En este capítulo III del Tomo I de El capital Marx ya sólidamente aprovisionado con las formulaciones de los dos capítulos anteriores, en donde ha desarrollado una serie de conceptos, partiendo de una intuición categorial, muchas veces expresada en neologismos, deja atrás el esquema hegeliano que le sirvió de base, especialmente La Doctrina de la Esencia de La ciencia de la lógica (Hegel, 2011).
En este momento, la dialéctica como epistemología se despliega para cubrir la dinámica del capital, en un momento clave que es el del dinero que expresa la circulación de las mercancías. Desde luego, este no es un estudio sobre la economía política de este capítulo, sino el modo de funcionamiento de la dialéctica a su interior. Es difícil hacerlo, porque las investigaciones entran directamente en los aspectos técnicos y debates de la economía política y la dialéctica funciona en un segundo plano, precisamente para garantizar su eficacia.
La tarea consiste en develar la obviación de la dialéctica subyacente al texto; es decir, explicitarla, de tal manera que nos ayude a la comprensión de esa epistemología dialéctica que Marx despliega con mucha soltura y que estará remitiendo constantemente a los hallazgos de los capítulos anteriores. (Strathern, 2004)
No está demás decir que Marx, en ningún momento, regresa su mirada hacia los Grundrisse en los aspectos metodológicos señalados en estos. Lamentablemente, aun considerando la importancia de estas investigaciones preliminares, se termina por considerar que aquí se encuentra la dialéctica en su máxima expresión, como es el caso de Toni Negri, en Marx más allá de Marx, dejando de lado la principal obra de la madurez que es precisamente El capital. (Negri, 2001)
Para este análisis de la dialéctica marxista en su plena funcionamiento utilizo la traducción de El capital de Pedro Scaron para siglo XXI (Marx, El Capital, 1975), que será confrontada con la más reciente traducción al inglés realizada por Paul Reitter para la Princeton University (Marx, Capital, 2024), especialmente con la finalidad de mantener los neologismos utilizados por Marx que, como se verá, son importantes a la hora de la interpretación de la obra: y ocasionalmente comparada con la traducción italiana publicada por La Cittá del Sole (Marx, Opere Complete. Il capitale, 2011). En algunos segmentos especialmente difíciles se recurrirá a la segunda edición en alemán de 1872 publicada por el propio Marx y ahora editada por el Mega 2 (Marx, Das Kapital , 1872 (1987)). Una visión comprensiva basada en el Mega 2 del Volumen 1 de El capital puede encontrarse en Bellofiore y Taylor. (Bellofiore Riccardo and Nicola Taylor (eds.), 2004)
En esta tarea de visibilizar le método dialéctico en su funcionamiento dentro de El capital, junto con sus perspectivas epistemológicas; es decir, mostrar de qué manera Marx se desplaza en este capítulo sobre el dinero y la circulación y de qué manera en esta reconstrucción de esta realidad, se presentan una serie de conceptos y de interrelaciones dialécticas, alejadas de cualquier esquematismo hegeliano o de sus obras anteriores. Aquí la exigencia de comprender el objeto de estudio, el dinero, se superpone a cualquier otra consideración.
En cuanto medida de valor, el dinero es la forma de manifestación necesaria de la medida de valor inmanente a las mercancías: el tiempo de trabajo. (Marx, El Capital, 1975, pág. 115)
Y más adelante:
La magnitud del valor de la mercancía expresa, pues, una relación necesaria e inmanente al proceso de formación de la mercancía con el tiempo necesario de trabajo. (Marx, El Capital, 1975, pág. 125)
Necesidad e inmanencia son dos términos que Marx los utilizará con frecuencia. Pero ¿qué se entiende por necesidad y qué por inmanencia? Marx no quiere introducir aspectos metafísicos en su análisis del dinero; por eso, aunque no pierdan toda su fuerza explicativa, aquí no hay una necesidad lógica y los atributos inmanentes si bien son esenciales, no son sustanciales.
