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viernes, 29 de enero de 2021

EL RITMO DE LA FORMA. ENSAYOS SOBRE LA FORMA 8.

 

Mirando los diversos trabajos sobre la forma que provienen de muchos campos del conocimiento y del arte se puede aseverar que hay una constante: la necesidad de repensar el formalismo, tanto para ir más allá de los límites estrechos de su comprensión como para mostrar el alcance efectivo de las formas.

Este es el primer paso que da Caroline Levine, Forms. Whole, Rhythm, Hierarchy, Network[1], que inmediatamente pone en relación las formas literarias con las formas sociales y estudia sus interrelaciones, el ir y venir de las unas a las otras, de tal manera que se trata de ver de qué manera las formas sociales se expresan en las formas literarias y viceversa: “Este libro aboga por ampliar nuestra definición habitual de forma en los estudios literarios para incluir patrones de experiencia sociopolítica como los de la escuela Lowood. Ampliar nuestra definición de forma para incluir los arreglos sociales tiene, como veremos, consecuencias metodológicas inmediatas”. (2)

La primera consecuencia que tiene es que el análisis formalista se extiende desde el campo literario al campo social y permite, al menos inicialmente, la superación de la dualidad que siempre nos atormenta, entre forma y contenido: “La tradicionalmente preocupante brecha entre la forma del texto literario y su contenido y contexto se disuelve. El análisis formalista resulta tan valioso para comprender las instituciones sociopolíticas como para leer la literatura. Las formas funcionan en todas partes”. (2-3)

Se torna indispensable una ampliación del sentido de la forma que incluya la mera forma superficial, así como los niveles mucho más abstractos y generales de esta, y que provienen, por ejemplo, del mundo de las ideas que son formas en Platón o del Eidos husserliano que fundamenta la fenomenología. Habría que decir que incluso cuando hablamos de las formas superficiales, como círculos, cuadrados, poliedros, en estos encontramos ese doble plano: las cosas concretas que tienen una determinada forma, así una hoja rectangular o una pelota esférica o el dibujo de un cuadrado, pero que no agotan el campo de estas formas, de tal manera que podemos definir lo que es un círculo o un cuadrado de manera totalmente abstracta sin hacer referencia a alguna de sus concreciones.

Se adopta una noción ampliada de forma: “Forma, para nuestros propósitos, significará todas las formas y configuraciones, todos los principios ordenadores, todos los patrones de repetición y diferencia” (3), que son principios abstractos que se vuelcan sobre lo situado: materia, política, estética.

Levine propone cinco modos de funcionamiento general de las formas:

1.      1. Restricciones formales: las formas delimitan campos en donde se dejan espacios marcados por dicha forma y otros que son excluidos. Dentro del campo marcado, la forma impone unos modos de ser de las cosas que pertenecen a ese campo.

 2. Las formas difieren: las formas son el fundamento de la diferencia; así que las corrientes diferencialistas, como las de Deleuze o Derrida, tendrían que incorporar en el origen del devenir o de la diferEncia el trabajo de la forma que los está produciendo.

3. Las formas se solapan e intersecan o colapsan: hay una dialéctica de las forma que hacen que estas presenten distintos tipos de relaciones, en una dinámica que va desde su simple sumatoria hasta relaciones conflictivas, de oposición, destrucción, eliminación.

 4. Las formas viajan: una de las cuestiones más difíciles de entender es ese aparente carácter atemporal de las formas que atraviesan por período históricos de larga duración, como el estado, el teatro, la poesía, la democracia, en un juego de continuidad y cambio constantes. Desde luego, una nueva comprensión de las formas tiene que insistir en que cada paso de una forma de una época a otra está determinado por aspectos socio-políticos. La forma se recrea en la nueva etapa. Y, por esto, nunca deja de ser un producto histórico.  “¿Por qué las pequeñas técnicas locales de disciplina, iniciadas en una institución, se extienden a otras, a menudo con una velocidad sorprendente? Utilizando mis propios términos en lugar de los de Foucault, quiero sugerir que es porque estas formas permiten la portabilidad”. (64)

