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miércoles, 19 de junio de 2024

EL FUNCIONAMIENTO DEL OPERADOR TRANS* EN MEMORIA DE EFRAÍN VILLACÍS.


 

Incluido en: PARQUE INGLÉS, UDLA, Quito, 2024

 Hay muchas maneras de leer un texto literario: lectura cercana, enfoque hermenéutico, aproximación formal, entre otras tantas. En este caso, parto de la Teoría de la Forma y concretamente de la noción de operador trans*, a fin de indagar si este concepto le cabe a la narración de Efraín Villacís. (La introducción teórica a la noción de operador trans* se encuentra en Ensayos sobre la forma, ArteLatam, New York/Quito, 2021, capítulo XVIII, Trans* formaciones; y se puede descargar de: https://libgen.is/book/index.php?md5=9FE4D94E76E4675D3196859A09178F25)

 Si bien el operador trans* proviene de los debates y prácticas transgénero en esta teorización, y generalización, se toma el término más bien como originario. Así lo transgénero vendría a ser una ocurrencia del fenómeno más general de lo trans*. La capacidad de lo trans* rebasa con mucho el ámbito del género para convertirse en una característica ontológica de otros fenómenos que no guardan relación, al menos directa o inmediata, con el cuerpo y la sexualidad. Veamos ahora de qué manera las categorías generadas en el campo trans* están capacidad de trasladarse a otros campos; y en ese caso concreto, a la literatura.

 La lectura del texto literario normalmente se la hace desde dentro; sin embargo, también cabe la posibilidad de hacerle preguntas, someterle a un interrogatorio en la búsqueda de la líneas de fractura de los órdenes canónicos y el consiguiente despedazarse de los sistemas y taxonomías estructuradoras del texto y, a través de este, de la realidad. Esto es precisamente el funcionamiento del operador trans*.

 Se pueden reconocer dos momentos en el texto estructurados como párrafos: en el primero, más allá de la inversión del punto de vista, me interesa resaltar el modo cómo el personaje en cuanto sujeto queda definido; porque al fin de cuentas esta es la historia que realmente importa:

 

Mi Gato tiene un perro. Soy la mascota del perro cuando no estoy viajando. Un día cualquiera mi dueño no se había percatado de que me fui. Poco antes había salido al balcón a lamerse entre las patas traseras con el sol matutino. Luego —me contaron— regreso por el comedor y percibió mi ausencia: una impresión; husmeó el vacío y buscó en los lugares habituales donde me apoltrono a leer o a dormir, enseguida por doquier; se detuvo un instante en el breve corredor, con la cabeza erguida, las orejas distraídas y la mirada dispersa. Nada encontró, nada presente y vivo semejante a mí, solo el remanente de mi olor desvaneciéndose con el aire cruzado entre el balcón y la ventana de la cocina abiertos. Escogió un lugar mullido y se tendió de golpe, como un animal de circo entrenado para morirse por un falso tiro delante del público. No había nada más que haces de luz colándose entre las cortinas y mi existencia apagándose en su pequeña memoria; yo ya era nada más que el rescoldo de un fuego extinguiéndose en el olvido de su sueño holgazán. (p.144)

 

Dando un paso más allá de la reconstrucción de la memoria animal, incluso separándola de ella, la ausencia del sujeto se capta como una impresión: “percibió mi ausencia: una impresión”, quizás en el sentido de un estímulo reconocible impregnado en el cerebro. Entonces, el texto se torna más radical en esta disolución del individuo, como la imposibilidad de la presencia viva, reducido a un olor que se desvanece en medio de esa nada cotidiana:

 

Nada encontró, nada presente y vivo semejante a mí, solo el remanente de mi olor desvaneciéndose con el aire cruzado entre el balcón y la ventana de la cocina abiertos.

 Es la existencia la que se apaga en la memoria de los otros, cuando dejan de recordarnos. No se trata solamente de que el recuerdo desaparezca de la mente, sino que el yo se extingue. Si alguien no nos recuerda, no existimos. O, existimos en la medida en que alguien decide pensarnos. Si todos dejaran de hacerlo, yo me evaporaría:

 

No había nada más que haces de luz colándose entre las cortinas y mi existencia apagándose en su pequeña memoria; yo ya era nada más que el rescoldo de un fuego extinguiéndose en el olvido de su sueño holgazán.

 Me parece que el texto expresa plenamente un procedimiento de trans*formación del sujeto, en cuanto lo hace estallar al cuestionar la identidad como una cuestión que se resolvería al interior de cada uno. Así como el transgénero disuelve con un ácido fuerte la dualidad hombre/ mujer, de manera similar este texto hiere la sustantividad del individuo, el que finalmente desaparece como un aroma que desaparece poco a poco.

 En este caso el operador trans*formador narra sin drama ni tragedia la historia de la subjetividad que depende enteramente de la mirada de los otros o de sus pensamientos cuando no estamos presentes. Y así quedamos convertidos en rescoldo, en esa última brasa antes de que el fuego se apague totalmente, mientras el olvido perezoso de los otros termina por perderme completamente.

Ilustración: V. de Valencia. 


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