El razonamiento es otro muy distinto: dadas una serie de condiciones y fenómenos que se están operando en la realidad, se desprende necesariamente estas consecuencias. Aquí hay una necesidad real que se desprende las leyes rigen el capital. Esto es, las mercancías para su plena realización, que se da ya en campo de la circulación, para realizarse a través de la compra y la venta, tienen necesariamente que atravesar por el dinero. A su vez, este dinero contiene dentro de sí ese atributo esencial, inmanente, que le hace ser lo que es: expresión de la medida del tiempo de trabajo objetivado.
Esta comprensión de los dos términos se puede generalizar para todos los ámbitos históricos, con la finalidad de encontrar en ellos esta dialéctica no vulgar ni esquemática, con este doble rostro que aparece en El capital: habrá necesidad histórica cuando están puestas las condiciones y dados los fenómenos, un proceso x tiene que atravesar obligatoriamente para desplegarse y realizarse.
En cuanto a la inmanencia es indispensable separarla de cualquier consideración sustancialista; e indicar que se refiere a aquellas características y atributos que son esenciales para que una cosa sea lo que es; así, el trabajo humano objetivado y medido es lo que constituye el dinero.
Veamos ahora la dialéctica en funcionamiento en los acápites centrales de este capítulo III. 2. Medio circulación: a). La metamorfosis de la mercancía y b). La circulación del dinero.
Marx comienza por un señalamiento metodológico que lamentablemente no desarrolla y que, en gran medida, deja atrás las consideraciones sobre la dinámica de la contradicciones. Ya no se trata de la vieja imagen de la negación de la negación para su resolución, sino que poner en movimiento a esa realidad entrampada en contradicciones, crea la forma de su resolución provisional, aunque la contradicción permanezca:
Vimos ya que el proceso en que se intercambian las mercancías implica relaciones contradictorias, recíprocamente excluyentes. El desarrollo de la mercancía no suprime esas contradicciones, mas engendra la forma en que pueden moverse. Es éste, en general, el método por el cual se resuelven las contradicciones reales. (Marx, El Capital, 1975, pág. 127)
Y hasta ahora esta es la historia del capitalismo: una y otra vez hundido en su crisis contradictorias, pero siempre inventado un recurso para salir adelante, por más que se sepa que la próxima crisis será más difícil de resolverse por este medio de lanzarlo hacia adelante. Así que la pregunta que tenemos que hacernos frente a las crisis del capitalismo que ahora atravesamos tienen versa sobre los movimientos que hace el capital para desarrollarse, postergando cada vez más su colapso.
La primera clarificación que hace Marx es que en todo este proceso de metamorfosis de la mercancía lo que realmente importa es la forma y de qué manera esta cambia; porque aquí lo que se estudia en la forma social.
Por consiguiente, hemos de examinar el proceso total desde el punto de vista de la forma, y por tanto sólo el cambio de forma o la metamorfosis de las mercancías a través del cual es mediado el metabolismo social. (Marx, El Capital, 1975, pág. 129)
Podemos extender esta consideración y decir que el materialismo histórico no es sino el estudio de las formas sociales y sus metamorfosis: estas formas no son el reverso de alguna materialidad, sino son productos de abstracciones reales, por medio de las que separamos los aspectos naturales o del valor de uso provisionalmente y nos quedamos exclusivamente con la forma valor.
Si nos atenemos tan sólo a ese aspecto material, al intercambio de mercancía por oro, perderemos de vista precisamente lo que debiéramos observar, esto es, lo que acontece con la forma. (Marx, El Capital, 1975, pág. 127)
Precisamente con este término forma encontramos una serie importante de neologismos utilizados por Marx: forma valor, forma precio, forma mercancía, entre otras, en vez de forma de precio, forma de mercancía, etc., y tiene la finalidad de poner en primer lugar en el análisis esta carácter de forma del valor, antes que entrar a la cuestión de las maneras en que las que se puede expresar este valor o esta mercancía. La indagación de Marx es, ante todo, sobre estas formas y sus metamorfosis.
