Translate

Mostrando entradas con la etiqueta huaca. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta huaca. Mostrar todas las entradas

viernes, 16 de junio de 2023

PALABRA DE HUACA - WAKAPA RIMAY

 Carlos Rojas Reyes

Inti Raymi: 22 de junio del 2023.

Hablar con los dioses es un fenómeno harto común en las religiones; al igual que las manifestaciones divinas para comunicarse con los seres humanos. Igualmente consultar a los dioses a través de oráculos y adivinos es una práctica bastante diseminada. En el caso inka lo novedoso no está en que existieran prácticas oraculares rodeadas de ritualidades ni que hubiera una capa de individuos especializados para tal tarea, que actuaban como sacerdotes; es decir, como mediadores entre aquellos que consultaban y los espíritus que respondían.

Entonces ¿qué es lo específico de la religión andina ancestral?, ¿cuáles son sus diferencias que le convierten en un fenómeno específico altamente llamativo?, ¿de qué manera se articula su carácter oracular con las decisiones políticas para producir una teología política?, ¿en qué sentido se puede decir que este fenómeno es tanto una modalidad de imposición de la ideología imperial inka como un fenómeno de resistencia de los grupos étnicos, ayllus y comunidades?

Por otra parte, la intención de este trabajo no está en realizar una descripción detallada de la religión inkásica y sus prácticas rituales, incluidas las oraculares; ni entrar en los debates antropológicos y arqueológicos acerca de su reconstrucción. Se trata de una reflexión filosófica sobre la palabra de las huacas, entendidas estas como mediadores, objetos y lugares a través de los cuales hablan los dioses y los ancestros. Es decir, ¿cuál es la función y el sentido de la palabra de huaca?, ¿de qué modo se produce una articulación muy precisa entre el habla de los dioses y ancestros y las decisiones políticas del imperio, las comunidades, los linajes, las familias e incluso los individuos?

La palabra clave a introducirse en este contexto es hermenéutica; y no tanto porque se utilice este método para la dilucidación del sentido de la religión oracular inkásica, sino porque en el núcleo sagrado yace una hermenéutica: determinación de los significados del habla de la huaca y apropiación, conflicto o rechazo por parte de aquellos que consultan. Esto es, se trata de una hermenéutica inkásica, practicada por ellos con una enorme frecuencia.

Religión oracular metida de lleno en un permanente conflicto de interpretaciones, en una permanente negociación de los sentidos de la palabra de huaca, inmiscuida en la vida diaria de los diversos segmentos del imperio y de la cual dependía en gran medida la continuidad de la dominación imperial y la posibilidad abrir brechas, incluso fracturas, en esta.

Una reconstrucción sintética de la religión oracular inkásica será útil como punto de partida para la reflexión filosófica; de tal manera, que se procederá a señalar sus características más importantes, sobre las cuales hay un cierto consenso entre los investigadores:

El principal atributo de los dioses es su capacidad de hablar; si no lo hacen, son falsos dioses o huacas que tiene que ser destruidos. Un dios es dios solo en la medida en que se comunica a través de la palabra:

Esta idea de que las deidades andinas tenían que «dar respuestas» a los fieles se halla por lo demás expresada en forma bastante explícita en unas solemnes oraciones al dios Viracocha y a todas las huacas, que los sacerdotes incas entonaban durante la gran fiesta apotropaica de la Citua. En efecto, en dichas plegarias, transcritas alrededor de 1575 por Cristóbal de Molina, párroco del Hospital de Naturales del Cuzco y uno de los mayores conocedores de la lengua quechua de su tiempo, se encuentra la invocación «Uyariway Hay niway, Iniway», que es traducida por el mismo autor como «Óyeme, respóndeme y concede conmigo». (Curatola, La voz de la huaca, 2016, pág. 273)

Los espíritus hablan y se comunican con los seres humanos. Así, en el caso de Pachacamac adquiere su plena dimensión de dios cuando es interrogado y se le exige que responda; a partir de aquí el dios penetra en algún objeto, como piedras, montañas, lagunas, momias, para expresarse a través de ellas, aunque es los templos en donde realmente viven a plenitud. Si la característica esencial del dios es la de hablar, los seres humanos comparten esta misma esencia, porque hay un principio de continuidad ontológica.

