Las tendencias que provienen del diseño y del arte conducen a una aproximación
de los dos campos y, en muchas ocasiones, a la superposición que los hace indistinguibles.
Un objeto del diseño que lleva hasta sus últimas consecuencias los aspectos
estéticos terminará por encontrarse con el arte; y el arte posmoderno que
disuelve sus límites invade el espacio del diseño.
En la vida diaria la mirada sociológica resuelve de manera harto
pragmática la relación entre estos ámbitos: arte es lo que hacen los artistas y
son artistas los que producen arte; diseño es lo que producen los diseñadores.
Desde aquí, se extiende a los demás aspectos: lo que se encuentra en los
lugares determinados previamente como artísticos, encontraremos arte. Y en los
mundos referidos al consumo, hallaremos objetos que han sido diseñados.
Si bien para los usos prácticos este enfoque puede ser válido, sin
embargo no nos permite comprender qué es un objeto y cómo entra en cada uno de
los campos no solo sociológicamente sino desde su “esencia”.
¿Qué es un objeto, qué hace un objeto sea un objeto? ¿En qué consiste
la objetualidad del objeto? Si miramos a cada uno de ellos, en su gigantesca
diversidad, diremos que para existir como tales al menos deben cumplir las
siguientes condiciones: tener una forma que cae dentro de una cierta indexación
y que este proceso está acompañado de reglas. Los objetos siempre hacen parte
de conjuntos de objetos, con los que se relacionan; y su emergencia como tales
está, de algún modo, regulado.
Como tales, por lo tanto, entran de lleno en el mundo del diseño que,
en último término, construye la forma y la función- de un objeto siguiendo unas
reglas que son, evidentemente, tanto de producción como de su uso. (Reglas que
pueden romperse únicamente para dar surgimiento a nuevas reglas.)
El arte objetual lejos de crear un mundo alternativo, en donde habitaron
otro tipo de objetos, toma estos mismos y los introduce en el ámbito del arte.
Desde luego que este puede ser un gesto cultural, como el de Duchamp. Incluso
en este caso, más allá de la ruptura estética que produjo, nos abre un
horizonte para reflexionar sobre el objeto como tal.
Entonces, ¿qué es el arte objetual si no tiene su propia esfera, si es
indistinguible como objeto de cualquier otro objeto? Y no hay como apelar a los
elementos estéticos, porque los objetos del diseño son igual o más bellos que
los objetos estrictamente artísticos.
Al parecer nos encontramos ante un callejón sin salida, que nos lanza
directamente a los enfoques convencionalistas del arte y del diseño: ni esfera
propia del arte objeto ni diferencias estéticas.
Una propuesta para salir de este impasse radica en ir en otra dirección:
el arte objeto es el que pone en obra la forma en cuanto forma, la regla en
cuanto regla, la indexación en cuanto indexación; esto es, que su finalidad es
mostrar no tanto una forma específica sino el carácter formal de un objeto; que
su tarea no trata de mostrar su funcionamiento, sino su ser útil en cuanto tal;
que no es tan relevante si fue construida con esta regla o con otra, sino la
visibilización del hecho de que todo objeto está sometido a reglas.
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