En este momento, Marx se interroga por la metamorfosis de la mercancía, que se despliega en procesos opuestos. En este movimiento vemos surgir el fenómeno de la partición de la mercancía en dos momentos opuestos: la mercancía que se vende y la mercancía que se compra. Tenemos como consecuencia la mercancía desdoblada en mercancía y dinero.
Dicho proceso suscita un desdoblamiento de la mercancía en mercancía y dinero, una oposición externa en la que aquélla representa su opuesto inmanente de valor de uso y valor. En esa oposición las mercancías se contraponen como valores de uso al dinero como valor de cambio. Por otra parte, ambos términos de la oposición son mercancías, y por tanto unidades de valor de uso y valor. (Marx, El Capital, 1975, pág. 128)
Marx no está utilizando la clásica contraposición dialéctica entre tesis, antítesis y síntesis, sino una dialéctica dual, por la cual una realidad se divide en dos términos opuestos, que existen en flujo interminable que va de la mercancía al dinero y del dinero a la mercancía, sin encontrar descanso. Existen en la medida en que se intercambian:
Estas formas opuestas de las mercancías son las formas efectivas en que se mueve el proceso de su intercambio. (Marx, El Capital, 1975, pág. 128)
Por esto, el término opuesto es preferible al de antítesis. Hace rato que Marx se ha liberado de los esquemas rígidos hegelianos y da cuenta del movimiento real de la economía política que, en este caso, exige la utilización de una dialéctica dual, que solo encuentra como permanecer si se mueve, es decir, si se intercambia.
La secuencia M-D-M en realidad está compuesta de dos metamorfosis, que implican la ruptura del proceso unitario en dos: venta y compra. Entonces, tenemos el primer polo de la dualidad que la transformación de la mercancía en dinero:
M - D. Primera metamorfosis de la mercancía, o venta. Como lo he indicado en otro lugar, el salto que el valor mercantil da desde el cuerpo de la mercancía al del oro, es el salto mortale de la mercancía. Si fracasa, la que se verá chasqueada no será precisamente la mercancía sino su poseedor. (Marx, El Capital, 1975, pág. 129)
Una metamorfosis que, desde el inicio, se muestra como contingente, porque si bien es probable que se dé, nada garantiza la plena seguridad de intercambio, es decir, de que efectivamente la mercancía se venda. Podría suceder que no se venda. Aunque Marx no trata el tema de las crisis en este lugar, deja anunciado que este es una de sus causas.
Lo cierto es que esta partición de la mercancía no implica que haya perdido sus atributos inmanentes, por el contrario, durante todo el proceso no deja de estar detrás, como aquello que está sufriendo esa serie de transformaciones, el trabajo humano homogéneo:
Y. en realidad, el valor de cada vara individual de lienzo no es más que la concreción material de la misma cantidad, socialmente determinada, de trabajo humano homogéneo. (Marx, El Capital, 1975, pág. 131)
Y en el otro extremo vemos cómo se produce la segunda transformación y el aparecimiento del segundo componente de la dualidad que es la compra: D-M.
La primera metamorfosis de una mercancía, su transformación en dinero a partir de la forma mercantil es siempre, a la vez, una segunda metamorfosis, contrapuesta, de otra mercancía, su transformación inversa en mercancía a partir de la forma dineraria. (Marx, El Capital, 1975, pág. 134)
Se coloca en el centro del proceso económico al dinero, como la mercancía absolutamente enajenable:
D - M. Metamorfosis segunda, o final, de la mercancía: compra. Por ser la figura enajenada de todas las demás mercancías o el producto de su enajenación general, el dinero es la mercancía absolutamente enajenable. Lee al revés todos los precios y de ese modo se refleja en todos los cuerpos de las mercancías, que son así el material que se sacrifica para que el dinero llegue a ser mercancía. (Marx, El Capital, 1975, pág. 134)
Estas dos metamorfosis de la mercancía conducen a la aparición de una dialéctica dual, mediante la cual un fenómeno dado, en este caso la mercancía, se parte en dos procesos opuestos que, sin embargo, dependen enteramente uno del otro para poder continuar existiendo; por eso, se les caracteriza como contrapuestos y complementarios, a lo que hay que añadir que se mantiene subyacente el trabajo humano objetivado.