Más aún, los demás espacios y manifestaciones sagradas de la religión inkásica al provenir de Pachamacac adquieren sus mismas características: “… y si todas las demás huacas eran concebidas como descendientes en línea directa de Pachacamac, entonces se tiene que deducir que estas últimas debían necesariamente poseer la misma naturaleza de su progenitor y, en particular, tener sus mismas características básicas, o sea, la facultad del «habla», una manifestación física (un «ídolo») y templo (un lugar de culto regido por sacerdotes)”. (Curatola, La voz de la huaca, 2016, pág. 273)

En este contexto, aparece un aspecto al menos sorprendente, muchas veces expresado de manera ambigua en la reconstrucción de los cronistas españoles: son los sacerdotes, hechiceros, o simplemente los miembros del ayllu, aquellos que al interrogar a las huacas permiten que estas hablen. Es decir, es como si ese atributo abstracto de tener la capacidad de hablar de los espíritus se hiciera realmente única y exclusivamente en el momento en el son interrogados:

“Pachacamac al inicio solo es una “voz”, que dimana primero de un ser todavía no nacido y, luego, de una piedra; y, finalmente, la divinidad adquiere plena identidad y presencia cuando Tupac Yupanqui le hace sacrificios y ofrendas y le erige un santuario”. (Curatola, La voz de la huaca, 2016, pág. 280)

El devenir dios del dios, incluso en el caso de alguien tan poderoso como Pachacamac, es el lento proceso de ser interrogado por los seres humanos, habitar un objeto que le identifique, y lograr el pleno desarrollo en el santuario oracular; antes de todo esto, los espíritus solo son voces vagas como de “niños no nacidos”. Digamos con mucha más fuerza todavía: ser dios es ser interrogado y estar obligado a responder.

Así se marca con toda claridad la diferencia con el cristianismo, como se puede ver en el levantamiento del Taki Onqoy. La principal objeción y crítica contra el dios cristiano es que no habla y que no está en capacidad de responder cuando se le pregunta, al contrario de las huacas:

Barriga refiere que los profetas del Taki Onqoy, para demostrar a la gente la total inconsistencia de la religión profesada por los invasores, arrancaban alguna cruz de las capillas cristianas y la colocaban en lugares donde acostumbraban celebrar sus ritos tradicionales y comunicarse con
sus dioses. Allí se ponían a hacer preguntas a la cruz, mofándose de que ella no les contestara y se quedara como un simple pedazo de madera inerte y mudo, para seguidamente proceder a invocar e interrogar a alguna huaca que, al responder a sus preguntas, manifestaba toda su vigencia y poder. (Curatola, La voz de la huaca, 2016, pág. 274)

Si el dios cristiano no responde cuando se le pregunta, entonces no es un verdadero dios; la cruz solo son dos palos cruzados inertes, sin ninguna significación. Si un espíritu enmudece deja de ser dios o ancestro; regresa a su estado de simple madera o piedra. Como el texto señala, el poder de los dioses se expresa a través de las palabras.

En cambio, los dioses inkas están obligados a hablar, de lo contrario sus templos pueden ser destruidos y algunas huacas corren el peligro de ser borradas del panteón andino. Los espíritus están obligados a responder; no tienen la alternativa de quedarse callados, porque esto significaba su descrédito temporal o permanente, e incluso podría acarrear la destrucción de la huaca. Como se ha dicho, un espíritu es tal en la medida en que habla y responde a las preguntas específicas, por ejemplo, sobre el mejor tiempo para sembrar, la guerra, el relevo de un inka por otro, etc.

