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domingo, 30 de junio de 2024

Temporalephs

 


Artista: Sinfauxnee Adrift de Oonagh Kkhonnung


El album Temporalephs se puede escuchar en Bandcamp: https://themuseumofviralmemory.bandcamp.com/album/temporalephs

Este álbum forma parte de la discografía de The Museum of Viral Memory y fue lanzado en el 2022. El ejercicio musical que propone se lanza a trasladar la idea original del Aleph de Borges, en donde todos los espacios podían verse al mismo tiempo; de esta manera se observaba el universo entero desde un solo lugar, hacia la temporalidad:

Una hazaña incomprensible, más allá de la imaginación humana, el Aleph nos llevó a preguntarnos si no seríamos capaces de encontrar un primo del Aleph, el Aleph Temporal, un punto donde un alma puede permanecer y no mirar todo el espacio en ese momento. sino más bien mirar hacia todos los tiempos en ese espacio. Esto es algo en lo que nosotros, como humanos, parecemos mucho más expertos: mirar el tiempo como si siguiera un camino recto, una flecha, mirar hacia adelante y hacia atrás a lo largo de la línea de tiempo e imaginar muchos, tal vez todos ... más”.  

El largo intento de rastrear todos los recorridos del tiempo se despliega en largos tracks que van desenvolviendo los temas musicales, como hilos de Ariadna orientadores en medio del laberinto temporales. Pacientemente nos dejamos llevar por sus secuencias, retrocesos, altibajos, y percibimos que los recorridos son, en realidad infinitos y que estamos ante una tarea imposible.

Entonces, la música de Sinfauxnee Adrift de Oonagh Kkhonnung realiza un recorrido asintótico de constante aproximación a la serie temporal, sin poder alcanzarla nunca. Vamos detrás del tiempo y cuando creemos haberlo atrapado ya se ha fugado, como la vida misma.

Una particular interpretación de Temporaleph se encuentra en 127 de Phonux, como colaboración incluida en el track 21. Quizás este es el que mejor interpreta esta búsqueda de todos los caminos del tiempo, pero proveyéndolo de una cualidad extra, en el diálogo entre la cuerdas y la percusión, que significan el ritmo marcado de los pasos que no se detienen y las sensaciones que nos asaltan en cada uno de los recorridos. (https://themuseumofviralmemory.bandcamp.com/track/127-a-temporaleph-by-phonux).

La percusión insiste.

La cuerdas dudan.

miércoles, 19 de junio de 2024

EL FUNCIONAMIENTO DEL OPERADOR TRANS* EN MEMORIA DE EFRAÍN VILLACÍS.


 

Incluido en: PARQUE INGLÉS, UDLA, Quito, 2024

 Hay muchas maneras de leer un texto literario: lectura cercana, enfoque hermenéutico, aproximación formal, entre otras tantas. En este caso, parto de la Teoría de la Forma y concretamente de la noción de operador trans*, a fin de indagar si este concepto le cabe a la narración de Efraín Villacís. (La introducción teórica a la noción de operador trans* se encuentra en Ensayos sobre la forma, ArteLatam, New York/Quito, 2021, capítulo XVIII, Trans* formaciones; y se puede descargar de: https://libgen.is/book/index.php?md5=9FE4D94E76E4675D3196859A09178F25)

 Si bien el operador trans* proviene de los debates y prácticas transgénero en esta teorización, y generalización, se toma el término más bien como originario. Así lo transgénero vendría a ser una ocurrencia del fenómeno más general de lo trans*. La capacidad de lo trans* rebasa con mucho el ámbito del género para convertirse en una característica ontológica de otros fenómenos que no guardan relación, al menos directa o inmediata, con el cuerpo y la sexualidad. Veamos ahora de qué manera las categorías generadas en el campo trans* están capacidad de trasladarse a otros campos; y en ese caso concreto, a la literatura.

 La lectura del texto literario normalmente se la hace desde dentro; sin embargo, también cabe la posibilidad de hacerle preguntas, someterle a un interrogatorio en la búsqueda de la líneas de fractura de los órdenes canónicos y el consiguiente despedazarse de los sistemas y taxonomías estructuradoras del texto y, a través de este, de la realidad. Esto es precisamente el funcionamiento del operador trans*.

 Se pueden reconocer dos momentos en el texto estructurados como párrafos: en el primero, más allá de la inversión del punto de vista, me interesa resaltar el modo cómo el personaje en cuanto sujeto queda definido; porque al fin de cuentas esta es la historia que realmente importa:

 

Mi Gato tiene un perro. Soy la mascota del perro cuando no estoy viajando. Un día cualquiera mi dueño no se había percatado de que me fui. Poco antes había salido al balcón a lamerse entre las patas traseras con el sol matutino. Luego —me contaron— regreso por el comedor y percibió mi ausencia: una impresión; husmeó el vacío y buscó en los lugares habituales donde me apoltrono a leer o a dormir, enseguida por doquier; se detuvo un instante en el breve corredor, con la cabeza erguida, las orejas distraídas y la mirada dispersa. Nada encontró, nada presente y vivo semejante a mí, solo el remanente de mi olor desvaneciéndose con el aire cruzado entre el balcón y la ventana de la cocina abiertos. Escogió un lugar mullido y se tendió de golpe, como un animal de circo entrenado para morirse por un falso tiro delante del público. No había nada más que haces de luz colándose entre las cortinas y mi existencia apagándose en su pequeña memoria; yo ya era nada más que el rescoldo de un fuego extinguiéndose en el olvido de su sueño holgazán. (p.144)

 

Dando un paso más allá de la reconstrucción de la memoria animal, incluso separándola de ella, la ausencia del sujeto se capta como una impresión: “percibió mi ausencia: una impresión”, quizás en el sentido de un estímulo reconocible impregnado en el cerebro. Entonces, el texto se torna más radical en esta disolución del individuo, como la imposibilidad de la presencia viva, reducido a un olor que se desvanece en medio de esa nada cotidiana:

 

Nada encontró, nada presente y vivo semejante a mí, solo el remanente de mi olor desvaneciéndose con el aire cruzado entre el balcón y la ventana de la cocina abiertos.

 Es la existencia la que se apaga en la memoria de los otros, cuando dejan de recordarnos. No se trata solamente de que el recuerdo desaparezca de la mente, sino que el yo se extingue. Si alguien no nos recuerda, no existimos. O, existimos en la medida en que alguien decide pensarnos. Si todos dejaran de hacerlo, yo me evaporaría:

 

No había nada más que haces de luz colándose entre las cortinas y mi existencia apagándose en su pequeña memoria; yo ya era nada más que el rescoldo de un fuego extinguiéndose en el olvido de su sueño holgazán.

 Me parece que el texto expresa plenamente un procedimiento de trans*formación del sujeto, en cuanto lo hace estallar al cuestionar la identidad como una cuestión que se resolvería al interior de cada uno. Así como el transgénero disuelve con un ácido fuerte la dualidad hombre/ mujer, de manera similar este texto hiere la sustantividad del individuo, el que finalmente desaparece como un aroma que desaparece poco a poco.

 En este caso el operador trans*formador narra sin drama ni tragedia la historia de la subjetividad que depende enteramente de la mirada de los otros o de sus pensamientos cuando no estamos presentes. Y así quedamos convertidos en rescoldo, en esa última brasa antes de que el fuego se apague totalmente, mientras el olvido perezoso de los otros termina por perderme completamente.

Ilustración: V. de Valencia. 


lunes, 17 de junio de 2024

NOTA TÉCNICA A SUEÑO DE ZINC DE EFRAÍN VILLACÍS.

 

Incluido en: PARQUE INGLÉS, UDLA, Quito, 2024.  

 

Recógeme en la salmodia del frío, el rayo cesa en el rostro y mis ojos destellan incertidumbre, el agua de febrero lava el Iodo, y la calzada brilla bajo el taconeo, piedra herida, perenne, piedra horadada, abismo, tus pasos inquietan como las gotas en mi sueño de zinc. Brota el gesto callado, espanto; aspaviento entre la raleza de las hebras que me quedan, revolviéndome la penumbra con tu tránsito, ausencia/presencia de deseo llena y sin tristeza, inasible. Cierro la boca y trago nada, hurgo, y la ventana me quita la oportunidad de verte a los ojos, el cielo es el ciego de Kingman, y no camina. Nada de lo que me cobija es humano, nada en mi memoria es inhumano, no recuerdo, batallo, cabalgo dando la espalda a la nariz del jamelgo de mi pesadilla, crujen los huesos del tablado bajo la cama y un hombre respira en la oscuridad, a veces puedo ver su piel doliente de Tiziano, sus rasgos alargados, viejos, soy yo más adelante. Extraño suceso porque parezco el niño que conocí y aun no sabía lo que era soñar, deseaba; imaginaba que era alguien que puede amar sin sentir culpa, y el dolor infligido era parte de ese descubrimiento. Juraba con el pulgar sobre los labios recogidos en el chasquido de un beso falso. Así es este sueño como ese acto verdadero, recógeme antes de que perezca la tarde y calle afuera el patio ya sin agua que tragar. Febrero es el nombre de un esclavo enamorado de la guerra para liberarse del signo de otras muertes. (pp. 125-126)

 

La recepción adecuada de esta obra de Efraín Villacís no puede quedarse en los aspectos de contenido, que seguramente son importantes, pero insuficientes. Sin apelar las cuestiones formales la obra quedaría reducida a una especie de realismo social con toques de fantasía o quizás con elementos oníricos, en donde no sabemos si el observador sueña o está despierto.

 Es el trabajo con y través del lenguaje que dota al texto de su espesor literario; y por eso, es preciso acudir al contenido de la forma, como el correlato esencial del contenido. La sustancia del texto se expresa en la adopción de una forma literaria precisa, en este caso, muy particular. Dejaré de momento la referencia a los tropos, especialmente la metáfora, para centrarme en el microanálisis del texto, en la manera en que las oraciones están construidas y en los desplazamientos internos que encontramos en funcionamiento dentro de ellas.

 En la primera oración, sin previo aviso, le asalta al lector la introducción de dos referencias que se funden en una sola: el ruego del personaje que espera encontrarse con alguien en un frío día del mes de febrero:

Recógeme en la salmodia del frío… tus pasos inquietan como las gotas en mi sueño                 de zinc.

Y la emergencia de la realidad de la calle empedrada que se vuelve mucho más poderosa que la propia espera:

el rayo cesa en el rostro y mis ojos destellan incertidumbre, el agua de febrero lava el Iodo, y la calzada brilla bajo el taconeo, piedra herida, perenne, piedra horadada, abismo…

 La percepción del entorno se vuelve hiperreal; la piedra es la que ahora está herida, horadada, convertida en abismo. Esta experiencia se retira para volver al final a la salmodia, al canto monótono del sueño de zinc, como goteo perturbador que no te deja dormir.

La secuencia de esta ruptura entre los dos planos parece fundirse en uno solo, cuando la historia del personaje se une con la del acontecimiento de la calle, que se ha vuelto ella misma otro personaje:

 

Así es este sueño como ese acto verdadero, recógeme antes de que perezca la tarde y calle afuera el patio ya sin agua que tragar. Febrero es el nombre de un esclavo enamorado de la guerra para liberarse del signo de otras muertes.


Así el desplazamiento se torna evidente. La narración se refiere principalmente al mes de febrero y solo dentro de esto tiene sentido lo que el hombre vuelto esclavo enamorado cuenta.

 En las siguientes frases tenemos la aparición de un nuevo recurso que deslizará de manera todavía más poderosa el texto. En este momento ya no se trata de la ruda existencia de las cosas, la calles, las piedras, el cielo, como formadoras de la experiencia personal; sino, el salto hacia adelante, la intromisión del futuro.

 

Brota el gesto callado, espanto; aspaviento entre la raleza de las hebras que me quedan, revolviéndome la penumbra con tu tránsito, ausencia/presencia de deseo llena y sin tristeza, inasible. Cierro la boca y trago nada, hurgo, y la ventana me quita la oportunidad de verte a los ojos, el cielo es el ciego de Kingman, y no camina. Nada de lo que me cobija es humano, nada en mi memoria es inhumano, no recuerdo, batallo, cabalgo dando la espalda a la nariz del jamelgo de mi pesadilla, crujen los huesos del tablado bajo la cama y un hombre respira en la oscuridad, a veces puedo ver su piel doliente de Tiziano, sus rasgos alargados, viejos, soy yo más adelante. Extraño suceso porque parezco el niño que conocí y aun no sabía lo que era soñar, deseaba; imaginaba que era alguien que puede amar sin sentir culpa, y el dolor infligido era parte de ese descubrimiento. Juraba con el pulgar sobre los labios recogidos en el chasquido de un beso falso.

