El pensamiento caníbal tiene
entre sus ejes fundamentales, la comprensión de la lógica interna de la cultura
dominante, necesitamos conocer sus mecanismos inherentes de funcionamiento, la calidad
de sus abstracciones, las tendencias invasivas que no dejan lugar a salvo.
Este entendimiento debe incluir la
visualización de los límites, fallas, fracturas del pensamiento occidental. Más
aún aproximarse a aquellas posiciones que ponen en jaque los mecanismos de
producción y reproducción de los conocimientos y los valores occidentales,
desgarrando la densa trama del poder.
En este contexto, los debates
propuestos por Jean Baudrillard nos resultarán útiles, no tanto por aquello que
propone, sugiere o dice, sino porque es un síntoma exquisito de la quiebra de
la razón occidental.
Si el pensamiento caníbal intenta
reconstruir la lógica cultural del capitalismo tardío, las teorías de
Baudrillard muestren en su máximo esplendor y con toda la ironía, las
contradicciones, irracionalidades de la razón occidental, además de abrirse a
otras tradiciones del saber, como las gnósticas y maniqueas, que están detrás de
la razón posmoderna, aunque oculta en los planos subterráneos.
Por eso, se ha elegido este
enfoque que toma a Baudrillard como el reverso del pensamiento caníbal. Sin
embargo, hay que introducir un giro en su pensamiento, tal como insistía
Husserl, en el sentido de que la crisis no era de la ciencia o el conocimiento
en general sino la crisis es de la ciencia europea.
De este modo, podemos leer a
Baudrillard como una descripción, muchas veces extrema, de lo que efectivamente
pasa en esta época en Occidente y que conduce a su vaciamiento, que nos permite
ver el agujero negro de la acumulación capitalista que lo devora toda, incluso
aquellas ganancias que vinieron dadas por la democracia y por el estado de
bienestar.
Se podría decir que los
simulacros y las estrategias fatales le pertenecen a la civilización occidental
y a su crisis. Sin embargo, estos elementos no están distribuidos de manera
uniforme en el mundo, ahora bajo el signo de la globalización y la profunda
crisis sistémica que vivimos.
En América Latina en donde la
realidad es tan brutal, por la pobreza, desempleo, marginalidad, inseguridad
junto a la ansiedad de modernidad, la relación entre lo real y su doble tiene
que ser redefinida. ¿Cómo se expresan estos vínculos problemáticos entre la
promesa de futuro y la fatalidad del destino que nos impone el capitalismo tardío
vistos desde América Latina?