78. ¿En qué momento el
teatro caníbal intenta tomar la palabra nuevamente? En una época en la que hay
una desvalorización monstruosa de la vida y la palabra. De las vida, que se
muestra por las masas de desposeídos que son echados a la subalternidad –sin poder
representarse ni ser representados, políticamente y cognoscitivamente-, como
los niños migrantes ilegales en Estados Unidos o el pueblo palestino. Y de la
palabra, porque la verdad ha escapado del mundo de la política y por su banalización
profunda en las redes sociales. Como dice Agamben: “…de un gobierno de la palabra vacía sobre la
vida desnuda…” (Agamben 111)
79. “Por un lado se halla ahora el viviente,
cada vez más reducido a una realidad puramente biológica y a una vida desnuda;
y por otra, el hablante separado artificiosamente, a través de una
multiplicidad de dispositivos técnico-mediáticos, en una experiencia de la
palabra cada vez más vana, a la que no puede hacer frente y en la que algo como
una experiencia política se vuelve cada vez más precario.” (Agamben 109)
80. Vida y palabra que han sido atrapadas en
una doble sacralidad de la religión y del derecho, fijadas e inmovilizadas,
opresivas sobre sus practicantes, instrumentos de poder, transportadores de regímenes
de la sensibilidad fetichistas y alienantes: “Lo que era “dicho mal” se
convierte de este modo en maldición en sentido técnico; la fidelidad a la
palabra, en cuidado obsesivo y escrupuloso de fórmulas y de los ritos
apropiados, es decir la religio y el ius.”
(Agamben 108)
Por eso el teatro caníbal se propone a sí mismo
como teatro profano: se queda a las puertas (pro-fano) de la religión y del
derecho, al margen del poder, en un existencia que no puede ser sino precaria y
que tiene que conquistarse a cada paso, contra el teatro y el cine comerciales,
contra las visualidades fáciles de los nuevos medios y de la espectacularidad
de las marcas.
81. La palabra en el teatro caníbal es aquella
que exige la existencia de un éthos, de un modo de vida alternativo al
capitalismo, como lo señalaba Bolívar Echeverría. Un éthos que, además. Introduce
en la lógica del homo sapiens la mirada del hombre justo. (Agamben)
82. La palabra en este teatro siempre se
encuentra en riesgo, porque los significantes vagan solos sin encontrar las
significaciones. Hay una lógica excedentaria, del exceso, de la demasía, del aún
más, en esa búsqueda incesante de la palabra teatral para dar lograr que
significantes y significados coincidan, cosa que jamás sucede plenamente. Sus
encuentros son marginales, precarios, temporales, efímeros. En cada función los
significantes buscan locamente a los significados que se escapan por todo lado.
Los significados, a su vez, no logran adecuarse a los significantes, como si
pertenecieran a moldes distintos o fueran palabras que provienen de un idioma
desconocido.
Agamben,
Giorgio. El sacramento del lenguaje. Arqueología del juramento. Buenos
Aires: Adriana Hidalgo, 2010.
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