Una estrategia para leer la Bolívar
Echeverría consiste en preguntarse por el lugar de enunciación que elige para
elaborar su discurso sobre el capitalismo, la modernidad, el ethos barroco. Sin
esta consideración, hay peligro de ser conducidos a exigir respuestas que de
antemano no están allí contenidas; por ejemplo, cuestiones sobre estrategia
política o sobre los modos de superar el capitalismo.
Su pensamiento se ubica en una oposición
entre el inevitable desarrollo del capitalismo en nuestra época, luego del
fracaso de las revoluciones socialistas, y la necesidad de seguir existiendo en
estas condiciones: “El ethos barroco, como los otros ethe modernos, consiste en
una estrategia para hacer “vivible” algo que básicamente no lo es: la
actualización capitalista de las posibilidades abiertas por la modernidad.”
(113)
Hay, desde el inicio, una condición
trágica en esta forma de vida y las condiciones para su reflexión, que se
origina en esta exigencia ineludible de “hacer vivible” lo que “no es vivible.”
Una situación que tiene la estructura del doble vínculo trágico que atraviesa
la vida moderna –y posmoderna- enteramente.
El carácter dramático de este modo de vida
se vuelve patente en el barroco, que es en sí mismo “teatralización” de ese
doble vínculo trágico entre lo vivible y no lo vivible. No se trata de formular
una estrategia revolucionaria, sino de explicitar el choque entre un presente
“imposible” que tiene que ser vivido como tal, precisamente a través de su
recurso dramatúrgico:
“Estrategia de resistencia radical, el
ethos barroco no es sin embargo, por sí mismo, un ethos revolucionario: su
utopía no está en el “más allá” de una transformación económica y social, en un
futuro posible, sino en el “más allá” imaginario de un hic et nunc insoportable
transfigurado por su teatralización.” (117)
No se
trata de ignorar el hecho capitalista, sino de imaginar una forma de resistir,
un ethos que desactive, aunque sea provisionalmente, los mecanismos del poder.
Quiero decir, indagar por los procesos destitutivos de lo barroco, fracturando
desde dentro aquellas formas institutivas. Y para esto hay que trasladarse
desde lo barroco como arte o cultura, hacia el barroco como forma de vida.
Estrategia
destitutiva del barroco que desactiva el orden discursivo, el plano simbólico
del capitalismo, que cuestiona radicalmente su funcionamiento, que saca a la
luz su imposibilidad, aquella en la que existencia tiene que volverse posible:
“¿Qué significa hoy en día una práctica del
barroco? ¿Cuál es su sentido profundo? ¿Se trata de un deseo de oscuridad, de
una exquisitez? Me arriesgo a sostener lo contrario: ser barroco hoy significa
amenazar, juzgar y parodiar la economía burguesa, basada en la administración
tacaña de los bienes, en su centro y fundamento mismo: el espacio de los
signos, el lenguaje, soporte simbólico de la sociedad, garantía de su
funcionamiento, de su comunicación.” (121)
Resistir
significa en Echeverría “amenazar”, “parodiar” la sociedad burguesa. Habrá que
establecer los maneras específicas en que este ethos barroco hace estallar
desde dentro lo invivible puesto en cada esfera de la existencia por la
modernidad capitalista.
Este es el lugar de enunciación
en el que se coloca explícitamente Bolívar Echeverría y no tenemos que perderlo
de vista a lo largo de la lectura que hagamos de sus textos. Por esa misma
razón, habrá que ubicarse de lleno en esa condición trágica del doble vínculo
de la modernidad capitalista.
Echeverría,
B. (1998). La modernidad de lo barroco. México: Era.
(Cito la edición digital de Kindle.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario