El mundo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación exige de nuestra parte un profundo ejercicio crítico, que tiene que ver con analizar sus consecuencias en sociedades precarias como las nuestras. Efectos que van en todas direcciones: desde distorsiones perversas al tensionar al máximo la posibilidad del acceso democrático a la información y a la movilización, junto con una avalancha de fenómenos ideológicos contenidos en su interior.
Este es un lado de los aspectos que quiero resaltar en este momento. El otro es el que se refiere a la necesidad de utilizar, como el mejor vehículo posible, estas nuevas tecnologías para mediar –en el sentido de Daniel Prieto- en los procesos de enseñanza-aprendizaje y especialmente en lo que se refiere a los ámbitos de la filosofía, de la política, del arte, de la cultura que, de manera recursiva, han sido transformados por esas mismas tecnologías.
Ya tenemos ejemplos y ejercicios importantes que provienen sobre todo del área de los juegos serios e incluso de lo que ahora se llama gamification. Por lo tanto se trata de volver al plano lúdico para la enseñanza de un pensamiento crítico sobre nuestras realidades.
En esta perspectiva la mediación tecnológica del pensamiento crítico tiene, entre otras, dos grandes opciones: desarrollar mediaciones propias, por ejemplo, un juego que nos permita una reflexión sobre el carácter performativo del arte posmoderno; o utilizar la masa gigantesca de videos, juegos y un sinnúmero de recursos que flotan en la internet y que servirían muy bien como soportes didácticos.
Desde luego, su implementación requerirá transformaciones notables en el aparato educativo, para que se produzca el reconocimiento de que estos nuevos medios de comunicación ya son potentes socializadores y máquinas de enseñanza-aprendizaje; al igual que promueven percepciones excepcionalmente distorsionadas de la realidad.
Llamo, entonces, tecnocrítica al trabajo de mediar la reflexión crítica con las nuevas tecnologías de la información y comunicación, en donde se dé constantemente ese doble plano mencionado antes: crítica de las tecnologías y tecnologías al servicio de la crítica.
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