 5. Las formas hacen funcionar la política en contextos históricos: uno de los elementos centrales de este entendimiento de las formas radica en mostrar cómo funciona en aspectos tan importantes como la política y de qué manera las formas políticas penetran en los ámbitos estéticos: “Y si la política es una cuestión de imponer y hacer cumplir los límites, los patrones temporales, las jerarquías sobre la experiencia, entonces no hay política sin forma”. (3)

Todos estos elementos se sintetizan en lo que Levine denomina el affordance de la forma: “Affordance es el término usado para describir los usos potenciales o acciones latentes en los materiales y el diseño”. (6) Esto significa que toda forma abre un campo de posibilidades en los que se despliegan procesos y surgen estructuras y patrones: “Se abre un campo de restricciones y posibilidades que se mueven en el espacio y el tiempo de tal manera que “cada forma o patrón, social o literario, reclama un limitado rango de potencialidades”. (6)

Así en el campo artístico se despliega una serie de formas que se indexan de diversas maneras y que, además, no se cierran sobre si mismas, sino que se abren hacia un desarrollo pleno, esto sería el caso, por ejemplo, del cubismo o del surrealismo: “Más que preguntarse qué intentan hacer o qué formas hacen, en vez de esto podemos preguntar cuáles son las potencialidades latentes -aunque no siempre obvias- en los arreglos estéticos y sociales”. (6)

De tal manera que la vida de las formas atraviesa la sociedad incluidos los aspectos políticos y simultáneamente el conjunto de las expresiones artísticas; nuevamente se trataría de poner en contacto las formas artísticas con las socio-políticas; así, como se ha estudiado, la relación entre las estructuras del derecho y las novelas de Kafka, o la manera que las formas esclavistas aparecen en el mundo de Faulkner despedazando las subjetividades blancas que no alcanzan a formarse sobre el fondo subalterno afroamericano que lo rodea:

“Las formas literarias y las formaciones sociales son igualmente reales en su capacidad de organizar materiales, e igualmente irreales en su condición de restricciones artificiales y contingentes. En lugar de tratar de revelar la realidad suprimida por las formas literarias, podemos entender la vida sociopolítica como compuesta en sí misma por una pluralidad de formas diferentes, desde la narrativa hasta el matrimonio y desde la burocracia hasta el racismo”. (14)

Una de las potencialidades más importantes en el affordance de las formas es el manejo del tiempo, de los procesos y sus estructuraciones que crean “patrones temporales repetitivos que imponen restricciones a la vida social” (49) y que Levine denomina ritmo. Estos ritmos muestran la manera cómo las temporalidades funcionan en cada sociedad y época organizando la vida entera.

Pero, contrariamente a las visiones puramente procesuales, los aspectos dinámicos de la realidad colapsan en patrones, series, conjuntos, articulaciones, planos de consistencia, persistencias, oscilaciones en el mismo campo, estructuras; y este conjunto se cruza con las formas estéticas y artísticas que lo expresan siguiendo sus propios estilos, géneros, uso de tropos. Ritmos de los mundos, ritmos del arte, que bailan o guerrean, relación de los tiempos estéticos con los tiempos sociales:

“Al leer los ritmos del mundo de manera formalista, atentos a los principios de organización temporal que rigen las organizaciones e instituciones sociales, encontramos un mundo social en el que las estructuras temporales a menudo se frustran o compiten entre sí… Para entender el poder político y social que ejercen las formas temporales -su capacidad para regular y organizar nuestras vidas -necesitamos un tipo de análisis capaz de revelar cómo los patrones temporales colisionan”. (51)

Levien puede concluir que se produce un colapso entre las distintas formas de los diferentes campos: “Ritmo es por lo tanto la categoría que siempre rechaza la distinción entre forma estética y otras formas de experiencia vivida”. (53) y que, por esto, “Podemos usar nuestro entendimiento de las affordances de los ritmos-repeticiones estéticos y de la diferencia, memoria y anticipación -para entender los ritmos sociales”. (52-53)



[1] Levine, Caroline, Forms. Whole, Rhythm, Hierarchy, Network, Princeton University Press, Oxford, 2015.

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