La teoría propuesta por Descola se pone a prueba ante la obra de Jackson Pollock, por las rupturas que esta provoca y la dificultad de encontrar respuestas adecuadas que no se queden en los aspectos biográficos o no recurran a las tesis de la teoría del arte por el arte y la abolición completa de cualquier referencialidad y, por ende, la desaparición de la representación.
Si bien las
pistas seguidas podrían conducir a una conclusión diferente, Descola se detiene
quizás impulsado por probar que la estética y la ontología de Pollock son una variante
del analogismo. Afirmación que se sostendría en su alejamiento de la iconografía
indígena y de la figuración moderna. La obra de Pollock consistiría en mostrar
un modo operativo, una manera de expresar el hecho mismo de hacer arte
sin más conducido por la adopción de una técnica que sería el objeto mismo de
su arte.
Por eso, dando la espalda a la
práctica de las citas incrustadas, que es la menos interesante de las formas de
hibridación icónica, nos centraremos más bien en los modos operativos que los
artistas reivindican como su forma de mostrar más de lo directamente mostrado,
una manera en que sin embargo reconocen que les fue sugerida por tradiciones
que no se enseñan en las escuelas de bellas artes. Jackson Pollock y Joseph
Beuys son emblemáticos de esta actitud. (568)
A pesar de las
influencias directas de los modos de figurar del animismo de los nativos
americanos, dado que la reflexión de Pollock más bien es marginal y poco
conceptual, esta ontología, debe quedar descartada y hay que buscar en otro
lugar la explicación de su obra.
Ambos dicen estar influidos por el chamanismo y por la fusión con las fuerzas
naturales, sin que siempre sea posible distinguir en una retórica bastante vaga
si se refieren a una comunión de tipo animista con los no humanos o a una
búsqueda de la armonía con el cosmos, más característico de ontologías
analogistas. Así que es menos en lo que dicen que en lo que hacen donde debemos
buscar la clave de las intuiciones cuyas consecuencias figurativas han
desarrollado. (569)
Son dos vías las que
se abren para entender a Pollock. En primer lugar, recurrir a la propia
referencia de este al inconsciente, que sería la fuente de la que mana la máquina
operativa que le lleva al action painting, como una especie de
automatismo que se superpone a la consciencia y que empuja la voluntad del
artista más allá de él mismo:
Se pueden reconocer dos períodos en la
incorporación de Pollock de las imágenes chamánicas de los nativos americanos.
En el primero, lo utiliza como un medio icónico para explorar el vaivén entre
su inconsciente —"la fuente de mi pintura es el inconsciente"— y el
inconsciente colectivo junguiano, marcado por la idea de que los arquetipos
míticos revelan y dan forma a la experiencia humana. fusionando lo consciente y
lo inconsciente.
En segundo lugar, el analogismo que le permite a Descola sostener que
este es el modo de figuración al que adhiere Pollock. La técnica del goteo, dripping,
sería adoptada como procedimiento con el fin de mostrar de manera análoga
el mundo de la siembra al voleo o la imagen de las gotas de lluvia sobre
los sembríos. Como se sabe, esta técnica Pollock la toma de la figuración
nativa que construye sus representaciones sobre el suelo chorreando elementos
como las semillas, y de las técnicas, junto con los nuevos tipos de materiales
pictóricos, que aprendió con Siqueiros.
Aquello que entra en la figuración
del action painting sería la unión de las dimensiones que conforman los
mundos indígenas, esto es, la realidad social de las comunidades y los mundos
espirituales, sagrados, simbólicos, que le confieren de sentido.
A partir de 1947, las obras de Pollock se vuelven
cada vez menos icónicas y el uso de referencias amerindias se desvanece en
favor de la puesta en escena del arte como un proceso calificado de chamánico
gracias a la técnica del dripping, que consiste en el levantamiento de lienzos
de gran tamaño colocados en el suelo por goteo. pintarlo o proyectarlo… Este
método de dispersión evoca la figuración de la siembra o de las gotas de lluvia
en las culturas amerindias del suroeste, es decir una acción de fecundación, de
conexión del macrocosmos y el microcosmos del que dan testimonio las pinturas
navajo y que así sitúan estas grandes pinturas. por Pollock bajo el régimen
figurativo del analogismo.
