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martes, 7 de marzo de 2023

INEFICACIA RADICAL

 Juan Carlos Rojas Cajamarca

Carlos Rojas Reyes

Quito – Marzo 2023

 

1.       Crisis de la sociedad y del pensamiento.

Hay una crisis generalizada en prácticamente todos los ámbitos de la vida contemporánea: el agravamiento de los problemas del medio ambiente con el calentamiento global, la oleada de migraciones hacia los países desarrollados, el crecimiento del hambre y el desempleo en vastas zonas del mundo, la descomposición de los sistemas democráticos, el ascenso de la extrema derecha en una variedad de manifestaciones, la pandemia del COVID-19 y la amenaza de nuevos males, el callejón sin salida de la cultura y el arte actuales, el secuestro de la ciencia y la tecnología por parte del capital, entre otros tantos problemas que nos aquejan y que forman parte del deterioro crepuscular del capitalismo y su sociedad.  

Ante esta situación podría pensarse que tenemos un conjunto de teorías, reflexiones, debates, propuestas políticas, estrategias, a nuestro alcance y, sobre todo, de filosofías que den cuenta de la situación y muestre los posibles caminos de salida. Sin embargo, la crisis civilizatoria también ha tocado al mismo pensamiento, llevándolo a a su desorientación y hacia teorizaciones que se aproximan a la descripción de los hechos sin proveer de orientaciones efectivas para el presente y futuro de la humanidad.

Una situación que no solo afecta al pensamiento comprometido con mantener el orden establecido, sino que toca de manera brutal a lo que podemos considerar como corrientes críticas, en su gran cantidad de variantes. Podría parecer una exageración, pero realmente no lo es. En su gran mayoría estas perspectivas, partiendo de apelar a las sensibilidades y aperturas que una parte de la población tiene hacia las cuestiones ecológicas, de género, anticapitalistas, desarrollan grandes teorías mal contenidas dentro de formatos posmodernos, que se caracterizan en cuanto a su núcleo propositivo respecto de las crisis contemporáneas por su ineficacia radical.

Esto es por la extraña combinación del máximo de radicalidad posible en sus proposiciones con la ausencia de propuestas de salida, aunque fueran provisionales o hipotéticas, o en otros casos, con estrategias que no se sostienen de cara a la realidad y que muestran su ineficacia. Así que leemos con ansiedad y expectativa unos largos tratados, libros, artículos, ensayos, oímos entrevistas y podcast hasta el último minuto, con la esperanza de que en algún momento se presente a la consideración de todas las estrategias para salir de la situación; pero, la espera resulta en vano. Los señalamientos son precarios, las respuestas inaceptables y, como suele suceder muchas veces, arrojan al lector hacia una especie de resignación: frente a la magnitud de la catástrofe, poco se puede hacer.

¿Qué consecuencias tiene este choque de trenes de alta velocidad: lo radical llevado a su extremo con la inoperatividad convertida en paradigma? ¿De qué manera los postulados extremos que se basan en grandes aseveraciones metafísicas chocan con la ineficacia a la hora de enfrentarse a la realidad? ¿Cómo esta barrera contra la que estrellan estas teorías e interpretaciones de la realidad se vuelven sobre sí mismas como si fueran uroboros? En todo caso, lo fundamental será mostrar, en cada caso, los efectos de juntar dos extremos polarizados al máximo y que son, en último término, contradictorios.

Ineficacia radical que la vemos con plena claridad en los llamados pensadores de referencia, que son los más citados y a los que recurrimos una y otra vez. Pero, también ha penetrado con fuerza en gran parte del pensamiento latinoamericano o tercermundista, especialmente en esa capa académica de latinos en universidad norteamericanas, como siempre, con las excepciones que ya tendremos ocasión de exponer.

A pesar del esquematismo inevitable, a manera de ejemplos que luego serán ampliados, es conveniente citar algunos casos paradigmáticos de ineficacia radical, autores que son citados incansablemente y en donde encontramos este fenómeno expresado en toda su magnitud; es decir, se postulan a sí mismo como el máximo de radicalidad y afirman en la misma magnitud la imposibilidad de una salida.

