Una
nota.
Carlos
Rojas Reyes
En el entrecruzamiento de filosofía
occidental y la andina se pregunta por la interrelación entre la teoría del
caos y la concepción del tiempo para las inkas. Cabe decir que los usos
inevitables de los conceptos occidentales, con los cuales pensamos, tienden a
ser ocultados, por ejemplo, las interpretaciones cristianas que se filtran en
las aproximaciones actuales a la chakana. Por esto, es preferible una explicitación
de las relaciones que evite malentendidos.
¿Existe en el pensamiento inka
elementos que sean compatibles con la lógica y dinámica de la teoría del caos?
El
Efecto Mariposa fue la razón. En el caso
de las pequeñas piezas meteorológicas, y para un pronosticador global, las
pequeñas sucesos pueden significar tormentas eléctricas y ventiscas, cualquier
predicción se deteriora rápidamente. Los errores y las incertidumbres se multiplican,
cayendo en cascada a través de una cadena de características turbulentas, desde
remolinos de polvo y borrascas hasta remolinos del tamaño de un continente que
solo los satélites pueden ver.
El clima es uno de los mejores casos
para mostrar el comportamiento de un evento. Pero ¿hay algo en el mundo andino
que se acerque a este tipo de comportamiento? Al parecer la noción de tiempo, pacha,
se aproximaría en los modos de suceder o devenir a un desencadenamiento
caótico.
A nivel de los macroeventos está
claro que el Pachakuti es el gran evento caótico, que se produce
inevitablemente en un momento dado de la historia de cada civilización y
cultura. Cada época de este Pachakutik termina de manera
catastrófica, con la destrucción de todo lo existente, para dar lugar a la
emergencia de otro mundo distinto, que no es la repetición de lo mismo -como en
Grecia, con su tiempo circular-, sino la emergencia de algo nuevo.
Pero, este no
es el único evento caótico en el mundo andino. Si algo diferencia a esta
cultura de la occidental es la idea de la precariedad de la continuidad del
tiempo y del espacio, y por ende de la cultura. Un tiempo que siempre es frágil
y que puede quebrarse en cualquier momento, tanto en la vida de la sociedad
como en la individual.
No solo al
final de los tiempos asoma el caos, Pachakuti, sino que este acecha en todos
los acontecimientos de la existencia, desde el simple mantenimiento de los
cultivos hasta lo que suceda con los gobernantes locales e imperiales.
Uno de los orígenes de la posibilidad
constante del caos, y el estallido catastrófico, lo encontramos en la dualidad
entre estabilidad y movimiento, entre piedra y textil para decirlo en términos
estéticos, que atraviesa la vida de estos pueblos.
Como dice Salomón, “Pacha, el mundo como un arreglo dado de
tiempo, espacio y materia, no es supratemporal. Claramente admite cambio, hasta
cataclismo. Hay tiempo en donde pacha
“quiere llegar al final” y el manuscrito nos dice cómo esto puede suceder”
Y que se manifiesta en la oscilación
constante entre aquello que permanece y aquello que cambia:
“En
términos amplios, entonces, el mundo del Huarochiri opone las cualidades de una
tranquila centralidad -profundidad, solidez, sequedad, estabilidad,
potencialidad fecundidad, feminidad- a aquellas de un incansable movimiento
fuera de órbita -pesadez, fluidez, humedad, movimiento potencial de
inseminación, virilidad”.
Es este paso en donde se encuentra el
peligro o, si prefiere, el transcurrir de la estabilidad al “incansable
movimiento” puede actuar como un atractor extraño que provoca que esa realidad
se vuelva caótica, que los equilibrios se pierdan, las dualidades choquen, las
complementariedades estallen. Es el triunfo del caos y luego la enorme
dificultad de retomar el delicado equilibrio que caracteriza a las
temporalidades andinas ancestrales.
Por lo tanto,
inmanencia y contingencia radicales de pacha,
en donde los dioses, las humanidades sucesivas, los acontecimientos, están
sometidos a este interminable juego de estabilidad y movimiento, orden y caos,
formación y destrucción; y. en donde, no cabe la posibilidad de su resolución,
de su superación en un momento superior, al estilo del espíritu hegeliano. Hay
una especie de doble vínculo ontológico que va desde el polo de la estabilidad
al extremo de la fluidez y de regreso; del orden al caos, de la unión a la
dispersión y de regreso.
Ansiedad de
estabilidad, necesidad de control del tiempo y de garantizar el orden que
también se puede encontrar en la arquitectura inka, en esa “cultura de la
piedra”, construida para durar siglos, más allá de los eventos catastróficos,
naturales y sociales.
Por otra
parte, su cerámica y sus textiles expresarían el lado dinámico de su ontología.
Esas piedras “abstractas” enuncian, a su manera, el grado de elaboración
conceptual de sus creencias.
El aparecimiento del caos es
inevitable. Solo es posible contenerlo provisionalmente, atenuarlo por una
temporada; tarde o temprano se presentará. Sin embargo, esta manera de concebir
el devenir no da lugar a una visión fatalista del mundo. No existe la noción de
destino inevitable que se nos impone sin más.
Por el contrario, ya que el tiempo es
frágil y puede quebrarse en cualquier momento, imprevisible e inesperadamente, las
acciones humanas son fundamentales para postergar lo más posible la catástrofe:
ofrendas a los dioses, diálogo continuo con los ancestros, observación
astronómica para predecir en lo posible el clima, control de sequias e
inundaciones, acumulación de reservas de alimentos para los tiempos malos,
alianzas con otros grupos étnicos para postergar la guerra que también
terminará por darse.
Se debe recordar lo extremadamente
frágil que es la supervivencia en estos entornos, debido especialmente al
fenómeno del Niño, con esos ciclos de sequía e inundaciones que devastaban la
costa peruana y ecuatoriana, y que arrasaron con muchas culturas que no
supieron adaptarse a ellas. El Niño actuaba con el gran atractor extraño de
estas culturas sumiéndolas en el caos, para luego dar paso a la emergencia de
otras culturas.
Bibliografía
Dean, C. (2010). A cultura of stone. Durham: Duke University
Press.
Gleick,
J. (2008). Chaos. Making a New Science. New York: Open Road.
Rojas,
C. (2017). Estéticas caníbales. Máquinas formales abstractas (Vol. 2).
Cuenca: Universidad de Cuenca .
Salomon,
F., & Urioste, G. (. (1991). The Huarochiri Manuscript. Austin:
University of Texas Press.