El análisis de El Capital ocupa un lugar central en el
pensamiento de Bolívar Echeverría; de donde se deriva su anti-capitalismo
radical así como muchas de sus tesis sostenidas a lo largo de prácticamente
toda su producción teórica, especialmente aquellos análisis de la modernidad
capitalista y sus consecuencias culturales y políticas.
Aunque no está formulado de una
manera explícita, se puede decir que la reivindicación del valor de uso contra
el valor de cambio, forma parte del ethos barroco; esto es, de la posibilidad
de una forma de vida alternativa, cuyo eje central debería girar en torno a la
restitución del valor de uso y la destitución de la valorización del valor.
Para el estudio del valor de uso,
Echeverría recurre a una doble estrategia en donde confluyen ontología y semiótica;
determinación del origen y funcionamiento del valor de uso y establecimiento de
los procesos comunicativos y de significación que le son inherentes. No solo se
trata de desarrollar una economía política del signo, que reemplazaría a la
lógica de las mercancías, como sostendría Baudrillard, sino de descubrir cómo
todo proceso de producción de mercancías es, simultáneamente, un proceso de
producciones de significaciones. (Baudrillard, Crítica de la economía política del signo)
De hecho, la comprensión del
valor de uso, en la dilucidación que se lleva a cabo, utiliza la semiótica para
su clarificación, especialmente la de Hjelmslev y posteriormente, Jakobson.
Entonces, se verá cómo los esquemas de la
semiótica de Hjelmslev, se convierten en los esquemas de la relación
entre valor de uso y valor; y cómo los procesos de significación que se
desprenden de la producción y el consumo, siguen las pautas de Jakobson. (Hjelmslev) (Jakobson)
Seguiré básicamente los
siguientes artículos de Echeverría: Esquema de El Capital, Comentarios sobre el
“Punto de partida” de El Capital, Valor y plusvalor, incluidos en, El discurso crítico de Marx; y El “valor
de uso”: ontología y semiótica, incluido en: Valor de uso y utopía. (Echeverría, El discurso crítico de Marx) (Echeverría,
El "valor de uso": ontología y semiótica)
Las reflexiones sobre la semiosis
que se desprende del proceso de producción y del consumo, son anteriores a la
época de las tecnologías digitales y por eso, Echeverría no las incluye o no
están en su horizonte; en este caso, se introducirán consideraciones tendientes
llenar esta brecha que, además, tiene grandes consecuencias sobre la manera
cómo se produce esta semiosis.
Echeverría
empareja el plano de la economía con el de la semiosis, de tal manera que se da
lugar a dos articulaciones: producir/comunicar, consumir/interpretar; o de otro
modo, producir es a comunicar como consumir es a interpretar:
Producir Consumir
---------------------- ÷ ------------------------
Comunicar Interpretar
La
apropiación de la naturaleza que los seres humanos hacemos siempre está
acompañada de la producción de significaciones, que se reparten en la
equivalencia colocada más arriba: “La apropiación de la naturaleza por el
sujeto social es simultáneamente una autotransformación del sujeto. Producir y
consumir objetos es producir y consumir significaciones. Producir es comunicar
(mitteilen), proponer a otro un valor de uso de la naturaleza; consumir
es interpretar (auslegen), validar ese valor de uso encontrado por otro.
Apropiarse de la naturaleza es convertirla en significativa.” (Echeverría,
El "valor de uso": ontología y semiótica 181-182)
El
origen de esta doble “substancia” de la producción, como producción de mercancías
y de significaciones, está contenido en la matriz del mismo capitalismo; si la
relación entre mercancía y dinero y del dinero a la mercancía no está asegurada
sino que se pone en peligro de no darse, entonces se torna indispensable que
haya, de parte de los sujetos, una “interface” que los vincule, que no es otra
que la comunicación.