Comencemos por el autor que mejor ha expresado esta ineficacia radical y que lamentablemente es una barrera difícil de superar, sobre todo porque sus afirmaciones parecerían definitivas e ineludibles: Martín Heidegger. Aquí encontramos el máximo de radicalidad expresada en la reducción de todo el pensamiento occidental a un solo hecho: el olvido del ser como culminación de la metafísica. Y frente a esta situación no cabe otra cosa que vagar por bosques umbrosos en búsqueda de ese ser perdido al cual finalmente nunca encontraremos. Como señala con toda lucidez Derrida, se trata nada menos que de la clausura de la onto-teo-teleo-logía. Nos quedamos con una presencia que atisbamos, impedidos de representarnos tanto política como cognoscitivamente. En gran medida el pensamiento occidental sigue habitando esta clausura; este es el caso del mismo Derrida o de Agamben a pesar de toda su fuerza crítica. (No está demás señalar que estas apropiaciones críticas de Heidegger no saldan cuentas con su núcleo fascista. Heidegger ante esta pérdida del ser en realidad da un paso salvaje al creer que la superación de ese olvido del ser se encarnaría nada menos que en el fascismo. Heidegger caminando por las sendas perdidas se topa con el Führer). (Heidegger, La superación de la metafísica, 1994) (Heidegger, Ser y tiempo, 1951) (Derrida, 1971) (Agamben, 2012)

En cuanto a Agamben ciertamente ha aportado de manera considerable y profunda a la comprensión de algunos fenómenos, especialmente de los mecanismos de funcionamiento del fascismo y de hallar la lógica de estos en muchos fenómenos contemporáneos, como es el caso de la prisión de Guantánamo; también es importante su esfuerzo por visibilizar de qué manera se constituye Occidente en la confluencia del derecho romano con el mundo cristiano ya desde la época bizantina.

Sin embargo, aquí se visibiliza la manera en que la radicalidad de su análisis, tal como la encontramos en el Homo Sacer, desemboca en la parálisis de la acción política, en donde se vuelve realidad la afirmación de Bartleby: Prefiriera no… La inoperatividad sustituye a la acción política; la noción de voluntad es anulada; el momento destituyente es el único válido, por lo tanto, imposibilidad de instancias instituyentes, porque todas estas contendrían ya un momento opresivo inevitable.

El gesto radical e ineficaz adquiere una dimensión realmente heideggeriana por su magnitud y profundidad en Boaventura de Sousa Santos: primero, la reducción de toda un área a un solo fenómeno y luego la propuesta alternativa que sería un comienzo originario; es decir, la epistemología occidental en su totalidad sería eurocéntrica y, por lo tanto, estaría equivoca en su totalidad. Frente a esto, se levanta una epistemología alternativa, denominada Epistemología del Sur, completamente contrapuesta a la otra. (De Sousa Santos, 2019)

Pero, este gesto grandilocuente en realidad no logra desarrollarse ni en el plano teórico y metodológico ni práctico. Gira sin cesar en torno a las mismas proposiciones y no logra expresar en qué consistiría, peor aún construir metodologías que se desprendan de esa nueva epistemología. En el plano práctico a duras penas, en unos pocos casos, se revive precariamente las viejas experiencias de la investigación-acción.

La propuesta de Ramón Grosfoguel es mucho más complicada de sintetizar por la deriva de su pensamiento y por la carga retórica que a veces impide ver las teorizaciones y elecciones políticas que están detrás. Grosfoguel tanto en su época decolonial como en la nueva formulación antiimperialista decolonial arrasa con todo: marxismo, feminismos, sus antiguos colegas decoloniales, todas las variantes del deconstruccionismo o del posestructuralismo; la totalidad del pensamiento eurocéntrico y occidental queda borrada de un plumazo. Simplemente se la dan por superadas.

Al igual que Boaventura de Sousa sus reflexiones terminan por ser circulares sin alcanzar a desplegar las hipótesis que propone. En el otro extremo, asombra la palidez de las propuestas políticas comparadas con la dimensión de la reducción a cero de la teorías imperialistas y coloniales: se pasa de la decepción de los gobiernos populistas o progresistas a los cuales había apoyado con igual entusiasmo, a la propuesta de activismos locales que resisten los distintos tipos de opresión, sin la posibilidad de formular alternativas y estrategias de largo alcance. (Grosfoguel, 2022)

Por el momento, en esta parte definitoria del análisis, es suficiente con esta aproximación esquemática; más adelante trataremos a estos autores en detalle para mostrar la dialéctica entre radicalismo e ineficacia. Desde luego, no estamos afirmando que todo pensamiento radical sea ineficaz; nos estamos refiriendo a estas corrientes en específico que pasan precisamente por ser la mejor expresión del pensamiento crítico, aunque de hecho no lo sean.

