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martes, 15 de marzo de 2016

LA FORMA-DE-VIDA JAMA COAQUE.

La cultura Jama-Coaque ha merecido diversos estudios, generalmente enfocados sus aspectos particulares. Los estudios comprensivos son escasos y cortos, formando parte generalmente de historias, historias del arte o recopilaciones sobre arqueología. Una de las escasas excepciones es el estudio de Gutiérrez, El eje del universo, que nos servirá de base para las reflexiones que vienen a continuación. (Gutiérrez Usillos)

A fin de aproximarnos a la forma-de-vida Jama-Coaque, hay que hacer una serie de preguntas tendientes a develar este modo de existir, que muestra tanto sus procesos de diferenciación con los otros grupos así como sus préstamos y continuidades.

Por otra parte, el interés de reconstruir con los elementos que se tienen esta forma-de-vida Jama-Coaque no radica solamente en la necesidad de su comprensión o en una curiosidad intelectual; por el contrario, se trata de sacar a la luz aquellos aspectos que pueden iluminar la existencia nuestra ahora, así como de retomarla y seguirla desarrollando, por ejemplo, a través del arte y del diseño. Queremos que esta forma de vida vuelva a la vida.

Estas cuestiones muestran la dirección en la que deberíamos trabajar, a fin de no solo de tener una aproximación arqueológica o desde la historia del arte a la cultura Jama-Coaque, sino aproximarnos a ella para entenderla como una forma-de-vida, que define tanto un modo de existencia y un campo harto definido de posibilidades de desarrollo, de curso de acciones diversas, de elecciones política y estéticas.

1.       La forma-de-vida Jama-Coaque atraviesa varios siglos, desde el 400 d.c. hasta el 1650 d.c. Es un larguísimo período que requiere de una explicación. Para Gutiérrez Usillos la razón de su persistencia estaría en su matriz religiosa y mítica:

“En realidad, su presencia a lo largo de todos esos siglos ratifica la continuidad de una tradición religiosa y un pensamiento mítico que dio consistencia a esta cultura, verificando su larga pervivencia”. (Gutiérrez Usillos 26-27)

Podemos interrogarnos sobre la suficiencia de esta hipótesis que, por otra parte, no se desarrolla: ¿qué elementos entrarían en juego para que haya una persistencia tan larga de una cultura con una marcada continuidad en su modo de vida?

Digamos, entonces, que debieron ser un conjunto de factores que permitieron que los Jama-Coaque se mantuvieran a lo largo de estos 800 años, en donde necesariamente entran en juego los aspectos económicos y los mítico-religiosos.

2.       ¿De qué manera la forma-de-vida Jama-Coaque pudo resolver adecuadamente los temas de la superviviencia, administrando correctamente los recursos, combinándolos probablemente entre comercio y agricultura, evitando las catástrofes naturales con un enfoque ecológico que permitiera la continuidad del grupo?

3.       La forma en que se caracteriza en desarrollo de las culturas de la costa ecuatoriana sigue el patrón bastante conocido de establecer unas fases definidas; Formativo, Desarrollo Regional e Integrativo;  la cultura Jama-Coaque se inicia en el Período de Desarrollo Regional y se continúa en el Período de Integración.

¿Este enfoque evolucionista que, en realidad llega hasta la formación del Estado, explica la forma-de-vida Jama-Coaque o, por el contrario, hay en esta cultura una “negativa” a avanzar hacia formas estatales de organización, peor aún a la conformación de algún tipo de imperio?
Digamos que esta cultura se mantiene en la forma de cacicazgos con una estructuración muy compleja que, al parecer, no requiere de “evolucionar” hacia formas estatales, como si esto fuera una suerte de destino necesario. Subyace una visión hegeliana de la historia, en donde el estado es la culminación del desarrollo histórico de los pueblos, que llega a ser tanto su plena realización como el lugar de resolución de sus principales contradicciones.

La forma-de-vida Jama-Coaque persiste en la historia, con su continuidad, sin formar un estado y lo hacen de manera exitosa. A esto habría que añadir un aspecto fundamental: la negativa a formas un estado tiene como correlato una fuerte “sociedad civil”, en donde e distingue el poder civil del religioso.

