Para dar cuenta del papel de la
moda en las sociedades contemporáneas vamos a leer a Lipovetsky. (Lipovetsky
Gilles, El imperio de lo efímero. La moda
y su destino en las sociedades modernas, Ed. Anagrama, 2000.)
Antes de entrar en una serie de
consideraciones técnicas y de debates propuestos por Lipovetsky es necesario
realizar una precisión que considero importante, especialmente porque se trata de
encontrar respuestas a sus críticas sobre la moda.
Si bien uno puede estar de
acuerdo con las críticas severas y profundas a la moda en el mundo actual y con
el evidente secuestro de la moda por parte del capitalismo, hay que sacar a la
luz un residuo irreductible a esos cuestionamientos: ¿es concebible una
sociedad sin moda? ¿El destino utópico sería su desaparición completa?
La respuesta es, desde luego,
negativa: la moda es parte constitutiva de la cultura de cada pueblo, de cada
sociedad, de cada individuo, porque permite que estos se vuelquen sobre la
realidad, expresando lo que son, lo que quieren ser o lo que están
imposibilitados de alcanzar.
Tiene que ver con la aparición del
régimen de la sensibilidad: no tanto con este o con este otro régimen, sino con
el hecho de la existencia de regímenes de la sensibilidad, de su distribución en
la sociedad, de los procesos de diferenciación que introduce. Otra cosa es que
ese régimen se convierta en capitalista y que la desigualdad se transforme en
opresión.
La moda tiene la capacidad de
representar muchas cosas: la conformación del gusto, la elección de una estética,
las formas de la relacionamiento con la corporalidad, la segmentación de las
clases sociales, las variaciones culturales, los procesos híbridos, ciborgs,
etc.
Sin embargo, su capacidad
expresiva y representativa se origina mucho antes que su secuestro capitalista:
en el momento en que venimos a la existencia como seres humanos, en el inicio
mismo de lo que somos, como exteriorización de la diferencia, de la
multiplicidad, de la variedad, de la irrepetibilidad subjetiva, se inaugura la
moda.
Por esto, no puede ser eliminada
o cortada de raíz. Los procesos de uniformización de las personas, de los
gustos, de los consumos, siempre han tenido que ver con los regímenes
dictatoriales. Y debería haber una cierta continuidad entre democracia y moda. Un
proceso revolucionario, a su vez, sería la realización completa de la moda
plena.
Diferiré de Lipovetsky
precisamente en su concepto de moda plena, para señalar que la moda es, en el
mundo moderno, un proyecto inacabado. Una lectura desde esta perspectiva nos
conducirá a preguntas claves respecto del texto de este autor, dirigidas a
mostrar que en lo efímero caben dos tendencias.
Una predominante y que responde a
los intereses cada vez más salvajes de valoración del capital; y otra, oculta,
supeditada, dominada, que se desliza y que se muestra con mucho más dificultad
y que expresa ese otro mundo posible. Habría que decir: otra moda es posible.
La moda está lejos de ser un fenómeno
lineal que va en una sola dirección; sus vectores apuntan hacia horizontes
distintos, opuestos, que viven en constante confrontación. Introduzcamos en
Lipovetsky esta doble lectura de sus textos, leamos entre líneas, abramos los
espacios cerrados, ampliemos la mirada.
Ninguna ingenuidad en este posición,
porque si la moda ha moda ha sido secuestrada por el capitalismo, la lucha por
su liberación no puede separarse de la lógica de la emancipación general de la
sociedad capitalista.
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