Junto
con la producción de mercancías tiene que darse una emisión de significados
posibles que el consumidor debe decodificar a fin de saber qué mercancía
satisface qué necesidad y de qué manera: “Por esta razón, todo objeto
propiamente instrumental o práctico siempre es una cosa significativa o dotada
de sentido: una porción de materia sustancializada (estrato natural) por una
forma (estrato social) que la determina (circunscribe, recorta) de manera
biplanar, con un aspecto de significdo o contenido u con otro de significante o
expresión, dentro de esa tensión autorreproductiva o comunicativa”. (Echeverría,
El discurso crítico de Marx 37)
El
fetichismo de la mercancía no describe solo los mecanismos ideológicos del
capitalismo, sino estaría colocado en ese lugar que ocupa en el Capítulo 1 de
El Capital, porque tiene la función tanto de ocultación –obviación- de la
explotación capitalista como de cerrar la brecha entre producción y consumo, a
través de sujetos que decodifican “adecuadamente”, en términos del valor, los
mensajes provenientes de la mercancía. (Echeverría, El discurso crítico de Marx 39)
Puede surgir
un malentendido que debe evitarse; no se trata de una función de reemplazo de
la comunicación por la producción y de la interpretación por el consumo, sino
que el proceso de producción de mercancías es, al mismo tiempo, proceso de
producción de significaciones; y la circulación se acompaña constantemente de
procesos de interpretación de las significaciones producidas.
En
cualquier proceso de producción y consumo, deberíamos preguntarnos cuáles son
las significaciones que se están produciendo, que siempre son, como las propias
mercancías, concretas, específicas. La semiosis no viene luego de que la
mercancía esté dada y se encuentra en el mercado, sino que al llegar a este e
intercambiarse por otras, a través de dinero como equivalente general, también
se produce un “intercambio” de significaciones –comunicación/interpretación.
Si bien
este proceso de intercambio de significaciones está determinado por la Forma
capital, sigue su propia dinámica, porque antes que desarrollarse
hipercodificaciones que restringirían las interpretaciones, más bien se crea un
campo marcado, definido precisamente que conjunto de posibilidades: “Tanto la acción que comunica como aquella que
interpreta consisten en la elección —proyectada en la una, realizada en la
otra— de una posibilidad entre todo el conjunto de posibilidades de forma que
el campo instrumental despliega sobre la naturaleza.” (Echeverría, El "valor de uso": ontología y
semiótica 185)
La
nueva noción que emerge en Echeverría, es la de “campo instrumental”, que es
aquel que se conforma con los usos y significados posibles que se desprenden de
las mercancías, como objetos útiles, a la mano, que están dirigidos a unas
necesidades. En este “campo instrumental”, que serviría de base para una teoría
de la técnica, se abre un “campo de significaciones” que, añado, es un campo
marcado, por ejemplo, por la lógica del fetichismo de la mercancía que penetra
tanto en la producción, en el consumo y en las significaciones.
Esta
instrumentalidad se convierte en el código que preside cualquier decodificación
y que guía tanto la producción como el consumo ya no mercancías sino de
significaciones. He aquí la economía política del signo de Echeverría: “El
ciclo de la reproducción como proceso de vida social sólo es un
producir/consumir significaciones, un cifrar/descifrar intenciones
transformativas en la medida en que compone y descompone sus objetos-cifras de
acuerdo a un código inherente a la estructura tecnológica del propio
campo instrumental”. (Echeverría, El "valor de uso": ontología y semiótica 185)
La
tesis sostenida por Echeverría sobre la manera en que se produce una semiosis
en la sociedad capitalista es un aún más fuerte; siguiendo el esquema de Hjelmslev,
la relación entre contenido y expresión, se da porque hay una forma que
posibilita y permite, que articula los dos planos; y –aquí la afirmación
central-, está depende directamente del “campo instrumental”, en este caso
determinado tanto por el desarrollo tecnológico como por la valorización del
valor, con el predominio de la plusvalía relativa.
