Cuando Lacan introduce lo real en la economía psíquica emerge el
objeto a. Desde la perspectiva dialéctica, “Lo que la paradoja indica es que,
en el objeto a, forma y contenido coinciden: el objeto a es el resto
indivisible que escapa a la forma simbólica, y, simultáneamente, es una pura
forma, un distorsión puramente formal… del contenido.” (Vol. 2, 20-21)
Esta negación de la negación no es la disolución de la negación en
alguna suerte de positividad, de superación, porque efectivamente produce un
excedente, un resto, que es el objeto a, “el objeto-causa del deseo: el pasaje
del espécimen corpóreo (objeto parcial: seno, heces…) a una función puramente
lógica.” (Vol. 2, 21)
Este sorprendente juego del deseo que nos constituye como sujetos que
nos hace ir una y otra vez tras el objeto del deseo y cuando lo alcanzamos, se
nos escapa. No queda otra alternativa sino la interminable lógica de la
repetición: “…estamos condenados a repetir el procedimeitno; sin embargo, este
objeto a es puramente formal, es la curvatura del espacio de conducción, por lo
tanto ´el camino más corto´ para alcanzar el objeto a no es el directamente el
objetivo sino rodearlo, dando vueltas en torno a él.” (Vol. 2, 21)
La negación del orden simbólico, porque estamos impedidos de agotar el
objeto a, ni siquiera racionalmente, rompe “el balance del orden simbólico”
introduciendo una “inconsistencia”: “en resumen, la segunda negación, sin
embargo, requiere de un cambio de perspectiva en la podamos asir este elemento
intrusivo sobrante de lo Real, que es él mismo elemento que garantiza una
mínima consistencia del inconsistente gran Otro.” (Vol. 2, 22)
Esta dialéctica de la economía psíquica –imaginario, simbólico y real-
la encontramos con esa forma no solo en este ámbito; así, según Zizek, si nos
trasladamos a la lógica de la lucha de clases encontramos que esta introduce el
antagonismo en la sociedad y, al mismo tiempo, sostiene todo el aparato social
que se fundamenta en la existencia de las clases sociales.
Si volvemos a las relaciones entre
forma y contenido luego de estos análisis, nos topamos con el modelo deleuziano
que hace una generalización lingüística de este proceso: “… las dos series (o
el significado y el significante) siempre contiene una entidad paradójica que
está doblemente inscrita (esto es simultáneamente exceso y falta): un exceso de
significante sobre el significado (el significante vacío sin un significado) y
la falta de un significado (el punto de sinsentido del campo del Sentido).”
(Vo. 2, 24)
Los fenómenos que se comportan dialécticamente tienen esta
característica de que sus elementos aunque sean pares antagónicos, crean un
punto de exceso, de rebasamiento, de algo que no es reducible al otro extremo;
y, simultáneamente, la necesidad de comprender que este punto de inconsistencia
es el que sostiene la consistencia del sistema. Caben dentro de esto, como he
señalado, la lucha de clases y podemos añadir: la guerra, las confrontaciones
políticas, el crimen y la ley, el poder constituyente y el poder constituido,
la biopolítica y la nuda vida.
“Desde esta perspectiva, la paradoja consiste en el hecho de que dos
series nunca se solapan: siempre encontramos una entidad que es simultáneamente
(respecto de su estructura) un vacío, espacio no ocupado y (respecto de los
elementos) un objeto elusivo moviéndose velozmente, un ocupante sin espacio.”
(Vol. 2, 24)
Hay que insistir, una y otra vez, que no se trata solo de la no
coincidencia o del exceso, sino que el exceso se corresponde con una falta, y
la falta con un exceso: “…el espacio vacío en la estructura es estrictamente
correlativo con el elemento errante que carece de espacio.” (Vol. 2., 25)
En cada uno de ellos, en el elemento y en el espacio, existe algo que
se resiste a ser absorbido, incorporado, reducido al otro, como si la lógica de
la inconmensurabilidad de los paradigmas se hubiera trasladado al plano
ontológico. Los paradigmas son inconmensurables porque las realidades lo son.
Desde luego se trata, para evitar recaídas metafísicas, de una
inconmensurabilidad parcial: hay algo que no se deja reducir…
Aunque en el caso de la relación entre concepto y realidad, la falta,
la no coincidencia no estaría en la realidad sino en el pensamiento. Prefiero,
contra Zizek, sostener que se esa no coincidencia es tanto real como ideal. La
realidad se “resiste” a ser dicha
completamente por lo real; lo real no agota el trabajo del orden imaginario.
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