Ahora bien, si examinamos la metamorfosis global de una mercancía, por ejemplo, del lienzo, comprobaremos ante todo que se compone de dos movimientos contrapuestos y que se complementan recíprocamente, M - D y D - M. Estas dos mutaciones contrapuestas de la mercancía se llevan a cabo en dos procesos sociales opuestos a cargo del poseedor de mercancías, y se reflejan en dos papeles económicos asumidos por el mismo, también contrapuestos. (Marx, El Capital, 1975, pág. 135)
En la medida en que estamos tratando con formas sociales en sus metamorfosis, esta proceso de ruptura dual de la mercancía conduce al aparecimiento de personajes en la sociedad, que son el comprador y el vendedor: y que, desde luego, puede intercambiar sus roles cuando quieran; además del paso de los “productores privados independientes” a un “sistema de dependencia multilateral y propio de cosas”. (Marx, El Capital, 1975, pág. 131)
Se coloca la base de una teoría de los sujetos sociales y luego, concretamente, de las clases sociales que se funda con precisión en estos movimientos transformacionales de la realidad. (Negri hace una preciosa dilucidación del surgimiento de los sujetos y subjetividades en los Grundrisse; lastimosamente, no llevó a cabo esta tarea con El capital, lo que hubiera arrojado resultados sorprendentes. Esta es una tarea que está por hacerse (Negri, 2001)).
Este movimiento dual de la mercancía conforma un ciclo: “forma de la mercancía, despojamiento de la forma mercancía, retorno de la misma…”, que terminan por constituir la esfera de la circulación mercantil (Marx, El Capital, 1975, pág. 136). Pero, el surgimiento de esta esfera altera radicalmente el funcionamiento de la sociedad, que rompe el intercambio directo entre mercancía y mercancía.
A continuación, encontramos uno de los párrafos más densos, en el que se despliega la dialéctica tensándola al máximo para lograr una descripción adecuada del fenómeno de la circulación de las mercancías. Veámoslo en detalle:
La circulación derriba las barreras temporales, locales e individuales opuestas al intercambio de productos, y lo hace precisamente porque escinde, en la oposición de venta y compra, la identidad directa existente aquí entre enajenar el producto del trabajo propio y adquirir el producto del trabajo ajeno. El hecho de que los procesos que se contraponen autónomamente configuren una unidad interna, significa asimismo que su unidad interna se mueve por antítesis externas . Si la autonomización externa de aspectos que en lo interno no son autónomos, y no lo son porque se complementan uno a otro, se prolonga hasta cierto punto, la unidad interna se abre paso violentamente, se impone por medio de una crisis. La antítesis inmanente a la mercancía -valor de uso y valor, trabajo privado que a la vez tiene que presentarse como trabajo directamente social, trabajo específico y concreto que al mismo tiempo cuenta únicamente como general y abstracto, personificación de la cosa y cosificación de las personas-, esa contradicción inmanente, adopta sus formas más evolucionadas de movimiento en las contraposiciones de la metamorfosis mercantil. Estas formas entrañan la posibilidad, pero únicamente la posibilidad, de las crisis. Para que dicha posibilidad se desarrolle, convirtiéndose en realidad, se requiere todo un conjunto de condiciones que aún no existen, en modo alguno, en el plano de la circulación simple de mercancías. (Marx, El Capital, 1975, págs. 138-139)
Uno de los efectos del capitalismo es el de revolucionar las sociedades; y, este caso, la aparición generalizada de venta y compra de las mercancías, destroza las dinámica locales y temporales, dando paso a la expansión sin límite del capital. Con la aparición de este fenómeno, el mundo entero cambia.
