allá en lo profundo de cada uno, en su inconsciente.
Por eso Lacan, muestra que el tema de los significados se desplazan hacia los significantes: “…lo importante es que el sujeto no puede tener la respuesta porque la única respuesta es el significante que designa sus relaciones con el significante. En la exacta medida en que articula esa respuesta, el sujeto se aniquila y desaparece”. (Lacan, 2014, pág. 46)

  

Lacan, J. (2014). El deseo y su interpretación. Seminario 6. Buenos Aires: Paidós .

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