Gutiérrez Usillos insiste en que era una sociedad teocrática, pero él mismo pone los elementos para negar esta hipótesis:

“Y llegamos al punto clave a dilucidar, pues esa preponderancia de centros ceremoniales y grandes tolas piramidales, induce a pensar que los pobladores de la cultura Jama-Coaque conformaron un cacicazgo sacerdotal o una jefatura teocrática.” (Gutiérrez Usillos 31)
Y a continuación señala la imposibilidad de sostener esta hipótesis:

“Algo que es difícil de demostrar, si bien la presencia de figuritas de caciques sobre taburetes, claramente diferentes de los chamanes y de los guerreros y otros grupos masculinos Jama-Coaque, indica que los sacerdotes no eran quienes ejercían el poder político de forma manifiesta.” (Gutiérrez Usillos 31)

Desde luego, no se explica en qué consistiría ni de qué forma se daría este gobierno oculto de los sacerdotes. Una conclusión mucho más lógica es que estos cacicazgos están estructurados en diversos grupos, en donde las estructuras políticas no se confunden con las religiosas ni con la vida civil.

4.       Sobre la continuidad cultural, incluidos los aspectos estéticos: si bien es cierto que dependen directamente de esa matriz mítico-religiosa, sin embargo, ¿no hay otros elementos que escapan a esta esfera o que se interrelacionan con ella sin disolverse y que tendrían que ver con el surgimiento de una rica “sociedad civil”, marcada por ejemplo por un ritualismo extremo, que penetra en todas las esferas de la existencia?

Podría ser, hipotéticamente, que esta “sociedad civil” no reducible al ámbito religioso, el que explique la gigantesca producción de formas artísticas, que avanzan en ese interminable juego de cambio y continuidad.

Solo las exigencias de la sociedad explicarían la vastedad de producción de formas y evitaría ese congelamiento en unas representaciones exclusivamente mítico-religiosas. Bastaría poner el ejemplo de los sellos que, con seguridad, iban más allá de este ámbito en su función social, probablemente ligadas al ritual y al prestigio.

Según Gutiérrez Usillos: “En el caso de la cultura Jama-Coaque, a juzgar por su gran estabilidad temporal, parece que constituyó un complejo entramado mitológico-simbólico altamente eficaz.” (Gutiérrez Usillos 30)

Diríamos que es preciso separar estos dos momentos: de un lado el “entramado mitológico” y de otro “el orden simbólico” que no quedaba reducido a su función religiosa, sino que formaba parte del “entramado social”.

Gutiérrez Usillos, Andrés. El eje del universo. . Madrid: Ministerio de Cultura/Museo de América/Ministerio de Cultura del Ecuador, 2011.










lunes, 9 de marzo de 2015

ESTÉTICA JAMA COAQUE: MINDALAE, TSÁNTSICA, RITUAL Y GESTUAL

1.  Una comprensión adecuada de la estética de los pueblos ancestrales exige que delineemos, aunque fuera de manera provisional, sus características generales que, ciertamente se especifican para cada una de las culturas y para cada momento del desarrollo de estas.

Presuponemos que a pesar de las diferencias hay un suelo común, un régimen estético que promueve unas sensibilidades con parentescos cercanos, con formas próximas, con técnicas compartidas, con ritos y dioses comunes, si bien hay que insistir en las distintas resoluciones formales de cada una de ellas.

Por eso, se puede tanto encontrar una estética general que las atraviesa a todas y al mismo tiempo unas estéticas concretas que desembocan en estilos plenamente definidos y por medio de las que las distinguimos de otras. Esto se debe, además, a la sostenida y profunda serie de contactos, préstamos, influencias, apropiaciones que se dieron en los pueblos ancestrales del Ecuador.

Estas características funcionan ante todo como una hipótesis de trabajo que deberá ser confrontada con cada cultura, a fin de establecer su grado de pertinencia, su valor explicativo, su capacidad de mostrarnos tanto las similitudes como las oposiciones entre las estéticas de los pueblos ancestrales del Ecuador.

