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domingo, 9 de junio de 2013

EL LARGO CAMINO DE LA IMAGEN: DEL ESPEJO A LOS LENTES DE GOOGLE

La segunda tópica del inconsciente, sobre la que basa su obra Lacan, partía de la triple estructura: imaginario, real y simbólico. La manera cómo nos constituimos como sujetos se inicia en la reproducción imaginaria de la realidad que, inmediatamente, será mediada por el orden simbólico; esto es, por la cultura.
Lo que interesa retomar de este esquema es que en el núcleo de aquello que somos se encuentra el orden imaginario y con este, en la imagen y la fantasía, que tienen su punto de partida en la imagen reflejada en el espejo. De este modo, logramos ser y saber lo que somos.
El estadio del espejo está allí en nuestro interior conformándolo, dándole vida, llenándole de “fantasmas” que, aunque provienen de lo real, siempre lo desplazan, lo modifican, lo alteran, distanciándose en algún grado. (La imagen funciona como un tropo; por ejemplo: como metáfora, metonimia, sinécdoque.) (Nusselder, The surface effect, 2013)
Sin embargo, la imagen –y lo imaginario- una vez que han salido virtualmente hasta el espejo se niegan a regresar sin más. Por el contrario, inician un largo recorrido hasta nuestros días. Tratemos de señalar los hitos de la secuencia que parte del paso de la imagen especular a la fotografía hasta desembocar –por el momento- en los lentes de Google.
Se requiere de una amplitud de la mirada que solo será posible si nos centramos en aquello que consideramos el aspecto central de cada una de las fases, con la convicción de que su entendimiento pleno ha requerido y requerirá de una multitud innumerable de estudios, como ha sucedido con la fotografía.
Considero que en este par de siglos las marcas relevantes y estructuradoras de períodos bastante definidos son: fotografía, imagen-movimiento (especialmente el cine), pantalla, realidad aumentada. Debe tomarse en cuenta que son estadios acumulativos, en donde cada uno que capturado en el siguiente; y, además, cada uno persiste en su propio espacio con su propia evolución, lo que dificulta su comprensión global, como es el caso del paso de la fotografía analógica a la digital.
Fotografía: congela la imagen especular, el ojo fotográfico segmenta la realidad que captura y permite que este fragmento de lo real pueda trasladarse a un ámbito distinto del que surgió; por ejemplo, aparecer en un periódico. Desde luego, la mirada fotográfica está penetrada enteramente por un régimen de la sensibilidad proveniente del entorno cultural y a su vez, se convierte en un elemento privilegiado de dicho régimen. (Barthes, 1990)
Imagen-movimiento: la imagen fotográfica es puesta en movimiento, de manera simulada. Se reintroduce el tiempo en la imagen, no solo como referente sino como algo dado inmediatamente. De este modo, se crea junto a la realidad otra realidad, en este caso imaginaria, virtual. Aquí la ilusión y lo ilusorio estallan en millones de pedazos, de películas, videos, audiovisuales, videoclips. Por esa misma razón, lo que está en juego en la imagen movimiento es el porvenir de la ilusión: ¿tenemos derecho a la ilusión?, ¿de qué modo es posible?, ¿ha triunfado definitivamente el simulacro?, ¿la sociedad del espectáculo es un callejón sin salida en donde  la ideología del capitalismo tardío se realizado plenamente? (Cubitt, 2004)
Pantalla: la electrónica permite el manejo cotidiano de la imagen lo más cercanamente posible a cada uno de nosotros. La gran pantalla de cine se empequeñece y la tenemos frente a nuestros ojos prácticamente todo el día: computadoras, laptops, tablets, celulares, smartphones… Estas pantallas se han convertido en interfaces que hacen de mediadores entre nosotros y la realidad, entre nosotros y los otros. Ciertamente interfaces inteligentes: software que es ante todo la concreción de un concepto y de una imagen del mundo sobre un soporte electrónico. El software piensa la realidad de un determinado modo, introduce una nueva ontología en el mundo. (Nusselder, Interface fantasy. A lacanian cybor ontology., 2006)
Realidad virtual: este es el momento en que vivimos, todavía muy inicial, tanto que quizás el nombre escogido no expresa todas sus potencialidades y riesgos. La imagen deja de estar allá fuera, a una cierta distancia de los ojos y se aproxima tanto que prácticamente se fusionará con nuestro aparato visual. Podemos decir que es la realización plena de la fase ciborg de la imagen. La imagen como prótesis.

Cuadro 1. Del espejo a los lentes de Google.

IMAGEN
CARACTERÍSTICA PRINCIPAL
Fotografía
Fragmentación de la realidad.
Imagen-movimiento
El porvenir de la ilusión
Pantalla
La imagen como interface
Realidad virtual
La imagen como prótesis


Bibliografía.

