Si hemos dicho que la forma es
todo aquello que introduce una distinción, ¿sería correcto establecer que esta
distinción es diferencia? O, en otros términos, ¿cuál es la relación entre la
teoría de la forma que aquí se propone y el diferencialismo posestructuralista?
A fin de responder estas
preguntas me remito a las posiciones de Rodrigo Jokisch, quien interpreta la
teoría de la forma de Spencer Brown, y sostiene que la forma introduce una
distinción, y la reinterpreta desde la perspectiva del diferencialismo. (Jokisch, 2002) (Brown)
“…los
conceptos centrales y dominantes de este escrito: la “diferencia” (distinción
simétrica) y la “diferenciación” (distinción asimétrica).” (Jokisch, 2002, pág. 12)
Jokisch introduce una primer cambio
que tendrá consecuencias significativas sobre el concepto de forma: la noción
de diferencia se vuelve primordial por sobre la distinción; entonces es esta
última la que desarrolla la diferencia, dejando de ser el punto de partida.
La forma como diferencia nos
lleva directamente a un enfoque posestructuralista, más allá de voluntad que se
tenga de aislarle de estos conceptos. Y lo que es mucho más importante, queda
atrapada en sus dilemas, que hacen su aparición casi inmediatamente en la
reflexión de Jokisch.
La relación entre unidad y
diferencia se topa con un callejón sin salida, porque conduce a un regreso
hacia el infinito: si la unidad es la unidad de la distinción entre unidad y
desigualdad, entonces cada uno de estos elementos, tiene que remitir a otro
proceso de distinción en donde hay una nueva unidad y una nueva distinción y
así sin término. Si todo es diferencia, ¿cómo se produce la unidad? Y si todo
es unidad, la diferencia se disuelve. El cuadro de Jokisch contiene este tipo
de infinitud:
Cuadro 1.
Unidad =
|
Unidad =
|
Unidad de la distinción de:
|
Unidad de la distinción de:
|
unidad y desigualdad
|
diferencia y diferenciación
|
(Jokisch, 2002, pág. 39)
Cuadro 2.
Unidad 2 =
|
Unidad 2=
|
Unidad de la distinción de:
|
Unidad de la distinción de:
|
unidad 3 y desigualdad 3
|
diferencia 3 y diferenciación 3
|
Al tratar de remediar esta
situación, Jokisch introduce una distinción entre diferencia simétrica y
diferencia asimétrica; esto es, entre aquello que ya está dado como forma y que
por eso se distingue de otras formas –diferencia simétrica-, y la
diferenciación –asimétrica- que lleva desde una forma a otra. Lyotard en El diferendo mostrará el camino sin
salida de este tipo de razonamientos, porque estamos obligados a introducir en
la diferencia simétrica los constantes procesos de diferenciación a los que
está sometido, ya que nada permanece estático. A menos que se establezca que la
diferencia simétrica es puramente fenoménica y la diferenciación es el sustrato
que la sostiene.
Así que la diferencia no puede
provenir de la diferencia, del múltiple puro a la Badiou como el núcleo de todo
lo existente, del devenir algo a la Deleuze que siempre es devenir otro; esto
es, proceso de proliferación. La diferencia proviene de la in-diferencia, que
sería mucho más correcto como: distinción e indistinción.
Y esa in-distinción no es otra
cosa sino ese nada primordial, agitada cuánticamente, de la que proviene el
universo entero. De esa nada cuántica emergen las formas, como distinciones, en
donde el tema de la unidad y la diferencia aún no se plantea. Hay un conjunto
de formas que surgen de los mismos procesos de distinción y que, por lo tanto,
son indistinguibles entre sí –como un electrón comparado con otro-; y hay otras
formas que surgen de otro procesos de distinción y que adoptan otra forma. Por
otra parte, solo manteniéndose en movimiento pueden conservar su distinción.
Como he dicho, la diferencia es enteramente fenoménica mientras la
diferenciación es la constante detrás de todos los procesos.
Ciertamente que el mundo en que
vivimos a diario nos encontramos con cosas relativamente estables, distintas
unas de otras; a menos que escarbemos un poquito para que salgan a relucir los
procesos de distinción. De tal manera que hace falta quedarse en este proceso
de in-distinción/distinción como lo primordial y tomar a la diferencia como un
subconjunto, bastante específico, de la distinción.
Llamamos formas a los modos
necesarios en que cualquier cosa llega a la existencia, a través del paso de la
in-distinción a la distinción, de la nada cuántica al universo en su magnífica
diversidad. Si bien es cierto que para cualquier efecto práctico nos
enfrentamos a una forma ya dada que la transformamos, no es menos válido
señalar que, de determinada manera para cada situación específica,
in-diferenciamos –parcial y provisionalmente- la forma con la que trabajamos
para convertirla en otra forma.
En el transcurso de una forma a otra,
sin importar en el sector del mundo en el que estemos trabajando –por ejemplo,
arte o diseño-, no solo importan las operaciones resultantes de las
disposiciones y de los dispositivos con los que estemos lidiando, que desembocarán
en las nuevas formas, sino de qué manera se produce la in-distinción de la
forma que sirve como punto de partida, porque implica que la reducimos a
aquellos aspectos que queremos conservar, ignorando otros, sometiendo otros a
una lógica distinta.
Siempre cabe la pregunta: ¿qué
formas entran en la in-distinción y de qué modos específicos lo hacen y qué
formas resultan del trabajo sobre la in-distinción? Porque la forma es aquello
que permite el paso de la in-distinción a la distinción y es, al mismo tiempo,
el producto de dicho paso.