(Queda sin tratar el tema de las relaciones de esta estética con las sensibilidades y las formas de otros pueblos de Amerindia, cuestión que ha sido estudiado y bien documentada. Por ejemplo, muchos temas míticos son compartidos por varios pueblos amerindios así como técnicas y motivos.)

Quisiera señalar cuatro características generales de la estética de nuestros pueblos ancestrales:

Estética Mindalae
Estética Tsántsica.
Estética Ritual
Estética del Gesto

La Estética Mindalae toma este elemento de la vida de estos pueblos como metáfora que se traslada al plano de las formas y que se refiere a la proliferación, multiplicidad, variación, parafernalia de su estética, dada por los contactos y las apropiaciones.

La Estética Tsántica hace referencia a la necesidad de devorar tanto los espíritus humanos como los divinos y establecer de manera harto visible los ritos de pasaje de un mundo a otro, de una esfera a otra.

La Estética Ritual: nuestros pueblos se caracterizan por su profunda ritualidad que no se agota en el campo mítico, sino que penetra la vida cotidiana en todas sus esferas y que se apoya de manera decidida en los objetos estéticos que marcan o expresan esta mirada sobre el mundo.

La Estética del Gesto que aleja a los distintos productos artísticos (que muchas veces son también funcionales) de su hieratismo y que introducen un gesto irónico, humorístico y que se integra enteramente con la Estética Ritual.

Debajo de este conjunto yace una forma compositiva que tiende a ser constante y que se diferencia radicalmente de lo que conocemos en Occidente. Me refiero a esos procesos formales que mezclan figuración y abstracción, que combinan las figuraciones para volverlas simbólicas, que desarrollan un realismo especulativo, nombrado muchas veces como estilizaciones, pero que es mucho más que esto.

Ahora veamos cómo estas características funcionan en la cultura Jama-Coaque.

El pueblo Jama-Coaque como comerciantes navegantes estuvo constantemente sometido a encuentros con otras culturas, a intercambios, a préstamos y apropiaciones del conjunto de los aspectos de su vida, desde las técnicas agrícolas hasta los aspectos específicamente estéticos, pasando por la mitología.

Contactos que inevitablemente estructuran y redefinen la sensibilidad de los pueblos y por lo tanto, la forma que adopta sus regímenes estéticos que, además, le permite diferenciarse de los otros fenómenos culturales de las culturas que le rodean, a pesar de los parentescos evidentes.

Una sensibilidad que se une a una ansiedad por la representación, a la búsqueda incesante de formas innumerables que, a partir de ciertas definiciones básicas, prolifera, se hace y rehace permanentemente, se desplaza activamente expandiendo los límites de su estética.

Probablemente este afán desmesurado por la representación –figurativa y abstracta- se corresponde con una sociedad en donde el prestigio jugaba un papel importante. Más allá de esto, no es difícil de imaginar que hace su aparición la necesidad de diferenciarse, de individualizarse, de marcarse como personas y grupos tanto en los sellos como en las esculturas.

Aunque no podamos reconstruir con certeza el origen de la proliferación, quizás tiene que ver con la constante percepción de la diversidad. El mindalae encuentro frente a sí culturas diferentes, otros modos de vida, maneras de existir, de pensar, de gobernar, de relaciones alejadas de las suyas con el mundo de los espíritus de los dioses. La estética se contagia de esta conciencia mindalae, se convierte en estética mindalae: registro interminable de los contactos, rastreo incesante de formas, serialización y desplazamiento que vuelven una y otra vez a sus grandes temáticas, como hemos dicho, figurativas y abstractas.

Y, como su reverso negativo, la oposición a una lógica de la centralidad única. Diversos centros de poder que no conducen hacia un estado, que no son la versión previa a la aparición del estado. Aunque esta es la versión que predomina en los estudios arqueológicos, penetrados por una visión evolucionista, como si el estado fuera el destino inevitable de los pueblos.