Si bien la palabra es la característica de todos los seres espirituales: dioses, ancestros, seres humanos, animales superiores, por supuesto, cada uno habla con su propio lenguaje. El lenguaje de los dioses toma prestado de la naturaleza y los animales su forma de expresión; por esto, se requiere de una hermenéutica para traducirlo a los seres humanos, ya que no puede ser entendido directamente.

Esta es una vía de doble dirección: también los sacerdotes tienen que usar un lenguaje especial cuando están transmitiendo las preguntas y han penetrado en territorio sagrado: “Cuentan que los sacerdotes se acercaban a las imágenes de las deidades con gran temor reverencial —postrados, de bruces, con los ojos cerrados— y al momento de hablar con ellas, para transmitirles las preguntas planteadas por los señores étnicos u otros individuos, empleaban un lenguaje del todo incomprensible a los fieles”. (Curatola, La voz de la huaca, 2016, pág. 287) Generalmente este diálogo con los espíritus va acompañado del llanto, incluso la misma palabra huaca a veces se entiende como llanto o gemido.

Las huacas se expresan a través de los sonidos de la naturaleza y los animales, porque los dioses tienen su propio lenguaje que debe ser interpretado por los sacerdotes: “… para las cuales se brindan las glosas «Llorar», en una, y «Mugir algunos animales; dar gritos o quejidos. Bramar las fieras. Tronar los volcanes. Murmurar las corrientes de los ríos. Sonar cualquiera otra cosa sea del modo que fuere. Todo ello es Huacana para los indios, que carecen de palabras más apropiadas», en la otra”. (Curatola, La voz de la huaca, 2016, pág. 287)

La relación de los dioses y los ancestros con los seres humanos requiere de la mediación de una capa de la población especializada en tratar con lo sagrado, que son los sacerdotes. Esto tampoco es una novedad en las religiones. En el caso del mundo inkásico los aspectos que no aparecen en otras experiencias acerca de lo sagrado tienen que ver precisamente con la gran tarea hermenéutica que ellos tienen que cumplir.

Dos diferencias separan la religión inkásica del cristianismo, aunque después con la conquista y la colonia se den procesos de sincretismo, que son los que ahora son más visibles (Sánchez Paredes & Curatola, 2013):

Primero, no hay una verdad revelada, como la contenida en la Biblia, que tiene que ser comentada una y otra vez para los fieles; y segundo, la mezcla indiferenciada de teología y política que lleva directamente a que en la palabra de la huaca estén contenidos las demandas y los intereses de los inkas, señores étnicos y de las comunidades. El sacerdote es al mismo tiempo una figura política de primera importancia y un mediador con lo sagrado; o, de otra manera, la esfera sagrada y la política colapsan hasta formar una sola unidad, hasta conformar un “hecho social total”:

… los oráculos —a saber, santuarios controlados por sacerdotes, a través de los cuales las divinidades del lugar daban respuestas a quienes las consultaban— representaron en el mundo andino antiguo un fenómeno extremadamente común y difundido y una institución de la más alta transcendencia no solo religiosa, sino también social y política: esto es, un verdadero «hecho social total» que abarcaba diferentes esferas (religiosa, política, jurídica, económica, artística, etcétera) de la vida sociocultural y tenía un influjo determinante sobre el funcionamiento y la dinámica de la entera sociedad y sus instituciones. (Curatola, La voz de la huaca, 2016, pág. 259)

En la práctica ritual oracular las preguntas son realizadas por los sacerdotes. Ellos escuchan la voz de los dioses que toma forma de truenos, bramidos, silbidos u otros sonidos de animales o de la naturaleza. Ese es su lenguaje y debe ser interpretado. Generalmente el sacerdote entra en una fase de arrobamiento al ser poseído por un espíritu y habla en un lenguaje que nadie entiende. Un ritual que va acompañado de la ingesta de algún psicotrópico. Entonces, el sacerdote interpreta el discurso de los dioses y lo transmite al inka o a aquellos que han venido al santuario oracular para preguntar. Desde luego, este es un aspecto que no es específico de la religión andina ancestral. (Curatola Petrocchi & Ziółkowski, 2008) (Curatola, Los oráculos de los confines del mundo, 2017)