Salir de este embrollo no se logrará haciendo el mismo gesto de reducir todo un fenómeno a una sola variable; luego, negar la validez de esta y finalmente proponer una alternativa igual de global. La construcción de un pensamiento radical y eficaz seguirá con seguridad otros derroteros; podemos referirnos a la interseccionalidad surgida de las luchas de la negritud, como una propuesta ejemplar que hay que trabajarla, pero que señala la dirección en la que tenemos que transitar. (River Collective Combahee, 2012)

2.       Ineficacia.

Si bien se ha visto, brevemente, en qué consiste cada gesto radical en los ejemplos elegidos queda la tarea de comprender a cabalidad lo que entenderemos por ineficacia y, a partir de aquí, analizar la forma de actuación de cada uno de ellos. Se puede tomar como punto de partida los desarrollos acerca de la ineficacia tal como los encontramos en el ámbito jurídico. Esto permitirá explicitar los elementos comunes a la ineficacia radical en sus diferentes corrientes y autores.

Tomemos como punto de partida la noción de eficacia del acto jurídico como modelo aplicable a la ineficacia radical en una parte del pensamiento crítico. Se entiende por eficacia del acto jurídico:

A esta producción de consecuencias jurídicas que se derivan de la naturaleza del acto jurídico y que son las que las partes buscaron producir con su realización, la denominamos eficacia del acto Jurídico. (Saux, 2018, pág. 678)

Dos aspectos se deben resaltar de esta definición: primero, todo acto jurídico para ser tal tiene que ser eficaz, es decir, producir unos resultados, tener unas consecuencias. Segundo, las consecuencias se refieren a aquellas que están contenidas de manera inherente en el acto jurídico y no se alude a cualquier tipo de efectos que podría causar; a esto se denomina efectos propios:

Y es tal cosa lo que ocurre de ordinario: que el acto jurídico produzca lo que se suele denominar "sus efectos propios" o "normales", los que han querido generar las partes al otorgarlo.  (Saux, 2018, pág. 678)

Así se delimita con claridad lo que es la eficacia de un acto jurídico que, en el caso de la ineficacia, no niega que haya efectos, sino que no son aquellos que vienen exigidos por los atributos del acto jurídico, sino otros que no se le corresponden:

Ahora bien, si en el lenguaje común ineficacia significa falta de efectos, en sentido jurídico el término requiere ciertas precisiones ya que la ineficacia jurídica es "la falta de los efectos que se deducen del contenido del acto, de sus efectos típicos". Ello no impide, sin embargo, que el acto produzca otros efectos. (Saux, 2018, pág. 679)

De tal manera que se entenderá por ineficacia el hecho de que el acto jurídico no produce los efectos que le son propios y que se esperan de él. Esta situación puede deberse al menos a dos causas: la falla interna del propio acto jurídico que por errores estructurales se ha vuelto ineficaz, y las limitaciones externas, del tipo que sea, que a pesar de la validez del acto jurídico impiden la consecución de los resultados propios:

…a veces, provendrá de fallas en la estructura constitucional del acto y se estará en presencia de "invalidez"; otras veces, el acto será válido -no tiene defectos en su estructura constitutiva- pero por razones ajenas a su estructura (que es perfecta) no producirá efectos… Un acto puede ser ineficaz porque carece de virtualidad para configurar idóneamente una determinada relación jurídica, o porque, aun cuando ha configurado esa relación idóneamente, ésta deja de constituir una regulación de los intereses prácticos que determinaron a los sujetos a concluir el negocio. (Saux, 2018, pág. 680)

Entonces, hablamos de ineficacia estructural y de ineficacia de hecho. Cuando la ineficacia es estructural el acto jurídico ha entrado en el campo de la nulidad, que proviene precisamente de la imposibilidad de alcanzar los efectos propios. La distinción entre ineficacia y nulidad será de particular importancia para el tratamiento de los temas de este trabajo.

Si bien toda nulidad es un subcampo de la ineficacia, no toda ineficacia es nula. Existen actos jurídicos plenamente válidos que, por diversas razones, son ineficaces, generalmente porque concurren otros factores externos al acto jurídico que impiden la producción de los resultados que le son propios.

Ahora apliquemos estas consideraciones de los actos jurídicos a las teorizaciones radicales ineficaces. En el núcleo de este análisis ubicamos a las posiciones radicales que funcionan de manera similar a los actos jurídicos, en la medida en que se postulan a sí mismas como orientadas hacia ciertas transformaciones sociales, muchas veces con una intención emancipadora respecto de la sociedad capitalista. No son posiciones que evaden su compromiso con la realidad, sino que, por el contrario, se construyen en base de esta.

Estas posiciones radicales contienen resultados posibles que le son inherentes; por ejemplo, reemplazar la epistemología occidental por las epistemologías del sur. La ineficacia debe entenderse en estos casos como la imposibilidad de tener los efectos previstos por la teoría propuesta. En esta situación la ineficacia se deriva de la estructura de la teoría en cuestión. Algo falla allí dentro que hace que ese pensamiento circule sin poder desarrollarse y, por ende, sin lograr ser eficaz, eludiendo aquello que justamente postula como su meta.

