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martes, 9 de octubre de 2012

OBJETOS 3. LOS OBJETOS Y SUS PERSPECTIVAS.



Un objeto es una perspectiva sobre el mundo, un punto de vista que se introduce en él. Si bien muchas cosas son elaboradas por nosotros, su mirada sobre el mundo difiere en mayor o en menor grado de la nuestra.  
Por un efecto antropomórfico estamos acostumbrados a privilegiar nuestra mirada sobre el mundo, como individuos y como especie. Consideramos que cualquier otra perspectiva es una prolongación de nuestro modo de aprehender el mundo.
Aunque ahora este es un tema cuyo debate se ha generalizado y se ha puesto de modo, está con nosotros desde hace bastante tiempo, quizás desde objetos concretos que han tenido un profundo efecto social precisamente porque cambiaron la perspectiva que teníamos del mundo.
El efecto fotográfico es notable: segmenta el mundo de una manera distinta de la mirada humana aunque sea su prolongación; una vez que hace esto, la congela, la inmoviliza y la enmarca en un espacio y tiempo determinados. En la foto que nos toman estamos muertos: no pasamos, no transcurrimos, nos quedamos fijados, imagen congelada de nosotros mismos. (Una maravillosa aproximación a este tema se encuentra en Barthes Roland, Cámara lúcida.)
Como Walter Benjamin nos mostró, la fotografía cambió el panorama del arte para siempre, al permitir su reproducibilidad interminable, al borrar las distancias entre el original y la copia; y en el caso de la fotografía digital, al eliminar esta separación. (Véase Walter Benjamin, El arte en la era de reproducibilidad técnica o sus escritos sobre la fotografía.)
Las nuevas tecnologías han provocado la emergencia de objetos en donde la introducción de una perspectiva determinada sobre el mundo, provoca alteraciones radicales en nuestra forma de vivir y  en aspectos que son centrales para nuestra existencia.
Tomemos el ejemplo de una memoria flash y preguntémonos cómo se “ve” la realidad desde su lugar específico. Este artefacto provoca cambios en nuestra memoria en la medida en que la parte en dos: la que tenemos en la mente y la que transportamos en ese hardware. Así que el acceso a los recuerdos no solo se produce por un mecanismo psicológico de recuperar lo que se tiene  aunque no esté actualizado, sino por el uso externo de la memoria flash que conectamos y en la que buscamos lo que hayamos guardado.
Hay una economía de la memoria real porque podemos apoyarnos en una memoria virtual externa. Por otra parte, esta memoria virtual colocada en este artefacto diminuto se vuelve completamente transportable y transferible a otros aparatos, a otros usuarios que pueden acceder a “mi” memoria con tanta facilidad como “yo” lo hago.
Este objeto que lleva información redefine las escalas de la memoria: aquello que llevo en mi mente y que solo de manera fragmentaria puedo acceder; además, para guardar nuevo conocimiento estoy obligado a borrar, a ocultar otra información.
La memoria flash altera la medida de la memoria: no se trata de aquello que puedo recordar sino de una nueva capacidad de almacenamiento, que se mide en megabytes, gigas, teras. Y esta monstruosa capacidad de acumular información, modifica nuestro modo de apropiarnos y consumir el mundo.
Ahora poseemos más música de la que podremos oír en toda nuestra vida; una cantidad de libros que jamás leeremos; una acumulación de archivos que no sabremos que tenemos. Se trata, por lo tanto, no solo de tener en la memoria la música que quiero escuchar, sino que hay una lógica de acumulación.
Toda la música que he podido reunir aunque no sepa para qué. Con seguridad es inútil, excesivo; pero, me provee de la sensación de que es mío, de que está al alcance de mi mano, de que puedo disponer de esa información cuando yo quiera y como quiera.
Hay también una batalla económica por los derechos de autor, el copyright, las patentes; esto es, la lógica del capitalismo que ha penetrado en los mecanismos de la memoria. Esta es la perspectiva que tiene una memoria flash sobre el mundo, que es distinta de la nuestra y que además redefine profundamente nuestro modo de relacionarnos con nosotros mismos y con la realidad que nos rodea.

lunes, 8 de octubre de 2012

OBJETOS 2. LA VIDA DE LOS OBJETOS.



