El concepto de modo, al igual que el de forma o distinción, es ampliamente utilizado, pero rara vez se establece su significado preciso, al menos en aquellos casos en donde funciona como un término técnico. En aquellos casos, como en la lógica modal o en la gramática, el modo también carece de una fundamentación filosófica suficientemente sólida. En la lingüística predominan los enfoques descriptivos que muestran una tipología de los modos y las ocurrencias que se puedan dar en su uso. En la economía política el análisis del modo de producción se queda en los márgenes de economía y de los concretos procesos históricos de su origen y desarrollo.
Aquí se trata de clarificar el
concepto de modo que permita una mejor comprensión de los diferentes campos en
los que se utiliza. Para esto se tomará ante todo un enfoque ontológico, desde
dónde se intentará responder a la siguiente cuestión: ¿qué es un modo de ser?
¿De qué manera se puede entender que los entes que pueblan el mundo existen de
modo diverso; o ejemplo, la existencia de las personas no es la misma que la de
las personas virtuales tal como los encontramos en un videojuego; ni los entes
matemáticos existen del mismo modo que los individuos que hacen matemática.
Papafragou desde el campo de la lingüística
insiste en la necesidad de una definición general de modo y modalidad, que no
se quede atrapada en la tipología ni en el plano puramente descriptivo y que ha
provocado una gran confusión en este campo. Silva-Corvalán señala la dirección
en que podría ir este concepto general a partir de metarepresentaciones. Si
bien no entro en estos debates recojo esta exigencia de una noción de modalidad
que esté suficientemente fundamentada ontológicamente.
Uno de los planteamientos más
claros sobre el tema de las modalidades se encuentra en las Disputaciones
Metafísicas de Francisco Suárez, concretamente en la número 7. Desde luego
no se trata de entrar en los debates escolásticos, sino de extraer de ellos
aquello que sea útil para las reflexiones contemporáneas, específicamente para
aproximarse de manera más adecuada a las relaciones entre mundo actual y mundo
virtual, que tendrían una relación modal; esto es, lo virtual es un modo de ser
de lo posible y lo actual. Así que será un proceso de interpretación y
secularización que se hace de manera explícita al contrario del gesto moderno
que crea el mito de la ruptura y del origen.
La reflexión se localiza en el
debate de las distinciones entre las substancias y en ellas mismas; por
ejemplo, las personas de la Trinidad se diferencian en cuanto al modo de ser,
aunque no dejan de ser una sola sustancia. Pero, lo que aquí nos interesa es la
situación que se produce cuando una sustancia adquiere alguna propiedad:
moverse, tener un color, cambiar a lo largo del tiempo, estar en un lugar y,
sobre todo, dividirse provocando el aparecimiento de otro campo.
El problema mayor se presenta
porque se separa la existencia de una cosa de la cuestión de qué son las cosas:
“… parece separa la cuestión de las cosas que hay (substancias, formas, materia
prima, etc.) de la cuestión de qué cosas existen (substancias)”
Suárez sostiene la tesis de un
modalismo real que afirma el carácter ontológico de las modalidades que no
pueden reducirse a cuestiones del conocimiento limitado que tengamos de la
realidad. Pasnau sostiene que la noción de modalidad es un corte con las concepciones
anteriores y la introducción de una nueva visión del modo: “Él introduce la
terminología de ´modo´ y ´distinción modal´ de tal manera que deja claro que
está haciendo algo nuevo”.
El punto de partida de Suárez es
extremadamente claro como lo expresa en la Disputación Metafísica 7, 1.16:
No obstante, pienso que es absolutamente
cierto que en las cosas creadas se da alguna distinción actual y según su
propia naturaleza, con anterioridad a la operación del entendimiento, y que no es
tan grande como la que se da entre dos cosas o dos entidades totalmente
distintas. Dicha distinción puede llamar, en términos generales, real, ya que
existe verdaderamente por parte de la realidad y no por parte del intelecto -mediante
una denominación extrínseca-; sin embargo, para distinguirla de otra mayor
distinción real podemos llamarla distinción según la naturaleza de la cosa -aplicándole, por ser más imperfecta, el
nombre general ya empleado-, o bien, más propiamente, distinción modal, porque
-según explicaré- se establece siempre entre alguna cosa y un modo de ésta.
El modo pertenece al campo de la
distinción que será muy importante para Suárez y que es el núcleo de las
distinciones ontológicas, en donde encontramos las distinciones entre cosas y
las distinciones entre las cosas y sus modos: “…Suárez anuncia aquí que hay una
distinción entre los tipos de distinción, real y modal, en donde la primera
distingue entre res y res, y la segunda distingue entre res y
modo”.
En términos de la teoría de la
forma diríamos que cuando una forma introduce una distinción de una doble
manera: el campo marcado por la distinción y lo que queda fuera, el campo no
marcado por la distinción. Pero, al interior del campo marcado por la
distinción se introducen nuevas distinciones, en este caso modales, que parten
y estructuran el campo marcado con subcampos. Así, si hay un campo marcado que
el del ser social, allí se introduce una nueva distinción, que es lo virtual, y
surge un subcampo, que es el mundo virtual.