Luego, tenemos la contradicción entre la unidad interna de los dos momentos que, aunque opuestos, son obligatoriamente complementarios, funcionando a través de ciclos que se suceden una y otra vez, y las contraposiciones externas, incluso rupturas del ciclo que impiden que se produzca la venta y la compra. Aquí, es la unidad interna la que finalmente se impone y disciplina a la esfera de la circulación, a través de crisis en la que “la unidad interna se abre paso violentamente”.
Sin embargo, Marx insiste en que estas crisis aparecen aquí únicamente como posibles; su efectivización dependerá de muchos otros factores, de un “conjunto de condiciones que aún no existen…”.
Finalmente, la tematización de lo que luego se desarrollará ampliamente en el capítulo sobre el fetichismo de la mercancía: “la personificación de la cosa y la cosificación de las personas”. Las cosas, en este caso las mercancías, adoptan rostros plenamente reconocibles como el de comprador y vendedor; mientras sus relaciones solo son posibles a través de las cosas que intercambian. Y, por supuesto, la posibilidad de análisis de los procesos de constitución de los sujetos sociales en las sociedades capitalistas, junto con las subjetividades correspondientes.
En el acápite b) El curso del dinero, Marx introduce la variable tiempo que es fundamental en el proceso de circulación; es decir, la velocidad en la que se repiten los ciclos, además de las magnitudes de las mercancías y el dinero involucrados en estos. Es la manera cómo logran mantenerse o no en el tiempo lo que determina el éxito o no de la compra y venta de las mercancías. La circulación finalmente se mide por la velocidad del movimiento del dinero para atravesar las distintas fases:
Las fases opuestas, complementarias entre sí, a través de las cuales discurre ese proceso, no pueden estar espacialmente yuxtapuestas, sino sucederse unas a otras en el tiempo. Las fracciones de tiempo constituyen la medida que se aplica a la duración del proceso, o, en otras palabras, el número de los recorridos de las mismas piezas dinerarias en un tiempo dado mide la velocidad del curso dinerario. (Marx, El Capital, 1975, pág. 146)
La resolución provisional de las oposiciones entre la unidad interna y las contraposiciones externas se da a través de la velocidad en la que se realicen los ciclos de compra-venta, poniendo en movimiento toda la economía capitalista; digamos que el capital depende enteramente de la velocidad de estos intercambios:
Así como en el curso del dinero, en general, únicamente se manifiesta el proceso de circulación de las mercancías -vale decir, el ciclo de éstas a través de metamorfosis contrapuestas-, en la velocidad del curso del dinero se manifiesta la velocidad de su cambio de forma, la concatenación incesante de las series metamórficas, la premura del metabolismo, la velocidad con que las mercancías desaparecen de la esfera circulatoria y su sustitución, igualmente rápida, por otras mercancías.
Aquí en el tiempo medido, calculado, cronometrado, está el núcleo de la cuestión, por la que pueden mantenerse estas tanto la contraposición como la complementariedad; solo existen en la medida en que se mueven. El éxito se mide por el incremento en la velocidad del intercambio; el estancamiento se produce cuando el ritmo se este movimiento se torna lento o se paraliza, triunfando la autonomía y el antagonismo de las fases:
En la velocidad del curso dinerario, pues, se manifiesta la unidad fluida de las fases contrapuestas y complementarias: transformación de la figura de uso en figura de valor y reconversión de ésta en aquélla, o unidad de los dos procesos de la compra y la venta. A la inversa, en la reducción de la velocidad del curso dinerario se pone de manifiesto el hecho de que esos procesos se disocian, se vuelven autónomos y antagónicos, el hecho del estancamiento del cambio de formas, y, por consiguiente, del metabolismo. (Marx, El Capital, 1975, pág. 147)
A partir de este despliegue de la epistemología dialéctica de Marx en el Capítulo III, El dinero o la circulación de las mercancías, de El capital, es posible discutir sus principales hallazgos, desprendiéndolos de la referencia directa a su objeto de estudio que es, en este caso, el dinero, a fin de delinear sus principales características y aquello que nos enseña de cara a una interpretación crítica de la realidad.