Significados y significantes se
unen siguiendo las líneas de confluencias, siempre como un conjunto de
múltiples posibilidades, en una semiosis limitada, en el sentido de Umberto
Eco, establecidas por la producción y el consumo de las mercancías; por tanto,
no hay una deriva ilimitada e indefinida de significaciones que puedan darse en
una situación ni tampoco hipercodificaciones completamente cerradas, sino un
campo marcado en donde se da un conjunto abierto de significaciones. (Eco)
Las significaciones iniciales que
se dan a partir de “proto-significaciones”, ya integradas en el “campo
instrumental”, “articulan” los objetos producidos/consumidos con el par
significante/significado o expresión/contenido:
“Sólo la presencia de esta entidad simbolizadora fundamental
que establece las condiciones en que el sentido se junta o articula con la
materia natural, es decir, las condiciones en que esta materia puede presentar
la coincidencia entre un contenido o significado con una expresión o
significante, vuelve posible el cumplimiento de la producción/consumo de
objetos como un proceso de comunicación/interpretación”. (Echeverría, El "valor de uso": ontología y
semiótica 185)
Si bien
el punto de partida es bastante cercano entre Echeverría y Baudrillard[1], finalmente siguen caminos
diferentes. En Baudrillard se da una relación de similitud entre el intercambio
económico y el intercambio simbólico:
“La extensión de la crítica de la economía política al signo y a los sistemas de signos, para mostrar cómo
la lógica de los significantes, el juego y la circulación de los significantes
se organizan totalmente como la lógica del valor de cambio y cómo la lógica del
significado se subordina tácticamente en un todo como la del valor de uso a la
del valor de cambio. Crítica del fetichismo del significante. Análisis de la
forma/signo en su relación con la forma/mercancía.” (J. Baudrillard, Crítica de la economía política del
signo 147)
Así, Baudrillard
está listo para proponer ese recorrido que lleva desde la relación entre valor
de cambio/valor de uso, a la del valor de cambio sígnico con el intercambio
simbólico:
“Una segunda fase consiste en
desprender de este conjunto en movimiento de producción y reproducción, de
conversión, transgresión y de reducción de valores alguna articulación
dominante. La primera que se propone puede formularse así:
VCSg . VCEc
-------- . -------
ISB VU
O sea: el valor/signo es el al
intercambio simbólico lo que el valor cambio (económico) es al valor de uso.” (J. Baudrillard, Crítica de la
economía política del signo 142)
Echeverría,
aun compartiendo con Baudrillard esta dualidad entre producción de mercancías y
producción de significados, va en dirección opuesta, porque se trata de mostrar
no tanto la similutud como la articulación entre los dos procesos, en donde el
intercambio simbólico se desprende del intercambio económico y no lo reemplaza.
Hay en
ambos una economía política del signo, con muchos presupuestos comunes, pero
Echeverría insiste en la emergencia de ese campo instrumental, marcado por la
Forma capital y por la Forma dinero, como equivalente general; mientras
Baudrillard se separa, poco a poco, de la economía política para desembocar en
una teoría de los simulacros; finalmente, en sus términos, cualquier
intercambio es imposible: “Todo parte del intercambio imposible. Lo
incierto es que no tiene equivalente en lugar alguno y que no se puede canjear
por nada. La incertidumbre del pensamiento es que no se puede canjear ni por la
verdad ni por la realidad.” (J. Baudrillard, El intercambio
imposible 11)
La
semiosis resultante proviene de una “elección de forma”, que implica colocarse
de lleno en su “horizonte de posibilidades” –dentro del campo marcado por esa
forma- o la ruptura que busca otra “forma” desde la cual enunciar otras
significaciones. Cabe hablar de significaciones y de metasignificaciones, en
donde estas últimas se refieren a esa forma puesta previamente a los
significados. (Echeverría, El "valor de uso": ontología y semiótica 186)
Como en
el caso de la crisis del capitalismo, que le es inherente por la posibilidad de
