En
la búsqueda de un nihilismo que provenga de una matriz distinta al de
Nietzsche, acudimos a una versión de la filosofía japonesa cercana al budismo
Zen, tal como está expresado en Kitaro Nishida.
Un
nihilismo que, por lo tanto, escape a superación por otro elemento igualmente
metafísico, por otra positividad que se le supere y le anule y que muestre de
qué modo se convierte en el contenedor de lo que existe, sin desembocar en un
acto fundacional.
“Sin
embargo, a diferencia de la filosofía especulativa occidental, la Escuela de
Kioto define típicamente cualquier principio sistemático de unificación en
términos negativos; es más, lo hace de manera tal que, como veremos socava la
noción de un principio fundacional”. (Heisig, Kasulis, & Maraldo, 2016, pág. 663)
Esta
orientación anti-fundacional es lo que nos permitirá tratar el nihilismo como
un hecho histórico: este nihilismo producido por este sistema capitalista y que tiende a alcanzar su expresión
máxima en el momento tardío de la formación social.
Se
desprende de aquí un tipo de universalidad, que consiste aplicación sin
excepción a todos los fenómenos de la vida de nuestras sociedades, que quedan
atrapadas sin posibilidad de una exterioridad en este nihilismo constitutivo de
la sociedad actual.
Para
lograr esta meta, Nishida acude a la filosofía de la nada, como aquello que
está detrás tanto del ser como de la nada -como nada derivada- del primera
vacuidad: “Nishida, por ejemplo, criticó explícitamente las ontologías
occidentales y su búsqueda del fundamento de los seres y desarrolló una
“meontología” (del griego meon, no
ser) -o más exactamente, una filosofía de la ´nada´ - que pretendía
contextualizar más que fundar”. (Heisig, Kasulis, & Maraldo, 2016, pág. 665)
La
necesidad de diferenciarse de las variantes de nihilismo de Occidente, Nishida
acude a la noción de nada absoluta, que requiere de una clarificación técnica
muy precisa para que, nuevamente, no se confunda con cualquiera de las
estrategias metafísicas vinculadas a este tipo de reflexiones:
“… en la apropiación de ideas budistas, muchos de los pensadores de la Escuela de
Kioto invocan la noción de ´nada´ absoluta, y con cierta regularidad esta
se ha convertido en la etiqueta para su identificación”. (Heisig, Kasulis, & Maraldo, 2016, pág. 667)
Y
que le lleva a acudir al budismo Zen como la matriz del nihilismo: “Nishida más
tarde le dio un nuevo giro al devolverla a sus raíces budistas tradicionales
cuando la reemplazo por la noción de vacuidad con el fin de distinguirla de
nihilidad”, y que le hace tan diferente de los planteamientos occidentales a
pesar de los diálogos, las influencias, los préstamos lingüísticos. (Heisig,
Kasulis, & Maraldo, 2016, pág. 667)
Para
Nishida, este nada absoluta es ante todo un lugar, que requiere de un enfoque
topológico en su tratamiento: “la nada
absoluta es el ´lugar´ último de la realidad histórica en toda su inmediatez y
resistencia a toda objetivación”. (Heisig, Kasulis, & Maraldo, 2016, pág. 667)
Recurramos
al propio Nishida para dilucidar, en un primer momento, esta concepción de la
nada absoluta como lugar y la lógica del lugar que se desprende de ella.
Kitaro
Nishida parte de la preeminencia de la experiencia sobre el individuo; de
hecho, el individuo solo puede ser tal si se desprende como un producto de una
determinada experiencia: “La única puerta para escapar al solipsismo la
encontré en la siguiente reflexión; no es que primero exista el individuo y
después surja la experiencia, sino que, al principio, existe la experiencia y
luego el individuo. La experiencia es más fundamental que las diferencias
individuales”. (Nishida, La experiencia pura, 2016, pág. 671)
Colocar
la experiencia antes que al sujeto, obliga a que nos preguntemos ya no quién
tiene la experiencia, sino cómo está conformada, en dónde existe, de qué modo
se da, para que luego puede derivarse de ella un individuo.
Se
exige que la experiencia no se encuentre flotando en una especie de vacío y tienda
a adquirir un matiz metafísica, al fundamentarse y ser fundamento. Por eso, la experiencia
pertenece a un sistema de relaciones entre objetos, contenidos y actos, sostenido
por un lugar.
Este
lugar no es un mero sitio, un espacio en donde las cosas simplemente están ubicadas,
sino que tienes ciertas características que permiten que el sistema exista. Más
aún, el lugar es la condición de posibilidad del darse del sistema y de la experiencia
individual:
“La
epistemología actual distingue tres elementos: objetos, contenidos y actos, y
aborda sus relaciones. Me parece que, en el fondo, tal distinción solo
considera la contraposición entre el acto cognitivo que cambia con el tiempo y
el objeto que lo trasciende. A fin de que tales objetos puedan relacionarse recíprocamente
y constituir un sistema único en el que sostenerse, debemos considerar no solo
lo que sostiene el sistema sino
también aquello que lo establece, es
decir, donde el sistema “tiene lugar “. (Nishida, La lógica del lugar, 2016, pág. 673)
Todos
los elementos de la realidad, como forma y contenido, están en lugar: “Aunque pensamos que forma y
contenido están unidos en un todo único, debe haber un lugar en el cual ese todo unitario se halle reflejado”, que está más
allá del objeto y del sujeto y que más bien los sostiene: “Si queremos
relacionar la consciencia con el objeto, debe haber algo que comprenda a ambos,
un lugar en el que puedan estar en
relación”. (Nishida, La lógica del lugar, 2016, pág. 674)
Rebasa
inclusive la lógica de la formas, porque en el lugar habitan las formas, allí
se forman las formas: “En tanto lugar que
establece la forma lógica, no puede ser determinado según una forma lógica. Por
más que sigamos las formas hasta el infinito, no podremos ir más allá de la
forma. La verdadera forma de la forma debe ser el lugar de las formas”. (Nishida, La lógica del lugar, 2016, pág. 676)
Pero
el lugar, como nada absoluta que es, está
antes del ser y la nada, que dependen completamente de ella: “Por ello,
pensamos de inmediato como acto el lugar
que contiene en sí el ser y la nada”; y, por eso, tiene la capacidad tanto de producir
la realidad como de aniquilarla: “El lugar
verdadero no es solo un lugar de
cambio, sino un lugar de generación y
extinción”. (Nishida, La lógica del lugar,
2016, págs. 678-679)
Heisig, Kasulis, & Maraldo. (2016). La
filosofía japonesa en sus textos. Barcelona: Herder.
Nishida, K. (2016). La experiencia pura. In Heisig,
Casulis, Maraldo, & Bouso, La filosofía japonesa en sus textos (pp.
671-673). Barcelona: Herder.
Nishida, K. (2016). La lógica del lugar. In Heisig,
Kasulis, Maraldo, & Bouso, La filosofía janponsea en sus textos
(pp. 673-694). Barcelona: Herder.
Sjöstedt, P. (2015). Neo-nhilism. Amazon.
Weil, S. (1994). La gravedad y la gracia. Madrid: Trotta.
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