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miércoles, 29 de febrero de 2012

PLURALIZANDO LA ESTÉTICA


                                          Sello Jama-Coaque
                                          
Hay una estética que se refiere a la distribución de lo sensible, a su régimen. Sin embargo, solo existe en la medida en que se especifica en unos regímenes concretos y específicos, lo cual no quiere decir que la estética sea solamente el proceso de generalización inductiva de dichos regímenes.
Por lo tanto, hay una estética que se pluraliza, que existe pluralizándose, que oscila entre estos dos extremos: la necesidad de una distribución general –de una cierta universalidad- de lo sensible y la exigencia de que dicha distribución se muestre en unos objetos sensuales y ocupe el espacio de lo particular –incluso de lo singular-
Como señala Spivak, es indispensable mantenerse en ese doble vínculo sin resolverse fácilmente, sin reducirlo a uno de los extremos y sin proponer falsas síntesis aparentemente superadoras –al estilo Schiller o el desarrollo sostenible- (Spivak, Otras Asias.)
Siguiendo todavía a Spivak digamos que una de las estrategias para mantenerse oscilando en el doble vínculo es la pluralización de los mundos, en este caso de la estéticas. Entonces: ESTETICAS, así en plural. (Spivak, La educación estética en la era de la globalización.)
El mundo diverso de la estética incluye el arte en el sentido occidental clásico, que conforma una esfera separada de los otros ámbitos socio-culturales y en donde es precisamente el régimen estético de la disociación el que permite definirlo en su relativa independencia de los otros espacios.
Y no puede detenerse en su afán devorador: la estética se traslada a las mercancías, a los objetos de consumo, porque la belleza se ha convertido en un aspecto fundamental del valor de los objetos, de su posibilidad de ser vendidos a un precio más alto; no podemos entender el mundo de las nuevas tecnologías sin este componente estético, sin la generación de este nuevo tipo de belleza.
El viaje nos lleva todavía más lejos –más cerca de nosotros mismos, los subalternos- porque también hay un arte de los otros, como diría Ticio Escobar, al que le corresponde otra estética.
Existen campos enteros poco explorados desde la perspectiva de la estética, que requieren de urgencia un tratamiento que vaya más allá del canon occidental, tanto a su plena realización y desborde como a su exterioridad. Me refiero a la belleza contenida en los videojuegos y, en el otro extremo, a la exigencia de desarrollar una estética propia, específica, para las culturas ancestrales.
Cabe aproximarse con estos ojos, por ejemplo, a los sellos Jama-Coaque e intentar ir más lejos que su descripción morfológica. Podríamos preguntarnos, si es el caso, por el significado de la abstracción contenida en estos sellos y no solo por los procesos de alejamiento de lo figurativo que llevaron a su producción.
Deberíamos interrogarnos por la posibilidad de que no fueran exclusivamente funcionales –decoraciones que hacen el mundo más habitable o instrumentos de comunicación, como sostendría Alfred Gell, Art y Agency- sino formas que si bien no están separadas, disociadas de su capacidad decorativa, son algo más.
Son formas estéticas que corresponden a elevados procesos de abstracción de un tipo distinto al que se podría encontrar en el mozárabe o el arte abstracto contemporáneo. ¿Qué abstracciones culturales, metafísicas, oculta Jama-Coaque? ¿Qué no se está pudiendo figurar, qué se oculta, qué no puede y no debe mostrarse sino bajo su forma abstracta?
Quizás por este motivo toda esta estética de los pueblos ancestrales se nos aparece tan cercana, tan familiar, tan nuestra, tan capaz de ser traslada sin más a los objetos de consumo diario: camisetas, vasos, portavasos, llaveros.
¿De qué manera se fusionan las dos abstracciones tan diferentes y tan distantes: la capitalista y la ancestral?
Estos son contenidos que se incorporan y se desarrollan en las estéticas caníbales. O, de otro modo, las estéticas caníbales son ante todo plurales, múltiples, diversas, sin dejar de ser –paradójicamente- estéticas.

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