Se puede decir que el
posestructuralismo contiene elementos contrahegemónicos, especialmente en sus
análisis y propuestas sobre el tema del poder, que incluso llegan hasta
formulaciones como las de Agamben y que van desde la micropolítica de Foucault
hasta la infrapolítica de Moreiras, atravesando por las más diversas variantes,
no sin ambigüedades y contradicciones.
Sin embargo, no se trata en este
momento de hacer ese recuento necesario, sino de preguntarse por el inicio de
este movimiento destitutivo, que luego es pensado por esas corrientes dispares.
Esto permitiría mostrar aquello que comparten a pesar de sus diferencias y
oposiciones, en la medida en que se asientan sobre un mismo suelo, sobre un
modo de contrahegemonía que es preciso sacar a la luz.
Se propone, al menos
provisionalmente, que las tesis de Simone Weil se ubicarían como aquellas que
fundan esta destitución, para lo cual habrá que alejarse de su entorno
teológico y mostrar la forma-de-vida cuya imagen se delinea detrás de los
debates en torno al cristianismo.
Dos núcleos propositivos se
pueden encontrar en el interior de sus reflexiones: la estructuración de la
vida definida desde la categoría de “imposibilidad”, que nos caracterizaría, de
la cual no podemos ni debemos escapar y frente a la cual hay que hace el
ejercicio de la “atención”. Y la inauguración de la doble prescripción, como
variante del doble vínculo, en el cual igualmente hay que demorarse, del que no
se puede escapar en su irresolución que escapa a una dialéctica de la
reconciliación o de la resolución en un tercero externo y superior.
(Cabe preguntarse si las
formulaciones de Dietrich Bonhoeffer en sus escritos desde la cárcel al final
de su vida, no van en la misma dirección que Simone Weil, en la misma época y
frente al mismo terrible enemigo, que mata a los dos aunque de distinta
manera).
Serían estos elementos
contrahegemónicos los que pasan, con muchas variaciones y respuestas, al
pensamiento posestructuralista y a gran parte de la filosofía política del
siglo XXI y que se los irá mostrando como derivados de este momento
destitutivo.
El entendimiento cabal de estos
momentos de destitución deberá ser colocado sobre la realidad social y
económica que les subyace y que muestra el origen de esa contrahegemonía y
desde dónde proviene la forma que adopta: imposibilidad y doble prescripción.
Me refiero al hecho de estar sumergidos en el capitalismo tardío y en la
consecuencia que tiene sobre la vida: la vuelve invivible.
Aquí entra de lleno Bolívar
Echeverría, que pensaría el vínculo entre ese capitalismo tardío y esa
imposibilidad de vivir, de oponerse al poder, de escapar del poder.
Aunque Reiner Schurmann es
posterior cronológicamente, utilizaré su terminología como una expresión
acertada de lo proponía Simone Weil, más allá o por debajo de los debates
específicos en los que se encuentra embarcada. Me refiero a los conceptos de
institución, destitución, doble prescripción (doble vínculo).
Finalmente, un gran
cuestionamiento acerca de la posibilidad de ir más allá o colocarse por fuera
de la imposibilidad de escapar a la doble prescripción y, por lo tanto,
transitar desde la micropolítica a la macropolítica, o encontrar una manera de
transitar, en la lógica del doble vínculo, entre la política y la impolítica,
entre el poder constituyente y la constitución, entre la operatividad de la
política y de someter al poder a la inoperatividad, entre la infrapolítica y la
suprapolítica; esto es, detener la máquina estatal, la máquina opresora.
Introduciré, además, el concepto
de transición predatoria como posibilidad estratégica de navegar entre la
política y la impolítica, aunque tenemos claro que es una transición detenida
en el tiempo congelada entre la imposibilidad de la vida en la época del
capitalismo tardío y la inexistencia actual de una propuesta alternativa de
forma-de-vida.
En esta transición que no termina
de pasar a otra época, a otra cosa, el carácter predatorio –caníbal- se propone
como el dispositivo mediante el cual volvemos contra sí mismo aquellos
elementos de la hegemonía capitalista, aunque tengamos que batallar como
Sísifo, una y otra vez contra el estado que reprime, absorbe, deshace,
banaliza, las formas de resistencia que surgen en un momento dado.
Todo esto, como es visible, se
refiere a un programa general que presenta el panorama general de la
investigación a realizarse.