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martes, 9 de noviembre de 2021

CAVILACIONES METAFÍSICAS 16

 ACHARD DE SAINT VICTOR: UNIDAD Y PLURALIDAD

¿Cómo pueden la unidad y la pluralidad, la divinidad y la multiplicidad de las creaturas estar relacionadas si parece que cada término repele al otro? La tesis de Achard es que la absoluta unidad permite la multiplicidad en ella misma. Podemos proceder desde la unidad de Dios a la pluralidad de las creaturas si podemos mostrar que la unidad divina admite una pluralidad primaria. SI esto es así, la multiplicidad de las creaturas no es precisamente un resultado externo de la creación de Dios; más bien, diversidad y diferencia tienen su fuente en la unidad divina, en la medida en que esta unidad no contradice la pluralidad sino más bien la contiene. La oposición entre ´unidad´ y ´pluralidad´ no puede resolverse simplemente oponiendo una unidad “Allá” a la pluralidad “Aquí”, sino que sugiere que la unidad “Allá” contiene en ella misma la pluralidad. (Massie, 2008, pág. 4)

La vía tomada por Achard de Saint Víctor para resolver la oposición entre unidad y pluralidad es largamente diferente de las soluciones medievales e incluso contemporáneas. Se niega a disolver el un elemento en el otro y, por el contrario, los coloca en el mismo estatuto ontológico. Entonces, tendremos una imagen harto distinta de la de Hegel, porque no se trata de una unidad originaria, el ser, que al estar indeterminado es igual a la nada y da lugar a un movimiento de superación que es el devenir. En Achard no se da el paso a través de la nada, sino de la plenitud absoluta de Dios. Tampoco se parece a la versión del flujo permanente de los diferencialismos, como en Deleuze. Para Achard hay que explicar tanto la diferencia como la similitud, la unidad y la pluralidad simultáneamente.

Achard toma al parecer un extraño camino, muy poco transitado por la metafísica occidental: afirmar que dentro de la divinidad hay tanto unidad como pluralidad, y que estas existen en el mundo como derivaciones de aquellas que son primarias y verdaderas. Pero ¿cómo es posible la unidad y la pluralidad en Dios sin que implique contradicción? ¿De qué manera la unidad contiene a la pluralidad? Achard se niega a borrar el problema de un plumazo afirmando que es un misterio y entonces hay que pasar a otra cosa.

La verdadera pluralidad de Dios, distinta de la multiplicidad del mundo, no implica ni una diferencia de sustancias ni una modalidad. No se trata de que haya tres dioses y tampoco que cada miembro de la trinidad exista de un modo distinto. Por otra parte, la unidad y pluralidad contingentes que caracterizan al mundo provienen de la verdadera unidad y pluralidad divinas, sin las cuales no podrían existir. La pluralidad del mundo no proviene exclusivamente de la unidad de Dios por creación, participación o emanación. La pluralidad mundana se origina en la verdadera pluralidad que está “Allá” y que define el “Aquí”.

Si Dios existe en su unidad inmutable siendo una sola sustancia y existiendo de un solo modo, ¿cómo es posible que haya la Trinidad? ¿De qué manera la unidad absoluta contiene la multiplicidad? Achard realiza un doble movimiento metafísico para explicarlo: primero, separa distinción de diferencia, de tal manera que los miembros de la Trinidad no son diferentes, son una sola substancia existen del mismo modo, pero son distintos; son tres expresiones de la unidad, la unidad existiendo ella misma en su repetición absoluta.

Segundo, introduce una nueva categoría a fin de sostener este punto de vista metafísico: la igualdad. Los tres miembros de la Trinidad son iguales, lo que lleva a afirmar que hay entre ellos una similitud perfecta, que les permite ser tres unidades con la misma substancia y modo de ser. Como se ha dicho en el primer punto, se establece que son distintos -similitud perfecta- pero no diferentes: “En este sentido, parece que el argumento completo depende de una hipostatización de esta “similitud en sí mismo como una cosa particular (similitudo ipsa cum sit res aliqua una)”. (Massie, 2008, pág. 8)

Una vez establecida la unidad y la pluralidad de Dios, y la Trinidad, como elementos coherentes, se puede entender con facilidad la creación del mundo en donde se da la unidad y la pluralidad contingente, derivada de sus pares absolutos que existen “Allá”.

La cuestión metafísica general, más allá de este debate teológico, radica en pensar la unidad y la pluralidad como movimientos simultáneos de la realidad, en donde se implican mutuamente y la existencia de uno implica la existencia del otro. Se evita así tanto el monismo, de la unidad y la presencia, como el diferencialismo que termina por disolver la realidad entera.


Massie, P. (2008). The Metaphysics of Primary Plurality in Achard de Saint Victor. The Saint Anselm Journal, 2-18.


viernes, 5 de noviembre de 2021

CAVILACIONES METAFÍSICAS 15

 Posthumanismo.

A pesar de las afirmaciones de superación de la ontoteología por parte de la posmodernidad o de las nuevas corrientes emparentadas con ella, como el posthumanismo, su lógica interna se abre a las respuestas teológicas y, en algunos casos, la exige como su única solución. ¿Cuáles son los aspectos inherentes al posthumanismo que le conducen hasta la teología? ¿Por qué se ha dado la proliferación de teología derivadas de la deconstrucción, la postmodernidad, el materialismo de Badiou, entre otros tantos, incluido el pensamiento analítico?

Se podría decir que se ha producido un giro teológico al igual que hubo un giro lingüístico; una vez dado este, tiende a regresar sobre otros campos del saber, provocando que esa matriz teológica prolifere; este es el caso de la llamada epistemología del sur: punto de partida metafísico, la anulación de todas las demás epistemologías incluyendo sus desarrollos históricos, y el comienzo absoluto, la emergencia de una novedad inédita y luego, el gesto mesiánico, el pregón de la buena nueva de una epistemología completamente diferente.

El posthumanismo implica la superación de la modernidad como origen del humanismo; es el reconocimiento de la inviabilidad del humanismo burgués o ilustrado; pero, se niega al mismo tiempo a cualquier postulación de un sustituto; se trata de un gesto de negación sin reemplazo. ¿Qué viene después del humanismo? ¿El reconocimiento de nuestro estatuto de animales como cualesquiera otros al modo Derrida? ¿El realismo especulativo que postula la existencia de las cosas en su total indiferencia respecto de los seres humanos?

Además, en esta corriente está subyacente, sin ser formulada de manera explícita, la muerte del hombre, de tal manera que el posthumanismo se convierte en la filosofía de lo póstumo: después de la muerte de la humanidad, ¿qué viene?

Aprovechando las fisuras, rupturas, nihilismos, fallas, de la modernidad que queda cuestionada en el posthumanismo, y la formación de un vacío ontológico y de sentido, penetran las teologías que intentan dar una respuesta, llenar el vacío metafísico que tiene una ansiedad de ser completado de alguna manera.

Al dejar irresueltas cuestiones fundamentales, como el destino de la humanidad frente a la crisis económica, ecológica y sanitaria, en realidad el posthumanismo se coloca en el plano de ser el antecedente inmediato de una teología, que encuentra allí un terreno enteramente fértil para su trabajo; así, emprende su batalla contra los procesos de secularización modernos y reintroduce las respuestas religiosas, como es el caso de la teología de John Milbank.