¿En qué aspectos se encuentra la novedad?, ¿en dónde radica la diferencia?, ¿qué hermenéutica está en juego?, ¿cuál es el trasfondo efectivo de la interpretación del oráculo? Comencemos por el aspecto más externo: la extensión de la práctica de la consulta a dioses y ancestros atraviesa prácticamente todos los aspectos y momento de la sociedad imperial. El inka no viaja sin el sacerdote y cada paso que da va precedido de la consulta a una huaca o de un viaje a uno de los grandes santuarios, como el de Pachacamac, para averiguar por el destino de un gran empresa económica, bélica, social. El diálogo con los espíritus es una actitud permanente que caracteriza a la cultura inka y que se transmite a todos los grupos étnicos que conforman el imperio.

Luego, nos topamos con el núcleo de la interpretación. ¿Cómo se interpreta?, ¿cuál es la hermenéutica que se pone en movimiento? Aunque se tienen pocos ejemplos del contenido de las respuestas oraculares, se sabe hacia dónde se orientaban y qué carácter tenían. Los sacerdotes no interpretan la palabra de los dioses desde alguna verdad revelada, que es inexistente en el mundo inkásico; tampoco se trata de un simple proceso de adivinación, que también era frecuente en el inkario.

Dos grandes fuentes de las que se desprende un conjunto muy definido de sentidos, y por ende, de respuestas, son posibles en el rito oracular: la ideología y los intereses específicos destinados a la mantención y ampliación del imperio, su cultura, lengua, intereses económicos, administración, sucesión en el poder, tipo de alianzas, guerras; y, por otra parte, estos mismos elementos pero provenientes de grupos étnicos, ayllus, comunidades o linajes incorporados al estado inka, que exigen ser oídos.

Estos no pueden dirigirse al inka y cuestionarlo, porque pondría en riesgo a la legitimidad de su dominio y poder; utilizan la mediación de los espíritus a los cuales el inka está obligado a escuchar. Es el lugar de transacción social, en donde se procesan desacuerdos, antagonismos, exigencias, derechos, bienes, etc. (Gose, 1996)

En ciertos momentos, esta dinámica llega a hacer crisis de una manera brutal; por ejemplo, cuando el inka pregunta sobre el futuro de su gobierno y los dioses callan. Esta es la peor tragedia posible. La furia del inka llega a destruir templos, huacas y comunidades enteras, hasta obligar que el dios al que se le pregunta hable. Y si no lo hace, se acude a otro dios.

Silencio de los dioses que corresponde a cuestionamientos, de diverso grado, al poder del inka y de los grupos familiares que le rodean; signo de interrogación que amenaza con hacer estallar un estado poderoso, pero que funciona de manera descentralizada, por medio de la permanente delegación del poder en los funcionarios o a través de los caciques locales.

En este contexto se ubica el fenómeno de la confesión en la religión inka. La confesión es un fenómeno típico de la religión inka y que comparte con el cristianismo; sin embargo, las diferencias son bastante importantes. La confesión inkásica se centra en manifestar los incumplimientos respecto de los deberes de los rituales para con los dioses, la fidelidad al poder e ideología imperial, el cumplimiento de los requerimientos de cada comunidad; y tiene poco que ver con una especie de examen de consciencia referido a unos mandamientos preestablecidos como es el caso del cristianismo. Tampoco hay, en este sentido, una soteriología: simplemente estás obligado a corregir tus errores. La dinámica de pecado y perdón está ausente, y la perspectiva de salvación o vida eterna faltan por completo.

De este modo, emerge una metafísica inkásica caracterizada de la siguiente manera en cuanto se refiere a la relación entre el mundo social y el orden simbólico en donde habitan los espíritus, especialmente dioses, huacas y ancestros:

a.       Los seres espirituales, dioses, huacas y ancestros del mundo andino, apenas si existen en un estado casi vaporoso; son solos voces inentendibles, imprecisas, todavía no bien constituidos. Es la palabra, la capacidad de hablar lo que termina por darles una forma definida y de este modo logran comunicarse con los seres humanos.