 

La soledad que espanta, como ausencia/presencia, no está aquí y ahora. Pronto descubrimos que este es un recuerdo paradójico e imposible del futuro. Villacís lo dice con toda la fuerza posible: 

… soy yo más adelante …

El personaje se ve en el futuro como alguien parecido al niño que conocí y aún no sabía lo que era soñar. Ruptura temporal que permite descubrir que el hombre que respira en la oscuridad no es otro que el personaje, aquel que está sumergido en su sueño de zinc. 

 

sábado, 15 de junio de 2024

LA CUESTIÓN DE LA VERDAD EN LA ÓPERA DE CHRISTOPHER CERRRONE, IN A GROVE.

 

© 2021 Schott Music Corporation (ASCAP). Commissioned by the Los Angeles Opera, with production support from Pittsburgh Opera, with additional creative and development support provided by Metropolis Ensemble, Raulee Marcus, and Steven Block.

 

Se puede escuchar en Bandcamp: https://cerrone.bandcamp.com/album/in-a-grove-icr028. O ver su filmación en Youtube,

https://www.youtube.com/watch?v=hGQEvVd56zk&ab_channel=PittsburghOpera, con

 subtitulos en inglés y español. Texto y partitura se pueden revisar en la página del compositor: https://christophercerrone.com/music/in-a-grove/

 

La presentación de Bandcampo dice:

 

Circle Records se enorgullece de presentar In a Grove, una ópera con música de Christopher Cerrone y libreto de Stephanie Fleischmann. Una continuación completa del álbum nominado al GRAMMY de 2021 de Cerrone, The Arching Path, In a Grove presenta a los cantantes soprano Lindsay Kesselman, el contratenor Chuanyuan Liu, el tenor Andrew Turner y el barítono John Taylor Ward, acompañados por el intrépido Metropolis Ensemble.


Situada en un bosque fantasma en el noroeste del Pacífico en 1922, la ópera se desarrolla en un paisaje árido y embrujado devastado por un incendio forestal. En un terreno de sueños rotos, estropeado por la violencia y ofuscado por el humo, llega una joven que pone patas arriba las nociones convencionales de género y las narrativas de victimismo, reclamando su propia agencia. Transcurriendo dentro de un territorio fronterizo impulsado por la lucha de clases y el miedo al otro, este relato de la historia de Akutagawa, famosamente adaptada como la película Rashomon, manifiesta un mundo en el que el medio ambiente está bajo asedio, y las verdades personales que se desvían salvajemente compiten con los hechos absolutos, destrozando lo que uno cree saber.

 La historia del asesinato contada por diversas voces y perspectivas, teniendo como centro la tragedia de la mujer que cree que es la culpable de la muerte de su esposo, aparte de ser acosada constantemente, remite a la relación problemática entre la realidad, que es una sola, y su reconstrucción que depende de quién la cuenta. Este es el núcleo de la historia que coincide plenamente con la intención de Cerrone.

Pero, la cuestión de la verdad es mucho más complicada. No se trata únicamente de poner en un contexto actual el cuento de Ryūnosuke Akutagawa, In a grove. En su página Cerrone describe de la siguiente manera su obra:

             IN A GROVE comienza con un baño de ruido blanco, una representación sonora de incendios forestales y             humo. A medida que avanza la ópera, los ritmos, las armonías, los motivos y, finalmente, las melodías                 emergen de esta niebla auditiva, reflejando la forma en que los hechos emergen, pieza por pieza, en esta             historia de detectives musicales.

 

A medida que nuestros personajes relatan sus historias, los motivos y las melodías se repiten, pero también evolucionan, en paralelo con la perspectiva cambiante de cada narrador. Una melodía desechable en la escena de Luther se convierte en la base del aria de Leona en la suya; finalmente, esta melodía se convierte en el núcleo de la confesión final, un dúo entre un médium y Ambrosio.