Para Suárez tiene que
establecerse con claridad de qué manera se dan estas modalidades, como modos de
ser, que reales, positivas y existen por derecho propio.
De tal manera que las modalidades
o las distinciones modales son necesarias para las substancias que, de otra
manera, permanecieran en su estado esencial pero abstracto, como meras
substancias. En términos de la teoría de la forma diríamos que necesariamente
la forma que es aquello que introduce una distinción, lo hace a través de una
distinción modal. O, de otra manera, que las distinciones de la forma terminan
por estructurarse como distinciones modales. A esto se le denominaría la
inherencia del modo de ser a la forma y, por lo tanto, a todo lo existente.
Pero Suárez va mucho más allá e
introduce la contingencia radical de lo que existe para explicar las modalidades.
En la Disputación Metafísica 7, 1.19 señala: “La razón a priori parece
consistir en que, siendo las criaturas imperfectas y, por tanto, dependientes,
compuestas, limitadas, mudables según los distintos estados de presencia, unión
o de terminación, necesitan de estos modos para que en ellas se cumplan todas
estas cosas”.
A partir de un punto de vista
estrictamente inmanente carente de sustancias toda la realidad se caracteriza
por ser contingente; por lo tanto, en su mismo ser exige ser completado,
cuestión que jamás se logra totalmente. La imperfección de lo real provoca la
emergencia de los modos de ser, de las distinciones modales, que son, de hecho,
incrementos del ser a través de sus modos de existencia.
En la relación entre mundo actual
y mundo virtual, este último no puede considerarse como una prótesis o solo
como una extensión del ser social y de los individuos, sino que lo virtual es
un modo de existencia del ser social; pero, hay que resaltar que no se trata de
que estas modalidades podrían o no darse, sino que el mundo actual no podría
existir sin el mundo virtual, sin el conjunto de formaciones simbólicas que
adquieren ahora la dimensión digital, la conformación de cíborgs. Por lo tanto,
el ser social no puede mantenerse solamente sostenido en sus características y
atributos, sino que tiene que pro-yectarse, colocarse allí afuera como si fuera
otro de sí mismo precisamente para poder ser y esta es la función que cumple la
distinción modal. Existe la cosa y sus atributos esenciales, pero, de
igual manera, existe la región ontológica de esa cosa que saca de sí misma otra
región ontológica y que le sirve de único intermediario para llegar a ella
misma.
En este sentido el mundo virtual
es inherente al mundo actual:
Aun así,
aunque no es un argumento efectivo, este pasaje parece bastante efectivo como
una declaración de la imagen metafísica más profunda que se encuentra detrás de
Suárez. Las sustancias desde este punto de vista no son simplemente agentes
libres a los que los accidentes pueden o no pueden ser añadidas, sino que son
entidades radicalmente incompletas que no pueden existir en absoluto hasta que
estén determinadas de varias maneras por cosas de otro tipo, modos.
Sin embargo, ese incremento del
ser social que es el mundo virtual en cuanto es una distinción modal, no puede
existir sin su origen que está en el mundo actual, del cual sigue dependiendo
ontológicamente. Entonces se crea un circuito cerrado entre los dos mundos con
pasajes y reglas de paso entre los dos que atravesamos constantemente y que incluso
producen zonas intermedias de indiferenciación, de colapso del mundo actual y
mundo virtual. Como dice Suárez en la Disputación Metafísica 7, 2.6: “…
más aún, como hemos dicho, es características intrínseca de la entidad modal el
no poder permanecer por sí misma no separarse en acto de aquello de lo que es
modo; luego, a base de dicha separación no puede concluirse una distancia mayor
que la modal”.
Cabe recordar el carácter necesario
de las modalidades en Spinoza, que no sostiene que su modo de ser sea necesario,
sino que se exige que todo lo que existe tenga una explicación, un cierto
fundamento. Por esto, las distinciones modales constituyen el centro de su metafísica.
Para concluir podemos realizar un
primer acercamiento al concepto de modo: los modos de ser pertenecen a las
distinciones modales que se desprenden de la forma como aquello que introduce
una distinción. Desde luego, no toda distinción es modal. La distinción
introducida crea un campo marcado por ella y otro que queda fuera. Entre esos
dos campos se dan diferencias que no son modales.
Al interior del campo marcado se
puede introducir una nueva distinción que lo divide en subcampos que funcionan
como subregiones ontológicas; esta distinción interna e inherente es lo que se
denomina modo de ser o, lo que es igual, distinción modal. Pero, se ha afirmado
que no toda distinción es formal. ¿Entonces, a cuáles se les podría denominar con
esta nombre?
Llamamos modo de ser diferenciándola
de las innumerables modalidades existentes a la confluencia de distinciones
modales que se estructuran produciendo un nuevo mundo, una región o subregión ontológica,
como es el caso del mundo virtual. Otro ejemplo mucho más comprensivo que este
campo son las formaciones simbólicas, que también puede aplicarse al modo de
ser de la tecnología.
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