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domingo, 9 de junio de 2024

LEO OKAGAWA: EXASPERACIÓN. SEGUNDA PARTE.

 

Density de Leo Okagawa, estrenada el 10 de mayo del 2024 en Dissipatio. El álbum, se puede escuchar en Bandcamp: https://protocell.bandcamp.com/album/density.

La comprensión de la música suele llevarnos en una doble dirección: primero, mostrar de qué manera impacta en los sentidos y la sensibilidad, provocando la emergencia de unos determinados afectos; es decir, la música vinculada de manera especial a la emoción. Segundo, establecer los paralelismos y las contigüidades entre la música, tomando en cuenta ritmos y arritmias, con la manera en la que pase el tiempo subjetivo o el flujo de la consciencia, a lo que se puede añadir las temporalidades sociales en las que estamos inmersos. Estos dos aspectos pueden ser complementarios, aunque los análisis suelen privilegiar uno y otro enfoque.

Sin invalidar estas perspectivas es posible abrirse a una nueva consideración mucho menos explorada, pero que resulta tan importante como las otras dos, porque en vez de reducir el fenómeno de la música a afecto y temporalidad, o incluso a la temporalidades afectivas de los sujetos, se pregunta por la relación de la música con el pensamiento y la razón.

¿Qué tendría que ver la música que huye de la representación y parece quedarse en el plano de la sensibilidad con la racionalidad y la argumentación? ¿Tal vez podría referirse al uso simbólico de la música por las corrientes ideológicas y políticas, como es el caso de parte de la obra de Wagner por el fascismo?

Antes que dar una respuesta general a estos interrogantes, que será cuestión de otra nota, tomo la última obra de Leo Okagawa, Density, y es a través de esta que intentaré aproximarme a una respuesta sobre la relación entre música y razón. Para esto, el acercamiento no será tanto la búsqueda de estructuras metafóricas del pensamiento en Density, como introducir una hipótesis de trabajo: ¿en qué medida o de qué forma los modos del pensamiento actual, con su crisis y callejones sin salida, siguen patrones similares a los de Density?

Al oír Density decimos: Así pensamos.

 Al escuchar atentamente esta obra tengo la impresión de seguir el flujo de los pensamientos, las trabas, incongruencias, irracionalidades, de la razón globalizada, de la intromisión de la sinrazón por todas partes, del despedazamiento de la racionalidad en los más diversos ámbitos y de la desesperada lucha por su recuperación. A este fenómeno de la obra y de la razón le denomino: exasperación.

En los tracks Apoptosis y Counting Clockwises estamos ante un ruido probablemente de interferencia o de un aparato electrónico que se ha quedado vibrando sin control y repitiéndose incansablemente, con pequeños cortes en donde asoman otros ruidos que hacen aún más áspero el sonido. A veces una onda plana interrumpe la interferencia, como si fuera el ruido de una máquina trabada.

No hay posibilidad alguna de que una melodía o un ritmo aparezcan. Aquí reina el ruido casual, aleatorio. Sin embargo, a pesar de esta negación del registro melódico, la interferencia tiene un patrón que se forma a fuerza de repetirse sin cesar. Rueda unos segundos, se corta bruscamente y otra vez invade los oídos hasta el cansancio.

Probablemente sea en Saturación en donde mejor encontremos las características del pensar. Ruido grave del arrastrarse de alguna cosa sobre el suelo áspero, golpes insistentes que bajan de tono. Imperceptiblemente un ruido plano de fondo comienza a crecer y a superponerse sobre la primera interferencia, hasta hacerla desaparecer casi por completo. Esta vibración grave de un motor potente puesta en marcha y dejado a su voluntad satura el espectro sonoro y, curiosamente, aparece muy levente una corriente de agua que nadie sabe de dónde vino. Luego, el ruido de fondo desaparece y solamente queda el ruido cansino marcado por golpeteos incesantes. Y así, el ruido de fondo se descompone en raspados agresivos que alteran la repetición que sigue sonando en primer plano.

Volvamos al leitmotiv: Así pensamos.

La racionalidad intentando comprender el mundo y descubriendo que le escapa. No puede aprehenderlo y a medida que trata una y otra vez de captar la esencia de las cosas, la estructura de los fenómenos, las series causales, se torna redundante, se choca con una pared que le impide avanzar.

La racionalidad armónica de causas y efectos se estrella, se torna ruido y aquello que debería convertirse en sentido, en apertura hacia el significado del mundo, ahora es interferencia de sus propias ondas, de los argumentos devorando a los argumentos, de las razones partiéndose hasta quedar irreconocibles.

Así pensamos, con esta aspereza que muestra el roce de los pensamientos en la superficie rugosa de la realidad, dando como resultado una razón herida, unas ideas sangrantes. Desesperación, ira, impulsos destructivos: exasperación.

Y como si no fuera suficiente que la razón se encuentre trabada sin poder avanzar, hace su aparición del ruido del fondo que termina por anularla y desvanecerla, aunque a momento logra volver y recuperar al menos el ritmo repetitivo de los intentos de decir con claridad lo real.

Este ruido de fondo es el equivalente de la irracionalidad que, ante el fracaso de la razón, emerge desde dentro, tomando posesión de la racionalidad, quebrándole los huesos, reventándolo los ojos, hasta verla caminar a tientas golpeándose en las paredes y emitiendo enunciados incoherentes. La razón incapaz de armonía se ha convertido en ruido. Ante esto, aquellos que intentamos pensar y dar cuenta de las explicaciones del mundo, quedamos sumidos en la exasperación.

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