Pero, también puede fallar por razones externas a los postulados de su pensamiento, por determinados condicionamientos externos; así, Grosfoguel sostiene que no es la teoría la que falla, sino es la incoherencia de los gobiernos progresistas la que impide se logren ciertos objetivos tales como la descolonización de los saberes o la consecuencia con una posición antiminera.

Insistimos en que la ineficacia del radicalismo en cuestión no significa que no sea eficaz; así se quiere decir que estas teorizaciones tienen una multitud de efectos sobre la realidad, pero no aquellos que le son propios o inherentes a sus postulados; así, son largamente utilizados de manera retórica para conferir a tesis, artículos científicos, ensayos, en parte del campo del pensamiento radical.

En el análisis de corrientes y autores este enfoque se tomará en cuenta para distinguir entre los efectos esperados y contenidos en la teoría, y los resultados que no le son inherentes de manera explícita, pero que de todas maneras se producen.

La aplicación del concepto de nulidad de los actos jurídicos como producto de su ineficacia necesita de un desplazamiento para ser utilizada en la ineficacia radical. La nulidad, o invalidez jurídica, se transforma en invalidez epistemológica y epistémica y, consecuentemente, en un cuestionamiento de su valor de verdad.

La pregunta que tiene que hacerse a las teorizaciones radicales ineficaces retorna desde la ineficacia hacia la propia teoría interrogándose por su validez y veracidad: ¿son conocimientos científicos?, y en caso de serlo, ¿qué valor de verdad tienen? Ciertamente que todo esto suele resolverse en términos de grados de validez y de verdad, y difícilmente en una negación completa de las teorías en cuestión. Se evita, de este modo, repetir el gesto radical que reduce a nada todo el conocimiento eurocéntrico y occidental.

En otros términos, establecer la ineficacia de un pensamiento no puede dejar ileso a este desde la perspectiva de su capacidad de entender adecuadamente la realidad. La obtención de resultados que no son propios de los postulados de la teoría regresa sobre esta cuestionando su validez, alterando en algún grado su valor de verdad. Por ejemplo, la adhesión al fascismo por parte de Heidegger altera, y esto habría que aclararlo con precisión, el valor de verdad de los postulados de su obra.

Esto no significa que hay una relación lineal, de causa a efecto, entre ineficacia y validez y valor de verdad; quiere decir que se debe mostrar sus vínculos, la dialéctica que los ata en cada caso de manera muy específica. Con otra terminología se alude a la insuficiencia de considerar a la praxis como el criterio de validez y verdad, aunque esta forma parte de dicho criterio sin agotarlo, sin ser exhaustivo.

Toda falla en la praxis obliga a reconsiderar la teoría para explicar por qué ha sido ineficaz y en qué medida esta ineficacia proviene de errores inherentes a la teoría y en que partes se debe a circunstancias externas que han impedido su realización. Lo más frecuente suele ser una combinación de los dos factores en diversos grados.

3.       Trece proposiciones.

La acumulación de distintos tipos de crisis nos lleva a afirmar que estamos en el largo inicio de otra época. Las respuestas formuladas para otros tiempos ya no son válidas, si es que alguna vez lo fueron. Estamos ante la situación paradójica de tener frente a nosotros teorizaciones, incluso aquellas con claras intenciones políticas liberadoras, que se muestran como insuficientes o inadecuadas para resolver los grandes desafíos de la humanidad. Y, al mismo tiempo, no tener todavía teorías y estrategias alternativas, que ahora son esbozos de unos conceptos emancipadores por venir y en los que tenemos que apoyarnos de manera decidida.

Por esto, no queda otra opción que comenzar por señalar aquello que consideramos inadmisible, porque no tiene ni la capacidad explicativa ni una perspectiva estratégica orientada de la acción urgente que se tiene que llevar a cabo. Tenemos que decir: no más de lo mismo y tratar de salir de un pensamiento que ha llegado a un callejón sin salida y que insistentemente repite los mismos presupuestos metafísicos, variando únicamente el matiz, los detalles. O, en otros términos, qué presupuestos tenemos que cuestionar a fin de poder avanzar.

Estas proposiciones no son una especie de origen absoluto; tienen en algunos casos una larga tradición y en otros, desarrollos aunque sea iniciales que indican un camino para transitar en la búsqueda de salir del entrampamiento actual de la ineficacia radical, sus teorizaciones y la ausencia de propuestas para el futuro. De hecho, en cada caso, ya encontramos alguna corriente o autor que intenta desprenderse de la pesada carga de la posmodernidad y avanzar hacia nuevos enfoques o redefiniciones de propuestas clásicas que requieren ser repensadas.