La primera imagen que se viene a la mente es la del muchacho que entra en la habitación del brujo y comienza a tocar las cosas que, inmediatamente,  cobran vida. Felizmente al final de la obra, el brujo entra y las cosas se calman. (Paul Dukas, El aprendiz de brujo)
Podemos imaginarnos una situación en la que el brujo no logra controlar a las cosas que han adquirido vida definitivamente. Esto es lo que nos pasa ahora con los innumerables objetos que pueblan nuestra vida, en todos y cada uno de sus aspectos.
Es una suerte de animismo generalizado. Pero, ¿qué significa realmente que los objetos se han animado? Conocemos ya desde hace mucho tiempo que los objetos intermedian entre las relaciones de las personas: cuando entramos a comprar en la tienda, son las cosas que vamos a adquirir las cosas se colocan entre el comprador y el vendedor; lo demás carece de importancia; o si estamos en la fila del banco, en donde el dinero se convierte en el gran mediador, en el equivalente general, en el modelo de la objetualidad.
Este fenómeno llamado fetichismos de la mercancía sigue existiendo de manera poderosa y ocupa los espacios de la vida. Sin embargo, con el desarrollo brutal de las nuevas tecnologías, la vida de las cosas avanza a otro nivel.
Digamos que la existencia de los objetos tiene una vida propia y no solo aquella que se deriva del hecho de que están transportando relaciones sociales, sirviendo de intermediarios, aunque no dejen de cumplir esta función.
Los objetos se vuelven sobre sus hacedores y conforman sus espacios sociales, políticos, subjetivos. Basta referirse al efecto de la entrada de la televisión en los hogares, los cambios radicales que provocan las computadoras, los celulares, en las interrelaciones humanas. Construimos nuestras subjetividades allí en medio de las cosas, empujadas por estas en una dirección o en otra.
Los objetos delimitan y le dan forma a la experiencia de cada uno de nosotros: nos conducen a ciertos mundos, nos alejan de otros, nos dicen lo que debemos sentir y lo que tenemos que desear. Son máquinas deseantes por las que somos devorados.
Además, los objetos son puntos de vista, perspectivas, modos de aprehensión del mundo  que o no coinciden o lo hacen parcialmente con la percepción humana. Tomemos la cámara digital y reflexionemos sobre la pixelación de lo observado y su reconstitución posterior, sobre el tipo de fragmentación del mundo que introduce: un campo gigantesco de resoluciones, un grado creciente o decreciente de percepción de los detalles del mundo. O esa enorme paradoja del avance incontenible de la televisión en 3D juntada con la peor crisis del cine; así que estamos obligados a ver una horrible película en 3D, como si eso resolviera o encubriera su falta de calidad.
Estos objetos no solo son formas de percepción propias del mundo sino que alteran nuestra percepción, son prótesis que nos convierten en ciborgs. La visión humana quedará completamente alterada, más aún cuando se termine de implementar e introducir en la vida diaria, los mecanismos de producción de realidad aumentada.
(Una discusión detallada de estos temas se puede encontrar en Bogost Ian, Alien phenomenology o What it´s like to be a thing, University on Minnesota Press, Minneapolis, 2012)

domingo, 7 de octubre de 2012

FORMA 3. ESQUEMATISMO FORMAL.