La cultura Jama-Coaque se desarrolla a través de varios siglos –desde el 350 a.c. hasta el 1600 d.c. (Gutiérrez Usillos, 2011, pág. 19) y si bien hay un territorio delimitado, este no funciona como un estado, sino como una organización de comerciantes: “Lo más probable entonces es que Jama Coaque, como sociedad compleja, estuviera organizada socialmente en clanes o familias extensas, aquello que los españoles llamaban parcialidades…” (Gutiérrez Usillos, 2011, pág. 31)

Esta es una estética de lo parcial, en el sentido de la proliferación de lo particular, que se aleja de unas formas completamente centralizadas, como en los incas, y se distancia de las manifestaciones puramente individuales. Y que es compatible, enteramente, con la forma de vida de comerciantes navegantes y agricultores.



Ilustración 1  Jama Coaque. Bandeja de Tabaco


Así que la estética mindalae representa y expresa esta forma de vida, siempre de un modo metonímico, bien a través del ritual o del gesto, como veremos más adelante.

El régimen estético mindalae es, simultáneamente, tsántico, como parte de una aproximación caníbal al mundo, que se ve no solo en las tsantsas y en los sacrificios humanos, sino en el conjunto de las manifestaciones artísticas. Es una sociedad en donde el conflicto está al orden del día y el choque con los otros –humanos o divinos- siempre está presente.

Una estética tsántsica que cumple una función: representarse el pasaje del mundo de los Jama Coaque a de los espíritus, que requiere que devoremos a los dioses y seamos devorados por ellos, produciendo el aparecimiento de esas expresiones artísticas en transición constante, que media entre esos mundos.

Dioses y chamanes sufren procesos de transformaciones en esos encuentros; no pueden permanecer tales como son, porque pertenecen a regiones ontológicas incompatibles, que al ponerse en contacto directo se destruirían.

Religión y mitología que elevan a la categoría de ideal, de paradigma, la forma de vida Jama Coaque que, para mantener su identidad, tienen que cambiar, alterando sus patrones estéticos, incorporando otros componentes. Solo de esta manera ha sido posible que una cultura permaneciera durante tantos siglos, sin agotarse, por esa insistente persistencia de lo diverso en la matriz de lo propio. Por lo tanto, estética tsántsica.

Las formas concretas que adopta su régimen estético, derivándose de los mindalae y lo tsántsico, se encuentra con una sociedad altamente ritualizada, quizás en cada uno de los aspectos de la vida no solo religioso sino social.

Parecería que cada aspecto de la existencia está sometido a un ritual, tal como la encontramos en su arte. En este sentido, es un arte del ritual, que se pega a este fenómeno y que se alimentan uno al otro.
El arte ritual habría servido para mostrar este aspecto de la existencia; aunque se incorporaría con igual fuerza la necesidad de “congelar”, de establecer el tipo de ritual con su significado preciso, como paradigma a seguirse por parte de sus habitantes.

El arte ritual dice: “así se hace, de esta forma”, para cada una de los innumerables situaciones míticas o cotidianas. Tenemos rituales: nacimiento, paso a la pubertad, rituales de las sacerdotisas, iniciación masculina, matrimonio; y otros ligados, por ejemplo, a la lluvia: propiciación de la lluvia, con conchas, conjuración de tormentas, conjuración del viento, de la sangre para provocar la lluvia, sacrificios humanos y una multitud de otros rituales cubriendo la vida entera. Por eso, estética del ritual. 

Y como si esto no fuera poco, se incorpora a la estética del ritual los gestos, convirtiéndole en una estética del gesto ritual. Los gestos y las posturas adquieren valor simbólico y se hipercodifican.
Por ejemplo, las manos en horizontal, con las manos abiertas y las muñecas flexionadas significarían  “una posición básica de respeto y que se utilizaría también para presentarse ante la divinidad.” (Gutiérrez Usillos, 2011, pág. 320)

En otro caso, el medio puño con los dedos flexionados y los pulgares extendidos “en las figuras femeninas junto con la presencia del tatuaje o pintura corporal es la que hace suponer que estas representaciones de mujeres deben interpretarse en un contexto religioso, bien como un ritual concreto o probablemente como sacerdotisas en actitud de culto.” (Gutiérrez Usillos, 2011, pág. 322)
En esa dinámica de la proliferación los gestos se multiplican: medio puño invertido, medio puño frontal, brazos en horizontal con dedos corazón y pulgar en contacto, mano en la frente, etc.