3.    1. La contraposición entre presencia y representación.

El interminable juego, con claros orígenes y fundamentos teológicos cristianos, entre presencia y representación ha sido ganado por la primera en detrimento de la segunda. De la crisis de la representación moderna e ilustrada se pasó, por un desliz nada inocente, a la negación del gesto moderno y luego a la abolición de toda representación.

Situación paradójica en un mundo en el que los modos de representación proliferan de la mano de los medios y plataformas digitales, y en el que sus otras expresiones también viven un estallido sin límites, como es la política y la teatralidad. Desde luego, los nexos entre estos modos quedan ocultos bajo la apelación constante a una presencia que se torna inalcanzable.

Frente a esta situación solo cabe reafirmar la necesidad urgente de reflexionar sobre el triple modo de representación que estructura el conjunto de nuestra existencia: cognoscitiva, política y dramática, analizando la intrincada red tejida entre estos tres componentes. Efectivamente cualquier acceso a una presencia, como puede ser la del cuerpo, los afectos o ciertos órdenes simbólicos, únicamente puede lograrse con la plena intervención de las representaciones.

Ante el conjunto de dualidades que irán apareciendo y cuya resolución hasta ahora no ha sido posible, una estrategia de doble vínculo se constituye en buen punto de partida: no renunciar a ninguno de los dos polos, oscilar constantemente entre ellos, indagar por los procedimientos de paso entre uno y otro, cuestionar a cada uno desde la perspectiva del otro. (Spivak, 2017)

3.     2. La imposibilidad de las reducciones absolutistas.

Partiendo de la matriz heideggeriana se repiten, en diversas versiones, esta doble lógica secuencial: se reduce toda una realidad a un solo fenómeno y, a partir de esta negación, se postula un nuevo origen que es simultáneamente fundamento. Negación de toda la metafísica occidental al llamado “olvido del ser” e instauración de la búsqueda del ser como destino de Occidente. (Heidegger, Ser y tiempo, 1951)

Movimiento conceptual que se encuentra de igual manera en el posestructuralismo a través de las grandes afirmaciones: todo es flujo y devenir, la clausura de la onto-teo-teleo-logía, el acontecimiento como el principio explicativo de la historia, entre tantos otros ejemplos. Más recientemente, las corrientes denominadas decoloniales realizan el mismo gesto: todo lo que proviene de Europa tiene que ser negado por su “eurocentrismo” y frente a esto se inaugura precisamente el pensamiento decolonial, que sería el único modo originario de pensar y que se pretende como completamente incompatible, epistemológica y epistémicamente, con el saber y la ciencia occidentales. (Deleuze y Guattari, 2002)(Derrida, 1971) (Badiou, 1999) (De Sousa Santos, 2019) (Grosfoguel, 2022)

Estas reducciones absolutas no son posibles ni viables y conducen a encerramientos sectarios, a aislamientos que más bien impiden delinear teorías y estrategias para un mejor futuro de la humanidad. Por el contrario, tenemos que apropiarnos y aprovechar todas las teorías críticas con sus distintos componentes y allí dar los debates necesarios para elegir un camino a seguir, evitando un eclecticismo que es igualmente paralizante.

En este ítem se puede elegir a la interseccionalidad como la base sobre la cual levantar el resto de los debates. Si bien esta todavía se presenta como una sumatoria de perspectivas que colapsan en luchas concretas nos muestran la irrenunciabilidad de las batallas imprescindibles en torno a género, clase, raza y los derechos de la naturaleza.

De igual manera, el establecimiento de las conexiones parciales que cruzan todo este campo de enfrentamientos entre las formas de dominación y las resistencias múltiples será indispensable de tener en cuenta a cada paso. (Strathern, 2004)

         3. Hacia una nueva formulación de la humanidad.

Si la humanidad entera está en peligro por las crisis ecológica, económica, sanitaria, de sentido y futuro, como consecuencia del capitalismo y su modo de vida. Fenómenos como el de la guerra de Ucrania nos afecta directamente tanto en lo económico como en la percepción que tenemos del mundo. Aunque sea una cosa tan repetida: vivimos en un sistema-mundo cada vez más interrelacionado. Esto no significa negar los acontecimientos nacionales o locales que tienen su autonomía relativa, sino considerar en cada momento el doble vínculo que une lo universal con lo local. Por lo tanto, ya no se puede pensar globalmente y actuar localmente. La exigencia de la acción global y local es nuestro desafío. Las respuestas puramente locales y sectoriales, por más justas que sean, son insuficientes. (Balibar, 2020)

Es indispensable volver a pensar la humanidad como tal, más allá o más acá de los posthumanismos; y construir teorías suficientemente potentes para dar cuenta de los fenómenos universales en los que estamos sumergidos. ¿Hará falta un nuevo humanismo? ¿Habrá que extender el concepto de humanidad de tal manera que incluya a todos los seres vivos y a todas las representaciones simbólicas, incluidas las traídas por los mundos virtuales?