Lo primero que se tiene que decir es que Marx no regresa a aquellas afirmaciones metodológicas de textos anteriores, especialmente de los Grundrisse (Marx, Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política, 1971), que no sirven como punto de partida. Tampoco utiliza algún segmento de La ciencia de la lógica Hegel, tal como lo hizo en los dos primeros capítulos. Con los presupuestos colocados en su análisis de la mercancía, a través de la forma valor de uso y de la forma valor, tiene el terreno para explorar libremente la conformación de la esfera de la circulación y mostrar allí, sometiéndose a las exigencias del objeto de estudio, cuál es la dialéctica apropiada para su comprensión.
Como punto de partida, establezcamos que se trata de una dialéctica de la dualidad, teniendo el cuidado de precisar que no se refiere a una dualidad cualquiera ya previamente dada, sino a un fenómeno unitario que se parte en dos de manera necesaria e inmanente. En este caso, el intercambio de la mercancía por mercancía que se desdobla en Mercancía – Dinero y Dinero – Mercancía.
Como resultado tenemos dos fenómenos contrapuestos que, dada su unidad interna, son complementarios. Remarquemos: la complementariedad proviene de que son dos manifestaciones o expresiones de un mismo fenómeno, cuyo núcleo no es otro que el trabajo humano objetivado. Es decir, la venta existe en la medida en que se da la compra y viceversa.
Este tipo de dualidad exige que sus polos se den bajo la forma de contraposición y complementariedad, a lo largo de su desarrollo. La tensión necesaria entre los dos polos, sin que se reduzca a alguna de ellos, es lo que garantiza su existencia y persistencia a través del tiempo.
La unidad originaria sufre una doble metamorfosis: una primera transformación, que es el paso de M-M a M-D, y el hecho crucial de que este paso es por sí mismo contingente; nada garantiza que se dé; pero si no se realiza, el proceso fracasa. Una segunda transformación que va de M-M a D-M, que pone al dinero en primer plano, como motor de la economía.
Una dualidad producto de metamorfosis o transformaciones que tiene que ser especificada para cada fenómeno de este tipo, bajo las preguntas: ¿qué serie de cambios llevaron al surgimiento de la dualidad?, ¿cuáles son las alteraciones que se producen en la sociedad debido a estos proceso?
En este momento, es necesario introducir la perspectiva temporal, porque estos fenómenos no se dan de manera simultánea, sino en una sucesión. De aquí que, la dualidad adquirirá una temporalidad determinada, un modo de atravesar el tiempo y terminar por caracterizarlo, por ejemplo, como el tiempo de circulación: el incesante paso de M a D y de D a M.
Dos características se presentan en cuanto al tiempo de la dialéctica dual: la aparición de ciclos que se forman en el ir y venir desde el un polo al otro, cambiando de sustancia en cada paso; la mercancía que se vuelve dinero; el dinero que se convierte en mercancía; el valor de uso vuelto valor; el valor regresando al valor de uso. Ciclos que pueden tener distinto tipo de extensiones, de corte y de largo duración, así como diferentes maneras de manifestarse.
Y la posibilidad de la crisis de la dualidad, que se produce cuando alguno de los elementos de la dualidad tiende a desaparecer y traba al otro, porque es su complementario; en este caso, esa unidad de la que provienen se pone en primer plano y somete a los momentos, la mayoría de las veces destructivamente, para rehacerlos con otros contenidos; es decir, rehaciendo la esfera de la circulación con nuevas mercancías y dinero.