Hemos dicho que la forma es todo aquello que introduce una distinción, sin importar del tipo que sea esta: real, virtual, lógica, ideal, social, entre tantas otras. Se trata ahora de proponer un mecanismo de paso, un modo de transición, por medio del cual se produce la distinción.
Este elemento mediador que permite la concreción de la forma y el aparecimiento de las formas, es el esquematismo formal; o, si se prefiere, el entendimiento de la forma como esquema.
¿Qué es, entonces un esquema? Digamos que en la vida cotidiana o profesional estamos rodeados de esquemas de todo tipo: desde los diagramas de flujo hasta los moldes, los patrones, incluyendo los típicos manuales para construir o manejar algún aparato. También están los llamados esquemas mentales con su respectivo software.
Para los fines aquí propuestos, entendemos un esquema como un procedimiento que nos conduce hacia un cierto resultado claramente establecido. Es la estructura y los recorridos específicos en dicho estructura que se tienen que seguir.
Sin embargo, esta es solo una parte del esquematismo formal. La otra, que es tan importante como la primera, son las reglas. Los esquemas están acompañados de reglas, que nos indican las posibilidades, las restricciones, las prohibiciones, las capacidades que están frente a nosotros.
Las reglas se refieren al modo en que el esquema debe ser interpretado y ejecutado, si se quiere obtener el resultado previsto. Hay que insistir en su carácter de regla como contrapuesto a la ley. Las reglas se siguen con diversos grados de flexibilidad, desde los muy rígidos hasta los muy abiertos que permiten recorridos amplísimos.
Por lo general, las reglas del diseño y más en el caso de la moda, están codificadas de tal manera que hay procesos, pasos, secuencias, que se tienen que seguir; estructuras a las que hay que someterse. Y al mismo tiempo la apertura de infinitas posibilidades dentro de ese marco. Quizás incluso habría que señalar que es la existencia de las reglas la que permite la proliferación de sus variantes, interpretaciones, deslices, sesgos.
Las reglas del diseño –como esquemas formales que son- no están hipocodificadas; esto es, no son tan laxas que den lugar a interpretaciones sin límite –a semiosis ilimitadas- o a procesos radicalmente desordenados. Tampoco están hipercodificadas, a tal extremo que sea imposible cualquier variante.
Se coloca, si se quiere, entre las reglas lógico-matemáticas que son completamente rigurosas en su determinación de los procesos; y las reglas de la cocina en donde la capacidad de su variación y alteración prácticamente no conoce límites.
Las reglas de un determinado diseño, de una escuela, un estilo, una moda específica, pueden ser modificadas, alteradas, cambiadas hasta volverse irreconocibles. Lo que no sucede es la desaparición del régimen de reglas: si una de estas se quiebra o se altera para producir una moda sustancialmente nueva, esta última al venir a la existencia estará conformada por sus propias reglas.
El surgimiento de una moda se da de manera concomitante con la emergencia de las regulaciones que la producen y de las regulaciones a través de las cuales produce, permitiendo el surgimiento de un estilo, la persistencia de una corriente por un cierto lapso, sin lo cual la moda no existiría.

domingo, 30 de septiembre de 2012

OBJETO 1. ¿QUÉ ES UN OBJETO?

Las cosas más cercanas a la vida cotidiana son las más difíciles de conceptualizar. Pareciera que su eficacia estuviera sustentada en el ocultamiento de sus características profundas y de sus vastas potencialidades.
Si le pedimos a alguien que nos proporcione ejemplos de imágenes, objetos, formas, no encontrará dificultad en hacerlo; más bien habrá que decir: ¡suficiente! Por el contrario, si a esa misma persona le pedimos una definición de lo que es cada uno de los elementos mencionados, le colocaríamos ante una dificultad difícil de resolver. Quizás optaría por una demostración ostensiva: ¡Ese es un objeto!, nos diría, señalando a cualquier de estos que nos rodean.
Estoy de acuerdo con que es buen comienzo. Los libros, la mesa, la pantalla, los discos… son objetos. Aquello que manipulamos, aquellos que vemos, que sentimos porque tiene una materialidad serían objetos. ¡Concedido!
Continuemos, le diríamos. ¿Cómo, todavía hay más?, podría ser la respuesta. Efectivamente, hay más. Pensemos en un juego típico de computadora, como el World of Warcraft: ¡está lleno de objetos! Desde luego no son materiales, sino virtuales. Esto es, son objetos virtuales que, como los otros, podemos manipular, por ejemplo, con el ratón.
Ahora, imagínese que se queda dormido y sueña que está jugando. Allí usted se enfrenta a objetos imaginarios. También puede pensar en la silla que va a construir, que tiene un metro de alto, con esta forma u otra; y que es igualmente un objeto imaginario.
Trasladémonos a otro campo: a la informática. Un tipo de programación se denomina Programación Orientada a Objetos y es una de las más utilizadas. En este caso se manejan entidades lógicas que son objetos lógicos.
Por lo tanto, requerimos de una aproximación amplia que incluya TODOS los objetos, sean reales o virtuales, lógicos o imaginarios.
Tomo, en este momento, las propuestas de una corriente filosófica llamada Realismo Especulativo y, concretamente, el libro de Graham Harman, El objeto cuádruple. (Harman, Graham, The Quadruple Object, Zero Books, Alresford, Hant/UK, 2011)
Siguiendo a Harman, digamos que lo que existe es o bien objeto o bien relación. La serie de objetos que hemos mencionado son tales porque tienen una determinada unidad, que se mantiene durante un determinado tiempo y en un cierto espacio –real, virtual, lógico-:

“Pero todos son objetos unificados, aunque algunos estén confinados a esa parte del mundo llamada mente. Los objetos son unidades que muestran u ocultan una multitud de características.” (7)

Los objetos como unidades que pueblan los mundos reales e imaginarios, tienen que distinguirse de sus cualidades y de sus relaciones. En primer lugar, no pueden reducirse a sus cualidades, porque son más que la suma de ellas y porque se mantienen a pesar de que muchas de ellas se alteren o cambien.
En segundo lugar, los objetos entran en relaciones; ciertamente que nos sería imposible entenderlos fuera de los contactos que establecen entre ellos. Igualmente, es cierto que podemos aislarlos de una u otra relación, aunque fuera de manera temporal.
Se debe insistir en que este es un primer acercamiento a la noción de objeto, que nos ha permitido ampliar su significado para incluir al conjunto de los objetos, con la riqueza de su diversidad y, simultáneamente, entenderlos sin reducirlos a sus cualidades o a sus relaciones. 

miércoles, 26 de septiembre de 2012

FORMA 2. FORMA E IDEA.



Joan Costa en La forma de las ideas, Costa Punto Com Editor, Barcelona, 2008, adopta una tesis radical para relacionar estas dos nociones: “  -¿Las ideas tienen forma? – No, querida, las ideas no ´tienen´ forma, SON  formas.” (13)
No son cosas materiales con una forma física; entonces, ¿en qué sentido se puede entender que las ideas son forma? Me parece que Costa no extrae todas las consecuencias de esta idea profunda. Por el contrario, desvía la mirada  y va en otra dirección:
“La mente piensa con imágenes, y las imágenes aun siendo mentales, son formas. Ellas son la materia de la imaginación.” (15)

No es difícil de mostrar que se puede pensar a través de las imágenes. Por ejemplo, cuando alguien me dice: Hubo un incendio forestal, se me viene a la mente los bosques de ardiendo, las sirenas, los helicópteros que llevan agua. Cuando oigo que hay guerra en Medio Oriente, inmediatamente veo las imágenes de la televisión en el bombardeo “quirúrgico” de Bagdad.
Muchas ideas se transforman con facilidad en imágenes. Sin embargo, es difícil aceptar que TODAS las ideas son imágenes, y por lo tanto, formas. Si bien una puede tener muchísimas imágenes de la justicia, esta en su sentido más abstracto, se resiste a ser representada de ese modo. En el caso de la cosmología, en el momento en que se nos cuenta cómo ha sido el universo o cómo funciona la mecánica cuántica, hay una enorme resistencia a ser imaginada. Allí se piensa a través de la matemática.
Por otra parte, no parece conveniente un colapso entre idea e imagen, como si fueran equivalentes. Es mejor, por razones de una mejor comprensión del mundo –y específicamente del diseño- separarlas. Hay ideas que se transforman en imágenes; otras, no. En el diseño, esperamos que todas nuestras ideas se vuelvan imágenes, lo que no debe entenderse que hemos eliminado aspectos más conceptuales o culturales que yacen detrás este.
Entonces tenemos que modificar que la propuesta de Joan Costa: “Sí, pero el pensamiento maneja ideas, no formas. –Es que ellas son intrínsecamente formas. Son imágenes. La mente piensa con imágenes, porque lo que hay en la memoria son imágenes y datos.” (16)
Establezcamos, con Costa, que las ideas son forma. Luego digamos que muchos pensamientos son imágenes. Parte de la memoria está hecha de imágenes. Otros pensamientos no tienen  este tipo de representación; ni todo lo que está en la memoria es imagen.
Conservamos de Joan Costa la afirmación central: las ideas son formas. ¿En qué sentido se puede entender esta aseveración? ¿Cómo debemos comprenderla más allá de su reducción a imágenes? Para dar respuesta a este interrogante, adopto la siguiente definición de forma: 

                Forma es todo lo que introduce una distinción.