1.    La estetización del mundo.

Andrés Gutiérrez Usillos utiliza el término “parafernalia” para referirse a las representaciones de los chamanes, ciertamente enmarcados en las funciones rituales de estos. Sin embargo, esta parafernalia muestre igualmente la variedad, riqueza, diversidad, elegancia, lujo, proliferación, de su estética. (Gutiérrez Usillos, 2011, pág. 81)





Ilustración 2  Jama Coaque. Figura con las manos en la boca

La ansiedad de representación, de la necesidad imperiosa de duplicar el mundo real a través de la cerámica, ciertamente que está vinculado al manejo de lo mítico; pero esto es insuficiente para explicar su proliferación casi sin límite.

Los actos de la vida entera, sagrados o profanos, referidos a los dioses o a las costumbres, son estetizados, conduciendo a los Jama Coaque a la invención de su propia belleza, elegancia, lujo. Una estetización que, como he dicho, está lejos de ser marginal, sino que penetra en la trama social y en su orden simbólico.

Desde luego, es el los chamanes en donde se puede ver de mejor manera este fenómeno. Así encontramos chamanes con tocados de caracoles que son sacerdotes de la lluvia, chamanes con tocados de aves, con crustáceos, con serpientes, con instrumentos de viento, de percusión, danzantes, utilizando alucinógenos, ejecutando rituales con anfibios, con conchas, conjurando tormentas y vientos, realizando sacrificios humanos, chamanes con gestos rituales: manos en horizontal, medio puño, medio puño invertido, medio puño frontal, brazos en horizontal con dedos corazón y pulgar en contacto. (Gutiérrez Usillos, 2011)

Luego las divinidades múltiples, ataviadas con esa misma estética de la elegancia y la proliferación. Y más aún, la infinita combinatoria de los sellos, que ayudan a marcar el orden de lo particular, de esta familia, de este cacique, de este gobernante, seguramente diferenciado para sus respectivas funciones.

Cada  una de estas categorías se parte en otras tantas subcategorías, presentando un panorama vasto, de esto que he llamado una estetización del mundo, que abarca su entero modo de existencia.
Más aún, esta estética complexiva se convierte en el mediador de las relaciones sociales. Uno no puede mostrarse sin el atavío, sin el tatuaje, sin la vestimenta apropiada, realizando los gestos que están predeterminados y altamente ritualizados.

Mediador que tiene que ver, además, con la serie de transformaciones que deben llevarse a cabo a fin poner en contacto el mundo de los espíritus con el mundo de los seres humanos. La estética es el gran mediador entre esos mundos, en la medida en que permite el contacto entre órdenes ontológicos diferentes.

Salvando las distancias gigantescas, espaciales y temporales, esa estética complexiva Jama Coaque pareciera encontrarse con los actuales fenómenos del capitalismo artísticos, tal como lo describen Lipovetsky y Serroy: “…está igualmente en la raíz de una verdadera economía estética y de la estetización de la vida cotidiana: en todas sus partes lo real se construye como una imagen que integra en ella una dimensión estético-emocional que se ha vuelto central en la competición de las marcas.” (Lipovetsky y Serroy, 2015)

Nos permite aproximarnos a una forma de vida en donde la estética penetraba en todas las esferas de la vida, sin dejar nada fuera de ella. Incluso en la vida diaria habrían vivido, como nosotros por el imperio de las marcas, sumergidos en una exigencia constante de estetización, en la búsqueda incesante de la imagen, del duplicado artístico, en la persistencia ya no de la memoria sino del gesto que embellece, que adorna, que permite la relación social y la aproximación al mundo de los dioses.