Pollock deja de lado los elementos iconográficos para centrarse en las
relaciones que unen los mundos mencionados y que en último término ponen en
obra una particular manera de establecer la relación entre cultura y
naturaleza, encontrando un procedimiento que explicita los procesos de su
interrelación. El dripping no sería otra cosa que expresar de manera
análoga la relación de los nativos americanos con la naturaleza, especialmente
con el momento de la siembra y los ritos de fecundidad:
De apariencia más abstracta que las obras
anteriores, las pinturas del período de goteo son en realidad mucho más
concretas porque el artista se inspira en los nativos americanos que
“encontraron en ellas la naturaleza más que la naturaleza como motivo”; tienen
la fuerza conjunta e integradora de las figuraciones analogistas que fusionan
gesto e imagen tanto como imagen y fondo para hacer visible no un objeto tomado
aisladamente, sino todas las relaciones que le permiten existir dentro de un
proceso inclusivo. (570-571)
A partir de esta
síntesis de las posiciones de Descola surge la pregunta: ¿realmente se puede
sostener que el arte de Pollock corresponde a una ontología analogista? Pollock
pinta de manera similar, con los desplazamientos metonímicos del arte y construyendo
una técnica pictórica a partir de los nativos y de Siquieros, a las prácticas
de siembra y de los modos de figuración de los nativos americanos; y que se harían
a través de los automatismos psíquicos provenientes del inconsciente colectivo manifestados
en Pollock.
Sin embargo, los
hallazgos de Pollock van más allá de su limitada experiencia y comprensión del
mundo indígena norteamericano o de la escasa reflexión respecto de las
experimentaciones técnicas de Siqueiros. Para esto habrá que cuestionar la
tesis fundamental de Descola sobre el analogismo de Pollock e indagar por qué
está impedido de dar el paso y reconocer, al menos como posibilidad
interpretativa, una ontología animista en Pollock. Ciertamente, habrá que
desprenderse de las explicaciones psicoanalíticas o ponerlas en un contexto diferente.
Entonces ¿qué se
está figurando en estas obras? Si ha dejado de lado cualquier iconografía ¿qué
ha puesto en obra Pollock más allá de los referentes algo banales de la siembra
o de la fusión entre micro y macrocosmos? ¿Signo de qué es su obra, esto es, en
vez de qué está o qué es lo que expresa? Una respuesta negativa a estas
preguntas lleva, como se puede ver en gran parte de la crítica de su obra, a un
irracionalismo: la obra de Pollock no hablaría de nada, sería una especie de dadaísmo
llevado al extremo de haber perdido no solo la significación, sino la capacidad
misma de tener sentido.
Sostendremos,
como una hipótesis enteramente viable, que el action painting de
Pollock, gobernado por el dripping, se corresponde con un modo de
figuración animista. Para esto habrá que entender la obra de este período como
la figuración de ritos de pasaje que conectan mundos ontológicamente diferentes,
pero accesibles mediante procedimientos rituales.
Su obra figurara
la experiencia del pasaje de una esfera a otra, de la comunidad al espacio de
lo simbólico colocado allá afuera en un mundo propio. La similitud de la
técnica de pintar con la danza ritual, e incluso el hecho de provocar estados
alterados de la conciencia, estaría al servicio del rito de pasaje, que sirve
de puente entre campos ontológicos diversos, pero en ningún caso cerrados al
acceso mutuo.
Incluso es posible
dar un paso adicional en la interpretación de Pollock, partiendo de Descola
pero rebasándolo, para desprenderlo de su referencialidad étnica a los nativos
americanos y de la apropiación de la técnica de Siqueiros, y abriendo su obra
más allá de la trampa del gran pintor blanco norteamericano.
Es decir, señalar
con fuerza su capacidad de universalización. Su animismo, aunque sustentado en
los orígenes mencionados, figura -y representa- la relación difícil, tortuosa,
casi imposible de manejar adecuadamente, entre el orden social y la esfera
simbólica colocados al borde del caos y, simultáneamente, construyendo ciertas
pistas, constantes, recorridos que se forman en medio de ese caos.