Tomemos un espacio vacío  como este:




Ahora introduzcamos en él un elemento:  





                                                              

Hemos colocado una forma en el espacio vacío y estamos en capacidad de hacer distinciones: arriba, abajo, a la izquierda, a la derecha del elemento. Esta es la forma como aquello que permite distinguir, que crea la diferencia en el mundo.

Hagamos este ejercicio con una idea:

                                                               Elegancia


En el espacio general de la moda, esta palabra introduce distinciones, permite que realicemos diferenciaciones: lo que es y lo que no es elegante, las características de la elegancia, la emergencia del concepto separándose de otros conceptos. Y luego las consecuencias que tiene su uso en la estratificación social: la elegancia como signo de distinción.
Esta idea segmenta el mundo de una determinada manera, corta el espacio de la moda, empuja  a la creación de realidades sociales, se convierte en un instrumento de análisis y comprensión de determinados procesos del diseño.
Para concluir diremos que las ideas son forma de una doble manera: una primordial, porque introducen distinciones en el mundo, a partir de las cuales transformamos y comprendemos la realidad; otra derivada de la primera, que señala que muchas veces pensamos a través de imágenes.

domingo, 23 de septiembre de 2012

HACIA UNA NUEVA DIALÉCTICA: 11.1. ROY BHASKAR: AUSENCIA-PRESENCIA.


Bhaskar coloca al “no-ser a la par que el ser”(44), que se sustenta en que se produce constantemente un proceso de-óntico; esto es, de pérdida de la realidad, de regreso de esta a la ausencia, al no-ser.
La ausencia aparece en ese proceso que lleva de lo ontológico, a lo óntico y a lo de-óntico; lo que significa: el ser que desemboca en las cosas y estas dejan de ser tales. Es la introducción de la irrealidad en la realidad. Por eso: “Presencias y ausencias pueden estar recursivamente incrustadas y sistemáticamente entremezcladas en toda clase de fascinantes maneras.”(44)
La imagen que emerge es la de un mundo que adquiere las más variadas formas, que van desde las realidades que vivimos cotidianamente hasta los espacios virtuales o hiperreales que cada vez nos son más cercanos. Por eso, la secuencia ausencia-emergencia está poblada de “intervalos, vacíos y pausas, deseos, fallas…” (45)
La ausencia es la riqueza de lo real; solo por medio de ella, otra realidad se hace presente, comienza a existir. De lo contrario, lo único que tendríamos es el peso aplastante del presente, de lo efectivo, de lo que está ante nosotros.
Tenemos que colocar y comprender que junto a los procesos de realización, necesariamente, concurren otros de des-realización, en donde la existencia se deshace, se pierde, la presencia se vuelve ausencia.
Aún hay que ir más lejos en esta consideración: la pregunta por las condiciones de existencia de cualquier fenómeno, tiene que ir seguida de su doble, la pregunta por las condiciones de su inexistencia, de su desaparición. Y su entrada a la nada, no es algo que le suceda como una especie de exterioridad maligna que la atrapa y de la cual quiere escapar.
Por el contrario, se deben hacer manifiestos, explícitos, aquellos elementos nucleares, internos, “esenciales”, de todo fenómeno que corresponden a los mecanismos de su disolución. Todo lo que existe contiene, desde el inicio, la forma de su inexistencia.
El vacío, la nada, a su vez, se arruga sobre sí misma para dar lugar a todo lo que existe: ausencia-presencia, indefinidamente. (Además esta es la imagen que nos proporciona la física contemporánea, aunque resultaecontra-intuitiva.)
La cadena completa quedaría de la siguiente manera:

                ontológico – óntico – de-óntico – óntico – ontológico…

En la realidad está contenido el principio de su i-rrealidad; y en la i-rrealidad está el universo entero. (Invito a reflexionar sobre las consecuencias que esta propuesta tendría para ámbitos como el estado, la sociedad, los afectos, la ley.)