3.    4. Reintroducir la teleología en nuestras consideraciones.

Uno de los aspectos más atacado por la posmodernidad es el tema de la teleología: no habría más finalidad, porque implicaría un determinismo inaceptable y conduciría a escatologías de diverso tipo. Pero, como lo estamos viendo en los presupuestos analizados, se traslada rápidamente de la crítica, seguramente justa, a las teleologías deterministas que obligan a que la historia siga un curso obligatorio, a la negación de toda teleología. De la crucial crítica de la noción moderna de progreso se desprende la clausura de toda teleología. (Sayers, 2019) (Duarte Santos, 2021)

Ahora, mucho más que en cualquier otro momento de la humanidad, es indispensable saber hacia dónde vamos, proponernos metas grandes y de largo alcance, insistiendo todo el tiempo en que no hay finales ya decididos y que el futuro de la humanidad está abierto dependiendo de lo que hagamos todos.

Retomar las cuestiones de la teleología lleva directamente a dos cuestiones adicionales: el sentido y el pensamiento estratégico; es decir, pensar en términos de finalidad abierta no determinista trae consigo el otorgamiento de un sentido colectivo e individual a la existencia, aunque no esté dado de antemano y no siempre podamos definirlo con claridad.

Por otra parte, exige la elaboración de un pensamiento estratégico, al que tenemos que liberar de su secuestro por parte una lógica administrativa o de los negocios capitalistas y construirlo como aquellos caminos que tenemos que recorrer para llegar a las metas propuestas en una perspectiva emancipadora.

La teleología resultante no será impuesta desde fuera por cualquier procedimiento trascendental a la realidad, sino que emergerá de un plano inmanente y será considerada como una autoteleología; es decir, como una meta de largo alcance que nos dotamos a través de acuerdos colectivos.

3.    5. Exigencia de una racionalidad.

En un mundo en donde sentimos la avalancha de la irracionalidad y de las perspectivas conspiradoras la exigencia de una racionalidad suficiente, coherente, adecuada, está puesta en primer lugar. Esto significa defender la racionalidad contra los ataques innumerables; lo que implica mostrar los límites de la razón capitalista precisamente para llevar a su plena realización, en vez de retroceder a formas oscurantistas. (Smith, 2019)

Aquí surge la cuestión de la ciencia: en primer lugar, valorar los hallazgos científicos como una guía de comprensión y manejo del mundo; y desde este punto de partida cuestionar los límites impuestos a la razón científica que provienen del capitalismo, que impone sobre ella la lógica de la ganancia, provocando las distorsiones a las que vemos que está sometida.

¿Qué racionalidad debemos defender?, ¿a partir de qué saberes y conocimientos hay que construirla?, ¿qué permanece cómo válido y qué es caduco en la razón científica predominante?, ¿cómo pueden dialogar diversas racionalidades provenientes de distintas formas de vida?, ¿de qué modo la razón puede conducir al afecto? (Bronner & Lorio, 2018)

3.    6. Las dos direcciones de la tecnología.

Achacamos a la tecnología los males que sufren nuestras sociedades. Sin embargo, las tecnologías no son por ellas mismas buenas o malas, salvo contadas excepciones. Las tecnologías pueden ser instrumentos de opresión o de liberación. Generalmente provocan efectos contradictorios: con las redes sociales todos pueden escribir y hablar, aunque como vemos se convierte fácilmente en el lugar de la banalidad, de la conspiración y de la proliferación de información carente de todo sustento válido.

La tecnología puesta al servicio del capital y de la ganancia arroja resultados destructivos sobre la sociedad y la naturaleza. Pero, cualquier proyecto liberador no podrá darse sin el desarrollo y uso de tecnologías suficientemente potentes y capaces de mostrarnos una salida hacia adelante. Además, las tecnologías que tenemos frente a nosotros llegaron para quedarse. La cuestión ahora es cómo usarlas correctamente, cómo ponerlas a trabajar para la resolución de los problemas de la humanidad; por ejemplo, cómo hacer que sirvan para fortalecer procesos verdaderamente democráticos.

Ahora mismo estamos expuestos al estallido de la inteligencia artificial. Esta se vuelve una amenaza efectiva contra los puestos de trabajo y puede provocar una ola de desempleo. Ahora la cuestión es cómo ponerla bajo el mando de otra lógica: permitir que todos tengan trabajo con menos horas laborales y salarios dignos, apoyándonos precisamente en entregar a la inteligencia artificial las tareas repetitivas y rutinarias. Podría servir para llevar la creatividad a un nivel superior tomando como punto de partida lo que se produce de manera automática y artificial.