Bibliografía

Cummins, Burgos, Mora. (1996). Huellas del pasado. Los sellos Jama Coaque. Arte prehispánico del Ecuador. Quito: Banco Central del Ecuador.
De Landa, M. (2006). A new philosophy of society. Assamblage Theory and Social Complexity. London/New York: Continuum.
Gutiérrez Usillos, A. (2011). El eje del universo. Chamanes, sacerdotes y religiosidad en la culura Jama Coaque del Ecuador Prehispánico. . Madrid: Ministerio de Cultura/Ecuador, Ministerio de Cultura/España, Museo de América.
Latour, B. (2007). Nunca hemos sido modernos. México: Siglo XXI.
Lipovetsky y Serroy. (2015). La estetización del mundo. Vviri en la época del capitalismo artístico. Barcelona: Anagrama.








domingo, 27 de abril de 2014

ESTÉTICA DE LOS SELLOS JAMA-COAQUE. 1.

Hay un extraño fenómeno con los sellos Jama-Coaque: los encontramos con mucha facilidad, pareciera que es lo primero que aparece cuando nos aproximamos a las culturas ancestrales; y, de otra parte, es difícil verlas, están ante nuestros ojos pero el entendimiento pleno sobre ellas se nos escapa.

Y esta situación no solo se produce ante los ojos de la gente sino incluye a los expertos, a aquellos que escriben en los catálogos de las muestras, en muchas de las aproximaciones históricas. Si bien son los arqueólogos los mejor preparados, sin embargo, captar su estética termina en generalidades que probablemente son válidas para cualquier cultura ancestral en cualquier parte. En el mejor de los casos, tenemos documentos descriptivos que son un buen punto de partida.

Utilizo, como puerta de entrada, uno de los mejores textos que trata de dar cuenta del fenómeno estético, en el contexto de la vida del pueblo Jama-Coaque, digamos de lo poco que sabemos de ellos: Cummins, Burgos, Mora, Huellas del pasado. Los sellos Jama Coaque. Arte prehispánico del Ecuador, Banco Central del Ecuador, Quito, 1996.

En estos casos, en donde la información es tan reducida y la riqueza de las formas tan extensa, cabe aplicar como método para el análisis estético un “realismo especulativo”: realismo por el férreo sometimiento a los datos que tenemos tanto arqueológicos como aquellos que emergen de lo que vemos directamente en sus objetos –las formas en los sellos-, y especulativo, porque podemos tomar las formas como punto de partida para una reconstrucción de su estética, que siempre será provisional e incompleta.

Como parte del Período de Desarrollo Regional, la cultura Jama-Coaque se inicia hacia el 300 a.C y llega hasta el 800 d.C, los sellos forman parte de las manifestaciones estéticas efímeras –excepto cuando se usan como collares o como adornos- y constituyen “un paso intermedio hacia la aplicación de colores y diseños sobre superficies planas o curvas.”(18)

De hecho, los autores citados –ciertamente de paso- terminan por nombrar al arte Jama-Coaque como “artes decorativas efímeras del Ecuador prehispánico.”(19) Lastimosamente los términos tienen una carga semántica demasiado fuerte, porque son leídas a partir de lo que conocemos del arte occidental y queda la sensación de que se están refiriendo a un arte de segunda clase, inferior y, además, pasajero.

Entro ahora en los diferentes aspectos de los sellos, siguiendo a Cummins et al., y formulando algunas cuestiones que nos sirvan de guía para una elaboración de su estética, manejando un “realismo especulativo”, tal como se ha dicho. (Sigo la numeración de los sellos tal como han sido catalogados en la obra citada, para facilitar su reconocimiento.)

1.    Abstracciones y representaciones: “No encontramos en los trazos de los sellos, señales de torpeza o equivocación; los diseños fueron cuidadosamente elaborados de acuerdo a abstracciones geométricas o representaciones figurativas altamente estilizadas, basadas en arreglos simétricos o asimétricos que, a veces, contienen elementos contrarios a los patrones de los diseños.”(21)

 

Figura 45

No hay una evolución que vaya desde lo figurativo hacia lo abstracto, sino la plena coincidencia de los dos, en donde tienden a confluir las representaciones estilizadas al máximo para hacer juego con los elementos abstractos; y, a su vez, las abstracciones que se inclinan sobre las figuras, para dialogar con ellas. Un arte que es simultáneamente abstracto y figurativo.
Las formas siguen la lógica de un doble vínculo (Spivak, An aesthetics education in the era of globalization), porque habitan en los dos extremos y llevan a la mirada en una secuencia interminable –en el sello- de representación y abstracción. ¿Se podría denominar a este estilo algo así como figuraciones abstractas o abstracciones figurativas? Esto exigiría romper con la dicotomía entre los dos términos, que impide en Occidente enunciarlas juntas, porque han sido colocadas como opuestos que no pueden juntarse.