 

A lo largo de la obra, las voces se transforman electrónicamente. Traté de ejemplificar la aspereza defectuosa de la memoria distorsionando las voces usando reverberación, cambio de tono y granulación, efectos que sugieren que los recuerdos de nuestros personajes son defectuosos, nebulosos o simplemente incorrectos.

 

Ahora se puede mostrar de qué manera el tema de la verdad va más allá del señalamiento de que esta depende del punto de vista e intereses del observador; y que, además, siempre la reconstrucción de los hechos que hacen los testigos es: “defectuosos, nebulosos o simplemente incorrectos”.

 La estructura musical adoptada no se limita a expresar en la melodía y en los ritmos, además del texto, la mirada de cada personaje sobre los hechos; en un primer momento estos surgen parcialmente, poco a poco, en un atormentador regreso a la tragedia. La verdad no se da de una sola vez, sino que aparece lentamente, emergiendo con dificultad de las apariencias brumosas.

 El siguiente paso crucial para dilucidar el problema de la verdad se encuentra en la melodía dejada por Luther que es retomada por Leona y luego por el médium y Ambrosio. La verdad se convierte así en una reconstrucción colectiva, ciertamente parcial todavía, en donde cada uno interpreta el punto de vista del otro. La mirada de cada observador está atravesada por la mirada del otro observador.

 Estas melodías individuales que se van entrelazando, combinando, superponiéndose y combatiendo, desembocan en la exigencia de una interpretación final, aunque nunca sea la definitiva, que se hace entre el médium y Ambrosio. ¿Qué significa este médium?, ¿de dónde viene?, ¿qué función cumple en la reconstrucción de la verdad?

 Hipotéticamente se puede establecer que Ambrosio necesita conectarse con otro espacio que rebase las miradas personales sobre los hechos y tenga que acudir a un espacio simbólico, representado por el médium, en donde efectivamente se juega el destino de la verdad. Allí, y solo allí, la verdad mostrará toda su potencial para ser tal.

 La verdad siempre es colectiva. Las verdades individuales nunca son suficientes. Como decía Antonio Machado:

 

               Tu verdad no, la Verdad;

               y ven conmigo a buscarla.

               La tuya, guárdatela.

 

 

 

 

 

jueves, 13 de junio de 2024

EFRAÍN VILLACÍS: PARQUE INGLÉS.

 



Este conjunto de narraciones breves nos sorprende porque no se sabe a qué genero exacto pertenecen ni que estilo específico sigue; peor aún la corriente literaria a la que adhiere. Sería igual de válido decir que pertenece a una suerte de realismo social después de haber atravesado la posmodernidad entera; pero, también sería correcto afirmar que un rastro de surrealismo lo atraviesa por entero.

 La mirada del observador, no la de Villacís, sino la que él inventa, y que se superpone a la suya, introduce en la realidad la sensación de extrañeza: las cosas que vemos son las de siempre, es la misma vida cotidiana que pasa; sin embargo, una luz lateral las ilumina haciendo que muestre sus entrañas, abismos, distorsiones, frenazos y aceleraciones. Extrañeza como si fuera otro el que mirara, no yo. El mundo no es como lo veo.

Para lograr este efecto profundo de alterar la realidad de tal manera que sea al mismo tiempo el mundo de siempre y la intromisión de las cosas desde ángulos imprevistos, somete al lenguaje a sus necesidades, obligándolo a girar y retorcerse para que diga aquello que debe decirse. En este sentido, debajo de la aparente sencillez, hay un profundo ejercicio formal

 

domingo, 9 de junio de 2024

LEO OKAGAWA: EXASPERACIÓN. SEGUNDA PARTE.

 

Density de Leo Okagawa, estrenada el 10 de mayo del 2024 en Dissipatio. El álbum, se puede escuchar en Bandcamp: https://protocell.bandcamp.com/album/density.

La comprensión de la música suele llevarnos en una doble dirección: primero, mostrar de qué manera impacta en los sentidos y la sensibilidad, provocando la emergencia de unos determinados afectos; es decir, la música vinculada de manera especial a la emoción. Segundo, establecer los paralelismos y las contigüidades entre la música, tomando en cuenta ritmos y arritmias, con la manera en la que pase el tiempo subjetivo o el flujo de la consciencia, a lo que se puede añadir las temporalidades sociales en las que estamos inmersos. Estos dos aspectos pueden ser complementarios, aunque los análisis suelen privilegiar uno y otro enfoque.