Barthes, R. (1990). La cámara lúcida. Buenos Aires: Paidós.
Cubitt, S. (2004). The cinema effect . Cambridge, Ma. : MIT Press.
Deleuze, G. (1984). La imagen-movimiento. Estudios sobre cine 1. . Buenos Aires: Paidós.
Nusselder, A. (2006). Interface fantasy. A lacanian cybor ontology. Amsterdam: F&N Eigen Beheer.
Nusselder, A. (2013). The surface effect. London: Routledge.



lunes, 27 de mayo de 2013

DE LAS RELACIONES GENERALES ENTRE ESTÉTICA Y DISEÑO



La noción y la práctica de la estética se han ido transformando a lo largo de los siglos. Su concepto ha sufrido modificaciones sustanciales, especialmente en la modernidad en donde se produce el colapso de la estética con el arte y con la belleza,
Diversos fenómenos transforman esta situación, especialmente desde las últimas décadas del siglo XX: la aparición del arte posmoderno, la disolución de la esfera del arte moderno, las nuevas tecnologías de la información y comunicación y, de manera especial, la gigantesca ampliación de la esfera del diseño y la publicidad, vinculadas a la invasión sin límites de la sociedad de consumo y del espectáculo. (Consumo espectacular.)
No se trata en este lugar de realizar una revisión, ni siquiera somera de estos fenómenos. Lo que nos interesa como introducción a la estética del diseño, es mostrar de qué modo se ha conformado el ámbito de la estética, que nos permita, a su vez, mostrar su interrelación con el diseño.
Como punto de partida, digamos que la estética en su sentido moderno ha entrado en crisis y que, al mismo tiempo, muchos de sus elementos persisten aunque fueran redefinidos. Queremos decir que la estética todavía tiene que ver con el arte y con la belleza; sin embargo, “arte” y “belleza” han dejado de tener un significado preciso, una referencia canónica reconocible. Más aún, una de las tareas centrales del arte posmoderno ha sido expulsar a la belleza de su ámbito.
Es difícil de decir si este exilio de la belleza moderna, clásica, es definitivo y que el arte posmoderno se ha divorciado completamente de la belleza; o si, por el contrario, ha cambiado la noción de la belleza, con otros parámetros, con otros enfoques, con otras valoraciones. (Este es un debate abierto.)
Si bien se ha producido esa separación –absoluta o parcial, no lo sabemos- entre estética y belleza, todavía está incluida la esfera del arte. Así que la estética trata del arte y no de la belleza; por eso, se mantienen los debates en torno a los componentes políticos, sociológicos, filosóficos, económicos del arte, incluso a la posibilidad de su desaparición completa, augurio una y otra vez repetido que jamás llega.
La belleza tiene un destino extraño en nuestras sociedades. Expulsada de la esfera del arte, se convierte en el centro del mundo del consumo y, por lo tanto, del diseño, a tal que extremo de valor agregado se convierte en valor, en aquello que compramos por sí mismo y a lo que le adherimos un uso. La función queda supeditada a la estética del objeto.
Se ha producido una migración de la belleza y del arte en su sentido moderno hacia el campo del diseño, que han salido de los museos y de las galerías para encontrar su nuevo hogar en los centros comerciales, en la publicidad, en las marcas, en el turismo. (Michaud)
Quizás la moda es el fenómeno extremo, que lleva este proceso hacia límites antes no imaginados, porque realiza por primera vez la exaltación de la forma como como aquello que se compra por sí mismo y que lleva al valor de uso –del que depende toda funcionalidad- a su cuasi desaparición. O, si se prefiere, que transforma la moda en aquello que debe usarse por sí misma.
Así que la estética se traslada del ámbito del arte hacia el diseño, llevándose consigo los ideales de la modernidad, que en este campo también continúa como un proyecto inacabado. Por eso, pone de nuevo en obra a la belleza e incluso produce un nuevo “sublime”, como sería el caso de la alta costura. Desde luego, es preciso un análisis detallado del conjunto de transformaciones que llevan de la modernidad a la posmodernidad, y de esta al high-tech o la estética ciborg.
La imagen resultante de la posmodernidad en el campo de la estética del diseño es harto distinta de la que hemos visto hasta el cansancio en las artes plásticas, porque como hemos dicho, aquí posmodernidad significa la realización paradójica de la modernidad. Paradójica porque al mismo tiempo que la completa, la disuelve. (Ironías hegelianas.)
El paso de la estética de la esfera del arte a la del diseño, significa que elementos que estaban antes de la modernidad incluidos en la estética o que se encontraban subsumidos en esta, salen a la luz  y adquieran nuevamente toda su relevancia. Nos referimos a la estética tal como está entendida en Kant: la experiencia de lo sensible, el mundo de la sensibilidad.
Y luego, junto a esta sensibilidad, recuperando los aspectos expresivos de dicha sensibilidad, el regreso de lo imaginario, de la imaginación, de la imagen al mundo de la estética; así, pasamos de la época de la imagen del mundo a la época del mundo como imagen.
Por lo tanto, la estética del diseño cubre tres ámbitos ahora plenamente interrelacionados: arte, sensibilidad e imaginación.
En el caso del arte, se trata de las relaciones que se establece con el diseño: las influencias mutuas, los puntos de pasajes, las contaminaciones, los pasos subterráneos, los conflictos y oposiciones, la competencia desigual en el ámbito del mercado, los tipos de mercado claramente diferenciados.
La sensibilidad se refiere a los modos de constitución de regímenes de la sensibilidad que se colocan entre los diseñadores y sus productos, y que dependen tanto de los contextos sociales, culturales y políticos.
La imaginación que nos permite ampliar el sentido de la realidad, reproducir  y rehacer el mundo al que le damos nuestras propias significaciones, proyectar mundos posibles con que se desplazan en mayor o menor grado del actualmente existente.
Con estos elementos desembocamos en el diseño como una manera de hacer el mundo y de apropiarnos de él. Diseño que le da forma al mundo, sin la cual no podría subsistir. Objetos, imágenes, interiores, moda, vienen con un régimen de la sensibilidad que se nos impone –jamás completamente- y que se convierten en conceptos con los que pensamos la realidad: objeto-concepto, imagen-concepto, interior-concepto, moda-concepto.