La perspectiva caníbal transparente
en el nihilismo su doble negatividad: de una parte, aquella que le es externa y
de otra, la que le es inherente. Todo fenómeno tiene frente a si unas
condiciones exteriores que atentan contra su existencia, contra su desarrollo.
En esta exterioridad se pueden
distinguir dos modos: aquella que proviene de otro fenómeno sin una relación
directa con la realidad en cuestión; y aquella que se origina en el propio
fenómeno, que lo excreta y lo coloca allí afuera, como su opuesto, como su
contradicción, este es el caso, por ejemplo, de la relación entre burguesía y
proletariado, tan mencionada en la dialéctica; este también es el caso de los
gobiernos populistas en América Latina.
El trabajo de lo caníbal en el
nihilismo se lanza al develamiento de esa otra negatividad inherente, interior,
al fenómeno que, tarde o temprano, terminará por destruirlo, independientemente
de las acciones que realice o deje de realizar la contradicción externa.
De este núcleo provienen las
limitaciones de las formas de vida, de su destino que les conduce a la
caducidad, a la imposibilidad de convertirse en principios generales que
resuelvan los problemas de la humanidad.
Esta segunda negatividad que el
pensamiento caníbal muestra, no es el momento negativo de una positividad que
regresa superada y realizada en un tercer momento, en una suerte de la negación
de la negación, que arroja una positividad inédita que habría resuelto las
contradicciones de los momentos anteriores. Esa negación no conduce a una
solución, sino a la destrucción, a la descomposición, a la barbarie.
Ninguna realidad puede escapar a
este principio de auto-destrucción que lleva dentro, que lo conforma y lo
constituye, del cual ni siquiera alcanza a prescindir. El nihilismo caníbal
tiene como tarea explicitar, respecto de todas las formas de vida, sus valores
y sus creencias, este principio destructivo que habita en el núcleo de lo
existente.
Una vez sacada a la luz este
grado cero de la negatividad hay que enfrentarlo. Caben diversas posibilidades
que tienen que ser resueltas de acuerdo a las situaciones concretas; sin
embargo, algunos cursos de acción se podrían seguir:
Insistir en esa negatividad
inherente y llevarla hasta las últimas consecuencias a fin de hacerla estallar;
conducir hasta su cumplimiento pleno para que quede exhausta y desaparezca;
este puede ser el caso, por ejemplo, de la relación a establecerse con el arte
posmoderno y con otros cánones en Occidente. Llevar las tendencias artísticas canónicas
o de moda hasta su cumplimiento; allí se podrá ver que no dan más de sí, que hora
de desecharlas. Aquí podrían jugar un papel importante la parodia o el
pastiche.
Luchar contra esas negatividades
auto-destructivas para evitar que contaminen a todo el resto de la sociedad o
del arte, para desconstruirlas adecuadamente exteriorizando los principios de
su funcionamiento o las consecuencias a las que llevaría en caso de completarse
su movimiento. Por ejemplo, analizar cómo la teoría decolonial de los estudios
culturales si alcanzara a ser poder en algún país, rápidamente adquiriría una
dimensión distópica, dictatorial. Esto es, si se extrajeran los presupuestos
políticos de la teoría decolonial – que contienen esa negatividad
auto-destructiva- tendríamos una salvaje dictadura.
Máxima conciencia y control de
las propias tendencias negativas inherentes a los discursos y prácticas que
cada quien sostiene; tarde o temprano, las posiciones que se mantienen,
terminarán por evidenciar la barbarie que les subyace. En algún momento habrá
que estar en “desacuerdo con uno mismo”, probablemente en el momento en que los
demás comienzan a estar de acuerdo con uno.