Este fenómeno tomado en su conjunto, la dualidad entera en su procesualidad, es el gran productor de sujetos sociales: las personas emergen de la trama de las metamorfosis, que adquieren dimensiones personales definidas. Así, de pronto tenemos aquellas personas que denominamos vendedores y compradores; y, por lo tanto, las subjetivaciones correspondientes, como puede ser la adquisición de determinada ideología o el predominio del fetichismo de la ideología. Aquí, más que en cualquier otra parte, debería buscarse la hermenéutica del sujeto.
A manera de síntesis, desde la perspectiva de la epistemología dialéctica, se puede establecer que los elementos fundamentales a tomarse en cuenta para el tratamiento de unidades que se parten en dos (o más partes), provocando la emergencia permanente de dualidades que no se resuelven en una tercer polo que las subsuma, son:
Cuadro 1. Dialéctica de la dualidad.
Forma Análisis de las formas sociales, por sobre los contenidos materiales del tipo de que fueran. En este caso, en último término lo que se saca a la luz es la dialéctica del trabajo humano objetivado bajo el modo de producción capitalista.
Inmanencia Determinación del elemento inmanente que provee a la dualidad de su unidad subyacente; es decir, de una esencia que funciona como tal sin la necesidad de convertirla en una substancia.
Necesidad Se trata de una especificación del concepto de necesidad, porque no es una necesidad de tipo lógico, sino histórica; esto es, dada esta forma y estos atributos inmanentes, en estos contexto preciso, necesariamente se producen estos fenómenos. Dada la mercancía tal como se ha caracterizado, necesariamente el ciclo M-D-M se rompe en M-D y D-M, que están separados en el tiempo y el espacio.
Transformaciones Conjunto de metamorfosis que sufre la unidad y cada uno de los elementos de su partición, que caracterizan la esfera que como consecuencias se forma; en este caso, la esfera de la circulación de las mercancías.
Oposiciones: contraposición y complementariedad Los elementos de la dualidad se contraponen, existen en la medida de sus diferencias; y son procesos distintos con sus propias características y dinámicas. Pero, se complementan, en el sentido de formar pares correlativos, en donde el uno implica la existencia del otro; además, el destino de cada uno depende directamente del destino del otro; su suerte está entrelazada como las partículas atómicas, sin importar cuán distantes se encuentren.
Temporalidades y ciclos las transformaciones de la dualidad se dan en el tiempo, pero lo hacen de una manera concreta, a una velocidad determinada; además, ese tiempo se convierte en una temporalidad, como es la formación de ciclos.
Subjetivaciones La dialéctica de la dualidad es una potente máquina formadora de sujetos sociales, antes inexistentes y que pueblan los espacios sociales con su existencia. Su relación con las cosas, las mercancías, muestran esa doble dinámica: las cosas se ponen máscaras humanas; las personas no encuentran la manera de relacionarse directamente, sino mediados por las cosas.
Bibliografía
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Hegel. (2011). La Ciencia de la Lógica (Vol. 2). (F. Duque, Trad.) Madrid: Abada Editores/ Uam Ediciones.
Marx, K. (1872 (1987)). Das Kapital . Berlin: Dietz Verlag Berlin.
Marx, K. (1971). Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política. México: Siglo XXI.
Marx, K. (1975). El Capital (Vol. Tomo I/Vol.I). (P. Scaron, Trad.) México: Siglo XXI.
Marx, K. (2011). Opere Complete. Il capitale. Napoli: La Cittá del Sole.
Marx, K. (2024). Capital (Vol. I). (P. Reitter, Trad.) Princeton: Princeton University Press.
Negri, A. (2001). Marx más allá de Marx. Madrid: Akal.
Strathern, M. (2004). Partial conections. Oxford: Altamira Press.
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