La tecnología es un campo de batalla en la participamos día a día y en el que se juegan en gran parte el destino de la humanidad. (Ferraris, Documanitá, 2021)

        7. El lugar de los afectos.

Es común oponer los afectos y sentimientos a la razón; incluso en algunos corrientes de pensamiento se llega a sostener, por ejemplo, que tanto la cultura ancestral como el “ser latinoamericano” serían ante todo emoción opuesta a la racionalidad occidental: así se habla de “corazonar” o de un “sentipensar”. Aunque se de un reconocimiento del valor de los afectos, esta contraposición es insostenible.

Los afectos por sí solos no son buenos o malos automáticamente. Como vemos en algunos fenómenos políticos de ultraderecha se apela a los sentimientos más bajos de las masas, se apela a los comportamientos impulsivos e irracionales. De allí, que los afectos deban ser guiados por la razón, por la reflexión y las representaciones. (Brinkema, 2014)

Esto no desmerece de ninguna manera la importancia de los afectos, solo se trata de impedir que a nombre de ellos se deje penetrar a las corrientes más retrógradas de la extrema derecha. Además, no hay sentimientos que carezcan de alguna forma de representación y, más aún, de una expresión en el lenguaje.

8. La verdad de los cuerpos.

Decepcionados de la mente, hartos de una razón que no nos lleva a ninguna parte, inconformes con una ciencia al servicio del capital, se recurre con frecuencia a los cuerpos. Estos serían los poseedores de una verdad inmediata e incontrovertible sobre la cual pudiéramos apoyar nuestras vidas enteras. Reconciliarnos con nuestro cuerpo sería la nueva forma de redención. Estas posiciones invierten el dualismo mente-cuerpo tan típico de la modernidad y la tradición judeocristiana, ahora en favor del cuerpo.

Pero, los cuerpos carecen de una verdad que nos otorguen gratuitamente. Entonces hace falta volver a la unidad de mente y cuerpo, aunque la ciencia no haya podido dilucidar el modo en que el espíritu emerge de la carne y la neurociencia esté lejos de explicar lo que es la consciencia.

Ciertamente que, como ha mostrado Foucault, el cuerpo es un lugar en donde el poder se ejerce. Sin embargo, su liberación solo podrá darse a través de la emancipación de la mente. No puede haber un cuerpo libre en una mente alienada. Así, conviene regresar a las representaciones y tecnologías del cuerpo a fin de resistir a la máquina de dominación comprendiendo la manera en qué funcionan.

Finalmente ¿qué cosa es un cuerpo?, ¿qué es un cuerpo humano constituido por sus órganos y necesidades vitales, además de sensaciones y percepciones?, ¿cómo juntar mente y cuerpo?, ¿cómo escapar a la tecnología capitalista de los cuerpos?, ¿en qué medida vamos aceleradamente hacia cuerpos artificiales llenos de distintos tipos de prótesis y transformaciones biotecnológicas? (Fracchia, 2022)

3    9. Confrontar ontologías y epistemologías.

Hay una polémica abierta en torno a ontologías y epistemologías; esto es, a la manera en la que están conformados los mundos y su respectivo conocimiento. Proliferan estas perspectivas cada una con su pretensión de verdad. Por esto, introducimos algunas exigencias que permitan un primer nivel de orientación en estos campos.

Las diversas ontologías deben ser confrontadas entre sí, en cuanto no pueden ser verdaderas al mismo tiempo. Al afirmar que el mundo es de una determinada manera con su particular modo de existencia, de hecho, está negando a otros modos de existencia. Un análisis minucioso de cada ontología es una tarea por emprender, comprendiendo que dicho estudio se hará ineludiblemente desde un punto de vista.

Las epistemologías se desprenden de las ontologías y este nexo requiere de su explicitación. Por su parte, las epistemologías, al igual que las ontologías, no pueden ser verdaderas al mismo tiempo. Algunas de ellas deben estar equivocadas en su comprensión del mundo, en la manera en que percibe la producción del conocimiento tanto en su validez como en su verdad. (Rojas & Rojas, 2019)

Por otra parte, dada las interrelaciones profundas entre las ciencias, no puede haber una crítica unilateral de las ciencias sociales y las humanidades, dejando de lado a las ciencias naturales. Este tipo de posiciones es, en realidad, frecuente. Por ejemplo, en el caso de Boaventura de Sousa Santos hay una referencia exclusiva a las ciencias sociales y a lo que él denomina “epistemicidio” de otras formas de conocimiento por fuera del pensamiento occidental y eurocéntrico; pero, se constata un silencio abrumador sobre las ciencias naturales y la tecnología. (De Sousa Santos, 2019)