Jokisch en esta deriva que le
conduce a reducir la forma a diferencia, termina por espacializar la forma, de
tal manera que esta no sería otra cosa que la expresión o resultado estructural
de las distinciones básicas: “Comprendemos como forma el aspecto espacial-estructural de combinación de
las distinciones básicas –diferencia asimétrica y diferencia simétrica. Forma,
representa por lo tanto el “aspecto
extemporal” de la combinación de dichas distinciones.” (Jokisch, 2002, pág. 51)
Si bien es cierto que usualmente
adherimos el concepto de formas a las formas espaciales, este abarca un ámbito
mucho más amplio, que va desde la forma de las que está poblado el universo –campos
y partículas- hasta las formas ideales, virtuales, sociales, lingüísticas.
Finalmente podemos decir que todo es forma, en cuanto todo es efecto del paso
de la in-distinción a la distinción.
Este transcurrir de la
in-distinción a la distinción se lo hace, necesariamente, guiado por una Forma
que produce formas. Se establece que la Forma –con mayúscula- es el principio
generador y que las formas –con minúscula- son los resultados.
Guiado por esa perspectiva
espacial-estructural, Jokisch echa a la forma del plano temporal: la forma
sería el aspecto extemporal del mundo, porque una vez que está dada, que está
hecha, puesta allá fuera, escaparía de la dimensión temporal, se habría quedado
fijada en el pasado. Quedaría para la distinción asimétrica el tiempo, en
cuanto que atañe a lo que “está en vías de formarse”, de diferenciarse:
“Por lo tanto,
la forma siempre es –vista bajo el aspecto de la dimensión del tiempo- una
forma “pasada” o “ya hecha”, de otra manera no podría ser forma. Si tratamos de
observar el aspecto dinámico como un “suceso a formarse”, es decir algo que “está
en vías de formarse, pero que todavía no se ha formado”, entonces podemos
hablar de autorreferencia. La dinámica autorreferencial es una dinámica
futurista ya que representa aquella dinámica operacional que “engendrará forma”
y, por lo tanto, está ligada al futuro desde el punto de vista de la dimensión
del tiempo.” (Jokisch, 2002, pág. 52)
Esta exterioridad de la distinción
se vuelve tanto espacial como temporal; es un proceso que al darse, al producir
una forma, desaparecería, transformándose en algo ilocalizable e incluso
indecidible: “Las diferencias simétrica y asimétrica –o sea las distinciones
básicas- no se pueden localizar en el espacio (¿dónde está una diferencia?), ni
determinar temporalmente (¿cuándo tiene lugar?); ni tampoco son decidibles
socialmente (se las debe presuponer para tomar decisiones)…” (Jokisch, 2002, pág. 56)
Por el contrario, aquí se
sostiene, y me parece más cercano a las posiciones de Spencer Brown, que la
Forma, como generador de distinciones y como producto de estas, producen el
tiempo y la forma concreta que este adopta, en la naturaleza, en la sociedad,
en la imaginación. El paso de la in-distinción a la distinción es la formación
de un espacio-tiempo, de un mundo dado. O, si se prefiere, solo hay distinción
en donde hay espacio y tiempo. En el momento en que estos desaparecen,
estaríamos de regreso a la in-distinción.
Jokisch con estos elementos
coloca al mundo del lado de la indistinción, de la indiferencia, como algo que
estuviera flotando en el vacío sin ser una concreción, sin estar determinado; y
esto se debería a que en el mundo no hay información y por lo tanto, nada se
puede conocer:
“No hay
información si no hay distinción. No obstante, si no hay información, tampoco
hay nada que se pueda observar, sobre lo que se pueda hablar o escribir, ni
siquiera la negación… las distinciones forman la materia primordial de la cual
está compuesto nuestro mundo cognoscitivo.” (Jokisch, 2002, pág. 57)
Un mundo carente de información,
en donde las cosas entran en este en el momento en que el trabajo de las
distinciones comienza a obrar. Si bien estoy de acuerdo en la necesidad de la
existencia de información para que pueda haber mundo, se ve difícil de aceptar
este mundo carente de toda cualidad:
“Ahora bien,
el “mundo” no representa ninguna distinción, el “mundo” no es ninguna información.
El concepto de mundo aquí empleado, es el otro lado de toda distinción, es
decir, el mundo es no-distinción, algo que puede tener lugar solamente sobre la
base de una distinción adicional, con base en la distinción entre distinción y
no-distinción. El concepto de mundo aquí empleado es una no-distinción. Si se
quiere describir el estado, entonces se debe decir: el mundo es aquello que es;
y al mismo tiempo no es aquello que no es. Las informaciones “entran” al mundo
a través de las distinciones.” (Jokisch, 2002, pág. 60)
Por el contrario, habría de
sostener que mundo es una Forma, en donde a través del juego de las
distinciones se llena de formas, de modos de ser que siempre son específicos.
El mundo es una Forma, un modo de darse y los hechos resultantes de ese darse,
de ese ponerse en el mundo. Así es como sucede la Forma: “Ahora regresamos a la
temática más estrecha de la forma de la forma y preguntamos ¿cómo sucede la forma?” (Jokisch,
2002, pág. 64)
Bibliografía
Brown, S. (s.f.). Laws of form.
Jokisch, R.
(2002). Metodología de las distinciones. México: Juan Pablo/Unam.