Sin invalidar estas perspectivas es posible abrirse a una nueva consideración mucho menos explorada, pero que resulta tan importante como las otras dos, porque en vez de reducir el fenómeno de la música a afecto y temporalidad, o incluso a la temporalidades afectivas de los sujetos, se pregunta por la relación de la música con el pensamiento y la razón.

¿Qué tendría que ver la música que huye de la representación y parece quedarse en el plano de la sensibilidad con la racionalidad y la argumentación? ¿Tal vez podría referirse al uso simbólico de la música por las corrientes ideológicas y políticas, como es el caso de parte de la obra de Wagner por el fascismo?

Antes que dar una respuesta general a estos interrogantes, que será cuestión de otra nota, tomo la última obra de Leo Okagawa, Density, y es a través de esta que intentaré aproximarme a una respuesta sobre la relación entre música y razón. Para esto, el acercamiento no será tanto la búsqueda de estructuras metafóricas del pensamiento en Density, como introducir una hipótesis de trabajo: ¿en qué medida o de qué forma los modos del pensamiento actual, con su crisis y callejones sin salida, siguen patrones similares a los de Density?

Al oír Density decimos: Así pensamos.

 Al escuchar atentamente esta obra tengo la impresión de seguir el flujo de los pensamientos, las trabas, incongruencias, irracionalidades, de la razón globalizada, de la intromisión de la sinrazón por todas partes, del despedazamiento de la racionalidad en los más diversos ámbitos y de la desesperada lucha por su recuperación. A este fenómeno de la obra y de la razón le denomino: exasperación.

En los tracks Apoptosis y Counting Clockwises estamos ante un ruido probablemente de interferencia o de un aparato electrónico que se ha quedado vibrando sin control y repitiéndose incansablemente, con pequeños cortes en donde asoman otros ruidos que hacen aún más áspero el sonido. A veces una onda plana interrumpe la interferencia, como si fuera el ruido de una máquina trabada.

No hay posibilidad alguna de que una melodía o un ritmo aparezcan. Aquí reina el ruido casual, aleatorio. Sin embargo, a pesar de esta negación del registro melódico, la interferencia tiene un patrón que se forma a fuerza de repetirse sin cesar. Rueda unos segundos, se corta bruscamente y otra vez invade los oídos hasta el cansancio.

Probablemente sea en Saturación en donde mejor encontremos las características del pensar. Ruido grave del arrastrarse de alguna cosa sobre el suelo áspero, golpes insistentes que bajan de tono. Imperceptiblemente un ruido plano de fondo comienza a crecer y a superponerse sobre la primera interferencia, hasta hacerla desaparecer casi por completo. Esta vibración grave de un motor potente puesta en marcha y dejado a su voluntad satura el espectro sonoro y, curiosamente, aparece muy levente una corriente de agua que nadie sabe de dónde vino. Luego, el ruido de fondo desaparece y solamente queda el ruido cansino marcado por golpeteos incesantes. Y así, el ruido de fondo se descompone en raspados agresivos que alteran la repetición que sigue sonando en primer plano.

Volvamos al leitmotiv: Así pensamos.

La racionalidad intentando comprender el mundo y descubriendo que le escapa. No puede aprehenderlo y a medida que trata una y otra vez de captar la esencia de las cosas, la estructura de los fenómenos, las series causales, se torna redundante, se choca con una pared que le impide avanzar.

La racionalidad armónica de causas y efectos se estrella, se torna ruido y aquello que debería convertirse en sentido, en apertura hacia el significado del mundo, ahora es interferencia de sus propias ondas, de los argumentos devorando a los argumentos, de las razones partiéndose hasta quedar irreconocibles.

Así pensamos, con esta aspereza que muestra el roce de los pensamientos en la superficie rugosa de la realidad, dando como resultado una razón herida, unas ideas sangrantes. Desesperación, ira, impulsos destructivos: exasperación.

