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lunes, 12 de agosto de 2024

EL PORVENIR DE LA BELLEZA

 




PONENCIA.

Arte Feria - Quito - 2024

¿A dónde ha ido a parar la belleza?

El discurso posmoderno y el paradigma predominante todavía en las artes plásticas han echado fuera desus filas a la belleza, que se convirtió en sinónimo de todo lo que había que combatir, a nombre de la libertad absoluta del arte. Se partió del gesto tan posmoderno, fundamentalista a pesar de sí mismo, de identificar la belleza moderna con el campo entero de este concepto.

Sin embargo, la pregunta por la belleza sigue atormentado los espíritus, aunque sea de manera soterrada. Pero, una que salió de la esfera de las artes plásticas cabe interrogarse: ¿a dónde ha ido a parar la belleza?, ¿cuál ha sido su destino? Y de manera mucho más importante, ¿cuáles son los caminos de retorno de la belleza, en caso de que los hubiere, sin que signifique un retroceso romántico a la modernidad o al clasicismo?

Si bien el discurso iconoclasta de la belleza penetró en las otras artes nunca lo hizo con la misma profundidad. Ciertamente hay cierto desprecio por los aspectos formales en la literatura, pero no hemos dejado de exigir de ella un grado mínimo de calidad literaria; y la música está obligada a tener en cuenta los aspectos técnicos del sonido y los instrumentos.

Ha sido en el ámbito del consumo de masas a dónde ha ido a parar la belleza; irónicamente se puede encontrar a cada paso “emprendimientos” con el nombre de Estética dirigidos a los cuerpos, la cosmética prolifera, las cirugías plásticas están al orden día y no se puede prescindir del maquillaje diario. Nuevamente, nada de esto es malo por sí mismo; por el contrario, es parte del derecho a la belleza que tenemos todo; lo negativo es su secuestro por parte del capitalismo.

Al menos en dos áreas más encontramos un estallido de la belleza que es exigida de manera ineludible: la moda y el diseño en todas sus variantes. Allí las reglas estéticas son indispensables y, por ejemplo, se establecen unos cánones dependiendo de la temporada o se imponen estilos de diseño casi obligatorios.

Este artículo es una reflexión abierta sobre el destino de la belleza, con una serie de consideraciones que espero que posibiliten reabrir la discusión, romper la hegemonía de los discursos posmodernos y proponer alternativas de regreso de una belleza que deberá ser reinventada de acuerdo a la época actual.


La ponecia completa en: La ponencia completa aquí







lunes, 29 de julio de 2024

TÉCNICA, SENSIBILIDAD Y BELLEZA.

 


La pérdida del sentido de la belleza en algunas artes y especialmente en el discurso posmoderno oculta la quiebra del relacionamiento con dos aspectos esenciales de la existencia contemporánea: la sensibilidad y la técnica. Ambas quedan afectadas profundamente por la disolución de la belleza en la idea individual del artista. 

 

Al retirarse el arte posmoderno de cualquier consideración formal y material no está únicamente cuestionando un modo de hacer arte que proviene de la modernidad y de las vanguardias, sino que se pone en cuestión el estatuto de la sensibilidad en las obras de arte. Es a través de la expresión que la obra llega al espectador; es decir, en la confluencia entre la forma del contenido y la forma de la expresión, en el modo concreto que se muestra una idea encarnada a través de los medios que se hayan elegido. Aquí habita la belleza.  

En este marco, la belleza permanece y continúa representando una necesidad innegable. Su pérdida significa, en muchos aspectos, el resultado último de un doloroso itinerario por los meandros de una razón que ha entendido su propia maduración en la clave más drástica posible, a saber, en el sentido de una fractura del vínculo con el origen. (Vercellone, 2013, pág. 197)

Ese origen no alude a un principio metafísico, ni a un ser oculto al que habría que buscar, sino a las sensaciones y a la sensibilidad que son el punto de partida de la belleza. En este sentido, al separarse de la belleza el arte reniega de su origen y fundamento. Y así se desemboca en una posición iconoclasta que defiende únicamente a la inteligencia contra lo sensible, sin reconocer su profunda conjunción en los procesos subjetivos y en sus manifestaciones artísticas: 

La belleza que vivía bajo el signo ambivalente, aunque no ambiguo, de lo activo y pasivo, que hacía valer la soberana subjetividad/objetividad de la imagen, dotada de una resplandeciente atracción, resulta ahora del todo desconocida o, mejor dicho, fluye de nuevo por los territorios de la ineficacia. (Vercellone, 2013, pág. 198)

Nunca está demás la insistencia en que estos modos de expresión no se le imponen al artista desde fuera, sino que vienen dados por su pertenencia a un grupo de referencia con su respectiva estética y a la serie de elecciones personales que haga. Pero, esto no elimina la obligación de dirigirse a la sensibilidad del espectador, a través de la correcta resolución de la obra en el entrecruzamiento entre ideas y materialidades, sean cual fueren estas. No existen obras de arte inmateriales, que fueran nada más el espíritu del artista flotando sobre los precarios mortales que lo miramos y que entraran en el mundo artístico por su sola voluntad. Como decía Schopenhauer, el mundo está hecho de voluntad y representación.  

 

La apelación de la obra de arte a la sensibilidad del espectador modelo, para retomar una idea de Umberto Eco, coloca exigencias sobre la arte de obra al tener que provocar el movimiento de dicha sensibilidad y para esto es indispensable el respeto y desarrollo de los medios y de las técnicas de producción de la obra con un grado de calidad satisfactorio. 