2.    Positivo-negativo: “El primero y que prevalece es el estilo lineal, en donde encontramos líneas delgadas y elevadas, ya sea sutilmente curvas o arregladas en formas angulares alrededor de la superficie del sello. Estas áreas están ubicadas una cerca de la otra con el fin de que los campos positivos-negativos trabajen en conjunto y logren definir las diferentes secciones de la imagen bidimensional.”(21)


Figura 38
E una serie de sellos, bastante frecuentes, encontramos ese juego de figura/fondo, en donde la relación entre positivo y negativo se desarrollan de tal manera, que es difícil de saber cuál es la figura o el elemento abstracto que estamos viviendo. Hay una vibración que trae constantemente el fondo y lo convierte en figura; y luego lo devuelve. Es la articulación de positivo y negativo, que se niega a decantarse por uno de los dos, como si esa indecidibilidad le fuera constitutiva.

3.    Proliferación: si bien hay unas tendencias estilísticas, dentro de estas la variedad es amplísima; además, de su independencia de los otros productos como vasijas: “…los diseños que aparecen en las pintaderas o sellos raramente se encuentran en otro contexto de manifestación cerámico (figurines, vasijas).”(25)


Sello 65

Si bien hay una estética que hace que los sellos sean reconocibles en su pertenencia a la cultura Jama-Coaque, hay una variedad de estilos y dentro de estos, un cúmulo de formas, una estrategia de múltiples combinatorias, de jugadas posibles que uno podría atreverse a decir, que late detrás un sentido de la ironía. Los artistas juegan con nosotros, nos llevan inesperadamente de una forma a otra, de un elemento abstracto a una figura, del fondo a la figura, de su type a su token, a su realización específica.

El tipo, el estilo exige, para realizarse plenamente, de su proliferación.

4.    Dualidad: “Par o dualidad es una, o quizá la clave principal que determina algunas de las formas culturales de las sociedades andinas. La idea de emparejar se basa en el sistema de “mitades” (moiety) o, en la división de una comunidad en dos grupos iguales pero diferenciados socialmente.”(36)

Si bien los contactos con las sociedades andinas son evidentes, sin embargo se corre el peligro de trasladar sin más lo que sabemos del mundo andino a estas otras culturas. Cummins et al., señalan con claridad que la dualidad proviene del papel igualmente predominante de hombres y mujeres, en sociedades que probablemente eran matrilocales.


Teniendo como trasfondo este contexto social, lo fundamental es analizar cómo la estética trata este tema de la dualidad, lo que no quiere decir que exprese exactamente las relaciones sociales que efectivamente se dieron. Los sellos elaboran estéticamente, con algún grado de desplazamiento, lo que pasa efectivamente en la sociedad; podría ser, por ejemplo, su idealización.

En el breve recorrido estético que hemos realizado, se encontraron las siguientes dualidades: figura/abstracción, positivo/negativo (figura/fondo), type/token. Pero, ¿cuáles son las relaciones entre estas dualidades, entre estos pares, para estos estructuralistas ancestrales?
He introducido antes el término indecidibilidad, que  propongo como concepto que muestra las relaciones entre los pares, que antes que verse como complementarios, funcionan como múltiples ensamblajes que se hacen y se deshacen sin parar. (De Landa, A New Philosophy of Society: Assemblage Theory and Social Complexity)

Hipotéticamente, los Jama-Coaque se niegan a elegir uno de los términos como primordiales, como eje estructurante de todo lo demás; prefieren que se queden en el mismo estatuto, con el igual valor simbólico. También se tiene que decir que no tiene la lógica andina de la complementariedad, sino de un juego penetrado por la ironía, que desestabiliza el orden simbólico, para permitir que otros sentidos emerjan. (Lacan)