 

Se establece una especie de gradualidad ontológica por medio de la cual los dioses, huacas y ancestros adquieren una realidad plena; la secuencia implicada, como se ha dicho antes, se desarrolla a través de un triple proceso: los dioses toman forma cuando son interrogados y obligados a responder, animan a seres inertes como los piedras para poder manifestarse adquiriendo un nivel de objetividad y, finalmente, alcanzan su pleno esplendor en los grandes templos oraculares como el destinado a Pachacamac, sostenidos por toda la liturgia y sacrificios ofrecidos.

 

Este mismo hecho conduce a la fragilidad de los espíritus: sus templos pueden ser destruidos, se deja de hacer ofrendas y sacrificios, ya no se les consulta y terminan como dioses mudos, es decir, que pierden su calidad de tales y desaparecen de la memoria.

 

b.       La palabra se constituye como el atributo fundamental de los dioses, pero no como verdad revelada. Palabra contingente utilizada para comunicarse con los inkas o los diversos grupos étnicos. Se adquiere la calidad de espíritu cuando se es capaz de hablar y de comunicarse; esta característica desciende desde los dioses hasta los seres humanos y se introduce en algunos objetos privilegiado convirtiéndoles en huacas con plena capacidad oracular. La esencia de lo humano es el lenguaje.

 

Cabe aquí una advertencia importancia: la palabra de los dioses no es equivalente a logos entendido como razón, como sucede en la filosofía griega y luego en el cristianismo. Esta palabra puede o no ser racional; muchas veces se equivoca, toma el camino equivocado o simplemente se calla con todas las consecuencias que esto provoca. No se trata tanto de un giro irracional o del destino fatal como en Grecia transportado por los oráculos; es una voz siempre contingente enredada en el juego político de cada momento histórico.

 

c.       El conflicto de las interpretaciones: en este entramado teológico político la figura del sacerdote es central. Como mediador lleva las preguntas de las élites y de las comunidades a los dioses y ancestros; luego, escucha las respuestas en un lenguaje incomprensible; finalmente, interpreta las palabras de los dioses y las traduce a las personas agolpadas en peregrinación a los grandes templos o reunidos en torno a una huaca en su localidad.

 

Se produce un conflicto de interpretaciones, porque la hermenéutica del sacerdote carece de una verdad revelada con la cual contrastar cualquier mensaje. Tiene frente a sí la ideología inkásica convertida en una suerte de entendimiento agente que flota por sobre el imperio. Este es el marco referencial para guiarse y dar la respuesta esperada por el inka y por las élites.

Sin embargo, de manera subalterna, casi invisible, los discursos de los subalternos le presionan. El sacerdote por medio de la interpretación del oráculo hace oír al inka las exigencias de los pueblos, sus demandas e inconformidades. El inka está constantemente presionado por la multiplicidad de intereses expresados a través de las huacas y en un estado inka disperso y difícil de mantener unidad, no tiene otra alternativa que la de escuchar esas voces de los de abajo.

 

Bibliografía.

Curatola Petrocchi, M., & Ziółkowski, M. (2008). Adivinación y oráculos en el mundo andino antiguo. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Curatola, M. (2016). La voz de la huaca. En M. Curatola Petrocchi, & J. Szemiński, El Inca y la huaca : la religión del poder y el poder de la religión en el mundo andino antiguo (págs. 259-316). Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Curatola, M. (2017). Los oráculos de los confines del mundo. Pachacamac, 166-197.

Gose, P. (1996). Oracles, Divine Kingship, and Political Representation in the Inka State. Ethnohistory, 1-32.

Sánchez Paredes, J., & Curatola, M. (2013). Los rostros de la tierra encantada: religión, evangelización y sincretismo en el Nuevo Mundo. Lima : Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.