Y como si no fuera suficiente que la razón se encuentre trabada sin poder avanzar, hace su aparición del ruido del fondo que termina por anularla y desvanecerla, aunque a momento logra volver y recuperar al menos el ritmo repetitivo de los intentos de decir con claridad lo real.

Este ruido de fondo es el equivalente de la irracionalidad que, ante el fracaso de la razón, emerge desde dentro, tomando posesión de la racionalidad, quebrándole los huesos, reventándolo los ojos, hasta verla caminar a tientas golpeándose en las paredes y emitiendo enunciados incoherentes. La razón incapaz de armonía se ha convertido en ruido. Ante esto, aquellos que intentamos pensar y dar cuenta de las explicaciones del mundo, quedamos sumidos en la exasperación.

lunes, 3 de junio de 2024

LEO OKAGAWA O LA ASPEREZA DEL PENSAR. PRIMERA PARTE.

 

Carlos Rojas Reyes

Density de Leo Okagawa, estrenada el 10 de mayo del 2024 en Dissipatio, que sintetiza de esta manera el trabajo del artista:

 

"Density" es el álbum que se centra en ritmos eléctricos. Entre tonos, silencios y ritmos, Leo Okagawa explora la densidad. Leo Okagawa es un artista sonoro afincado en Tokio, Japón. Realiza obras de collage de varias capas a partir de elementos de sonidos grabados, ruido de máquinas analógicas y tonos eléctricos simples. También ha estado trabajando en una performance improvisada desde 2017. El uso de algunos dispositivos electrónicos explora las posibilidades estructurales del sonido a través de la combinación de tonos simples. En 2022, fundó su propio sello discográfico "zappak", y ha estado publicando música de otros artistas en CD.  Dissipatio:

https://www.facebook.com/Dissipatio

 

El álbum de Leo Okagawa, Density, se puede escuchar en Bandcamp: https://protocell.bandcamp.com/album/density.

Esta primera aproximación a la obra Density propone una lectura que vaya en una doble dirección: la primera, análisis e interpretación desde la filosofía de la música, que no se quede exclusivamente en las sensaciones que provoca y en la sensibilidad que desencadena, aunque este sea el punto de partida; sino que avance y muestre de qué manera esta obra se esta refiriendo a nuestro tiempo y qué puede decirnos sobre este, con sus propios medios. Para este fin será necesario concentrarse en las dualidades entre ritmo y arritmia, y sonido y ruido.

En segundo lugar, oír Density tal como escuchamos una voz interior, un monólogo con nosotros mismos, en donde no se trata de acceder a algún tipo de contenidos específicos del flujo psíquico. Por el contrario, esta obra actúa como mímesis del modo de pensar actual. Así como fluye la música, del mismo modo pensamos.

Antes de embarcarnos en las reflexiones que surgen de las dos orientaciones hay que recomendar enfáticamente una variedad de tipos de escucha de Density: oír el álbum completo sin cortes ni detenciones, escucharlo mientras hacemos otra cosa como leer, escribir, pasear, manejar, concentrarnos y prestar atención únicamente a la obra, oírla una y otra vez hasta el cansancio.

De esta manera las primeras impresiones sobre la sensación y la sensibilidad se ampliarán y diversificarán; aparecerán partes en las que no habíamos puesto atención, ruidos de fondo saltarán al primer plano, la estructura o la desestructuración se tornará evidente, descubriremos cómo las arritmias se convierten en ritmos, el ruido en sonido y este de regreso al ruido.

Density es el estado de ánimo de nuestra época. No tanto el estado de ánimo personal, sino de la colectividad. Así nos sentimos, este es la mímesis del paso del tiempo y de las temporalidades en las que estamos sumergidos. Por esto probablemente la obra sea difícil de oírla una y otra vez hasta quedar exhaustos y gritar basta. Seguramente en ese momento pararemos la música y saldremos de la casa y sobre todo de nosotros mismos, como decía Gide.

Aunque no ampliaré todavía en este primera parte, propongo el término aspereza como guia interpretativa de la obra en la doble vía de ida y vuelta que he señalado. Y añadir a esta su consecuencia, que viene además de su parentesco: exasperar.

En este primer momento sugiero realizar las diversas escuchas de Density con la atención puesta en las nociones: aspereza, exasperar.