ruptura entre mercancía y dinero, y entre dinero y mercancía, la apertura de
líneas de fractura[2] en
la semiosis del capital se hace presente todo el tiempo, porque no puede
asegurar la unión necesario entre el plano de la expresión y el plano del
contenido. Se abre un espacio para la libertad, que quiebra el grado cero de la
semiosis capitalista: “Un nivel primario, en el que a un material dado le
corresponde “por naturaleza” una figura y una ubicación determinados, es decir,
en que resulta espontáneamente significativo; y un segundo nivel, en el que la
libertad se ejerce y la forma significativa, la combinación de figura y
ubicación de ese material, debe ser, ineludiblemente, inventada”. (Echeverría,
El "valor de uso": ontología y semiótica 187)
El
código en esta economía política del signo pertenece por entero a la historia y
por eso, solo avanza y funciona modificándose “en lo profundo”, alterándose,
poniéndose constantemente en riesgo, al borde de dejar de ser lo que es. En
este lugar de enunciación, se puede a la vez destituir la forma e instituir una
nueva y dar paso a otras semiosis alternativas o de resistencia al capital:
“El proyecto de sentido, que es la instauración de un
horizonte de significaciones posibles, puede ser trascendido por otro
proyecto y pasar a constituir el estrato sustancial de una nueva
instauración de posibilidades sémicas. En verdad, la historia del código
tiene lugar como una sucesión de encabalgamientos de proyectos de sentido,
resultante de la refuncionalización —más o menos profunda y más o menos amplia—
de proyectos precedentes por nuevos impulsos donadores de sentido.” (Echeverría,
El "valor de uso": ontología y semiótica 190-191)
Entra
en juego el papel de la imaginación; diríamos que solo es posible, social y
políticamente, aquello que podemos imaginar, porque únicamente desde esta
función se puede ir más allá del secuestro de la semiosis por la producción y
consumo capitalista, en un ir y venir de restricciones y apertura de
posibilidades, que permiten el ejercicio de la libertas. La imaginación está en
capacidad de no quedarse atrapada en la inmediatez de los hechos ni en el
fetichismo que la mercancía imprime a todo el campo social, ni en el “campo
instrumental” de los objetos producidos:
“Imaginar, es decir,
negar y trascender la “forma” dada mediante la composición de otra posible: esa
actividad, exclusiva del animal que supedita su reproducción física a su
reproducción “política”, no consiste así únicamente en inventar formas
“cautivas” de la practicidad del objeto. El proyectar que imagina mediante la
producción/consumo de significaciones lingüísticas puede hacerlo “en el vacío”,
desentendiéndose de las limitaciones directas, físicas y sociales, a las que
tendría que someterse si sólo “hablara con hechos”. 193
Bibliography
Baudrillard, Jean. Crítica de la economía
política del signo. Buenos Aires: FCE, 1972.
—. El intercambio imposible. Madrid: Cátedra,
2000.
Echeverría, Bolívar. «El "valor de uso":
ontología y semiótica.» Echeverría, Bolívar. Valor de uso y utopía.
México: Siglo XXI, 1998. 153-197.
—. El discurso crítico de Marx. México: Era,
1986.
Eco, Umberto. Los límites de la interpretación.
Barcelona: Lumen, 1992.
Hjelmslev, Louis. Prolegómenos a una teoría del
lenguaje. Madrid: Gredos, 1980.
Jakobson, Roman. Ensayos de linguística gneral.
Barcelona: Seix Barral , 1981.
Rojas, Carlos. Estéticas caníbales. Máquinas
formales abstractas. Vol. 2. Cuenca: Universidad de Cuenca (En prensa),
2016.
—. Estéticas caníbales. Volumen 1. Cuenca:
Universidad de Cuenca/ Bienal Internacional de Cuenca, 2011.
[1]
Una discusión extensa sobre Baudrillard y específicamente sobre la economía
política del signo se encuentra en: Rojas Carlos, Estéticas caníbales, Vol. 2, Universidad de Cuenca, Cuenca, 2016.
(En prensa)
[2]
La propuesta sobre las líneas de fractura del capitalismo puede encontrarse en
Rojas Carlos, Estéticas caníbales, Vol. 1, Universidad de Cuenca/Bienal
Internacional de Arte, Cuenca, 2011. (Rojas, Estéticas caníbales. Máquinas formales abstractas) (Rojas,
Estéticas caníbales. Volumen 1.)