 

Aquí entra en juego, junto con la sensibilidad, la técnica. La belleza se produce a través de la utilización de una técnica. Desde luego, estas son producto de un desarrollo histórico y se someten a continuas transformaciones. Nuevamente, cada colectivo de artistas utiliza las técnicas que crea conveniente. El otro lado de esta afirmación realmente importante es que no se puede prescindir de la técnica. 

 

Aún en el caso de situaciones como el ready-made podemos encontrar una técnica de producción: la elección del objeto cotidiano, su segmentación o serie de cambios que se introducen en este antes de exponerlo, la consideración muy precisa de los elementos contextuales sociales y de la esfera del arte y los discursos que los acompañan. Es decir, el establecimiento de las condiciones en el campo del arte que hagan posible que un objeto cotidiano se convierta en obra de arte en el momento en que es expuesto en el museo o galería. 

 

Exceptuando el estrecho campo de las artes plásticas, la cuestión de la técnica es esencial en todas las demás artes. No aceptamos una ejecución musical con fallos graves y evidentes; tampoco una pieza que no tome en consideración el conjunto de exigencias musicológicas. Cuando leemos un libro nos importa que esté bien escrito. No se nos ocurre decir: “el lenguaje utilizado es de lo peor sin siquiera respeto a las estructuras gramaticales, pero es una buena novela”. Cuando jugamos un videojuego los aspectos estéticos son uno de los elementos que más contribuyen a la inmersión. Y esperamos que el diseño gráfico del catálogo de la obra posmoderna sea hermoso.

 

El choque del arte posmoderno con la técnica proviene de una crítica romántica de esta. Se supone que la técnica nos deshumaniza y nos lleva directamente a la sociedad de consumo hiperpoblada de aparatos y prótesis de todo tipo. Pero, la técnica es aquello que nos hace humanos y que, incluso, nos individualiza.  

En esta línea, quizá fuera posible concebir también no tanto una crítica de la razón tecnológica, como —más articuladamente— una crítica de la «mala» técnica, de una «mala» razón. (Vercellone, 2013, pág. 199)

Es indispensable un reencuentro de arte y técnica tal como vemos en el videojuego y el diseño, y ahora mucho más con la inteligencia artificial. ¿Acaso la calidad de la obra de arte se trasladará a la belleza del prompt? ¿Habrá un acercamiento significativo entre programación y producción de la obra de arte? Porque la obra de arte hecha con inteligencia artificial siempre es producto de una programación. Hay toda un estética del software y se puede hablar de programas bellos y otros feos:

 

Es decir, ¿no dependerá del hecho de que se haya dejado de lado el saber «técnico» de la naturaleza para confiar, por el contrario, en una técnica que la combata y la destruya? ¿Y no será precisamente este saber «técnico» de la naturaleza el que deberíamos denominar belleza? (Vercellone, 2013, pág. 200)

 

La belleza, hasta en su versión posmoderna, muestra la conjunción entre el concepto que se expresa a través de la forma de la expresión, producida mediante una técnica definida de manera inmanente a la esfera del arte, y que tiene como consecuencia despertar la sensibilidad del espectador.


(Vercellone, Federico, Más allá de la belleza, Biblioteca Nueva, Madrid, 2013)

lunes, 15 de julio de 2024

EL PORVENIR DE LA BELLEZA. MISSY MAZZOLI, SONG FROM THE UPROAR.

 


 

Se puede escuchar en: https://missymazzoli.bandcamp.com/album/song-from-the-uproar

New Amsterdam Ensemble lanzó el disco de Missy Mazzoli con su ópera de cámara Song from the Uproar: The Lives and Deaths of Isabelle Eberhardt en 2012. Concebido en colaboración con el cineasta Stephen Taylor, la directora Gia Forakis y el libretista Royce Vavrek, el álbum es una grabación original del elenco con las actuaciones de la mezzosoprano Abigail Fischer, NOW Ensemble, el director Steven Osgood, Celine Mogielnicki (soprano), Amelia Watkins (soprano), Kate Maroney (contralto), Tomas Cruz (tenor), Peter Stewart (barítono).

 

La posmodernidad llevó a pensar que la belleza no es consustancial al arte y que este bien podría prescindir de sus expresiones y teorizaciones; especialmente en el campo de las artes plásticas terminó con convertirse en un dogma con resultados harto problemáticos, como se puede ver en la crisis que este campo enfrenta.

Por esto, cabe preguntarse a dónde ha ido a parar la belleza cuando es expulsada del arte; y consecuentemente ¿cuál es el porvenir de la belleza en caso de que tenga alguno? Comencemos diciendo que la belleza no puede ni debe ser expulsada del mundo. Si se la echa de alguna esfera, volverá con mucha más fuerza a través de otros medios y campos.

La belleza expulsada de las artes plásticas retorna en el diseño, la moda, el interiorismo y en la oleada de prácticas estéticas destinados a la belleza personal, que van desde la vestimenta hasta el maquillaje y que incluyen también la cirugía plástica. Ciertamente, un campo secuestrado por la sociedad de consumo.

Pero, combatir el consumismo no tiene que confundirse con la eliminación de la belleza; sino, con replantearse cuál es su lugar, forma, de qué manera cada cultura entiende y produce su propia belleza; y considerarla con un bien común, un derecho universal de todas las culturas y personas.

Song from the Uproar es un magnífico ejemplo del ejercicio de la belleza en la música. Esta ópera de cámara ubicada en el amplio campo de las corrientes neomelódicas nos lleva hasta el mundo de Isabelle Eberhardt y su viaje físico y espiritual desde el mundo europeo hasta la cultura árabe, recreando la experiencia estética de la hermosura del encuentro con una cultura radicalmente distinta.

En este sentido, reintroduce la belleza en esta fea realidad en la que vivimos.