Provisionalmente, como todas las reflexiones
aquí contenidas, ¿qué entendemos por metafísica? Antes que intentar una
definición se puede decir que hay cuestiones que son claramente metafísicas que
las tratamos de manera negativa o positiva, pero que están allí y son las que simulan
desaparecer únicamente para presentarse con otro rostro.
Las cosas que nos rodean existen; ciertamente
lo hacen de manera diferente: no es lo mismo la existencia material de un libro
que la de los personajes de ficción contenidos dentro de él; las matemáticas
tienen un modo de ser distinto de las nubes. Las cosas existen según sus
propios modos de ser. Al campo que analiza estos modos le denominamos ontología
regional.
Tratamos todo el tiempo de comprender la
realidad que nos rodea, desde la ciencia o desde cualquier otro saber. Nos es
indispensable para sobrevivir. Generalmente, nos enfocamos en una esfera
determinada desde una perspectiva. Esto da como resultado la emergencia de la
ciencia. Pero, es posible que dirijamos nuestra mirada a la totalidad de la
realidad, a todas las cosas que existen o son susceptibles de existir sin
importar el modo en el que lo hagan. Nos topamos, entonces, con la metafísica.
Sin embargo, cabe interrogarse por la ontología
general; esto es, ¿qué es un modo de ser? Y esta es una cuestión estrictamente
metafísica. Así la ontología general coincide con la metafísica. Desde luego,
esto sigue dejándonos a oscuras.
En las corrientes de pensamiento, que en
realidad son mayoritarias, que propugnan la clausura de la metafísica, con
cualquier matiz que se le quiera dar, se colocan de lleno en esta
consideración: los entes, las cosas, aquello que pertenece al mundo, debe
dejarse de lado, para evitar convertir el ser en un ente, sin importar de qué
clase de ente se trate. Como se ve, aquí asoma claramente la crítica a la
onto-teología, cuando se concibe algún tipo de ser supremo.
Desde luego, también hacen su aparición
propuestas que se niegan a seguir este camino y reivindican la concreción de
los entes, las experiencias específicas de los seres humanos, los fenómenos de
opresión y explotación, el dolor de los excluidos, de los condenados de la
tierra, como diría Fanon. Aquí también se esquiva a la metafísica, pero en
sentido contrario: queremos implicarnos de lleno en la realidad, aferrarnos a
los entes, tratar de entenderlos a cabalidad, especialmente a aquellos entes
que somos nosotros mismos.
Un rasgo que está presente, por ejemplo, en la
teología de la liberación: dejar los debates acerca de cómo hablar, comprender,
pensar, lo absoluto y entender que el camino de acceso privilegiado a dios son
los pobres. La comprensión metafísica de la trascendencia no es necesaria y se resuelve
con un acto de fe. Si bien se puede comprender el enorme valor e influencia que
tuvo la teología de la liberación, haría falta analizar las consecuencias de
dejar la comprensión de ese objeto de la metafísica, la trascendencia,
intocado. (Esto no implica ninguna toma de posición acerca del modo de ser de
dicha trascendencia ni se discute, todavía, si hay algo que no se puede
nombrar como algo que escapa al ser y al no ser y que, por lo mismo, cae fuera
de la metafísica).
No hay comentarios:
Publicar un comentario