            10. Destitución e institución.

La crítica del poder, la política y los partidos políticos, justa en la mayoría de los casos, lleva a este núcleo conceptual paradigmático y que es asumido como un postulado incuestionable: la destitución y el espontaneísmo son los modos en los que escapamos de la lógica de la dominación y el poder. Lo único que podemos hacer es paralizar, en los sitios en donde sea posible, la máquina del poder, sobre todo del estado. Cualquier movimiento que quiera instituir, producir niveles políticos u organizativos, terminaría por caer en la trampa del poder. (Agamben, 2012)

Frente a esto, nuestro punto de partida es la exigencia de la formulación de formas de institución, en donde se incluya tanto la cuestión de la organización como de los partidos políticos que, por otra parte, no han dejado de ser el eje de la democracia y los instrumentos privilegiados de dominación.

La idea de una intervención social con intención liberadora sin instituciones ni organización desgraciadamente coincide con el modelo de los populismos y las corrientes de extrema derecha: hiperlíder con una supermasa. El elogio del espontaneísmo y de los movimientos sociales libres y fluidos ha sido una de las mejores expresiones de la ineficacia radical.

    11. En defensa de la verdad.

La posmodernidad nos arrojó de lleno a la posverdad como una de las necesarias consecuencias de sus presupuestos, especialmente el descrédito del conocimiento científico y la relatividad de todo saber, a más de su fragmentación. Así desembocamos en la era de la posverdad que coloca ante nosotros la tarea indispensable y urgente de reintroducir la cuestión de la verdad. Y todo esto acompañado del fundamentalismo que invade prácticamente todos los campos de la vida social. (Barclay, 2022)

Entonces ¿cómo regresar a la cuestión de la verdad?, ¿desde qué lugar teórico y práctico retomar estos debates necesarios?, ¿de qué modo enfrentar la oleada de irracionalismo que se apoya en la negación de la verdad?, ¿cómo evitar los dilemas a los que somos conducidos con tanta frecuencia en este tema?

Aunque no se esté completamente de acuerdo con los planteamientos de Ferraris muestra con mucha agudeza el camino a seguir y los posibles recorridos para superar la posverdad y evitar, al menos provisionalmente, los principales obstáculos que se presentan en la persecución de la verdad. (Ferraris, Posverdad y otros enigmas, 2019)

3    12.  Activar el operador trans*.

Con la finalidad de cuestionar los diversos órdenes establecidos y la persistencia de los modelos de dominación y opresión activamos el operador trans*. Si bien la noción de trans proviene de los debates y experiencias de lo transgénero en su oposición a la visión reductiva de la heterosexualidad, la desprendemos de su referencia inmediata y la generalizamos como un operador con capacidad de actuar en ámbitos alejados de su origen.

Hace falta repensar la ontología de lo trans*, ya que esta, si bien tiene como consecuencia un ordenamiento clasificatorio, su fundamento está en otra parte: determina los modos de ser de los entes. Así que la pregunta enteramente ontológica surge: ¿cuál es el modo de ser o existir de lo trans*? Y creo que aquí hay que introducir la forma trans*, en el sentido de que como forma es al mismo tiempo formada y formante, producida y productora, y que aquello que es su núcleo radica en que su ser está en permanente oscilación entre el proceso y la estructura, entre la fluidez y la regularidad, entre disrupción e irrupción, destitución e institución, devenir y plano de consistencia

3        13. Crítica de la economía política.

Como ha ido apareciendo en estos puntos de partida para una reflexión eficaz que nos permita enfrentar las crisis de la humanidad, una constante de la cual no podemos prescindir es el capitalismo, ahora convertido en el único sistema dominante y hegemónico a nivel mundial, luego de la derrota de los socialismos realmente existentes.

Un enfoque anticapitalismo atraviesa todas afirmaciones provisionales propuestas como marcas de inicio, abiertas en múltiples direcciones, que habrá que recorrer. En todo caso, sin un posicionamiento claro respecto del capital y sus alternativas difícilmente se escapará del radicalismo ineficaz.

Esto implica el desarrollo de una economía política y la comprensión de que sin una perspectiva de clase no será posible salir de las crisis que enfrentamos como humanidad. Es decir, sin tomar en cuenta al trabajo y a los trabajadores para cualquier estrategia de emancipación. (Fineschi, The four levels of abstraction of Marx´s concept of "Capital") (Fineschi, Un nuovo Marx, 2008)

 

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